A través de mi ventana.
by Lían.
Capitulo I. Mi príncipe azul.
... ¿Crees en el amor a primera vista?... esa extraña sensación, como si el corazón diera un palpitar eterno y quisiera salirse de su lugar. El amor esta en todos lados, solo mira y veras como te enamoras sin darte cuenta...
Historia dedicada a Watery.
La tarde ya bañaba con su luz cobriza a todos los seres de esa agitada ciudad. Nadie se detenía a ver como el cielo se convertía en delicadas flamas de ese fuego eterno que siempre ardía cuando las horas del día se agotaban y el astro mayor se despedía casi con tristeza para darle paso a su amante nocturna.
Todos caminaban rápidamente de un lado a otro ansiosos de llegar a casa después de un largo día de trabajo con la esperanza de tener un viernes distinto a los demás.
Con el pensamiento de poder saborear la rica comida casera que ya humeaba en sus platos o la charla relajante con la familia.
Todos seguían su ritmo normal e incluso parsimonioso de vida.
El reloj de una de las plazas citadinas anunció con sus melodiosas campanadas las seis en punto asustando con eso a unas palomas que inmediatamente alzaron el vuelo por ese cielo de fuego.
Todo era observado por un par de amatistas que movía las manos rápidamente sobre una hoja de cartulina, Intentando plasmar con trazos gruesos, las alas y picos de las aves que huían sobresaltadas.
Retiró las manos para admirar su dibujo. Acercó su rostro y de un soplido elimino toda la tiza que no se había adherido al papel.
Sonrió al ver sus manos cubiertas por colores rojizos y naranjas, siempre le había gustado ensuciarse toda al pintar y no era precisamente que ella no fuera muy limpia, pero siempre que intentaba mantenerse limpia terminaba mas sucia. Lindas ironías de la vida...
Dejó la cartulina que retrataba tres palomas grises mientras levantaban el vuelo con rapidez teniendo como fondo el fuego de la tarde que se terminaba de vivir en Tokio y se giró sobre la otomana para ver su apartamento que se mantenía en una atmósfera calidamente relajante.
Bajó los pies del diván a lado de la ventana para acariciar con sus plantas desnudas la suave alfombra. Aspiró con fuerza el olor del café recién hecho y se dirigió con rapidez a la cocina para servir un poco de esa deliciosa bebida en su taza favorita, siendo observada por unos ojos verdes y felinos mientras lo hacia.
Su taza favorita...
Esa de color blanco y casi del tamaño de un tazón para cereal que le había comprado a unos hippies cuando viajó a Francia y comió caracoles con aceite de olivo.
¡Amaba esa taza por los recuerdos que le traía!.
Cerró los ojos cuando la cálida bebida acarició su garganta y emprendió el camino de regreso al diván de la ventada donde había dejado su mas reciente dibujo.
Encogió los pies un poco para darle espacio a Momo quien ya ronroneaba por un poco de atención, logró rescatar sus Pastel antes de que su pesado gato se dejara caer sobre ellos y los volviera polvo.
Se recordó mentalmente comprar esa mesita de trabajo que había visto en Maki's ya no podía seguir poniendo sus tizas en el piso, corrían mucho peligro y mas si ella tenia prisa.
Acarició a Momo cuando ya la bóveda celeste era totalmente oscura con esos pellizquitos de luz que mas bien parecían agujeros en una gran tela negra expuestos a un foco. Sonrió por su infantil analogía para con las estrellas y volvió a tomar de su taza.
Momo restregó su lomo contra los pies de la chica indicándole con ese lenguaje silencioso que ya tenia hambre.
-"¡... pero si acabas de comerte dos latas...!"-le reprendió de inmediato.
El lindo gato blanco levantó la cabeza, mostrándole sus ojos verdes en forma de suplica y moviendo las pequeñas y triangulares orejas hacia delante.
