Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, así como su historia, todo eso pertenece a Hidekaz Himaruya-sensei y lo único plenamente mío es este argumento tan simple y sufrido xDD
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Capítulo 1. 20 de diciembre, ¿fun, fun, fun?
Ya caía noche del 20 de diciembre. Era tan fría que parecía que nevaría pronto, pero eso no impedía que dos naciones mediterráneas caminaran juntas hacia su casa, discutiendo, como siempre.
-¡Es que eres estúpido, España! No te das cuenta de cuándo se burlan de ti.
-Ah, Lovi, Lovi, no me preocupo porque te tengo a ti para defenderme –sonrió abrazándolo por detrás.
-¡Suéltame! No me trates como a los demás… ¡yo no soy igual, Casanova! ¡Tendrías que tratarme de forma distinta a…!
Antonio lo miró sin saber qué decir, pero no deshizo su sonrisa.
-Arg, quita esa mirada de estúpido, y te he dicho que me sueltes –exclamó apartando su brazo y tambaleándose un poco, notando los efectos del alcohol que acababan de tomar.
Antonio suspiró y metió sus manos enguantadas en los bolsillos, intentando protegerlas del frío. Lovino intentó hacer lo mismo, sin darse cuenta de que había cogido un abrigo sin bolsillos. Chasqueó la lengua, fastidiado. En ese momento, vio un par de guantes ante él. Miró a España, quien le estaba ofreciendo los suyos con una sonrisa.
-No los necesito –dijo orgullosamente.
-Es tu regalo de Navidad –respondió Antonio, sin alterar su expresión.
-Todavía no es Navidad –gruñó él, mirándolo de reojo.
-Es por adelantado. ¿No te gustan?
El italiano resopló y se los arrebató de las manos, antes de ponérselos.
-Me vienen grandes… -murmuró.
España rió en voz baja y lo miró con cariño, tan intensamente que Lovino tuvo que desviar la mirada, totalmente rojo.
-Tus mejillas están rojas, Lovi. ¿Tienes frío?
-¡Estoy bien! Es por el... vino...
-De acuerdo, de acuerdo~
-Quiero tomates para la cena de Nochebuena.
-Por supuesto, transplanté las tomateras dentro de la casa cuando empezó a hacer frío. No quería que se helaran.
-Bien.
-Ah… la pobre agricultura de mi país… está algo decaída.
-¿Algo decaída? ¡Pero si los pobres hombres que trabajan en el campo van a tener que pagar por comerse sus propias cosechas! Si sigues así, caerás en crisis económica; deberías gestionar mejor tus cuentas, o acabarás peor que Grecia.
-Ahá.
-Tsk… cuando yo no sea tuyo… no sé dónde estarás, idiota…
Y entonces, España, después de mostrarse sorprendido, se puso serio. En su mirada ya no había ni rastro de sus típicas bromas, y esto asustó a Romano, quien dejó de hablar al instante y sacó las llaves sintiendo como le temblaban las manos.
-Bueno, pues yo… entro a casa. Ya arreglaras las cosas con esos idiotas tú solito, bastardo.
Intentó esquivarlo para abrir la puerta y, justo cuando creía que lo había conseguido, España le sujetó fuertemente de la muñeca y lo empujó contra la pared antes de plantarle un beso. Romano se quedó helado, no sabía bien cómo actuar, ¿de verdad Antonio le estaba besando? ¿A él? Y ahora, ¿qué hacía? ¿Le seguía el juego o le apartaba? De momento, optó por intentar resistirse, pero no le sirvió de mucho, ya que Antonio le sujetó con fuerza y aprovechó el momento de confusión para dar un paso más e introducir su lengua en la boca del italiano. La recorrió por completo, lamiéndole en todas partes, deleitándose con su sabor a especias y tomate, notando el dulce vino, acariciando su propia lengua…
-Se mío ahora… de verdad.
Romano ahogó un gemido al notarlo, había dejado de resistirse, era completamente inútil –además, el alcohol había menguado sus fuerzas- así que, dejándose llevar, lo abrazó por el cuello sin darse cuenta de que estaba profundizando más el beso. Antonio, -más o menos- consciente de la situación, entró a la casa arrastrando consigo a Lovino, y lo condujo hacia las escaleras, mientras le desabotonaba la camisa. En ese corto tiempo, el italiano pareció darse cuenta de lo que hacían, porque intentó apartar sus ávidos dedos de un manotazo y salir corriendo, pero Antonio no se lo permitió, lo volvió a atraer hacia sí y le besó de nuevo, mordiendo sus labios, acariciando su espalda. No por nada era el país de la pasión, y Lovino lo estaba sintiendo en sus carnes, ya que sus fuerzas habían vuelto a flaquear y gemía tan solo por el contacto. No se resistió cuando España lo alzó en el aire para sujetarlo en brazos, sino que con sus piernas, rodeo la cintura de Antonio, quien aprovechó para subir las escaleras y entrar a su dormitorio.
-No sabes el tiempo que he estado esperando esto… -gruñó España contra sus labios, haciendo que el italiano sintiera su respiración en su propia piel.
