TITULO: Dreams

Capitulo: Llamado

Serie: Yu-Gi-Oh!

Resumen: Los sueños se forjan a partir de un cúmulo de esperanzas que realizar, más cuando la vida nos pone frente a frente con la realidad. ¿Cuántos de esos sueños pueden perdurar en nuestro corazón sin vernos en la necesidad de modificarlos?. ¿La respuesta: Solo hasta que las pruebas se vean superadas.

Pairings:

Category: Slash/Yaoi. Angs, Drama, Romance, Humor.

Raiting: PG.

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Yu-Gi-Oh, pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.

Lo único mío es la historia y OCC (Personajes originales).

De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.

CAMPAÑA No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante.

Tiempo: En calidad de Universo Alterno.

Lugar: Japón

FEEDBACK: horas difíciles han sido muchas y agobiantes. Después de tanta oscuridad en mi camino regreso, esperando que lo que tanto amo me ayude a llegar al corazón nuevamente.

Nueva historia, Universo alterno totalmente por lo que como siempre esperen cambios en personalidad y personajes originales inmiscuyéndose por ahí.

Gracias por su ánimo y apoyo a todas esas personas especiales que han estado para mi porque sin ellas lo que acabo de pasar jamás habría sido posible.

Con Un año más en mi vida espero que al menos este trabajo pueda hacerse realidad.

No pretendo siquiera copiar lo que hice en Lentamente, pero ojalá pueda llegar a su gusto nuevamente con esta historia.

Con mi eterna gratitud, su amiga:

KLF

Cuando te miras al espejo después de una vida y observas lo que con tanto recelo y ahínco se ha formado en tu rostro, vale la pena entonces decir que el tiempo ha sido benévolo y hasta grato en tu andar.

Más cuando las sombras oscuras forman surcos sin indulgencias y con pesadez, entonces puede decirse que un gran pesar se ha formado en el alma y el corazón.

Esta es la historia de un sueño. Uno que terminó incrustándose en el corazón con tanta vehemencia que difícil fue sacarle de ahí.

Más cuando las cosas cambian y el universo juega contra ti todo se modifica para no saber en donde se detendrá, sobre todo junto a los demás sueños que pueden cumplirse sin intromisión.

Esto lo aprendió Joey Wheeler cuando una mañana tras sentirse perdido se miró al espejo como quien busca una luz al final de un oscuro camino.

Siempre había sido algo diferente a lo que la estandarizada forma de ser en sus colegas rayaba.

Intrépido e inquieto, con un toque juguetón en las facciones y una voz arrebatadoramente convincente que en más de una ocasión le había ayudado.

Rubio y de ojos castaños que rayaban muchas veces en lo dorado debido a su siempre sonrisa tatuada y ánimo en su andar.

Un joven de ímpetu más que evidenciado que trataba siempre de sonreír a una vida no demasiado feliz para él. Más cuando las adversidades se presentaban no quedaba más que vencerlas y forjarse un duro pero sabio camino por donde pasar.

Podría ser entonces que con tal descripción una historia no muy interesante se forme, pero solo aquellos que le conocen a la perfección puedan desmentir tal falacia pues en el largo camino que es la vida muchas historias hay que contar pero ninguna como la que el joven rubio tiene que dar.

Antes de que la mañana a través del espejo se diera y él se mirara como la demacrada sombra de la soledad, existió un relato que me atreveré a mostrar y que no inicia con la clásica palabra, pero que si comienza algo así como...

Hacía casi un año que no lo veía. En realidad la Universidad se lo había impedido y no era que buscara excusas, era la verdad.

Con un poco de desconfianza caminó unos pasos hasta que la puerta de cristal accionó el sistema automático y le permitió la entrada libre al lugar.

Siempre le había parecido maravillosa aquella tecnología, más no era momento de ponerse a discutir con su mente lo fabuloso o decadente de la vida.

Había recibido una... invitación, o al menos así podía llamarle al recado que su compañero de departamento le había dejado escrito en garabatos en un "Post-it" pegado en el refrigerador.

Indudablemente no había estudiado para descifrar jeroglíficos, pero dada siempre la prisa de su compañero no podía culparlo por al menos tomar su recado.

