DISCLAIMER: Los personajes, lugares y demás son propiedad de J. , la idea de jugar con ellos en esta loca historia es mía (:

tun, tun, tun, tun, los latidos de un débil corazón razonaban en sus oídos alertando sus sentidos que despertaban después de varias horas de inconsciencia de las que no era completamente consciente, solo su cuerpo entumecido del cual aun no tenía control, era el incentivo de que llevaba bastante tiempo sin moverse. Recordaba esa sensación, era como un deja vu, algo que ya había vivido con anterioridad durante su estancia en Hogwarts, parecía como si de nuevo se encontrara en esa mullida cama de la enfermería que tenía su nombre implícitamente, pasaba tanto tiempo ahí que podía reclamarla como propia, siempre se sentía así después de un fuerte juego de quidditch donde terminaba siendo golpeado por la bludger o había sido derribado de su escoba. Esto no hubiera ocurrido tanto si James Potter cuidara su vocabulario contra las serpientes a mitad del partido, pero era tanta su afición por el juego que dejaba su mente y sentido común, al menos el poco que tenía, en el suelo, mientras que su cuerpo volaba varios metros por sobre el estadio.

Todo su cuerpo se encontraba adolorido, pero aun mas que su cuerpo, era su mente la que estaba cansada, intentaba recordar lo ocurrido pero solo podía ver ligeros destellos que lograban un mayor dolor, así que prefirió dejar todo eso de lado, ahora lo importante era concentrarse en despertar. Mandaba ordenes a sus parpados para que se levantaran, pero estos parecían estar en huelga pues no se movieron ni un milímetro. Frunció el ceño, solo dentro de su mente, mientras que su cuerpo permanecía inerte.

- ¡Ya pasaron diez horas! – renegaba una voz que para james parecía lejana, pero tremendamente familiar, aun así, tenía un matiz diferente, algo que jamás había escuchado en el tono de su hermano

-Debes tener paciencia, Sirius, confió plenamente en que ambos despertarán. – la voz profunda y tranquila de Dumbledore infundía calma en cualquier persona, menos en el joven Black que parecía un león enjaulado caminando de un lado a otro desde hacía mas o menos tres horas, desde que había logrado zafarse de madame Pomfrey y sus cuidados excesivos. ¡Por Merlín! Solo se había enfrentado a Lord Voldemort, nada fuera de lo normal. – Deberías de volver a tu cama. – comentó con un toque de reprimenda en su voz.

-No lo necesito, yo estoy bien. Fue Remus quien se llevó la peor parte. Ahora me preocupan la pelirroja y prongs. – Aquello puso alerta de nuevo al azabache. ¿Lily estaba bien? Ahora podía recordar un poco más de lo que había ocurrido.

Flashback

Era la noche de Halloween, su época favorita del año, la de cualquier persona que perteneciera al mundo mágico, en realidad. Pero esta vez era diferente, todo era mucho mejor cuando estaban en Hogwarts, la decoración en el castillo, con sus enormes calabazas flotando, los fantasmas especialmente emocionados por la fecha, miles y miles de dulces en el gran comedor, así como los exquisitos platillos que acompañaban el banquete en medio de risas y bromas encabezadas por los merodeadores y una bella pelirroja que los reñía a cada momento. Ahora todo era diferente. Ahí estaba él, solo en la sala de estar de su casa en el valle de Godric, comiendo dulces como si la vida se le fuera en ello mientras veía en aquel televisor que había comprado para sorpresa de lily, aun que en realidad eran él y Sirius quienes pasaban gran parte de su tiempo ahí. No prestaba real atención a la película, ¿Qué clase de brujas tenían una enorme nariz con una verruga gigante? Solo la profesora de adivinación, pero no conocía a otra igual. Y, ¿Qué hay del abadacadabra? Lo usaban como palabra mágica para todo, sin imaginar que con solo cambiar un par de letras, se convertía en el hechizo mas oscuro de todos, ese que acababa con la vida de cuanta persona se pusiera frente a ello. Definitivamente eso no se parecía en nada al Halloween de Hogwarts.