-"... el Veterinario me regañará otra vez, pero él no tiene que soportar tu cara de gato muerto de hambre..."-bastó un maullido para que la linda amatista se pusiera de pie de nuevo, seguida de cerca por el gato mas glotón del mundo.
El sonido del abrelatas rompió por completo la paz del silencioso apartamento.
Siempre había sabido que era de gustos minimalistas, pero tener solamente un diván, una cama, un par de cuadros de sus viajes y de su Madre en las paredes, un par de sillas, una mesa, dos floreros, una palmera y un estante repleto de libros era una reverenda exageración. Sin duda necesitaba esa mesa de Maki's...
Su apartamento no era muy lujoso, pero no se caía a pedazos al menos. Había pintado todas las paredes de blanco excepto una que era de un rosa pálido, justo era la pared de las fotos y cuadros que tanto amaba. Ahí donde estaba el dibujo que su Padre le había regalado.
Tenia solamente cuatro habitaciones: su recamara, la sala, el baño y la cocina. Todas con su toque personal sin duda.
Si su Madre viera eso de inmediato mandaría a comprar muebles, equipos de sonido que la dejarían sorda en minutos y televisiones de plasma para quedar ciega en horas. Frunció el rostro al recordar la ultima vez que había tenido que alojar a su Madre en casa, había comprado mas cosas que en toda su vida. Contando el abrelatas entre ellas.
Observó el movimiento acompasado de la cola de Momo mientras el aparato terminaba de abrir la lata de su comida favorita, con sabor a caviar del mediterráneo. En verdad se preguntaba si esa masa café clara y de consistencia pastosa sabría a caviar del mediterráneo como lo enunciaba la etiqueta, aunque no era tanta su curiosidad como para probarla, así que dejaría que Momo lo comprobara.
-"Que lo disfrutes bonito..."-se acuclilló para dejar la lata en el piso y observar como desaparecía su contenido. –"... creo que si sabe a caviar ¿no Momo?..."-el ronroneo del felino mientras comía velozmente lo confirmó.
La noche ya entraba por su única ventana abierta, acompañada de las luces artificiales incandescentes que destellaban de los edificios vecinos. La luz ya se iba de su apartamento por lo que deslizó su mano para encender la lámpara de la cocina.
Cruzó los brazos en su pecho tatuando esa sonrisa en su níveo rostro al ver a su mascota feliz mientras se lamía los bigotes después de terminar con esa lata de caviar del mediterráneo.
Apagó la luz y remarcó sus pasos de regreso al diván de su ventana, sentándose con las piernas estiradas al ver que Momo prefería su suave cojín.
Clavó su mirada en la calle centellante de Tokio, donde los faroles de los autos parecían tan lejanos desde el quinto piso donde estaba su apartamento, donde veía la vida de las personas que habitaban en los edificios aledaños, donde miles de rostros desconocidos se volvían parte de su vida al ser testigo de ella y viceversa.
Sus bellas amatistas encontraron la ventana que buscaba.
Esa donde las cortinas siempre estaban abiertas y que se encontraba un piso mas abajo que la de ella y justo en el edificio de enfrente. Donde los ricos de la ciudad vivían...
Notó la falta de luz en esa ventana y supuso que no habría llegado de la oficina o de donde sea que trabajara aquél desconocido tan conocido por ella.
Irónico ¿no?.
Levantó sus opalinas del piso trayendo consigo una franela gris que le servia para quitarse la tiza de los dedos. Posicionó sus hojas de dibujo entre sus piernas, ahora flexionadas contra su pecho, y se limpio las manos a conciencia, desapareciendo el rojo y naranja que aun tenia debido a su dibujo anterior.
Ya con las manos medio limpias volvió a tomar sus hojas y las repaso una a una adquiriendo un tono carmín en sus mejillas, no distinguiéndose por la falta de luz, pero presente de todas formas.
En todas ellas había el mismo rostro.