Más divagaba una vez más en sus pensamientos. Su analista diría que se trataban de Resistencias a enfrentar la realidad y no le quedó más que aceptar que se estaba resistiendo a lo que inminentemente y a escasos minutos se presentaría.

Sus pasos despreocupados de siempre se vieron resumidos en torpes pisadas que complementado con las manos en los bolsillos de sus pantalones y la palidez de su rostro en realidad no estaba dando una excelente imagen en aquel lugar.

-¿Puedo ayudarle?. Le indicó una muchacha de aspecto respetable, la cual había seguido sus movimientos desde que entrara al edificio.

-Yo...no...si...mmm.

La elocuencia jamás había sido su fuerte, pero al menos intentaba no tartamudear. Cosa que se presentaba solo y cuando la ansiedad hacía presa fácil a su sistema.

-¿Perdón?. Inquirió la muchacha que tras su uniforme azul y la mirada despectiva no quedaba demasiado que admirar.

-Yo...si. Afirmó al final, cuando la patada mental que se dio en el trasero lo impulso a hablar con claridad.

-¿En qué?.

La creciente antipatía que se alzaba hacia la joven recepcionista estaba comenzando a afectarle un poco.

Bien podía ser alegre y aparentar despreocupada pose de artista de cine, pero también podía ser tan impulsivo como atleta de juegos extremos.

La adrenalina acumulada en su cuerpo no era muy buena, mucho menos cuando dependía del mal humor.

-Han solicitado mi presencia.

-¿Quién?.

Gruñó por lo bajo. Aparentemente la muchacha estaba disfrutando sádicamente con su ansiedad y olvidando los años en terapia simplemente explotó.

-¿Está usted aquí para preguntar o para dar indicaciones?. De ser así entonces creo que me equivoqué de mostrador.

-Está en lo cierto. Asintió la joven tras volver su mirada al computador.- Estoy aquí para dar indicaciones pero también para cuestionar a personas que no son...de mi total confianza. Indicó tras una fugas mirada despectiva al muchacho quien sin más depositó ambas manos en el mostrador y adoptó una postura mucho más impaciente y ruda.

-Entonces dígame a quién pudo acudir para quejarme de usted.

-Oh, que calamidad. Se quejó la joven con sonrisa burlona.-A nadie.

-El gerente. Exigió sin poder controlarse más.

-Lo siento, no vino.

-El subgerente entonces. Gruñó, importándole muy poco que las miradas comenzaran a observarlo.

-De vacaciones. La siguiente en la jerarquía soy yo, así que...quéjese.

Eso era demasiado y a punto de golpear el mostrador alguien con la suficiente prudencia lo detuvo.

-¿Señor Wheeler?.

Con el rostro sonrojado por la ira miró a quien se atrevía a llamarle en un momento tan alto de ofuscación, pero de inmediato la sensatez regresó a él al reconocer al hombre que le llamaba.

-¡Ed!. Que gusto. Señaló exhalando una gran cantidad de aire que no sabía almacenaba.

El joven caminó en dirección al hombre, olvidando a la recepcionista quien sonrió de lado.

Su pasatiempo favorito era el de hacer enfadar a cierto tipo de personas. Sabía que se jugaba su empleo pero eso no la detenía de realizar su labor con el absoluto fin de distraerse un poco.

-El gusto es mío, joven Wheeler. Ha pasado mucho tiempo.

-Si, demasiado. Asintió el muchacho quien apretó fuertemente la mano que el hombre amablemente le cedía.-¿Cómo has estado?.

-Trabajando.

-Eso es bueno.

-No puedo quejarme. Asintió el hombre que evidentemente era mucho más alto que el muchacho y vestía de negro.

-Al menos es empleo.

-Así es.

-Aunque sobre todo agradezco que aparecieras. Esa mujer estaba por volverme loco.

-¿Quién?. ¿July?.

-Si, ella. Gruñó el joven mirando de reojo a la muchacha.

-Oh, no debe apurarse. Suele ser así de inoportuna muchas veces.

-Qué milagro que no la hayan despedido.

-Ya sabe como es el jefe. Extraño. Nadie lo comprende.

La última frase resonó fuertemente en la cabeza del joven y lentamente se olvidó de todo a su alrededor.

