AZUCAR AMARGO

Único Capitulo.

Hermione apretó los dientes lo más que podía, el dolor era intenso, pero eso era algo que tenía que obligarse a superar mientras la batalla durara; había perdido de vista a Ron y a Harry y sinceramente, no tenía tiempo de ir a averiguar dónde estaban y mucho menos el primero, del cual, ya estaba hasta el gorro de su estúpida actitud infantil, su respiración era agitada y lo único que visualizaba frente a ella, eran las enormes olas de polvo, sus oídos solamente escuchaban el crujir de las rocas estrellarse contra el suelo, y muy a lo lejos, en serio, muy a lo lejos, podía escuchar los gritos de Molly Weasley, la cual seguramente iba tras la bruja Bellatrix Lestrange.

¡Mierda! – gritó Hermione al sentir como un Avada pasaba por su lado, la castaña se arrojó hacia un lado, cayendo al suelo de golpe, lastimándose el brazo izquierdo.

Y la respiración se volvió aún más agitada.

Hermione pudo escuchar entonces, después de un largo letargo de silencio, como unos pasos se acercaban a ella, eran pasos lentos y perezosos, que de vez en cuando se arrastraban, pero lo que le alarmó fue aquel constante desliz en el suelo, la fricción de algo peligroso y muy letal, la única pared que se encontraba de pie cerca de ella estaba a punto de venirse abajo, tenía que salir de ahí, lo sabía, incluso su mismo cuerpo le alertaba que aquello que fuera que se estuviera acercando, era demasiado peligroso, demasiado.

Harry…- susurró el nombre de su mejor amigo, aquel mismo que estaba destinado a vencer a aquel que comenzaba a aparecer de entre el polvo, arrastrando la vieja capucha que en alguna época había sido tan negra como su alma, y sus ojos, aquel par de perlas azuladas que por sí mismas podrían causar la muerte.

Hermione, aún en el suelo, se empujó hacia atrás, buscando algún tipo de refugio y sabiendo que aquello era en vano, pues su cazador ya la tenía en la mira, sus ojos, marrones y completamente preparados para cualquier cosa, y él sabía que cualquier oportunidad que le diera a ella, la joven lo aprovecharía a como diera lugar, no por nada, a su corta edad ya era conocida por ser una de las brujas más poderosas de su generación, incluso, y para su propia sorpresa, aquella asquerosa Muggle era la única miembro femenina del álbum de fuego, un premio y un honor que solamente los mejores Brujas y Magos podían obtener en toda su vida…

Un reconocimiento que solamente los mejores podían obtener, y obviamente él se encontraba en aquel Álbum, se acercó a la leona, inmediatamente la reconoció por ser Muggle y la amiguita de su peor enemigo, Harry Potter, sus ojos marrones le miraban seriamente, pero él sabía que era lo que había en ellos, miedo y precaución.

Era lista.

Y eso, de alguna forma, le agradaba. Le gustaba rodearse de gente lista, de un intelecto digno de él, no mediocre como la mayoría de sus seguidores…

Sangre...sucia…- le llamó, fue divertido para Lord Voldemort verle estremecerse para luego tensar su cuerpo de pies a cabeza, observó también como sus pequeñas y firmes manos se enterraban entre los escombros del suelo.

Hermione conocía la prudencia, pero cuando lo deseaba podía ser tan imprudente como quisiera, pero en ese momento, era de sabios quedarse cayada, lo único que podía hacer era guardar silencio y esperar el mejor momento para escapar, pero era también sabido, que aquel que se encontraba frente a ella, era poseedor de una inteligencia y una astucia bastante envidiable…

El innombrable…- escupió la castaña, no podía quedarse cayada, por más que se mordiera la lengua por no decir nada, finalmente fue vencida por su propio carácter tan indomable, Lord Voldemort sonrío de medio lado, sus ojos agua marina destellaron una apenas visible luz que Hermione no fue capaz de visualizar, su atención no estaba en aquel espectro del mal, sino en el arma que llevaba entre las manos, la varita de sauco.

Aquella misma que Albus Dumbledore, había usado en vida.

Hermione apretujó las piedras con sus manos, hasta que estas ya no aguantaron más, era tanto el odio que ni siquiera se percató de la hemorragia que emanaba de entre las palmas, pero Voldemort sí que lo vio, observando ese coraje volverse fuego dentro de su mirada…

Y sus ojos transparentes continuaron mirando a la joven, Hermione entreabrió la boca al ver cómo aquel hombre de alma podrida comenzaba a levantar su mano, exactamente aquella misma que sostenía un arma que no le pertenecía.

¿Vas a matarme, eh? ¡Pues hazlo, mi muerte no afectara en nada a Harry y eso no te ayudará a evitar tú caída, monstruo! – le gritó ella, en un intento por aplazar su fusilamiento, Voldemort se detuvo, cosa que a Hermione le sorprendió demasiado.

