Buenas tardes, días o noches estoy feliz porque hoy comienzo con la "Saga México" este fanfic lo tenia atrasado y hace tiempo que no lo terminaba por muchas razones y aunque como siempre digo, me quedo raro, esta vez ese sentimiento es aun peor y no entiendo por que. Quizas se deba al hecho de que es un MéxxRus y no al reves.

*Los personajes de Hetalia no me pertenece, no hago ninguna historia con fines de lucro o para ofender a alguien

*Espero que me sigan en mi saga méxico, aunque sean diferentes historias.

Quetzalcóatl

Ya ni recordaba como había terminado de aquella forma, el último recuerdo coherente era la sonrisa de aquel muchacho moreno mientras compartían un par de tragos en la cocina, el ruso se había percatado de algo curioso en su anfitrión y se lo hizo saber pero no recuerda ni que fue ni lo que le dijo el menor. Solamente tiene fijo en la memoria aquellos ojos color caoba que con un destello de luz le había parecido hermosos lagos de sangre.

-Tú querías conocerme así ¿no?- ladeo la cabeza presa del letargo sintiendo una punzada de dolor por el rápido movimientos. Le costo trabajo enfocar la silueta que se le acercaba moviendo ligera y provocativamente la caderas, los colores se le subieron al rostro y esta vez no fue por el vodka que tanto le gustaba saborear ni porque el pequeño mexicano no llevara nada puesto, más bien era una sensación extraña.

Con la relativamente escasa iluminación su piel color oro cervato relucía como si recién hubiese salido del baño, aquella perfecta y suave piel se veía manchada con varias cicatrices, unas de ellas demasiado frescas para el gusto del ruso. Los pequeños pies del mexicano parecían flotar, apenas y si tocaban ligeramente el piso imitando en su caminar a los pasos de un felino, un jaguar.

México se sentó al filo de la cama acariciándole lentamente el pecho desnudo, sus ojos felinos conservaban aquel destello caoba que los hacia lucir extrañamente rojos. Se recostó a su lado teniendo cuidado que el gigante euroasiático no le tocara en ningún momento si Rusia se atrevía a hacer aquello un leve golpe en su mano se lo impedía.

-Me amas ¿no es así?- el ruso asintió sin perder de vista ningún detalle en el rostro del menor que por primera vez, en esa noche, dejaba que le acariciaba el rostro. El brillo en sus ojos se volvió más salvaje e intenso, la maldad y el odio parecía que se habían apoderado de él por completo como en cada ocasión que el mexicano pensaba en su vecino. Aquellas emociones eran entonces claramente visibles en sus ojos- Entonces dame algo único de ti. Después de todo me siento un poco celoso porque su efigie siempre se interpone entre nosotros ¿Lo entiendes?

- Da~ lo entiendo... solo por esta noche- Un tenue sonrojo le colorea las mejillas mientras que sus labios buscando los cálidos del latino hasta fundirse en un beso provocativo. Iván sabia perfectamente a lo que se refería México pese a los problemas e innumerables peleas que había tenido con el gringo Rusia no podía evitar sentir una extraña atracción que se traducía en una que otra noche de sexo salvaje y rudo pero en el fondo tenia miedo de descubrir si había algo más. En cambio la relación con México era cómoda, cariñosa y amorosa, el latino no lo criticaba y le aceptaba tal como era. En algún momento incluso había sentido unas terribles ansias homicidas por quien se acercara al menor pero sobre todo México lograba hacerlo entrar en razón y terminaban haciéndole caso- Rusia será uno con México

México sonrió contento con lo que había dicho el ruso, le correspondió el beso asintiendo con fuerza. Se apoyo sobre las palmas de las manos girando hasta quedar sobre el rubio, acariciándole los costados y haciendo que sus intimidades se rozaran con cada nuevo movimiento.

-Me alegra mucho que lo comprendas y que cooperes- le dio una pequeña lengüetada en la mejilla derecha apoyando ambas manos sobre su pecho-No me gustaría tener que obligarte más de lo necesario. Hoy quedaremos finalmente igual.