Por su puesto que nadie podía comprender al dueño de aquel enorme edificio. Era tan enigmático como sus ojos azules o su presencia de autosuficiencia y engreimiento.

Nadie podía entender la barrera que siempre disponía para con su persona, nadie a excepción de...

-Disculpe, pero el jefe me mandó a buscarle. ¿Le parece bien si subimos ya?.

Él asintió y siguió al hombre quien lo guió hasta uno de los ascensores del fondo.

-De repente le veo demasiado pensativo. Según recuerdo así no era usted.

-¿No?. Interrogó el muchacho cuando el de negro pinchó un botón.

-No. Le recuerdo siempre sonriente y con la algarabía en el rostro. Hoy parece como si el sol que lleva se hubiera extinto. Simplemente no es el mismo.

Si, exactamente eso le habían dicho infinidad de veces cuando se sumía demasiado en sus recuerdos o meditaciones.

Pero no siempre era necesario mostrar algarabía para dar a conocerse.

-Tal vez al fin las terapias han funcionado.

-¿Le parece?. Pues yo diría que es usted mismo quien ha cambiado un poco. Por aquí por favor.

Las puertas se abrieron y el pasillo largo que miró solo le indicó que por fin había llegado a su destino.

Con prudencia siguió al hombre de negro, quien no era más que el principal guardaespaldas del hombre que seguramente le esperaba ya.

Siempre, desde que lo conocía, Ed había sido un buen hombre y hasta indirecto consejero que daba en el blanco sin tal vez proponérselo.

Un buen elemento de seguridad, trabajador y hasta imponente con sus casi dos metros de altura y musculatura sorprendente. Pero de tan enorme y sensible corazón como nadie que hubiera conocido en igual condición.

Si, en verdad le había extrañado en ese tiempo. Pero también tenía sus motivos por los cuales se hubo alejado.

Ed tocó un par de veces a una puerta y de inmediato la abrió sin aguardar respuesta. Ese era su modo de ser.

-Permiso señor. El joven Wheeler llegó.

-Qué pase.

Aquella simple frase fue quien permitió el estremecimiento completo en el cuerpo del rubio, cuyos ojos castaños temblaron al unísono de su sistema.

-Ya lo escuchó. Le guiñó Ed tras permitirle el paso al muchacho quien con los mismos torpes movimientos del principio caminó al interior de la habitación.

Solo fue capaz de escuchar cuando el guardaespaldas cerró la puerta y el silencio del lugar llenó sus oídos por unos instantes.

Nada había cambiado en el lugar, a no ser por los floreros o las macetas con helechos que se encontraban estratégicamente colocadas bajo un par de lámparas de poca luz. Elementos esenciales que solo un experto podría saber.

-Vamos, no te quedes ahí. Camina.

Una orden más que una invitación. Pero al menos esa era la manera de comportarse que su anfitrión tenía.

No podía pedir manzanas donde peras había, por lo que tragando con fuerza y aun así sintiendo la boca pastosa se encaminó hacia el interior del enorme privado.

Cada paso sin embargo era una tortura permanente en su pecho. De buenas a primeras no sabía el por qué se encontraba ahí o el por qué había accedido a la "invitación" que le habían hecho.

No sabía por qué temblaba cuando se suponía ya había olvidado todo lo referente a eso que durante años había sido su tema central dentro de las terapias y creía superado.

No creía posible que estuviera pisando aquel lugar nuevamente o que incluso se encontrara rezando en inglés aquella oración que un buen amigo americano le había enseñado una vez.

No era que fuera un devoto religioso, en realidad solo creía en el supremo señor, pero cuando algunas cosas en la vida se ponían tensas o pesadas, era mejor acudir a él para alguna especie de milagro que obviamente no apareció.

Cada paso era un tormento pero ya no podía dar otro hacia atrás. Siempre al frente aunque le costara la vida.

-Parece que no desayunaste Wheeler. ¿No puedes indicarle a tus piernas que caminen más de prisa?. No eres el centro del universo.

Su usual toque personal se avistaba nuevamente y él solo pudo sonreír con una extraña mueca entre ironía y memoranza.