Pequeña rata asquerosa… ¿Qué gano yo matándote? Claro que Potter sufrirá, pero ese dolor poco a poco se irá disipando y tu recuerdo irá quedando en el olvido, ni siquiera yo podré recordarte….

¡¿Cómo podrás recordarme, maldito viejo senil? – exclamó ella, cosa que le sorprendió incluso al señor Tenebroso, fue entonces cuando la castaña, la egresada de los leones, fue testigo de una mirada de anonadación por parte de aquel oscuro Lord.

Maldita valentía Griffindor…- fue lo único que dijo Tom Riddle poco después de recuperarse de la sorpresa, nadie, nunca, ni siquiera sus esclavos, se habían atrevido a gritarle ¡Y mucho menos llamarle Senil!

Hermione se estremeció al verlo acercarse a ella, sus ojos, abiertos desmesuradamente, no pudieron descubrir las intenciones de aquel oscuro mago.

Y la varita apuntó contra ella, Hermione, indefensa y sin energías, comenzaba a recuperar energías, poco a poco, pero su enemigo le era imposible vencer, de hecho, jamás se había planteado poder hacerle una herida, mucho menos matarle…

Ese era trabajo de Harry Potter, no el de ella.

Levicorpus…- el hechizo golpeo contra ella invisiblemente, Hermione soltó un grito de sorpresa al verse en el aire, pero el dolor dio continuación al ser estrellada contra la vieja pared, aquella misma que estaba a punto de caerse, y no uno ni el otro fue capaz de imaginarse de la presencia del precipicio tras aquellos viejos muros de firmeza dudosa.

¡Bájame! ¡Bájame te he dicho! – gritaba Hermione mientras se retorcía en el aire, Voldemort sonreía abiertamente.

¡A mí nadie me ordena, asquerosa sangre sucia! – exclamó el amo de la maldad encarnada, Hermione se mordió el labio inferior y eso fue suficiente para aguantar las ganas de llorar, pero Voldemort y sus poderosos ojos eran más que capaces de ver a través de ellos, pero había algo en aquella mocosa que le hacía interesante, levantó su mano libre de la varita y apuntó con ella a la muchacha, Hermione soltó un gemido de dolor al sentir cómo Voldemort comenzaba a usar magia no verbal, su mirada fue a dar a un oscuro cielo, su cuello, estirado, comenzaba a llegar a su límite….

Podré ser una asquerosa…pero tú, monstruo, eres un hipócrita, el mayor de los mentirosos que ha pisado estas mágicas tierras… ¡Mestizo! – empezó a decir la leona, hasta gritar aquella palabra tan tabú para el señor tenebroso, pero, para sorpresa suya…

Lord Voldemort soltó la carcajada.

Muy cierto de tu parte, querida, pero has de admitir, que es admirable mi poder para manipular a la gente…- fue su respuesta, Hermione, quien apenas alcanzaba a verle de soslayo simplemente decidió no responder a aquello. Pero ahí estaba mirándole con esos ojos burlescos.

Pero muy hipócrita a fin de cuentas.- dijo ella, confiando en que si no le había hecho daño anteriormente, no lo haría y era algo que la dejaba desconcertada.

Muy cierto sangre sucia… muy cierto… pero hasta tú, una asquerosa Muggle defensora de los derechos de los elfos, has mentido alguna vez ¿O me equivoco? – la pregunta llegó a oídos de la castaña, Hermione se estremeció al escuchar una bombarda máxima a lo lejos, seguramente Harry y Ron estaban ahí.

Oh, no, no querida, es de muy mala educación dejar hablar a tus superiores… más si se trata de mí.

Tú no eres nada, mucho menos mi superior ¿te crees por qué tienes aspecto de serpiente? No eres más que…- pero Hermione se interrumpió al escuchar la fuerte carcajada que provenía de la garganta de Voldemort, la chica sintió como su cuello era liberado, y así, se volvió completamente hacia el hombre.

¡Ja! ¡Mocosa asquerosa, tú sí que eres divertida! ¡Te haré mi bufón personal cuando me haga del mundo mágico y acabe con Harry Potter! – exclamó él, Hermione no dijo nada, simplemente no podía creer lo que escuchaba.

Tú… ¿de verdad crees que vas a matar a Harry, verdad? ¡tan creído te la tienes! ¡la esperanza de verte muerto y derrotado no va a morir! ¡entiéndelo! – exclamó ella, mientras se sacudía en el aire, sus cabellos rizados y rebeldes, se mecían de un lado a otro, hasta que un rizó quedó atrapado al frente.

Voldemort sonrío de medio lado, Hermione lo observaba a través de aquel traicionero mechón de cabello, ya se las vería ella con su pelo algún día- por eso alguien muy sabio había inventado los cepillos.- Hermione por otro lado, apretujó los dientes, logrando escuchar el chillido de estos, no podía soportarlo más, estar a merced de Lord Voldemort era peor que recibir un cruciatus en medio de una tormenta de nieve, pero el miedo se apoderó de ella cuando Lord Voldemort le liberó del Levicorpus.