Si había algo que al latino le gustara sobre todas las cosas, incluso sobre el delicioso sabor del chile y la salsa, era el saborcito que tenia la blanca piel del ruso, con la punta de la lengua trazó espirales ascendentes sobre sus pezones arqueando la columna de placer al sentir las uñas de su amante clavarse sobre la delicada piel de su hombros

-Nunca dije que me quedaría quieto- Respondió el ruso divertido volviéndole a besar arropándolo entre sus enormes brazos. México rió y respondió mordiéndole fuertemente el labio inferior hasta que la sangre broto a borbotones de la herida.

Aquel delicioso saborcito metálico lo único que logro fue enervar más al moreno que se arremolinaba en los brazos de Rusia, arañándole los pectorales y los hombros con tal de buscar su libertad sin dejar de chupar con fuerza la herida que había abierto.

Cuando finalmente se libero de aquel posesivo abrazo un fino hilo de sangre y saliva aun unía sus labios, los labios del menor se curvaron ligeramente en una sonrisa sardónica, inclino la cabeza y le mordió varias veces el cuello y el pecho hasta hacer brotar sangre de cada una de sus heridas.

-Las rosas también florecen en invierno y son tan hermosas que con una sola no basta, quiero tapizarte con ellas- se sentó sobre sus caderas alcanzando una de las botellas de vodka que aun se conservaban enteras y tenían algo de alcohol en su interior. El gigante euroasiático le observaba embebido relamiéndose inconscientemente los labios al notar como una pequeña gotita de vodka se deslizaba por su mentón, levanto una mano atrapando aquella gotita con la punta del dedo índice y llevándose ese a su vez a los labios

Tomo un buen trago sin dejarle de sonreír, sacudiendo la cabeza para despejarse antes del segundo trago que compartiría con el ruso con un beso. Iván acepto el beso y le correspondió de buena gana disfrutando extasiado de aquel beso con sabor exótico que se fundía deliciosamente sobre todo su ser.

-Una vez me dijiste que parecía una muñeca- Las palabras gorgoteaban de su garganta junto con un par de gemidos inconstante, interrumpidos por aquella voz que denotaba solo el placer y la sensualidad. Pegó más su cuerpo al de su compañero deslizando las manos por su espalda formando deliciosos cardenales en la espalda del moreno.- De bella y blanca porcelana, si sigues así mancharas toda la porcelana

-Y lo sostengo, una hermosa y fina muñequita con tu piel tan pálida y tus mejillas coloreadas por el dulce sonrojo. Justo como ahora- se separo un poco mirando al ruso con tal intensidad que el sonrojo que adornaba las mejillas del enorme gigante euroasiático se volvió aun más intenso si es que eso era posible. Iván no soporto aquella mirada tan cargada de sentimientos que le dirigía el americano y ladeo la cabeza huyendo de esta-¿Porqué huyes?

México ni siquiera le dejo responder cuando ya se estaba deshaciéndose de lo que le quedaba de ropa del ruso. Luis le tomo del rostro obligándole a mirarle directamente a los ojos y Rusia tuvo de nuevo aquel extraño presentimiento de que quien estaba sobre de él no era el México que conocía.

-Te sonrojas por ¿La bebida? ¿El picante? ¿Por lo que hacemos? ¿O porque te doy miedo y no sabes porque?-Sonrió de forma cínica acariciándole el pecho antes de enterrarle violentamente las uñas sobre el corazón. Aquella sonrisa que no presagiaba nada bueno para el mayor, aunque esa actitud del moreno comenzaba a excitarlo. Se inclino hasta quedar a la altura de su oído dándole un pequeño lametón y hablándole en un odioso tono meloso-¿Es verdad que se te cae? Eso me trae muchos recuerdos ¿sabes? Recuerdos de glorias.

-Creo que es-tartamudeando y parpadeando varias veces sin poder apartar la vista de aquellas hermosas pero peligrosas orbes de sangre- por un poco de todo- arque la espalda dejando escapar un fuerte gemido al sentir como México enterraba sus uñas sobre aquella parte de su anatomía donde su piel, curiosamente, era mucho más sensible- D..da a veces- un nuevo estremecimiento se apodero de él.