Algunas veces a colores y otras con simple y sencillo negro. Donde un rostro fuerte, con la cara relativamente cuadrada y de facciones marcadas se mostraba siempre serio... con nariz pequeña, ojos del mismo color que un grano de café, dueños de un destello que se lograba ver en cada uno de los retratos, un destello de ferocidad y seguridad en si mismo. Su tono de piel era moreno claro, con un bronceado que dejaba resaltar sus cabellos igualmente castaños oscuros, que bien podrían ser nombrados negros. Labios delgados y finamente dibujados por sus propias manos.
Un hombre bastante guapo si es que se lo preguntaban.
Terminó de recorrer sus anteriores creaciones hasta encontrar una opalina limpia, volvió a estirar la mano hasta agarrar su estuche de Pastel y sacó la tiza negra, utilizando una cuchilla para afinar la punta y prepararse para un nuevo dibujo.
La oscuridad le impediría dibujar correctamente, así que con desgané se puso de pie hasta llegar a la lámpara que estaba mas cercana al diván y dio luz a la sala de su extraño apartamento. Regresó a su ventana y para su sorpresa la ventana que mas miraba ya dejaba ver luz.
Dio un respingo al sentir como el sonrojo subía a su rostro de nuevo. Inmediatamente una alta y fornida figura se dejó ver a través de esa gran ventana que al parecer daba a su estudio, porque se sentó en un escritorio negro y levantó lo que parecía un ordenador portátil.
La chica empezó a dibujar inmediatamente, sin dejar que ese sonrojo desapareciera de su rostro e intentando captar un distinto ángulo de ese hombre del que ni siquiera sabia su nombre, pero que ya turbaba su vida cada noche.
Era extraño ese Cupido, lanzando flechas atravesando ventanas y enamorándola a ella de ese moreno que solo conocía por verlo todas las noches trabajar frente a su computadora, de verlo los fines de semana sin traje y frente a su televisor. De imaginar un romance utópico donde él se enamoraba también de ella y se quedaban horas viéndose por las vidrios de sus ventanas y dándose pruebas de amor en forma de carteles con promesas amorosas en enormes letras.
Esta vez el dibujo tenia una variante ya que unas gafas pequeñas se posaban frente a sus ojos, tal vez para ayudarlo a leer mejor o evitar que el destello de la computadora le lastimara los ojos. No lo sabia, a decir verdad no sabia absolutamente nada de ese hombre que era su modelo cada noche...
Se quitó un mechón azabache de la frente, manchándose inmediatamente de tiza y dibujando una línea en su blanca piel. Maldiciendo mentalmente el no haberse agarrado el cabello antes.
Una cartulina pareció ser poco comparado con el maravilloso modelo con el que contaba la joven, por lo que rápidamente cambió de opalina y desplegó todas sus tizas, dándole mas color, poniendo sombras, capturando como si fuera una foto del momento.
Algo pareció perturbar la cara del joven quien se puso de pie haciendo que la mano de la amatista se detuviera.
Unos segundos después apareció con un teléfono blanco pegado al oído y moviendo la boca que miles de veces había soñado besar. Que miles de veces había pronunciado palabras de amor para ella, declarándole que él también la amaba y que le encantaban los gatos...
Se burlo de ella misma por reírse sola, en verdad pensaba que estaba realmente loca, loca de remate.
El chico terminó su llamada dejando el teléfono a lado de su computadora, continuando con su extenuante trabajo, permitiéndole a la amatista continuar con su dibujo.
Hoja tras hoja se fueron pintando con ese mismo rostro, desgastando las tizas, comiéndose las horas del reloj como si en realidad fueran segundos.
El cielo empezaba a perder su oscuridad, dándole vestigios al nuevo día. Pero aun así ninguno se movía de su lugar, haciéndose compañía sin saberlo, causándole alegría a la vida de la amatista quien parecía no cansarse de dibujar al mismo hombre. Como si esa fuera la manera que ella poseía para demostrarle su enorme amor.