Finite incantantem.- su voz se había vuelto aún más profunda y arrastrada, era una vil serpiente encarnada en el cuerpo de un hombre, un hombre que desde temprana edad se había vuelto una bestia, un ser sin escrúpulos…

Mal nacido…- susurró Hermione después de azotar contra el suelo, la castaña intentó levantarse del suelo, pero una patada en el costado le hizo caer aún más abajo.

¡Ah! – soltó el quejido, la castaña, ya con el cabello completamente en el rostro, le podía ver a través de ellos, se veía divertido, de verdad que estaba disfrutando hacerla sufrir ¡¿pero qué mierdas esperaba de él?

Así que… sangre inmunda… das por hecho que soy un viejo senil… eh…- la era de hielo pareció volver ante ella, congelándolo todo a su alrededor al escuchar aquello, Hermione le vio anonadada por las palabras, Lord Voldemort por otro lado, le veía divertido con aquellos ojos achicados debido a la malformación causada por tanto uso de la magia negra….

Y Hermione se aterró al verlo frente a ella, con aquella arrogante sonrisa y su extraña mirada agua marina…

¿Qué…? – iba a preguntar algo, pero su pregunta murió dentro de su garganta…

Y lo que pasó después no tuvo precedente alguno, si alguien le hubiera dicho a Hermione que algo como aquello iba a pasarle, entonces ella hubiera preferido morirse de la risa al saberlo cierto…

Verum lumen.- La castaña identificó aquello como un hechizo en latín, sus labios resecos y manchados en su propia sangre se entreabrieron por la sorpresa, era imposible que alguien como Voldemort conociera magia tan antigua como aquella, según sus conocimientos, ni siquiera los fundadores pertenecieron a aquella generación de magia tan vieja…

Y ahora, Voldemort, aquel que no tenía el derecho de ser mencionado por nadie, conjugaba un hechizo tan poderoso…

Maldito infeliz…- acusó Hermione al verlo sonreír frente a ella.

Y como la piel de una serpiente, Lord Voldemort comenzó a transformarse, Hermione, la leona indomable de Griffindor, fue testigo de aquello, la piel verdosa clara del señor de la oscuridad comenzó a cuartearse, como si de una pared se tratara, la castaña vio cómo aquello comenzaba a invadir el cuerpo completo del amo de la maldad…

La chica apretujó las manos y los dientes, sintiendo el inmenso dolor en su quijada y en sus manos.

El Verum lumen no era otro hechizo más que un revelador, Hermione lo conocía a la perfección y entendía que el nivel de magia del mago que lo usaba tenía que ser tan perfecta… y ahí estaba, Lord Voldemort mudando de piel, como aquellas serpientes que tanto conocía.

Sus ojos agua marina se volvieron aún más profundos, llenándose de color y maldad, su piel, antes verdosa y sin vida, se volvió blanca, era como un hermoso muñeco de porcelana, y al igual que ellos, Tom Riddle no poseía nada por dentro…

Hermione se agitó, enfureciéndose consigo misma por a ver provocado a aquel monstruo, quien iba a pensar, si no se conociera a la perfección, diría que en esos momentos estaba sonrojándose; ¿Quién en su jodida vida iba a decirlo? Tom Riddle, antes de haber sido Lord Voldemort, había sido tan apuesto y lleno de vida… se iba a transformar en aquel monstruo con el que había charlado tan "civilizadamente" con anterioridad.

Pero aquí eso no era la verdadera pregunta, sino aquella que hizo que Hermione Jean Granger, la gran indomable de la casa de Griffindor, la sangre sucia, la rata de biblioteca, el único miembro femenino del trío de oro, la traga libros, la amiguita de san Potter o el niño que vivió, le había dejado helada.

¿por qué mierdas has hecho eso? – y la pregunta Salió a la luz, Tom sonrío abiertamente, queriendo llegar a aquel punto, la castaña, asustada como una hermosa gatita, le miró perpleja, su atractivo aumentó cuando sonrío, y aunque aquella sonrisa no era otra cosa más que de malicia, a Hermione le pareció de lo más atrayente, sobre todo aquellos hoyuelos que adornaban en las comisuras de sus labios.

Para ser una miserable Muggle y la mejor de tu clase…eres bastante estúpida, Granger.- fue su respuesta, Hermione entrecerró los ojos, aquello no estaba gustándole para nada.

Bastardo hijo de…

Cuidado con lo que tu hermosa boca vaya a soltar, sangre sucia o este viejo senil puede hacerte mucho daño…- hasta su voz había cambiado.

Demasiado.