-¿Ah si?- Una idea se fue colando en su cabeza, en cualquier otro momento lo habría desechado inmediatamente pero en este estado le intrigaba. Rusia para él simbolizaba la paz y la tranquilidad, su delicada piel y el color de su cabello contrastaban con el color de su propio ser. Pero lo más importante, al menos desde la perspectiva del americano, Rusia era alguien a quien podía amar y se compaginaban perfectamente, incluso por lo visto con aquella parte suya que no salía muy a menudo- Quiero sentirlo entre mis dedos, acariciarlo y beber de su sangre como lo hacia mi padre, pero a la vez tan diferente a él. Cuando España llego no fui lo suficientemente fuerte y lo traicione a él y a nuestros dioses, necesito por lo tanto una expiación- enterró con más fuerza las uñas sobre la sensible piel de su pecho- Y tú eres el sacrificio más hermoso que haya visto en toda mi vida. Mi propio Quetzalcóatl.

-Te congelarías-Cerro los ojos con fuerza y se muerde los labios para no gritar y arquea aun más la espalda aferrándose a las sabanas que tenia de bajo rasgándolas ligeramente- Si lo tocas, te congelaras.

-Eso lo veremos-Apoyo sus manos sobre el pecho del euroasiático, sometiéndolo contra el colchón con una fuerza que le era extraña a Iván. Estiro una mano tanteando el buro hasta poder a abrir el cajón de en medio del buro buscando el típico abre cartas mientras le acariciaba el cuello y el cabello a su acompañante- Prometo que no te dolerá mucho- Le beso una ves más en los labios recibiendo como respuesta una pequeña afirmación unida a un gemido de parte del ruso que le incitaba a continuar.

El cuerpo del mexicano tembló presa de la pasión que le embargaba, imaginando lo que vendría a continuación. Quería ya sentir la tibia o fría sangre de su dios salpicándole la piel, inundando cada uno de sus sentidos y poseer a Rusia en todos los aspectos posibles. Con cuidado delineo con la punta del abrecartas el pecho de su compañero.

-¿Me lo darás o tendré que sacarlo a la fuerza?- pregunto juguetón abriendo una pequeña herida debajo de la tetilla.

-Por alguna razón me cuesta creer que no dolerá- Pese a las palabras del menor no lograba mantenerse realmente tranquilo pero la semilla de la curiosidad pudo más con él. Se estremeció con las caricias y la piel se le erizo lanzando un pequeño gemido de sorpresa al sentir el corte de la herida sobre su pecho- Pero no me importa, quiero sentir cuando lo tomes entre tus manos y hagas con el lo que quieras.

-La palabra de un Dios es ley mi amado Quetzalcóatl- le sonrió de buena gana, sus ojos parecían haberse afilado aun más justo de la misma forma que lo haría un jaguar antes de lanzarse sobre su presa y atacarla- Entonces al menos prometo que será rápido

México busco el lugar adecuado para clavarle el abre cartas, contando mentalmente las costillas hasta dar con el punto exacto que recordaba según las enseñanzas de los antiguos sacerdotes Aztecas. Cuando lo hubo encontrado enterró con fuerza el abre cartas. Normalmente en aquellos ritos se utilizaba una hoja de obsidiana muy afilada, capaz de cortar la carne y algo de hueso, por lo que se tenía que clavar de cierta forma para que entrara limpiamente sin dañar el hueso por temor a que se rompiera la hoja durante la ceremonia. Pese a que el abrecartas era, por lógica, mucho más resistente que la obsidiana Luis no quería dañarlo y teniendo en cuenta que era la primera vez que hacia algo así sin que la victima de sacrificio tuviera que vivir posteriormente el grado de dificultad aumento.

