Holis. Les vi no más a todos en uno de los grupos Rivamika donde estoy haciendo one-shots y demás por el cumpleaños de Mikasa.

Y dije "bueh por qué no".

Y acá tienen algo corto y dulce.

Byes.


Con todo el amor del mundo

―Eren…, ¿comprendes lo que has hecho?

Los ojos de Eren son fríos. Y peor que fríos: no hay ápice de remordimiento en ellos.

Como si nada quedase debajo.

Como si nada quedase de su hermano adoptivo.

Ya no es una niña. Es una mujer adulta, ahora. Y sigue sin saber cómo salvarlo. Se sabe diestra, se sabe veloz, se sabe fuerte y, aun así, no basta.

―Eren… ―intenta de vuelta, porque esta es ella, siempre intentando, siempre corriendo a tratar de salvarlo con acciones, con palabras, con gestos.

Con lo que sea.

Los ojos de Eren son fríos.

Los suyos ―sus ojos de mujer adulta y diestra y veloz y fuerte―, se empañan de lágrimas.


Al abrir los ojos, se cubre el rostro con las manos. Gira sobre su propio cuerpo como ocultándole al mundo su debilidad.

La debilidad: Mikasa Ackerman también llora.

Llora por cosas que ya no puede cambiar.

En su espalda, siente un pequeño golpe.

―¿Mami…? ¿Tuviste un sueño feo de vuelta…?

Se muerde el labio y, tras enjugarse las lágrimas con la manga de su camisola, voltea.

Los ojos grises que la reciben son cálidos: los ojos que no han visto titanes, ni sangre, ni guerra, ni muerte.

Los ojos de su hija.

―Sí, Ayame ―Su mano encuentra su lugar entre las hebras del cabello negro, y todo parece estar bien―. Pero solo fue un mal sueño…

Tal vez sea ingenuo y tonto, mas Mikasa se niega a aceptar la existencia de un mundo cruel, pese a haberlo vivido en carne propia; es algo demasiado difícil de creer sintiendo el pulso de Ayame, quien ahora se acurruca a su lado.

―Solo un momento ―advierte, y trata de imprimirle un cómico aire de responsabilidad adulta a sus palabras―. Solo un momento, antes de que papá venga a buscarnos porque no te desperté.

―Solo un momento ―accede Mikasa, y cierra los ojos.

Una sonrisa tranquila se le dibuja casi por accidente.

Solo que no es un accidente.

Cruzado de brazos, observa las respiraciones semisincronizadas; el pecho de Mikasa se eleva apenas un segundo antes de que lo haga el de Ayame, aovillada entre sus brazos.

Menea la cabeza sintiéndose impotente al ser ―una vez más― derrotado por su propia hija.

Mikasa no lo recuerda (porque ella nunca piensa en sí misma), pero hoy es un día especial.

Levi no se rinde; intentará más tarde. Así que solo deposita sendos besos en las frentes dormidas de las dos personas que ama antes de retirarse del cuarto en silencio.

Abajo, en la mesa de la cocina, le espera un café humeante.

Y el desayuno que Mikasa no supo que le esperaba: el desayuno de cumpleaños que su esposo y su hija le prepararon con todo el amor del mundo.

Un amor suficientemente hermoso como para haber sobrevivido a todas las crueldades del mundo.


¿Qué les pareció? Sé que es corto y bueh, pero no ando con mucho tiempo (estoy más en el fandom de Yoi ahora), pero algo para no dejar pasar el día sin nada.

MIKASA TE AMO SOS LA MEJOR

gracias

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-Pekea