Hermione le miró con aún más sorpresa, pero esta vez, la adrenalina y el miedo aumentaron al cien por ciento, aquello era…

Oh santa mierda…- soltó la chica mientras se ponía de pie en un santiamén e intentaba salir corriendo, pero aquello fue en vano, pues Tom Riddle ya estaba sujetándola del antebrazo, la castaña, intuitivamente le lanzó un puñetazo, que Voldemort rejuvenecido no se molestó en evadir, la chica intentó luchar, Tom se resistía, estaba jugando con ella, ella le lanzaba manotazos, él los evadía…

Creo que es mi turno ¿No crees, mugrosa? – comentó Tom luego de un rato de que Hermione estuviera resistiéndose a su agarre, él sonrío, ella intentó calmar sus nervios y domar su miedo.

¡Mal nacido, suéltame! – gritó Hermione antes de que Tom la empujara contra aquella pared, la chica soltó un chillido, la vieja pared de piedra comenzó a soltar una que otra piedrecilla, las cuales quedaron quietas en el suelo…

Y ella intentó volver a correr, pero el cuerpo de Tom le aprisionó contra la pared, aquello se estaba volviendo aún más aterrador, más para Hermione que para Voldemort.

Sus rostros habían quedado demasiado cerca, Hermione se aferraba a la idea de seguir intentando escapar revolviéndose entre el abrazo de Riddle, ella apretujaba la mandíbula, él sonreía de medio lado, arrogante, presuntuoso, estaba a un paso de domar a la Bruja más indomable de todo el mundo mágico…

¿Quién iba a decirlo?

Tom Riddle y Hermione Granger.

Y todo se volvió tan lento, Hermione tragó saliva al verlo acercarse a su rostro, con aquella mirada perdida sobre sus labios, sus intenciones eran claras, pero él por qué lo hacía, era como responder a los secretos de la vida…

Y el beso fue inevitable, al principió ella se aferraba a alejarse de él, manoteaba e incluso pataleaba, hasta que llegó la situación en la que ella abrió sus labios para intentar morderle la lengua, pero…

"Oh, Merlín dame fuerzas…" – pensó la chica al sentir la sedosa lengua del muchacho enredarse con la de ella, fue entonces cuando la danza más macabra de todos los tiempos comenzó a rodar…

El viento con olor a sangre y muerte llegó a sus poros nasales, pero poco importó que Harry o Ron, incluso cada uno de sus amigos o conocidos, se encontrasen luchando con todas sus fuerzas, para derrotar a los secuaces de ese enemigo, que, precisamente ella, estaba besando a morir.

Y es que era de parte de ambos, la fiereza y el salvajismo que ponían como empeño en ese aterrador y poderoso beso, estaba consumiendo cada una de las gotas de energía que ambos tenían en ese momento; pero el beso se volvió algo más, una necesidad que crecía dentro de él…

Hermione apretó sus dientes contra el labio inferior de Tom, este, al intentar alejarse de ella, no logró otra cosa más que una dolorosa mordida de su parte, cosa que… en lugar de ponerlo furioso, le había agradado.

Hermione entrecerró la mirada, frunciendo el ceño y respirando agitadamente al sentir las joviales y vigorosas manos de Tom Riddle envolver sus pechos, aquello sí que no se lo esperaba ella no….

¡Suéltame! – gritó con todas sus fuerzas, intentando que alguien pudiera apiadarse de ella y escuchar sus plegarías, cosa que ni Merlín y mucho menos los dioses que la gente Muggle creía, habían hecho.

Lo siento, pero no obedezco ordenes de una asquerosa…- fue su respuesta entre risa y risa, Hermione apretó los dientes una vez más.

Si te parezco tan asquerosa ¡SUELTAME DE UNA JODIDA VEZ! – le gritó aún más fuerte.

Lo siento querida…pero creo que…- se acercó aún más a ella, mostrándole lo que el cuerpo de la chica era capaz de provocar hasta en el más oscuro de los personajes.

Mierda, maldito desgraciado asqueroso…- susurró la castaña al sentir la enorme excitación de Riddle entre sus caderas…

Hmp.- gruñó Voldemort con una ligera sonrisa en los labios, Hermione, quien había bajado la mirada, seguía sintiendo los ligeros contoneos de cadera de Riddle, quería provocarla, excitarla a ella también…

Contagiarla de ese veneno con el que Riddle estaba podrido hasta la medula, y no entendía cómo habían llegado a eso, o el por qué él se empeñaba a hacerle semejante bajeza tanto para ella como para él…

Él, el adorador de las sangres puras.

Y ella, la defensora de Muggles. Y es que aquello no tenía, en una sola palabra, una explicación lógica, que ni él ni ella pudiesen dar, todo empezó de la nada…

Pero no terminaría así.

¡Suéltame! ¡Harry, Ron, ayúdenme! – continuó gritando la chica mientras se retorcía entre los brazos de Tom, este, le dejaba ser, por qué era así cómo más la deseaba, esa mocosa rebelde, la defensora de la luz, la aguerrida leona y perfecta Bruja del bien.

Pero nadie la escuchó.