Que le agradara escucharlo no podía precisarlo, pero al menos aquel recibimiento le había servido para darse valor de donde creía no existía nada.

-Tan propio de ti el recibimiento. Al parecer no aprendes la cordialidad de un saludo¿verdad?.

-¿Debería?. Preguntó irónica la voz del que en unos segundos más se evidenció sentado bajo la escrutadora luz de un inmenso ventanal.

-Al menos así serías mejor anfitrión.

-Pero yo no quiero ser mejor anfitrión Wheeler. Yo solo quiero ser mejor en todo.

Simplemente no había quien pudiera ganarle y eso el rubio lo había descubierto hacía muchos años cuando lo vio por primera vez.

-Bien, aquí me tienes entonces. ¿Para que me llamaste Kaiba?.

El aludido sonrió y Joey no pudo más que recordarse así mismo no mirar los brillantes zafiros que en muchas ocasiones se transmutaban en estoicos, irónicos o cualquier otra cosa que no iba precisamente de la mano con la amabilidad.

Pero a pesar de eso eran sinceros, y el brillo indescifrable que el rubio miró en ellos así se lo hizo saber.

-Huy¿ahora quién es el descortés?. Tantos tiempo sin vernos y ese es el saludo que me das. Sino fueras mi familia ya habrías probado un poco de mi medicina especial.

Era suficiente, Joey no estaba preparado para el súbito cambio de actitud del misterioso muchacho de ojos azules. Simplemente la amabilidad no iba con él y la bella sonrisa que los labios de Kaiba delinearon no iban tampoco con su recia personalidad.

-Dios¿en dónde dejaste al Seto Kaiba normal?. Inquirió con sorpresa, esperando que todo eso fuera un sueño o mejor, una pesadilla.

-Aquí, solo que con los "amigos" puedo darme el lujo de ser como soy en realidad.

No, aquello debía de ser una especie de chiste o algo así.

Un año atrás el muchacho que se incorporaba de su asiento y le extendía amistosamente la mano era un manojo de contradicciones, sentimientos enredados y el seño siempre fruncido en decisiones sin flaquear.

¿En dónde había quedado entonces la arrogancia, la distinción, el diablo empresario que congelaba con tan solo mirarle?.

El que le saludaba no podía ser y así se lo hizo saber nuevamente sin titubear.

-No eres tú.

-¿No?. ¿Entonces quien sería, Joey?.

El joven parpadeó. Definitivamente había entrado en la dimensión desconocida.

-Para empezar tú jamás me llamas por mi nombre y para terminar...tú jamás eres amable conmigo ni con nadie más. ¿Qué demonios te ocurrió?.

Kaiba comprendía su aturdimiento más solo sonrió y lo invitó a sentarse en la pequeña sala a su derecha. Tenían mucho que conversar y todo el tiempo para hacerlo.

-Digamos que después de todo una persona pudo controlar mi mal genio. Pero como te dije, solo con aquellos que conozco. Con los demás continuo siendo el muro de hielo que conoces.

-¿Una persona?. Preguntó el rubio, recibiendo la copa de vino que le tendían.

-Claro. ¿Quién más podría ser?.

Joey sorbió instintivamente mientras bajaba la mirada.

Era obvia la respuesta y él no la daría en voz alta. Después de todo era innecesaria.

-Me alegra. Eres persona mucho más tratable así que con tus necias oposiciones y deseos de ganar.

-Siempre gano. Eso no lo olvides, más yo no dije que el cambio fuera permanente. Solo lo indispensable para hacer más llevadera la conversación.

-¿Entonces solo lo haces para que esta "reunión" no termine mal?.

-Digamos que le prometí a cierta persona que no resultaríamos lastimados y eso incluye el inmueble de mi privado. ¿Tienes idea de lo que me costó el vidrio del ventanal la última vez que estuviste aquí?.

Kaiba miraba su copa desde su postura sobre el sofá frente a Joey, mientras que este recordaba perfectamente el como la enorme ventana se había quebrado.

Ambos eran como la sal y el azúcar. No podían tocarse pues aparentemente no se soportaban y siempre que se miraban resultaban o heridos física o emocionalmente.

Era una "relación" complicada pero al final de cuentas soportable para ellos y las personas que convivían con ambos.