Pequeñas gotitas de sudor se formaron sobre su rostro, empapándole la frente y haciendo que los mechones de su cabello se pegaran con insistencia a esta, la sangre del soviético broto con una capacidad increíble y pronto le mancho las manos. Sonrió lascivamente al ver la hermosa rosa roja que florecía en el pecho del euroasiático. Enterró con más fuerza el abrecartas y la sangre le salpico aun más las manos, el pecho y ligueramente la barbilla junto con los labios por la posición semicurva en la que se encontraba, giro la muñeca para arriba en un rápido corte separando las costillas en el acto dejando, en ese momento, a la vista aquel hermoso, rojo como un fresa madura, y palpitante corazón.

-Es tan hermoso- murmuro antes de pasar los dedos sobre el corazón de Iván tentativamente, temeroso en cierta forma de que en verdad pudiera congelarle la mano pero aun más de haberle matado. Tomo un poco de su sangre notando con curiosidad que el rojo escarlata se veía opacado por pequeños hilos negros, que no supo definir y tampoco se atrevía a preguntarle a su amante sobre la naturaleza de los mismos, se llevo aquellos dedos manchados a los labios saboreándolos golosamente

Por su parte el ruso apenas y lo escuchaba se sentía sumido en una especie de estupro que no podía definir. Si las uñas que cada vez más se le iban enterrando en la piel le habían dolido cuando el abrecartas perforo la piel lanzo un grito apagado. Sus ojos buscaron algún consuelo en los del latino pero no lo encontró, reafirmando que ese que tenia ahí no era el México usual al que tanto amaba y admitía que también le había herido.

-¿Sabe bien?- Pregunto tímidamente cuando finalmente pudo abrir los ojos y enfoco la figura del latino mirando curioso aquellos hilachos negros que había sobre su sangre, se sonrojo de golpe y agradeció mentalmente que el mexicano no preguntara que eran esos- Dime si sabe bien ¿te gusta como sabe?- pregunto con un débil susurro, sin molestarte en ocultar las lagrimas traicioneras que brotaban sin ningún recato de sus orbes violetas.

-Es lo más delicioso que haya podido probar en toda mi vida- respondió con honestidad pasando el dorso de su mano sobre las mejillas acaloradas del rubio borrando los surcos del llanto. México se inclino besándole de nueva cuenta en los labios para reconfortarlo, aquella bipolaridad le desoriento bastante al ruso que dejo escapar un gemido de placer puro.

México tomo con mucho cuidado, cariño y amor aquel corazón aun palpitante entre sus manos, acunándolo contra su pecho. Podrían llamarlo loco en esos momentos pero podría jurar que sentía como su propio corazón latía a la par de el del soviético. Lo levanto sobre su cabeza teniendo cuidado de no apretarle demasiado fuerte, pequeñas gotas de sangre escurrieron desde el corazón cayendo sobre su frente, cabello y algunas incluso lograban estrellarse contra las blancas sabanas que cubrían su cama. Era tan placentero sentir como aquella "lluvia" tan tibia le bañaba por completo.

Rusia le miraba hacer, pensando que le dolería al momento en que las manos del latino retiraran su corazón, si bien en las demás ocasiones solo había sentido una fuerte y extraña aprensión en este caso no sintió ni dolor alguno y aun más extraño fue el suspiro que escapo de sus labios, sentía una extraña paz que lo embargaba por completo y una calidez que penetraba hasta la medula de sus huesos.

Mantuvo su vista fija en México, sonriendo al verlo mancharse con su propia sangre. La escena le parecía tan irreal y a la vez encontraba en ella un extraño atractivo, quizás de una forma bastante retorcida

-Me gustaría probarlo más a fondo, solo una mordida ¿si?- pregunto con aquel mismo tono ingenuo de siempre como sino comprendiera el alcance de sus palabras.

-Da- asintió algo dudoso hacia aquella propuesta, sentía curiosidad de saber que es lo que pasaría ¿es que acaso esa pequeña parte de su corazón se limpiaría en el menor? O bien podría ser también que su corazón se fusionara con el del mexicano ¿sentirían entonces lo mismo? ¿La tibieza de México le llenaría de una forma incomprensible? Pese a todo ello la idea en si le resultaba por demás aterradora.