Sin embargo, había cosas que si era mucho mejores, un ejemplo de esto era que la pelirroja que antes los reñía por todo, ahora se encontraba en la cocina tarareando una canción muggle mientras preparaba la cena para dos, y un hermoso bebé de cabellos azabaches y ojos tan verdes como los de su esposa dormía plácidamente. Tuvo la repentina necesidad de despertarlo, Harry siempre reía con él, y sin duda sería mucho mejor que ver una aburrida película que insultaba a los magos, y ni que decir de las brujas. Pero había un detalle, si Lily lo veía subir esas escaleras podría considerarse un hombre muerto, y no precisamente con un avada, su esposa sería aun mas despiadada, lo haría sufrir, y despues le daría la muerte como recompensa. Ir a despertar a Harry no era una opción viable. No después de que habían tardado tanto tiempo para que el niño durmiera. Había estado extrañamente irritado esa mañana. James, en un intento por hacer que su hijo dejara el enojo de lado, le había dado muchos colores y hojas para que rayara imaginando que era excelentes dibujos, pero el rayaba las hojas y la tiraba gritando un rotundo –ño!- hasta que, despues de dos horas, y los mismos garabatos, desde la perspectiva de su padre, pero para él era toda una obra de arte. Después de muchos gritos logró hacer entender a su padre que quería pegarlo en la puerta. Despues de eso se quedó completamente dormido. Lily no iba a dejar que lo despertara mientras continuara irritado.

Los segundos transcurrían y él aun continuaba buscando la forma de concentrarse en la película o encontrar la forma de despertar a su hijo sin que la mujer en la cocina se percatara de ello. Como si fuera una revelación divina, la idea vino a su mente y no perdió tiempo en llevarla a cavo. Sacó la varita de la manga de su pijama, ojo loco le había enseñado a nunca guardarla en el bolsillo trasero, pronunció el hechizo en su mente y un mensaje seguido de este. Implorando a Merlín que su esposa no lo notara, observó como el patronus en forma de ciervo subía las escaleras a trote sin hacer ningun ruido, perdiéndose en el rellano de la escalera y adivinando su ruta estaba seguro de que entraría en la segunda puerta a la derecha, donde su hijo dormía plácidamente. Su tenue voz con un – despierta, Harry, tengo dulces – fue algo que solo el bebé pudo escuchar. El pequeño despertó instintivamente tallando sus ojitos con sus manos apuñadas, para abrirlos lentamente y observar como prongs se desvanecía inclinándole la cabeza.

-¡PAPI! – fue lo que ocasionó que James sonriera y Lily le mirara molesta desde la cocina donde peleaba por meter un pavo al horno, una cena excesiva si se contaba que era solo para dos, pues el pequeño Harry apenas y probaría algo de eso.

-Yo no he sido – se defendió el de lentes antes de que la pelirroja pudiera decir algo, lo cual hizo que entrecerrara los ojos – ni siquiera he pisado las escaleras – dijo levantando sus manos en señal de rendición mientras se ponía de pie

-Claro, James, como digas – su esposa sabía muy bien que él no necesitaba de eso, tenía sus métodos, y cuando quería era bastante astuto.

-PAPI – el renovado grito de Harry se escuchó por toda la casa, y de nuevo James se preguntaba, como un bebé de apenas un año y tres meces podía tener esos pulmones. Recordó como lily le gritaba y de nuevo la duda se despejaba.

-Ahora voy, campeón. – James hizo su típica sonrisa ladeada mientras despeinaba su cabello nerviosamente antes de perderse escaleras arriba dejando a su esposa con una sonrisa resignada. Al entrar a la habitación del niño, lo encontró parado en la cuna, agarrado de los barrotes para evitar caer pues aun quedaba un poco de sueño en él, y, claramente, Harry prefería usar su escoba de juguete que caminar, así que aun no era muy bueno en lo segundo, algo normal, apenas era un bebé, pero con los merodeadores cerca, no había imposibles. Tomó al menor en brazos y salió de la habitación bajando las escaleras mientras este intentaba quitarle los lentes – aun no se desarrolla tu miopía, no avances las cosas – se burló besando la regordeta mejilla

-uces – exigió el pequeño, y James no estaba seguro si se refería a dulces o luces, daba igual, el niño amaba a ambas, y el tenía ambas, no había ningún problema.

Lo sentó sobre el sillón apagando la televisión para que su hijo no viera esa ridícula película donde solo degradaban a las brujas que podían llegar a ser tan sensuales como su esposa, nada que ver con las aberraciones esas que salían en la pantalla. Dejó frente a Harry el platón con dulces mientras con la varita hacía diferentes hechizos inofensivos de colores que producían las fuertes risas de Harry que llamaron la atención de su madre quien se sentó junto a ellos para ver el espectáculo que daban los dos hombres de su vida.