Ni Harry, ni Ron, nadie, todos tenían cosas mejores que hacer como matar Mortíos, que buscar a su amiga y defenderla de un pervertido Lord Voldemort.

Hermione dejó caer su cabeza sobre el hombro de Tom, eso no significaba que estaba rindiéndose, al contrario, seguiría peleando hasta donde pudiera…

Si Riddle quería Guerra, entonces, Guerra sería lo que obtendría.

La castaña levantó la mirada, sus ojos, encendidos con un extraño fuego en sus pupilas, visualizaron a Riddle justamente donde lo había dejado, frente a ella, apretujándola contra la vieja y desconfiada pared de rocas… pared que alguna vez había pertenecido a un pasillo, el cual, probablemente, Hermione y Tom pudieron haber recorrido cada uno en su debido tiempo….

Y volvió aquel beso, profundo, salvaje y lleno de algo que ninguno de los dos fue capaz de explicar, pero ahí estaba, el seguidor de la muerte y la defensora de la vida, comiéndose a besos tras la fría pared de piedra, la cual por cierto, era la única testigo de aquello, que más bien, era aterrador.

Pero no era suficiente.

No.

Tom Riddle quería más.

Y su cabeza acolchonada por aquella mata de pelos rizados y rebeldes fue a dar contra la pared, la castaña, mientras Riddle se dedicaba a besar su cremoso cuello, la chica se dedicó a ver el cielo nublado, aquel que antes había sido tan claro y celeste, y que ahora, ese hombre que comenzaba a quitarle el suéter rojizo, ahora oscuro por la mugre y la sangre, era el responsable de haber opacado tal belleza.

Aquel paraíso que Hogwarts había sido alguna vez.

Y cerró los ojos fuertemente al escuchar el chillido de la cremallera, la cual bajaba muy lentamente…

Y ella se estremeció al sentir la fría mano de Riddle, invadir aquella zona tan cálida, ahora subida de temperatura debido a aquel hombre de hermosas facciones pero horrible alma oscura.

Oh, Merlín… - gimió Hermione al sentir el jalón, Riddle le había "prácticamente" arrancado los pantalones de encima…

Y su error fue dirigir su mirada a él, si no fuera por aquellas pantaletas blancas de encaje, se podría decir que Hermione estaba completamente desnuda, por otro lado, Riddle seguía vestido, su pecho desnudo cubierto únicamente con aquella capucha que de vez en cuando el viento ondulaba de un lado a otro…

"¡Mierda Hermione, aléjate, aléjate! ¡Prácticamente te estás revolcando con tu peor enemigo, con el enemigo de la humanidad, de lo vivo…!" - sus pensamientos, aunque fuertes para ella, eran débiles ante su cuerpo, el cual, se había revelado ante semejante hombre.

Un adonis que, sumergido en oscuridad, no dejaba de ser hombre y por lo tanto, a pesar de la cantidad de maldad que poseía su corazón, seguía sintiendo como tal.

Y era más que evidente.- pregúnteselo a Hermione.- que seguía, a pesar de su edad, sintiendo como un hombre, aunque, por la apariencia que tomó a pesar de todo, Lord Voldemort al parecer lo tenía planeado desde hace algún tiempo.

Y ella se aferró a su espalda, clavando sus sucias uñas en la blanquecina piel de él, la capucha se había convertido en el protagonista de lo que el viento se llevó, siendo arrastrada por encima de ambos…

Riddle sintió el jalón de cabellos, los cremosos dedos de la leona en medio del bosque oscuro que era su cabellera, Tom y Hermione, entre beso y beso, se encontraron desnudos frente al gran testigo de piedra, aquel mismo que estaba a punto de caer al vació del abismo, y el malvado villano y la heroína, entregándose uno al otro sin remordimiento.- por el momento.- alguno, y lo que él buscaba llegó, sus manos fueron a dar a las caderas de ella, tomando control sobre la muchacha, meciendo las contorneadas caderas de ella de atrás hacia a delante, alejándola y acercándola a su cuerpo una y otra vez, hasta que ella misma, bajando sus manos, se deshizo de aquel molesto pantalón, ella, mordiéndose los labios de vez en vez y él, Tom, sonriendo con malicia ante tales acciones…

Y el momento…

Lo que a él le hacía falta y lo que ella no había estado buscando, y mucho menos de ese sujeto, de esa criatura amarga que estaba ofreciéndole un momento azucarado…

Y apretó los dientes y miró al cielo, pequeñas y cristalinas lágrimas comenzaron a asomarse por las comisuras de sus ojos, y la prisión de su garganta dejó en libertad aquel gemido de placer, Riddle había penetrado la barrera que la naturaleza había puesto dentro de ella.

Su virginidad había sido traspasada.

Ni siquiera Ron había sido capaz de llegar tan lejos, ni ella a ofrecerle tal acto de amor, a pesar de haber sido pareja durante unos cuantos meses, Ron por otro lado, no había sido lo suficientemente fuerte como para esperarla, yendo a dar a la cama de Lavender y como todo en esta vida todo sale a relucir, Hermione no hizo otra cosa más que terminar con el pelirrojo campantemente.