Lo vio asentir y le devolvió una sonrisa marcada por la duda. No era para menos, dentro de su turbada mente, que divagaba entre la época actual y la época prehispánica, sentía que estaba cometiendo la peor de las blasfemias. Los corazones humanos son el alimento de los dioses, jamás debían ser ocupados para cualquier otro fin y él no solamente se había atrevido a arrancarle el corazón al dios más puro y sabio, su amado Quetzalcóatl, sino que pensaba devorar una parte de aquel.

Acaricio con los pulgares la superficie del corazón del ruso, dándole un pequeño masaje, mientras se deleitaba con los suspiros que se escapaban de los labios de su compañero. Se inclino y lo beso de nueva cuenta, pasando su lengua por toda la extensión de aquel órgano palpitante, los gemidos de placer por parte de Rusia se tornaron aun más intensos. Podrían llamarlo loco pero no se trataba de una blasfemia ni un atentado contra las supuestas "buenas costumbres" simplemente era un acto de amor.

Acomodo sus manos a la altura de su rostro quedándose en una posición totalmente recta con respecto al ruso, le miro una vez más de reojo confirmándose a si mismo que lo que iba a hacer era la prueba de su amor. Clavo los dientes sobre aquel corazón, haciéndose oídos sordos al poderoso grito que dejo escapar su amante, sintiendo de inmediato el sabor metálico que inundaba su boca, pequeños hilos de saliva y sangre se escurrían provocativamente por la comisura de sus labios bajando hasta salpicar su pecho y perdiéndose entre el vello de su sexo o bien terminaban por estrellarse contra la blanca piel del pecho abierto del moscovita.

El corazón sin embargo no cedía a sus arranques, le con más fuerza entre sus manos y tiro de el sacudiendo la cabeza para lograr arrancarle un trozo. La cama y su cuerpo rápidamente se vieron sometidos a una fina lluvia escarlata. Los mechones de su cabello habían absorbido tanta sangre y sudor que ahora escurría en forma de pequeños riachuelos sobre sus parpados y mejillas. Unas cuantas lágrimas salieron de sus orbes caobas, debido al esfuerzo, mezclándose con las gotas de sangre que se escurrían por sus mejillas. Finalmente la carne cedió y consiguió arrancar un pequeño pedacito de carne que devoró con avidez.

Tan absorto estaba intentando arrancar un pedacito de corazón que no le dio importancia al cuerpo que se retorcía y gritaba con toda la fuerza que sus pulmones le permitían en esos momentos, con los ojos totalmente abiertos y las pupilas dilatas. Pero dentro de todo eso dolor había una veta demasiado placentera como para negarla, de haber vivido lo mismo en cualquier otro momento con cualquier otra persona el ruso habría pensado que había perdido por completo la razón y que su mente tan atormentada por fin había llegado al punto de quiebre donde solo quedaba el vacio al final pero con México era tan diferente. Cuando Luis arranco el trozo de sus deseos el dolor fue disminuyendo con una velocidad vertiginosa siendo remplazado por una calidez que nunca antes había sentido.

El cuerpo del más alto de los dos por fin se rindió ante semejante sopor, aquella sensación era mucho mejor que un orgasmo, y solo jadeaba pesadamente con la vista fija en su amante sin saber que hacer o decir. Sus blancas mejillas enrojecieron de repente y fue consiente, incluso, de su erección al chochar con los muslos desnudos del moreno.

-Por dios, es mucho mejor de lo que había pensado- acerco el corazón de nuevo a su rostro, sintiendo como el cuerpo debajo suyo temblaba quizás pensando en la posibilidad de que Luis no se conformara con una sola mordida. Para sorpresa de Iván, México solo lo beso manchándose nuevamente con sangre fresca los labios- No te he hecho demasiado daño o ¿si?- Devolvió el corazón al pecho de su amante mirándole honestamente preocupado. Sus delgados dedos danzaban sobre los bordes de la herida tratando de brindarle un consuelo para apaciguar el dolor que sus propios actos le habían provocado- ¿Te lastime?- sus labios se volvieron a juntar en beso demandante tratando de animar un poco al ruso.

México era consiente en parte, dentro de aquel torbellino de emociones, de que el factor predominante de esa noche era la unión de los dos basándose en el dolor y aceptación de aquellas facetas que muy pocos o todos conocían de sus personalidades.