-Si, creo que es mejor una actitud neutral a una dura. No quiero deberte la oficina entera.

-Claro, no te alcanzaría la vida para pagarla.

Joey gruñó. Ese era el ojiazul que conocía, más en el fondo se alegró de que al menos charlaran de esa manera.

-No es que apresure las cosas pero...tu llamada me extrañó mucho. Ni siquiera estaba enterado de que conocieras mi paradero.

-De hecho te esmeraste en cubrirlo, pero recuerda que con dinero uno lo puede todo.

-Debí sospecharlo. Murmuró el rubio, sorbiendo un poco más de vino.

-Conseguí tú número fácilmente, lo que no sabía era que vivías acompañado. Espero no haber importunado nada.

Wheeler tardó un poco en entender lo que el ojiazul había dicho, pero después negó con una sonrisa en labios.

-Gabriel es solo mi compañero de departamento y amigo. El chico se la pasa demasiado ocupado como para tener nada serio.

-Es lo que supuse. Me apresuró bastante al tomar el recado.

-Si, así es él. Siempre contra el reloj. En cierta manera me recuerda un poco a ti. Reveló sin sentirse apenado.

-¿De veras?. ¿Por qué?.

-Porque siempre maldice cuando las cosas le salen mal o cuando no llega a tiempo a alguna reunión. Trabaja en la bolsa.

-Interesante currículo. Lo tomaré en cuenta para la próxima vez que me pidas una cita.

Joey entonces enrojeció en desmedida. Si bien Kaiba podía ser insoportable también lo eran sus bromas. Y esa en especial no le gustó mucho.

-Yo..yo...

-Calma Wheeler, serías el último adefesio a quien acudiría en caso de tener una cita.

-Lo mismo digo. Indicó con indignación el rubio. Odiaba cuando el ojiazul lo embromaba.

-Bueno, dejando las niñerías pasemos entonces a lo importante. Ella quiere verte y cuando digo quiere es en calidad de urgente.

-¿Por qué¿ocurre algo?. La exaltación en el rubio acudió a él tan rápido como la directa forma de ser de su interlocutor. En cierta forma peleaban pero siempre y sin rodeos hablaban.

-No lo sé. Ella no ha querido decírmelo.

El suspiro mitad frustración, mitad desesperación que el ojiazul lanzó no le gustó demasiado al rubio, quien trató de indagar más al respecto.

-¿Cómo que no ha querido decírtelo?. Deberías de saberlo, por algo eres...

-Lo sé y créeme que no es de mi total agrado quedar a la expectativa y al margen de lo que hace. Pero es tan terca como tú y ante ello yo no puedo hacer nada. Solo me ha pedido que te busque, contacte y pase su recado. En lo demás estoy en ceros.

Aquello no era bueno, tratándose de que Kaiba siempre lo sabía todo sobre todo. No en valde era un genio y el que no supiera algo era alarmante.

Mucho más al referirse sobre la única mujer que tenían en común y que en cierta manera los unía un poco.

-Yo...no sé que hacer.

-Ve a verla. Es lo mínimo que le debes por este tiempo que permaneciste desaparecido.

-No desaparecí, solo estaba estudiando. Debatió el rubio con su usual impulsividad.

-Lo que haya sido, pero lo estuviste y créeme ni aunque yo sea el más ruin de todas las personas habría hecho eso con mi hermana.

Para la desgracia de Joey, Kaiba tenía razón. Aunque se encontrara estudiando nada justificaba la falta de contacto con la única persona y familia digna de su corazón, ni siquiera sus más secretas razones.

-¿Y bien?. ¿Qué es lo que harás?.

Joey depositó la copa medio vacía en la mesa frente a él y cruzó los brazos sobre su pecho. Sabía que cosas como esas no se pensaban demasiado, pero por algo se había alejado de su hermana y claro, del muchacho de mirada mórfica quien lo observaba a su lado.

-No se. ¿Quiere verme en tú casa?.

-¿En dónde más?. Sabes que no puede salir mucho y no voy a arriesgarla por algo tan sencillo como una visita de cortesía.

Kaiba tenía razón. Su hermana no estaba en condiciones para salir de su casa, mucho menos cuando él podía ir a visitarla.