La indiferencia es, olímpicamente, el arma con más veneno, la que causa más daño y que hace sufrir más, Hermione podía usar esa arma a diestra y siniestra, y pudo ser capaz de usarla contra aquel que alguna vez había sido su amigo, pero el tiempo hizo que aquello, después de una tormentosa relación y un final odioso, ambos volvieron hacer lo que el destino había empezado, amistad.

Y ahí estaba ella, desnuda de pies a cabeza, siendo poseída por aquel que amenazaba toda vida digna y pura sobre el mundo, Hermione, aún con su mirada en el cielo gris, era empujada una y otra vez contra aquella pared, y ya ambos desnudos, tomándose uno al otro…

No se percataron, que su testigo, aunque frío, no era precisamente un pilar.

Y cayeron, primero unas cuantas rocas frágiles, y Tom embistió fuertemente dentro de ella, Hermione, liberando el gemido de placer, se aferró a él, hundiendo su rostro en el cuello de él…

Fue en aquel momento en que la frágil pared se fue abajo, Tom y Hermione, no pudiendo poner equilibro a sus cuerpos, siguieron el destino del testigo inanimado, y cayeron…

Usando Tom sus oscuros poderes, ambos, mientras caían, se vieron envueltos en una cortina de humo oscura, tan negra como el corazón de su dueño, de aquel que la conjugó para su beneficio; y siguió haciendo suya a la hermosa y salvaje mujer que lo acompañaba.

El viento golpeaba sus cuerpos a veces con suavidad y otras con violencia, pero eso no importaba, ambos rodaban por el aire, arañándose y mordiéndose de vez en cuando…

Y fue ahí, en la cima del cielo y sobre una Batalla que sus amigos estaban peleando, donde Hermione les vio, matándose uno al otro, Bellatrix Lestrange paralizada para luego explotar ante un bombarda que Molly Weasley le había estado guardando desde hace un tiempo, observó a Ginevra acabar con unos cuantos vampiros, Ron y Harry estaban uno al lado del otro, defendiendo sus vidas de Greyback…

¿Y ella?

¿Ella que mierda estaba haciendo? Por supuesto, se estaba acostando con el enemigo de sus amigos, que, por lógica, era su enemigo también, pero ahora que ella se había entregado a él, ya no solamente eran enemigos, sino amantes…amantes que se odiaban pero se deseaban a la vez.

No era sano aquello, sino más bien enfermizo.

La respiración continuaba siendo agitada, sus ojos marrones estaban más claros que nunca, pero en ellos, se reflejaba el hombre desnudo, y ella, con su cuerpo expuesto a la naturaleza, le miraba arrodillada…

Pero a pesar de aquello, estar con el enemigo, había sido algo….

Inexplicable.

Y eso era lo que él pensaba también.

La sangre sucia que más odiaba, pero había ahí también deseo, un deseo que no se conformaba con satisfacer una sola vez.

Y el tiempo se congeló a su alrededor, ya estando sobre tierra firme y en el mismo lugar donde había empezado todo aquello, Hermione había decidido que todo acababa ahí; y vistiéndose tan rápido como pudo, la chica se dio cuenta que Tom Riddle continuaba observándole.

Para ser la sangre sucia más asquerosa, me resultas bastante interesante.- comentó él en una seriedad aterradora, Hermione se acomodó los pantalones, aunque rotos, prefería llevarlos puesto.

Esto jamás pasó…- dijo ella bastante enfadada, Riddle sonrío satisfecho, le hubiera decepcionado que la chica hubiese terminado por aceptar lo que pasó entre ambos.

Me pregunto ¿Qué dirán tus amigos si se llegan a enterar de lo que acabas de hacer? – Hermione quedó asombrada, Riddle sonrío abiertamente al ver aquel miedo invadir la mirada de la chica, pero la sonrisa se esfumó cuando la castaña soltó la carcajada, tan fuerte, tan llena de burla.

Y dime Riddle, ¿tú qué crees que dirán tus seguidores si se llegan a enterar de lo que acabas de hacerme? A mí, una sangre sucia…- y el silencio reinó por un par de segundos.

Hasta que su voz volvió a retumbar en aquel ambiente.

Y sigues sin entender que el que manda soy yo, soy el ser con más poderoso ¿acaso no entiendes que ninguno de esos mediocres se atrevería a ir en mi contra? Todo lo que yo deseo lo obtengo, sangre-sucia…acostúmbrate a ello.- la castaña no dijo en el momento, sino que prefirió estudiar aquellas palabras.

