NOTA: Estoy aquí otra vez…. XD Sí, soy muy pesada, me he dado cuenta. Pero tranquilos, algún día se acabara la inspiración, eso, o ya me aburriré yo sola de escribir ( jejeje soy una persona que se aburre con facilidad de las cosas, así que es muy probable que también lo haga de escribir fics). Bueno, me gustaría deciros que el sueño y los exámenes han afectado bastante a mi forma de escribir, ahora es mucho peor D:
ADVERTENCIAS: Mención de franada (lo aviso por sí a alguien no le gusta)
DISCLAIMER: Hetalia no me pertenece…. Si fuera mío sería solamente yaoi *.*
CUPIDO NO ES INOCENTE Y DULCE
Arthur odiaba ser cupido, es decir, ¿a quién le gustaría ser representado como un bebé feo y rechoncho? A él seguro que no. No entendía por qué los humanos le habían imaginado así, solo por eso le entraba ganas de dispararles con flechas de verdad. En su cara empezó a aparecer una sonrisa altamente preocupante. Sacudió la cabeza para volver a la realidad. Para su mala suerte tenía que seguir cumpliendo con su larga lista de estúpidos a los que debe disparar flechas, que por desgracia no les mata, y enamorarlos de sus respectivas parejas. Sí, cupido no es de lo más dulce, pero eso era también culpa de las expectativas humanas; porque él no se comportaría, bajo ninguna circunstancia, del modo tan mariquita que ellos esperaban.
Miró la lista por milésima vez en el día, para ver a quienes les tocaban el turno ahora, y los afortunados esta vez fueron: Alfred F. Jones y Francis Bonnefoy. Mientras tiraba de su toga hacía abajo para que le cubriera por lo menos las nalgas, ya que siempre se le subía, emprendió el vuelo.
-Jodida y estúpida toga diseñada para putas que se me sube cada dos por tres -maldecía Arthur. Menos mal que era invisible para todos los demás… menos cuando él quería ser visible, claro está.
Llegó al parque donde se encontraban los dos chicos a los que se supone que debía enamorar el uno del otro. Entonces lo vio: rubio, con unos ojos azules como el cielo, una musculatura bien definida, trasero tonificado… En resumen, todo un dios griego.
-Tiene que ser mío. –susurró el cupido inglés mientras la baba se caía a mares de su boca. Pero entonces cayó en la cuenta de algo. Ese era Alfred, al tipo al que le tenía que disparar una flecha para hacer que se enamore del tal Francis.
Mientras maldecía a la mala suerte que tenía tensó su arco para disparar a la cosa amorfa que tenía el nombre de Francis. Lo hizo. Después volvió a tensar la cuerda para apuntar hacía Alfred pero le dio "sin querer" al chico que venía corriendo hacía donde los otros dos estaban, todo hay que decirlo, el muchacho estaba bien lejos de ellos.
-¡Ups! Se me fue -dijo Arthur con un tono irónico y sonriendo- ¿Qué se le va a hacer? Habrá que resignarse, tendré que hacerme cargo del pobre Alfred -su sonrisa se volvió pervertida- No puedo permitir que se quede solito.
Mientras Arthur se felicitaba a sí mismo por la buena idea que tuvo Alfred estaba en medio de una situación muy extraña.
-¡Francis! ¡Siempre te he amado! ¡Sal conmigo!- su hermano pequeño Matthew se estaba tirado en los brazos de Francis mientras decía esas palabras incoherentes.
-Por supuesto -dijo un eufórico Francis mientras estrechaba al menor en sus brazos- Vámonos a mí casa para demostrarnos nuestro amor, mon petit -dejo de abrazar a Matthew para después agarrarle la mano para ir a su casa a una velocidad supersónica.
Mientras tanto Alfred se estaba atragantando en el suelo, con la hamburguesa que estaba mordiendo cuando su hermano llegó, debido a la sorpresa y shock que le provocó la escena entre su amigo y Matthew. Arthur al ver esto rápidamente se hizo visible para ir a socorrer a ese pedazo de bombón. Empezó a hacer presión sobre su diafragma para que esta empujase el aire hacía arriba y de ese modo que Alfred pudiese expulsar con lo que se estaba atragantando.