Un dilema tras otro y todo en el mismo día.

-Tengo algo que hacer esta semana¿pero te parece bien que el sábado los visite?.

Se armó de valor para mirar al ojiazul a los ojos, pero nunca esperó mirar interrogación en ellos.

-¿Los Visite?. No, a ella es a quien visitarás.

Si, era verdad. Solo por su hermana era que estaba ahí.

-¿Entonces el sábado está bien?.

-El día que quieras. Por mi no hay inconveniente. Solo ten cuidado con lo que puedas romper.

-Oye, yo no voy por la vida rompiendo cosas.

-Eso es lo que tú crees.

Había sido apenas un murmullo pero el rubio lo había escuchado a la perfección.

El mutismo que siguió a ello fue algo exasperante para el siempre parlanchín Joey Wheeler, pero debía comprender que después de un año y tan repentino llamado era algo duro el socializar. Mucho más con la persona menos imaginada en el mundo.

-Yo...tendré cuidado con lo que pueda romper Kaiba. Por eso no te preocupes.

-Más te vale. Indicó el ojiazul mirando con seriedad al muchacho que asintió y se incorporó del sofá.

-Ahora debo irme. Estoy un poco ocupado y no deseo quitarte más de tú tiempo. Comunícale por favor a mi hermana que la visitaré y...gracias por informarme.

-No es un placer. Lo hago por ella solamente.

-Si, claro. ¿Por qué más habría de ser?.

La atmósfera tensa que caracterizaba las reuniones del duo había aparecido repentinamente sobre ellos.

A eso era a lo que Joey estaba acostumbrado: a la dureza de las facciones estilizadas del genio y a la incomodidad que él pudiera sentir debido a ello.

Una barrera que podía ser catalogada como enemistad y sin embargo tan cercana como ni la misma palabra podía ser.

-Entonces hasta pronto.

-No choques con la puerta al salir.

Joey frunció el entrecejo y girándose caminó a la puerta. Aquella despedida era digna de ambos: típica, sencilla y exenta de todo sentimiento que pudiera fingirse, como el que lo recibió cuando entró al lugar.

La puerta se cerró tras el rubio sin un sonido y él aprovechó para recargarse en ella y suspirar sonoramente.

La ansiedad se había desvanecido y todo lo demás junto con ella.

Había sido al final tarea sencilla reunirse con él y hablar de su hermana, quien era después de todo el único punto de conexión que tenían en común.

Las cosas habían comenzado diferentes pero finalizado como siempre o como solían serlo antes de su auto-exilio

-Eso está bien. Al menos no tengo que preocuparme porque sea alguien que no es. Mientras siga siendo siempre el mismo rico engreído yo estaré bien.

Con paso más seguro pero no por ello menos vacilante se dirigió al ascensor, en donde Ed lo aguardaba para guiarlo hasta la planta baja.

-Su conversación con el jefe fue corta.

-Si. Lo que tenía que ser.

-No escuché vidrios romperse en esta ocasión.

Joey sonrió. La última vez había lanzado hacía Kaiba un pisapapeles que había terminado estrellándose contra la ventana, lo que había dado como resultado su última entrevista con el millonario.

-Cosas como esas suelen pasar. Murmuró un tanto azorado por la risita del guardaespaldas.

-Si, claro. Mucho más cuando ambos tienen similar carácter.

-¿Él y yo!. Exclamó con espanto.- Ni loco me parezco a él.

-Es lo mismo que él dices y ya ve, siempre discuten y a la vez pueden tolerarse. Es usted la única persona que puede hablarle con fuerza y directamente para hacerle ver lo que no puede. Y claro viceversa.

-¿Qué tratas de decir?. Inquirió Joey con un poco de enfado ya.

-Nada, que simplemente algunas personas nacieron para ser algo así como pares. Es como el fuego, no puede vivir sin aire quien lo avive.

-Pero el aire puede vivir sin el fuego.

-Literalmente. Pero se complementan.

Joey guardó silencio mientras el ascensor se abría en el lobby.

Lo único que deseaba era salir de ahí y refugiarse en su habitación para escuchar alguna canción que hablara del derretimiento polar o mejor aun, del aire moviendo las hojas de los árboles.