-Dolió y mucho pero me siento extraño. Como sino fuese de momento completamente dueño de mi mismo- Se animo finalmente a decirle desviando la mirada un tanto apenado por su extraña respuesta.

México se apoyo sobre el pecho de su ruso amante dedicándole una dulce sonrisa como si intuyera el mar de emociones encontradas que se iba despertando en Rusia y que de cierta forma era muy semejante al mar emocional en el que él mismo se había sumergido por cuenta propia dentro de su delirio. Apoyo la cabeza muy cerca de donde se encontraba la fea herida que minutos antes él mismo hubiese ocasionado, sus dedos ensangrentados le acariciaron la piel, desprendiendo pequeños cascaroncillos de sangre reseca y empañándose nuevamente con sangre fresca que cuando volvían a pasar por su pecho, clavícula o tetillas formaban trazos de color escarlata que se tornaban oscuros a los pocos minutos. Levanto la cabeza y le sonrió con la boca aun manchada y las mejillas rebosantes de rubor.

-No tienes la más mínima idea de cuanto te amo. Eres mi precioso dios, mi dulce serpiente emplumada, que volvió a reclamar lo que por derecho le pertenece y esta vez no pienso dejarte ir aunque me cueste la vida- La mitad de sus palabras eran, claramente, producto de desorden mental que estaba sufriendo pero en esencia conformaban una verdad que hizo sentirse muy a gusto al ruso. Rusia le tomo del mentón con una ternura inusitada, al menos después de haber sufrido tanto en manos del joven moreno, y acerco su rostro besándole en los labios de manera demandante dejando aturdido al mexicano que solo atino a responder mientras que sus uñas se clavaban en sus hombros. Cuan finalmente les falto el aire se separaron.

-No se si todo lo que ha pasado es verdad- sus ojos se mantenían fijos en los del mexicano que ladeo la cabeza confundido ¿Es que no había sido capaz de hacerle llegar sus más profundos sentimientos? Lo que no sabía es que Rusia no se refería a eso sino a toda aquella macabra escena, en algún punto de la nubosidad en la que se encontraba, quizás siendo aquella su ultima barrera, creía que México no era capaz de cometer semejante excesos de locura y que todo eso no era más que un sueño retorcido producto de la resaca y que despertaría en cualquier momento con una cruda de los mil demonios en la cama que compartían ambos con la pequeña nación dormida entre sus brazos- Pero si se que eres mi sol, ahora mi corazón, mi compañero y me amante.- Para sorpresa de Iván, México le miro seriamente como si lo hubiese ofendido.

-No soy Bielorusia, no soy Alfred, no soy tú pero me encanta la tibieza de tu cuerpo, el sonido de tus gritos y el sabor de tu simiente- Luis intentaba aclararle que aquello no era un sueño retorcido y que él no era precisamente un santo.

Rusia parpadeo con incredulidad, intentando entender el significado de aquellas palabras y la razón de su mirada tan extraña para estos momentos. Se sentía raro hasta que un pequeño haz de luz se abrió paso en su mente. México lo había dominado y el ruso disfrutaba el trato, ahora todo estaba tan claro que le parecía absurdo no haberlo entendido antes.

-Tú no eres como ellos, da~ tú te quedaras siempre conmigo entonces…?- Logro murmurarle en cuanto su mente volvió a funcionar con algo de "coherencia". Sus ojos se encontraron con los del muchacho moreno ansioso por su respuesta.

El latino no pudo evitar reírse contento ante las palabras del rubio, acurrucándose a su lado, haciéndose un ovillo y teniendo como único pasatiempo repasar aquella herida abierta para que no se cerrara del todo.

-Mi dulce dios ¿No te he respondido ya a esa pregunta?- no levanto la cabeza y hundió las puntas de los dedos sobre la herida-No me he marchado ni aun cuando tus manos fueron- le beso ambas manos con cariño y devoción- las que me pusieron prácticamente en los brazos de la niña- le dijo refiriéndose a la muerte y a aquella ocasión en la durante los excesos, principalmente por culpa del gringo que se había entrometido en la relación de ambos hasta que prácticamente logro separarlos.