Harry no te lo permitirá, este mundo no será tuyo, tampoco seremos gobernados por ti… no obtendrás nada de tus ambiciones ridículas.- contestó ella después de un tiempo, y poniéndose de pie, Hermione pensó en lo peor, quizá sería un cruciatus esta vez, pues la chica sabía que ya había ido más allá de la paciencia de aquel monstruo, pero…

Oh, querida inmunda…ya eh obtenido lo que quiero… - y dicho, Hermione pensó que aquel hombre no podía sorprenderla aún más, que equivocada estaba, Lord Voldemort siempre tenía un as bajo la manga…

Maldito infeliz…- masculló la leona entre dientes.

Las explosiones hicieron eco por todos lados, las olas de polvo se levantaron cubriéndolo todo a su paso, las bombardas seguían destruyendo demasiado a su paso, y todo gracias a los magos y mortifagos que utilizaban el hechizo, Hermione sonrío internamente al localizar su varita justamente tras Tom Riddle, y esperando a que el olaje de polvo los cubriera, la chica de rizados cabellos enmarañados salió corriendo hacia su varita…

Riddle le sintió pasar por su lado, sabía lo que estaba planeando, pero antes de saberla huyendo, le mataría, levantó su varita y apuntó al cielo, hechizando el ambiente con un disperzador, pero cuál fue la sorpresa de Tom al verla justamente frente a él, con su casi inexistente varita apuntando a su garganta…

Harry va a acabar contigo, eso es una de las pocas cosas de las que eh estado muy segura en toda mi vida…- dijo ella mientras le miraba fijamente, Riddle simplemente se mantenía impasible ante aquello, si, la muchacha le había sorprendido de sobremanera, comúnmente las personas a las que llamaba víctima, intentaban escapar de él, no quedarse a pelear en contra, sonrío ligeramente.

Y el crujir de una que otra piedra al ser pisada, comenzó a hacer eco por el lugar, dando aviso de que alguien se acercaba, Riddle sonrío a Hermione por última vez…

Muy bien sangre sucia, admito que me has sorprendido más de una vez el día de hoy… por lo tanto te dejaré vivir…- Tom desvió la mirada un par de segundos antes de volver a verla, la chica tenía los labios entreabiertos.

¡Hermione! ¡Hermione! ¡¿Hermione, donde estás? – los gritos de Harry le estremecieron de pies a cabeza, pero aún así, la castaña no dejó de mirarle…

Y él le sonreía de medio lado, mostrando aquellos encantadores hoyuelos, si no fuera porque ella sabía quién era o por lo que habían hecho juntos, y es que ella entendía y se hacía responsable de lo que había pasado, ella también tuvo mucho que ver con haberse acostado con aquel monstruo.

Prepararte para morir…monstruo.- dijo la chica mientras daba vuelta su varita entre las manos, Riddle sonrío abiertamente.

Oh, pero si es Harry Potter…- ignoró lo que ella dijo engañando a la castaña con haciéndole saber que Harry estaba tras de sí, y Hermione, ingenuamente se volvió hacia atrás, buscando a su amigo y al hacerlo y dándose cuenta de que él no estaba ahí, se giró rápidamente para protegerse.- de cierta manera.- de Tom Riddle, pero su sorpresa fue tal, que al hacerlo se encontró con él demasiado cerca de su rostro, rodeó su cintura con sus brazos fríos….

Y ahí estaba una vez más, expuesta ante aquel monstruo aún más aterrador, que el vil deforme que era antes….

La amiga de Harry Potter, mía.- fue lo que susurró frente a ella antes de sellar sus labios con los de ella.

Hermione fue encontrada desmayada a mitad de los escalones, Harry y Ron se habían pasado toda la batalla buscándola, al principio su prioridad había sido buscar a Voldemort y matarle de una buena vez por todas, pero ni uno ni el otro fue capaz de encontrarle, al parecer, el villano y el enemigo a vencer, se había escapado, sin imaginarse siquiera, que su mejor amiga, se había encontrado con él un par de horas antes…

….DOS MESES MAS TARDE….

Hermione miraba a través de la ventana, Ron había dicho que iría al Ministerio de magia ya que había sido, junto con Harry, convocado a una junta urgente, a Hermione no le importaba de hecho, pero quedarse a solas era.- desde lo sucedido meses antes.- su nuevo miedo a vencer, pero estaba segura, que temerle a la soledad era el menor de sus problemas…

Su problema…

Hermione se llevó la mano al vientre y acarició la barriga unas cuantas veces, las lagrimas comenzaron a bajar imprudentemente por sus mejillas, estaban heladas ¿Qué iba a decirle a sus amigos? ¿Cómo iba a explicarles que estaba embarazada? O pero aún ¿Cómo iba a decirles que ese bebé era producto de un momento ardiente con Ton Riddle…

La noticia mataría a Harry, y no quería saber cómo se pondría Ron aunque tenía una ligera sospecha, tal vez el ministerio la sentenciaría a la horca o quemarla vivía en la plaza central…

No entendía.- y sollozó aún más fuerte.- y se odiaba por eso, por qué a pesar de lo asquerosa que se sentía por haber seguido con el juego que Riddle había comenzado, quería a la criatura, el día en que se enteró de su embarazo.- cosa que pasó gracias a un método Muggle.- no se sintió fatal, al contrario, se alegró tanto, que se pasó el día en el parque, observando a las madres con sus pequeños hijos, pero en ese momento esa felicidad no estaba en ella, pues la imagen del padre de su hijo recién concebido, se mantenía fuertemente en su cabeza, y es que, si ella hablaba y decía toda la verdad, sabía que perdería las pocas amistades que tenía, pero si guardaba aquel secreto, entendía que estaba suicidándose internamente, pero no podía, no estaba dispuesta a quedarse sola…

El temor era demasiado.