-Cállate, España, joder…
Antonio sonrió con malicia antes de empujarlo contra el escritorio y caminar deprisa hacia él para que no pudiera pensar ni siquiera sobre huir. Lovino intentó apartarlo, con sus manos sobre el pecho del español, pero aquel bastardo era mucho más fuerte. Espera, ¿intentaba hacérselo en el escritorio?
-Vamos, Lovino… si no pones más de tu parte en apartarme vas a acabar sobre esta mesa, totalmente desnudo, bajo mi cuerpo… –España se relamió intencionadamente para que el italiano lo viera. Lovino se estremeció, apretando los dientes, sabiendo que aquel estúpido lo estaba provocando a propósito.
-¡Quítate de encima, stolto!
-¿Con lo que me ha costado tenerte así? Ni lo sueñes, Lovi…
-¡Bastardo! ¡No me llames así!
El español se acercó a su cuello y lo recorrió con la lengua lentamente, desde los hombros hasta su oído, donde se detuvo a mordisquear el lóbulo de su oreja mientras, con una de sus manos, le desabrochaba el cinturón del pantalón. Y fue entonces cuando Lovino recuperó un poco de su consciencia, y sintió miedo. Le sujetó la mano, evitando que Antonio le quitara los pantalones.
-Detente –le ordenó de pronto, totalmente serio, aunque todavía con la respiración agitada.
España pareció un poco perdido ante la petición de SU italiano.
-¿Que me detenga? -parecía divertido.
-Sí. Esto… no es lo que yo quiero.
-¿Cómo?
-Oh, venga. ¡Fuiste tú quien decidió besarme y empezar a desnudarme como si fuera lo que yo siempre había deseado! ¡Pues lamento informarte de que no es así, estúpido!
-Tus regiones bajas no opinan lo mismo, Italia –exclamó apretando su entrepierna.
Lovino se quedó sin respiración durante un instante, pero no podía flaquear ahora… tenía que parar ya a España, o no sería capaz de hacerlo más adelante.
-¡Es una reacción natural…! ¡Deja de apretar!
-Mírame a los ojos y dime que no es esto lo que quieres.
Italia lo miró, con odio, pero el mayor buscaba otra cosa en su mirada.
-¿Quién querría esto contigo? –dijo con el tono más venenoso que podía-. Tan solo te estás aprovechando porque he bebido, pero en realidad no eres capaz ni de defenderte contra Inglaterra, jamás lo has sido. ¿O debería recordarte tu época de pirata errante?
-¿A qué viene esto ahora, Lovino? –preguntó Antonio soltándole, con un deje de tristeza en la voz.
-Pues a que no necesito a una persona –nación- estúpida a mi lado que lo único que sabe hacer es ir de fiesta, follar y plantar tomates. Eso estaba bien cuando yo era pequeño, bueno, no me refiero a fo... a tener sexo -se sonrojó intensamente-. De todas formas… he crecido, España. Y te he dicho mil veces que deberías empezar a hacerlo tú también.
Ya estaba. Le había dado donde más dolía, estaba seguro, había negado que le quería. Porque no lo hacía, ¿verdad? Al fin y al cabo, tan solo había sido su niñera durante todo ese tiempo.
-Tienes razón… -murmuró el español forzando una sonrisa-. He sido un necio, ¿verdad? –tragó saliva-. Has cambiado mucho desde que te acogí hasta entonces, y siempre me has parecido adorable… pero hay algo en ti que no ha cambiado nunca.
-¿El qué? –preguntó Lovino, empezando a arrepentirse de sus palabras al ver a España tan afectado. Pero él solo sonrió con melancolía y negó con la cabeza, restándole importancia al asunto.
-Tienes total libertad de ir donde de apetezca ahora, Lovino, ya no estás bajo mi… protección. Puedes irte de mi casa cuando quieras y, además, tampoco te cerraré nunca la entrada. Sin embargo, por hoy, me gustaría que te fueras. Lo siento, sé que es tarde, pero puedes ir a visitar a Francis, su casa está mucho más cerca que la tuya.
Lovino resopló, ¿ahora le daba la vena depresiva? Aquel estúpido era demasiado difícil de comprender. Y encima le aconsejaba que pasara la noche con el francés pervertido.
-Eres un grano en el culo, España –dijo como despedida, antes de largarse del dormitorio dando un portazo.
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N/A:
Bu-e-nas~~
Qué poco estoy tardando en pasarme por aquí últimamente, ¿eh? Jé. Es que entre estudiar y escribir... pues ya me diréis.
Esta vez le toca el turno a esta adorable parejita 3 España e Italia del Sur siempre me han parecido adorables, MUY adorables. Además, últimamente me ha dado mucho la vena con Hetalia (otra vez) así que (por lo menos en mi Twitter), ya se sabía que tardaría poco en empezar a escribir sobre ellos.
Como llegan las Navidades, este fic estará ambientado en esas fechas, pero será cortito, como todo lo que escribo. Intentaré igualar las actualizaciones de este y 'Chocolate & Champán' todo lo que pueda, y actualizar más o menos equitativamente.
Y nada más, el capítulo siguiente es un poco más tristón... Hace poco me han dicho que soy una sádica sin corazón que ama ver sufrir a los personajes. Pues bien... Riku tiene razón xDD así que sí, voy a hacerlos sufrir, al menos un poquito.
Matta-nee ^^