El fuego de la chimenea se volvió verde, aumentando el tamaño de las llamas y alertando a los dos adultos, la casa estaba protegida bajo fidelio, pero ninguno de los que sabían su ubicación iban sin avisar, algo grabe podía haber ocurrido. Efectivamente, la cara pálida de enojada de Sirius se hizo visible mientras salía de la chimenea corriendo hasta donde ellos estaban. James estaba tan feliz de ver a su hermano que deseaba ir y abrazarlo, pero de solo ver la expresión en su rostro las ganas se iban, algo grave estaba pasando.

-Pafu – el grito alegre de Harry hizo que una pequeña, casi inexistente sonrisa en labios de Sirius apareciera, pero se fue tan rápido como llegó. Las cejas del pequeño se juntaron en una graciosa mueca de disgusto, pero nadie reía. Las llamas se elevaron nuevamente dejando ver a un cansado y ojeroso Remus quien parecía aliviado de verlos ahí.

-Tienen que irse – la voz de Sirius rompió el silencio

-¿De que hablas? – Ninguno de los integrantes del matrimonio Potter comprendían.

- La asquerosa rata traidora habló, los entregó y Voldemort puede llegar en cualquier momento. – sus palabras destilaban furia, enojo, desesperación, y por sobre todo, tristeza.

-No lo entiendo, Sirius – James buscaba una explicación, las palabras de Sirius eran claras, pero el mensaje era confuso. Peter jamás los traicionaría.

-Con una mierda James, ¡que te largues de aquí! – la cara del mayor de los Black estaba completamente roja

-Mada palaba! – gritó Harry reprendiendo a su padrino, pero nadie lo escuchaba, cosa que hacía que el niño se molestara aun mas.

-Sirius, si no les explicas nunca entenderán –

-mo-i – gritó Harry esperando ser escuchado esta vez, pero de nuevo, nadie le prestaba atención. Su carita se estaba poniendo roja, nunca nadie lo había ignorado, y ahora, esas personas que eran tan especiales para él parecían no escucharlo, eso, sumado a que había sido despertado, comenzaba a irritarlo mas y mas.

-¡No hay tiempo para explicaciones! Deben irse – la irritación de Sirius era palpable, nadie parecía comprender la seriedad del asunto.

En ese momento, la puerta se vino abajo, un hombre de túnica negra, bastante conocido por todo el mundo se encontraba sobre ella. Los cuatro adultos estaban alertas, pero solo dos tenían sus varitas consigo, James se reprendía mentalmente por dejar su varita en el sillón, lily recordaba haberla dejado en la cocina y Harry, Harry estaba enojado. Su dibujo, ese que había tardado tanto tiempo en hacer, estaba arruinado, todo por ese hombre feo al que todos prestaban atención. Voldemort levantó la varita dispuesto a atacar sin reparo alguno pero Sirius fue mas rápido, James aprovechó ese descuido para voltearse por su varita, siendo cubierto por sus amigos – Lily, llevate a Harry! – La pelirroja no quería abandonarlo, pero no podía dejar a su hijo dentro de esa muerte casi segura. James y Sirius estaban combatiendo contra Tom mientras que Remus cubría a Lily quien llevaba a Harry en brazos mirando todo sorprendido, amaba esas luces de colores. Riddle se las ingenió para hacer que James perdiera su varita seguido de un crucio tan potente que lo dejó tirado en el suelo, Sirius intentaba pararlo pero no era nada fácil luchar contra el mayor mago tenebroso de los últimos tiempos. Justo cuando lily estaba por llegar hasta la chimenea e irse de ahí, el hombre de negro destruyó la única salida viable ante el horror de la pelirroja. Eran tres contra él, y apenas y podían seguir de pie, James estaba consciente solo por milagro, mientras que lily intentó correr a la cocina por su varita, haciendo que un rayo verde pasara a su lado destruyendo gran parte de la pared haciendo que cientos de cosas salieran volando de su lugar, entre ellos, la escoba de Harry partiéndose a la mitad, es era mas de lo que el pequeño podía soportar. Comenzó a llorar fuertemente llamando la atención del mago tenebroso, Tom odiaba a los niños, especialmente cuando lloraban, le recordaban al orfanato en que vivió su infancia. Con un potente hechizo hizo que los cuatro adultos terminaran en el suelo inconcientes, no tenía tiempo aun para matarlos, primero mataría al niño y el resto sería pan comido. Se acercó a él mientras el pequeño se encontraba en el suelo, junto a su madre, bañado en llanto por su mal día, y ahora este hombre de sonrisa fea venía a empeorarle las cosas.

