Estaba claro que él era un rey engreído y egoísta, su gobierno dictador sofocaba a su pueblo. Se hallaba sentado serenamente en aquel trono, mirando entretenido hacia los jardines que habían construido años atrás. Con la muerte de Enkidu, Gilgamesh era aún más insoportable, de cierto modo él había logrado suavizarlo.
El amor que se profesaba el uno por el otro era difícil de explicar, Enkidu era comprensivo y tierno, todo lo contrario a Gilgamesh…
El palacio era de lo más hermoso, enormes columnas adornadas por flores y enredaderas, grandes arcos con vista al río y a los esplendidos jardines colgantes. Tenía especial interés por las cosas de gran valor y sobre todo hermosas.
Saber una joven de aspecto encantador que a decir verdad era pequeña y delgada no era la excepción, le había encontrado indefensa en medio del desierto en uno de sus tantos viajes, tenía marcas en tobillos y muñecas gracias a las cadenas, además, su atuendo aparte de quedarle grande estaba sucio y viejo, si bien era sabido que ella no era de sangre real a él no le importo y la llevo para que viviera a su lado.
Ella de alguna manera le estaba agradecida, le profesaba respeto y de alguna forma le quería pero siempre se mostraba fría, en cambio Gilgamesh había desarrollado un amor enfermizo por ella; le irritaba imaginarla con otro hombre.
Arturia siempre le hacía saber sus inconformidades, desde como trataba a su gente y la forma en la que gobernaba, en lugar de molestarle le daba orgullo pues con ello mostraba su acérrimo intelecto, ¿Cómo no adorarla? Con la chica a su lado se había vuelto más accesible, sin embargo cuando tenían discrepancias ella terminaba mostrando su fuerte carácter e incluso soltaba algunas palabras que herían el ego de Gilgamesh.
Por las mañanas su relación era calificada como indiferente, frente a los demás era un glaciar pero por las noches era otra historia.
Él era el único que podía tocar y saborear la suave y blanca piel de Arturia, solo él podía escucharla decir su nombre entre jadeos, fundirse con ella sin pudor alguno.
Gilgamesh como todos los días mantenía fija su atención en aquellos jardines colgantes pero ahora había algo o más bien alguien que sobresalía del paisaje, lo único que lo volvía loco. Saber sabía que era observada por un par de ojos color carmín, la intensidad de aquel acto siempre le hacía sonrojarse y alterar su sistema nervioso cosa que no pasaba desapercibida para él.
Sin duda ella era la más bella de sus posesiones, la que le obsesionaba y le hacía perder los estribos en más de una manera, porque con ella dejo de ser un rey tirano para volverse en esclavo de su amor.
Espero me disculpen por haber retirado la historia, fue muy injusto pero tenia miedo de que alguien mas la publicara sin mi autorización. Como ven me decidi a subiirla nuevamente , solo espero que no me vuelva a ocurrir, ya saben eso del plagio es algo que a cualquiera enfada. Sin mas espero vuelvan a leerla, le hize pequeñisimas modificaciones.
Muchas gracias :D