Sonrojándose al ver terminado algún dibujo y depositándolo en el piso acompañándolo de un ligero beso en esos labios dibujados, cerrando los ojos e imaginando... siempre imaginando. Sintiendo la suave textura de unos labios tibios que en realidad eran de papel, saboreando la ligera menta de su aliento que verdaderamente era tiza color rosa pálido... siempre divagando, creando, amando... anhelando...
No se dio cuenta que tenia sueño hasta que una ola de bostezos le impidieron seguir con su labor favorita, sus ojos le siguieron, queriendo cerrarse, haciéndose tan pesados que en cuanto recargó su espalda ya no se abrieron y se fue a pasear con Morfeo aun con la tiza café en las manos, dejando sin terminar uno de los dibujos y sonriendo en sus sueños.
Momo se estiró en su cojín ronroneando un poco y caminando lentamente hasta situarse a lado de su ama, acurrucándose en sus pies y calentándolos con su blanco pelaje ya que esa noche la amatista había decidido no usar calcetines. Cerró sus verdes ojos e igualmente durmió.
Sus sueños se mostraron amables con ella, haciendo un encuentro casual en la calle, un par de miradas que se encontraron, un abrazo y un beso que cerró y confesó el amor secreto de ambos.
-"Yo también te amo... pero... m-me gustaría mucho saber tu nombre..."-
-"Me llamo..."-
¡MIAAAUUUU!
El desesperado maullido de Momo hizo que abriera los ojos dándose cuenta que lo que rodeaba no era el cuerpo fornido de ese hombre, sino el afelpado pelaje de su gato quien parecía nervioso al verse apretado con tanta fuerza por su ama.
Inmediatamente lo soltó viendo como se iba apresurado hacia su cojín, lo rasgaba un poco y sacaba su ratón de juguete haciendo sonido con su cascabel por todo el apartamento.
En cuanto abrió los ojos dirigió sus joyas amatistas hacia la ventana de su amado, pero para su desdicha, éste ya no estaba... eso ya le había pasado muchas veces, ya que cuando no estaba en el estudio o viendo TV ella no podía saber que mas estaba haciendo... y eso de verdad le estrujaba el corazón haciendo que el día se vuelva corto y la espera para verlo en las noches se convierta en su parte favorita del día.
Después de unos momentos en los que estuvo pensativa se desperezó estirando los brazos, notando el leve dolor en su espalda por haber dormido así, pero con la sonrisa iluminando su rostro, mostrando sus blanquecinos dientes y tarareando una canción mientras se ponía de pie y encendía la tetera. Era hermoso estar enamorada...
Abrió una de las puertas de su hogar y se vio dentro de su habitación. Miró la cama con nostalgia, como queriendo meterse en ella y dormir lo que restaba del día, pero tenia cosas que hacer.
Le dio la ultima mirada de pena y acaricio su edredón de estrellitas resplandecientes para abrir las puertas de su armario empotrado. Removió algunas perchas hasta encontrar unos jeans azul oscuro. Los dejo caer en la cama y procedió su búsqueda en algunas de las repisas hasta que sacó un suéter de cuello alto de color lavanda con algunos adornos de diminutas flores en las mangas. Sonrió al verlo, ella misma lo había tejido y estaba orgullosa de él, aunque tuviera una manga un poco mas larga que la otra, pero se solucionaba con doblarlo. Además fue su primera creación con las agujas.
El pitido de la tetera hizo que abandonara su búsqueda de prendas y corriera a la cocina.
Giró la perilla y apagó el fuego que jugaba debajo de su tetera vieja, la retiró con precaución pero rápidamente ya que había decidido levantarla sin proteger sus manos, recibiendo una quemadura leve. Soltó un ligero quejido de dolor, que mas bien resultó un reclamo para sí misma por ser tan descuidada.
Sacudiendo las manos para alejar la sensación de picazón; abrió una de las puertezuelas altas y sacó algunas ramas secas que colocó sobre un colador y vertió el agua hirviendo para extraer la infusión.
Aspiró el aroma a violetas y volvió a colocar su tetera en la estufa una vez llena la taza.