El lord lo tenía claro, solo era levantar la varita, pronunciar el hechizo, y ese estúpido peligro dejaría de existir. –Avada… - las palabras se quedaron atoradas en su garganta, un gato negro se había puesto frente al niño – Kedavra – gritó haciendo que el gato callera inmóvil a los pies de Harry. Oh no, su gato no, a ese gato solo él podía pisarle la cola, solo él podía perseguirlo con la escoba, pero nadie más podía dañar su gato. – Avada kedavra! – de nuevo la luz verde salió de la varita del hombre mientras de Harry emanaba un extraño campo color escarlata bañando al niño de una extraña luz. Magia involuntaria, magia extremadamente fuerte, combinada con un hechizo mortal, un hechizo tan oscuro como el mal mismo, hechizo blanco contra negro, magia del mal contra magia buena. Hubo una enorme explosión, parte del techo de la casa cayó, del hombre de negro solo las túnicas quedaron, y el niño quedaba inconsciente entre los brazos de su madre

Final del flashback

Claramente James recordaba todo hasta la parte en que quedaba inconsciente, el resto solo sería un misterio para todos. ¿Qué había ocurrido con Harry? ¿Su hijo habría sobrevivido? Tenía muchas preguntas y ninguna respuesta, solo un inmenso dolor en su alma. Su amigo, el cuarto merodeador lo había entregado en bandeja de plata sin importarle nada. ¿Dónde quedaban todos esos años de amistad? Él siempre confió en Peter, para él era un hermano mas, todos los merodeadores lo era. Daría la vida por cualquiera de ellos, y él creía que ellos harían lo mismo por él. No se equivocaba del todo, Sirius y Remus habían luchado a su lado contra Voldemort, sin importar que podrían haber llegado a morir, pero él, Peter, a ese que siempre defendió sin importar nada, le había dado la espalda. Y no solo a él, sino que a su esposa y a su hijo también.

-¿Dónde estoy? – La voz confundida de Lily hizo que la fuerza que le faltaba a James, llegara de la nada para hacerlo abrir los ojos arrepintiéndose de inmediato. La luz se colaba por entre los cristales dañando sus pupilas.

-¿Lily? – preguntó aun cuando sabía que de verdad se trataba de su esposa.

-¡prongs! ¡pelirroja! Creí que nunca despertarían – Sirius ya estaba revolviendo el cabello de ambos aprovechando que se encontraban en camas contiguas.

-¿Dónde está Harry? – La pregunta de Lily obligó a James a sentarse sobre la cama para verla mejor, pero le faltaban sus lentes, veía todo borroso, su amigo, adivinando esto, le tendió los lentes que segundos atrás se encontraban sobre la mesa de noche.

-Es algo… complicado – respondió el pelinegro de cabello largo revolviéndose el cabello, un gesto adoptado de los Potter.

-¿Qué quieres decir con eso, Black? – preguntó asustada la pelirroja

-El esta bien, solo, es una larga historia. – una historia que ni siquiera él sabía, pues Dumbledore le dijo que no hablaría de sus conjeturas hasta que los padres del niño recobraran la conciencia, era algo sumamente importante y no podía decirse así como así.

-Donde está – ya no era una pregunta, ahora lo estaba exigiendo.

-Aquí está – dijo madame Pomfrey entrando con el niño en brazos. Lily se sentó al igual que su marido esperando por que el pequeño llegara a sus brazos, sorprendiéndose de ver a Albus ahí. Poppy no perdió mas tiempo y dejó al niño en brazos de su madre abrazándose a ésta. Ella lo abrazó de igual forma refugiándolo contra su pecho acariciando su frente y mejillas, encontrándose con una extraña cicatriz en la frente. - ¿Qué es esto? – preguntó confundida, era obvio que el niño debería tener cicatrices, todos debían tenerlas, pero esta era diferente, parecía brillar, y estaba segura que de ser algo normal, madame pomfrey ya la hubiera desaparecido por pura estética.

-Algo que nadie debe saber – respondió Albus enigmáticamente sentándose en la esquina de la cama de James. Tendrían una platica muy larga, y bastante complicada.

Hola! Este es mi primer Fic sobre Harry potter :D espero que les guste, y si quieren que continúe con la historia dejen reviews diciendo que les pareció la historia. Este apenas es el primer capitulo pero como podrán verlo, es una giro total a la historia. Mas adelante se irán explicando mejor las cosas, siempre y cuando ustedes me permitan continuar :)