Entre Alfred e Iván había existido desde siempre una extraña relación de tira y afloja, de amor y odio en la que las pasiones se sumían en una intrincada lucha de poder. Amor, sexo, gloria y sangre se fundían en una relación tanto más destructiva para ambas partes como para los que les rodeaban.

-Me quede contigo, fui dulce, bueno y comprensible cuando tus ojos ya no me miraban con la misma ternura y tus labios dejaron de expresar palabras de amor-sus palabras sonaron a continuación demasiado frías-Desee tanto arrancártelos de un tajo y guardarlos en un pequeño cofre para que mi mirasen solo a mi y no aquel rubio idiota que te alejo de mi…- el volumen de su voz se fue haciendo cada vez más y más hasta volverse prácticamente incompresibles y muy semejantes al murmullo del mar. Cuando termino levanto la cara y le sonrió de nueva cuenta, levantando una mano y acariciándole el rostro-Y sigo aquí después de eso ¿Por qué piensas que te dejare ahora? Llevo una parte tuya aquí- señalo su corazón- Te amo sobre todas las cosas y eso algo que espero que algún día entiendas.

-Lo sé y ahora lo entiendo- negó con suavidad cuando el mexicano lo estaba por interrumpir posando una mano sobre sus labios. Después de todo lo que habían pasado él seguía ahí, era cierto. No entendía ahora el porque de su afán en fijarse en alguien mas cuando tenia a México a su lado. La sombra de Alfred que los había atormentado a ambos por tanto tiempo pareció desvanecerse sin dejar rastro alguno de un sentimiento palpable. Le sostuvo con fuerza apretándolo contra si, sin importarle el hacerse más daño con semejante acción, y le beso los labios con cariño al no poderle decir con palabras la intensidad de sus sentimientos quizás con sus acciones le lograra demostrar lo que sentía.

Aquel beso había sorprendido gratamente al latino. No era un beso cargado de lujuria o deseo, tampoco de cariño, aquel beso encerraba muchas promesas y sentimientos que le hicieron sentir mareado por un instante. Se sujeto al cuello de su amante profundizando aun más aquel beso sin dejarle de acariciar la nunca, el sabor metálico del beso era un extraño recordatorio para ambos, el sabor de su sangre se mezclaba con un toque de licor y de si mismo en aquel intimo contacto, por un instante el mundo le pareció tan dulce como el chocolate, así que ¿Qué le importaban los demás si tenia a Rusia a su lado? Más tarde sin duda tendría que enfrentarse a aquella realidad devastadora donde había dejado expuesta a aquella parte de su personalidad que prefería ocultar.

Varios te amo, que había adquirido un significado mucho más intenso, se desprendieron como gotas de agua de la boca de los amantes entre besos interrumpidos. Rusia se pudo percatar de algo sumamente particular, los ojos de su amante dejaron de mostrar ese tono rojo escarlatina, oscureciéndose cada vez más y más hasta volver al habitual tono chocolate con pequeñas vetas cobrizas que llenaban sus ojos de un brillo especial.

-Nunca le había mostrado a nadie esta parte de mi mismo- murmuro quedamente- solo España la conoce.- Por eso me siento raro, te comportas tan dulcemente normal incluso ante ella.

-A mi... Me gustas como seas... -el cansancio se fue apoderando poco a poco de el y su voz fue bajando hasta no ser mas que un muy leve susurro- te amo como seas, da...

Esas palabras se escuchaban muy raras proviniendo del gigante euroasiático. Ahora que lo pensaba México era como él pero tenia aquel aire que rodeaba a Antonio. Por lo visto ya fuera la sangre indígena que corría por las venas del menor o la española ambas tenia aquella veta en su carácter que España había escondido dejando atrás su lado conquistador.