-G.. Gracias y…ya e.. estoy b.. bien –dijo Alfred, pero Arthur seguía haciendo presión.
-¡NO TE MUERAS! –Arthur estaba tan histérico que no había oído ni una sola palabra
-Q.. Que e.. estoy b.. bien –pero el inglés seguía a lo suyo
-TRANQUILO, YO TE SALVARE -volvió a gritar
-JODER, ¡QUE ESTOY BIEN! -dijo Alfred mientras apartaba al extraño de él. Después de hacerlo pudo verlo claramente, entonces se dio cuenta de la sexy pinta de su salvador: profundos ojos verdes, rubio, cuerpo esbelto…. y esa toga que no dejaba nada a la imaginación. Su nariz empezó a sangrar. NO es que estuviera pensando cosas sucias con el chico parado enfrente de él al que además no conocía de nada, definitivamente NO estaba pensando en llevarle a la cama y hacerle todo tipo de cosas no aptas para gente sensible. Se limpió rápidamente la nariz para que no se le notase.
-¡Huy! No le pongas ese tono al amor de tu vida. -dijo un gruñón Arthur.
-Disculpa, ¿qué? –pregunto ahora un desconcertado Alfred mientras salía de su mundo imaginario donde viola… NO violaba al muchacho que estaba delante de él.
-Que ahora eres mío –dijo Arthur mientras sacaba una de sus flechas y apuntaba hacía el- Sí tienes alguna queja siempre podemos discutirlo –ahora tenso el arco mientras sonreía "dulcemente".
-N.. ¡NO ME DISPARES! ¡Estoy completamente de acuerdo! -dijo un asustado Alfred. Claro, no sabía que esas flechas no podían hacerle absolutamente nada.
-Tranquilo, estas flechas no pueden matarte, solo te van a enamorar completamente de mí. –aclaró Arthur sonriendo de lado.
-Pero yo ya….
-¡COMPLETAMENTE HE DICHO! – Definitivamente hoy no era el día de Alfred; primero pasa lo de su hermano y después se enamora a primera vista de un psicópata que se cree cupido y no le deja confesársele tranquilamente.
-Primero que nada, ¡YA LO ESTOY! –gritó Alfred dejando a un desconcertado Arthur en el proceso- Y segundo: NO eres cupido, eso no existe. -aclaró- Pero tranquilo, buscaremos un buen psiquiatra, te curaras y después seremos felices para siempre.
-Yo estoy completamente bien, SOY cupido –dijo mientas le daba la espalda a Alfred para enseñarle sus alas, no muy grandes a decir verdad.- ¿LO VES?, ESTÚPIDO ENERGÚMENO
-¡No te creo! ¡Seguro que son falsas! –dijo mientras extendía la mano para estirar del ala de Arthur.
-¡AU! -se quejó Arthur por el dolor que le provocó esta acción- ¿TÚ ERES TONTO O TE CAÍSTE DE LA CUNA CUANDO ERAS BEBÉ? –preguntó "dulcemente" cupido.
-Y.. Yo, lo siento, no quería hacerte daño -dijo con un puchero Alfred- Pero ahora te creo… ¡Espera! Sí eres cupido, ¿podemos estar juntos?
-Dimitiré -dijo tranquilamente Arthur
-¿Eso se puede? –preguntó dudoso Alfred.
-¡Y YO QUE SÉ!
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Creo que lo voy a dejar con un final abierto (bueno, a mí me pareció abierto), no sé, o quizás haga una conti. Algo así como "La dimisión de cupido" o "Cómo dimitir si eres cupido" XD Depende de lo inspirada que esté o de si alguien quiere.
Solo me queda una cosa por decir: ¡POR FAVOR NO ME MATEIS POR HACEROS LEER ESTO! *asustada* Bye *huye*