-Fue un placer verlo de nuevo, señor Wheeler. Espero que no sea la última vez.

-No Ed, no lo será. Creo que...ya tengo tiempo para ver a algunas personas otra vez.

-Eso espero.

Sin más ambos hombres se separaron y Joey volvió al exterior en donde el sol brillaba intensamente y no había nada que se comparara con la libertad que aquello le causaba.

-No se que voy a hacer. Musitó cuando ya cinco cuadras lo separaban del alto edificio que acababa de dejar.- ¿En qué lío me he metido?. Dios, ayúdame. Gimió desesperado.

Lo que menos deseaba en ese momento era recordar, pues si lo hacía estaba seguro de que caería desmoronado sin la más mínima intención de recuperarse.

-A la sección C de la universidad, por favor.

Tomar un Taxi e ir a sus deberes era lo mejor que podía hacer por el momento. Entre más ocupado estuviera, mejores serían las cosas para él.

Lo único que deseaba era dejar de temblar o sentir que sus manos sudaban desesperadas. Mejor aun, que su corazón recuperara el sonido tranquilo que lo caracterizaba y que su mente dejara de mirar el par de orbes azules que le provocaban vértigo sin querer.

De nuevo comenzaba con la historia pero estaba seguro de que esa vez no se repetiría.

-¿Y qué conseguiste?.

-Irá a verte el sábado.

-¿De verdad!.

-Yo nunca miento.

-¡Eso es fantástico Seto!. Muchas gracias.

-Todo por ti.

Después de unos cuantos halagos por parte de la voz femenina, el ojiazul terminó colgando el auricular y pidiendo a su secretaria no le pasara llamadas de ninguna clase.

El encuentro que acababa de tener lo había dejado exhausto pues no era fácil contener sentimientos cuando estaba acostumbrado a expulsarlos todos en forma de enfado u orden.

La tentación había estado a la orden mientras la "entrevista" con Joey Wheeler se había efectuado.

Solo el cielo sabía cuánto había luchado por detener sus impulsos o arranques de ira y no imprimirlos en el rostro pálido del rubio que acababa de marcharse.

En ese tiempo la probable antipatía que había nacido en consecuencia al carácter y modo de ser de Wheeler se había extinguido un poco para pasar a la tolerancia y hasta comprensión.

Pero el último año había sido diferente. De solo recordar las noches de sollozos que había tenido que escuchar en silencio provenientes de su esposa, eran suficiente excusa para romperle el rostro al muchacho.

Pero había prometido no exaltarse y una promesa él siempre la cumplía por muy difícil que pareciera.

Ahora solo restaba saber si continuaría escuchando sollozos por parte de su amable esposa o acabaría rindiéndose a ese enigma que resultaba el rubio, pues era imposible, como la misma Serenity Kaiba le dijera, permanecer demasiado tiempo enfadado con una persona que involuntariamente se ganaba el cariño de quien lo conocía.

-Estúpido perro sarnoso, si vuelves a lastimarla pagarás con tú vida. Sentenció el muchacho sabiendo de antemano que eso no pasaría.

Si había persona que Joey más quería en su vida esa era su hermana y ni por todo el universo la haría sufrir de nuevo, algo que le recordaba la desaparición de su cuñado.

¿Por qué Joey había huido así como así de ellos?.

Una pregunta que tal vez él no resolvería pero que probablemente su esposa si.

Continuará...

Es complicado entender por ahora todo lo que hay de trasfondo en esta historia. Pero les prometo que conforme avance las cosas se irán aclarando un poco más.

Si escribo de esta manera es porque la historia está situada de la siguiente manera: Presente-Pasado-Presente-Futuro.

De esa manera la línea del tiempo se modifica un poco y podrán mirar cuatro fases que tienen lo suyo y que claro, se complementan perfectamente.

Sin más les agradezco que hayan leído y sobre todo las muestras de cariño y ánimo que durante estos meses he obtenido para volver a escribir.

Aunque el tiempo se me ha reducido trataré de actualizar rápidamente.

Cualquier comentario es más que bienvenido y su mail también, así podremos mantener una comunicación más cercana.

Hasta pronto entonces y ojalá acepten Dreams.

Su amiga:

KLF