México fue el primero en caer dormido, el fuego de su espíritu se había apagado casi por completo y se encontraba cómodamente acomodado en los brazos de Rusia respirando con tranquilidad, aquel era Luis que la nación rusa conocía, fuerte, luchador, divertido, comprensivo y demás. No pudo evitar preguntarse si vería de nuevo aquella nueva faceta que el menor le había presentado, esperaba encontrarla nuevamente siendo honestos consigo mismo.

Rusia estiro una mano buscando a tientas una cobija con la que cubrió a ambos, se miro el pecho y la herida ya había cerrado del todo, agradeció mentalmente que su cuerpo presentara aquella peculiaridad sumada a la sanación acelerada propia de todas las naciones. Giro el cuerpo mirando al mexicano que farfullo algo entre dientes al sentir que se alejaba de él por lo que tuvo que tranquilizarlo acariciándole los cabellos.

Hace rato había pensado en la nación Ibérica y recordó una charla que había tenido con el amante de los tomates cuando formalizo su relación con su excolonia.

España no solo había conquistado a México a nivel geográfico, como lo había hecho Arthur y otras naciones con sus pequeñas colonias, sino que se mezclo con él gravando sobre su cuerpo con fuego aquellos signos de debilidad y sumisión. España le había atado con una larga y fuerte cadena cuando era pequeño para que olvidase su verdadera fuerza, y para aplacar de cierta forma su espíritu guerrero y salvaje que era mucho más violento y temible que la nación Estadounidense hoy en día. Si España no hubiese hecho todo eso para dejar irreconocible a México no podía evitar preguntarse como es que serian las cosas hoy en día.

"México no solo tiene un gran potencial, sino que también puede llegar a ser sumamente sanguinario y destructivo. No se detiene con nada y después de todo este tiempo seguramente apenas y recuerda los principios que Itzcoatl, su padre, le enseño. Es un estratega y uno muy peligroso si es que se llega a dar cuenta de su poder y deja ese sentimiento de inferioridad"

Esa había sido la conclusión que el ruso había sacado de la larga charla, que se aplicaba perfectamente en estos momentos, que incluía un sin numero de amenazas por el bienestar y la felicidad de su pequeño niño, porque si aunque hubiese dejado de ser su pequeña colonia, la joya de la corona, seguía siendo su niño y como tal se preocupaba por él, pero que en el fondo también se escondía cierto temor a que la compañía de Rusia despertara en el mexicano aquel otro yo aparentemente dormido.

Sacudió la cabeza intentando no pensar más en todo eso, no importaba cual era la verdad porque para Rusia la única verdad que resultaba inapelable es que amaba a México con todo su corazón fuese como este fuera. Dejo finalmente de pensar cuando los parpados le pesaron y termino sucumbiendo en los brazos de Morfeo.

Si, se que esta muy raro en muchos aspectos, comenzando con que México es el seme en esta historia y queda la duda de lo que pasara al día siguiente y demás. Les diré que México si es consiente del daño y demás cosas que le hizo a Rusia pese a estar sumido en su aparente locura.

Otra cosa importante que me gustaría destacar en esta historia es el hecho de que México es un país muy fuerte aunque no lo paresca. Su destino desde sus comienzos fue marcado por la sangre y la gloria, el problema fue que los españoles nos hicieron creer que somos inferiores- para poner un ejemplo muy simple esta el sistema de castas, las más comunes son Español (que tiene todos los derechos habidos y por haber) Criollo que es un español nacido en América y solo por eso se vuelve inferior a sus padres, Mestizo la mezcla de un indígena con un español, Indígena, Mulato hijo de negro y español y finalmente negro los privilegios iban disminuyendo conforme te alejabas de la raza pura- la española- y aunque el aspirante mostrara cierto talento era muy difícil el que se le aceptara en el puesto que estaba buscando.

Cuando España se retiro finalmente no hubo un cambio verdadero, siguió el sistema de castas aunque de una forma más sutil- ejemplo claro Benito Juarez- que incluso se vive hoy en día. Con todo esto no es difícil entender porque pese a que tenemos personas muy inteligentes en nuestro país no podemos salir adelante debido a que persiste esa aura de inferioridad de la cual muchos abusan ya sea el propio gobierno mexicano o bien otras naciones principalmente gringolandia.