Narcisa le veía asombrada, su amo y su señor se encontraba frente a ella, a mitad de los escalones, su juventud había regresado a aquel cuerpo que había sido cruelmente deforme a causa de la magia negra, pero ahora, ahí estaba, un hombre de alma peligrosa y de un atractivo impresionante…

Mi señor…- susurró la bruja ya de vuelta a la realidad, pero Riddle ni caso hacía, sus ojos agua marina se mantenían en la lejanía y a pesar de que sabía cuán lejos estaba la sangre sucia, sentía que algo comenzaba a unirlos, algo que no entendía con exactitud pero que estaba tomando cada vez más fuerza, y es que el día en que le vio en aquel bosque, cuando había ordenado a Harry Potter acudir ante él, ella había llegado de sorpresa, no hubo miedo en ella a causa de su presencia, al contrario, se mostró por lo que era, una Leona Valiente…

Y eso, de alguna manera, le pareció de lo más curioso e interesante.

Y lo que pasó en aquel precipicio, quedó ahí, sepultado bajo los escombros que en algún momento volverían a levantarse y es que para ella, aquel suceso no podría ser olvidado ni siquiera por un Obliviate, y no estaba segura, a pesar de tener a Circe Morgana entre sus brazos de que olvidar a Tom Riddle era precisamente lo que necesitaba.

¡Está preciosa, Hermione! – exclamó Ginny quien había llegado a San Mungo un par de horas a tras, Ron y Harry estaban fuera, esos dos aún no se decidían en si querían conocer a la bebita de Hermione y sabrá dios quien sería el padre.

Lo sé, me eh enamorado de ella incluso antes de verla en el ultrasonido.- comentó la castaña antes de sonreír al sentir a su hija retorcerse bajo sus brazos.

Así que… Circe Morgana ¿eh? Mione…- la castaña levantó la mirada hacia la pelirroja, y vio en sus ojos azules, que la curiosidad que caracterizaba a la chica, estaba marcada en sus ojos azules, implorándole que le diera un nombre y un apellido al padre de esa criatura.

Fue una aventura Ginny, y la verdad no quiero que nadie lo sepa.- fue su única respuesta a eso.

Y lo entiendo Hermione, pero… ¿Qué vas hacer cuando la pequeña Circe…?

Ella será muy lista, Ginny, su inteligencia sobrepasara la mía por mucho y entenderá que su madre no haya podido darle un padre "O eso espero yo" – respondió Hermione mientras acercaba a la pequeña Morgana a su pecho.

Bien, creo que…esperaré el día en que decidas soltar ese nombre y puedas también confiar en mí… ahora, si me permites, creo que mi hermano y Harry están comiéndose los dedos…- y dicho aquello, Ginny salió de la habitación, Hermione por otro lado, bajó la mirada hacia su hija.

Jamás, Circe, créeme…ese nombre no puede pronunciarse, no tiene derecho a ser mencionado por nadie…- susurró al pequeño oído de la bebita.

Unos minutos más tarde, Hermione se carcajeaba por las ocurrencias de Harry y Ron, quienes discutían quien iba a hacer el padrino y el tío favorito de la pequeña Circe, y aunque, todos se preguntaban quien sería el padre de Circe, simplemente decidieron que ese Secreto solamente concernía a Hermione y que lo importante en ese momento, era esa hermosa niña, que en algún momento de su vida, se convertiría en una excelente Bruja…

Y sin saber ninguno de los presentes, que más allá del bosque prohibido y gracias a un espejo encantado, Tom Riddle les observaba, especialmente a aquella castaña y al retoño que descansaba entre sus brazos, sonrío al ver a la pequeña Morgana abrir sus hermosos ojitos.

Cio a Hermione exclamar en son de sorpresa junto a los demás idiotas, al ver que Circe Morgana tenía un ojo más claro que el otro…

El bien y el mal mesclados en una pequeña criatura, amo.- la voz de Nagini flotó en el aire, llegando a oídos de Lord Voldemort, el padre de Circe y antiguo amante de Hermione Granger.

Un ojo de un oscuro color azul y el otro de un castaño claro, una niña muy hermosa, de sonrosados labios y de una mirada pura.

Circe Morgana Riddle Granger.

Dos apellidos que nunca nadie podría ver juntos.

Nadie.

¿FIN?