Caminó por el departamento hasta abrir otra puerta que albergaba el baño y abrió la regadera, cuidando de poner un recipiente para recibir el agua que aun estaba fría. Ese curso sobre la Madre Naturaleza la había dejado impactada, por lo que había decidido cuidar mucho el agua...
Regresó a su cuarto, buscó una toalla y fue a la cocina a darle un sorbo a su té antes de meterse a la ducha. Tardo menos de quince minutos en estar completamente lista.
Ya cuando estaba en la puerta metiendo los pies a sus sandalias noto todo el desorden de su departamento. Por lo que se tomo otros diez minutos mas en dejarlo mas o menos limpio.
-"¡Listo!"-se sacudió las manos y cerró la puerta sin notar que había descuidado algo...
—oO0Oo—
-"No te estoy reclamando nada..."-un hombre manejaba un Peugeot del año mientras hablaba por su celular justo a la hora del trafico en esa metrópoli japonesa. –"Si, se que soy tu hermano... pero aun así ese gaki no me gusta para nada y no pienso cenar con él en ningún momento..."-vio la fila enorme de autos antes del suyo y ese semáforo que no parecía cambiar de color y giró estrepitosamente para tomar una de las calles aledañas. –"...si te estoy escuchando, creo que todo mundo escucha tus gritos, ya hice bastante al dejar que ese mocoso fuera tu novio¿crees que dejaré que te cases con él?..."-se alejó el teléfono de la oreja ante el estrepitoso grito. –"... no seas niña Sakura..."-el sonido de que le habían colgado hizo que mirara el móvil con una media sonrisa.
Lo dejó caer en el sillón del copiloto y miró el caminó con aburrimiento. Bostezó y movió el cuello hacia ambos lados, intentando que esa tortícolis lo abandonara.
Maldijo en voz baja al ver como el auto enfrente de él frenaba de repente y por poco no le da tiempo de hacer lo mismo.
Cayó en cuenta que a pesar de haber tomado un "atajo" estaba estancado en el trafico y sin duda llegaría tarde a la junta. Asomó la cabeza por la ventana y notó una especie de manifestación que tenia una extraña caravana... soltó un suspiro cansado y regreso al interior de su vehículo simulando que el volante era un tambor para entretenerse en algo.
Bajó las manos del volante y encendió su CD player y algo de música intentó amenizar el viaje, pero al notar que el J-pop de su hermana casi le golpeaba los oídos lo apagó con el ceño fruncido. No volvería a prestarle su bebé a su descuidada hermana.
Bien, era sábado por la mañana, el dolor del cuello se estaba agudizando, su hermana dejaba su porquería de música en su auto y además el claxon de los demás autos le estaba perforando los oídos. Sin contar la junta que tendría en, miró su reloj, quince minutos y a la que llegaría tarde...
Ese día no podría empeorar...
Miró un pequeño hueco que se abría entre la fila de autos, inmediatamente prendió sus luces para cambiar de carril pero no contó con que una mujer que corría detrás de una bola blanca de pelos se le atravesarían justo cuando él decidía subir la velocidad.
-"Genial..."-abrió la puerta del auto y salió apurado para ver que tan grave había sido el accidente.
Tenia la cara fruncida, cuando vio a la bola de pelos tendida maullando doloridamente, mientras una chica estaba arrodillada a su lado y lo acariciaba con lagrimillas en los ojos.
En cuanto la chica se dio cuenta de que el culpable del sufrimiento de su amado Momo se les acercaba, levantó la mirada e inmediatamente su cuerpo empezó a temblar.
-"Lo siento señorita..."-se acercó y le extendió una tarjeta blanca. –"... aquí esta mi tarjeta, comuníquese para saldar los gastos..."-movió un poco la mano para incitar a que ella la tomara, pero en cuanto la chica intentó estirar la mano se desmayó de la impresión.
¡Era él!... ¡Era el amor de su vida y estaba frente a ella!...
Su corazón palpito fuertemente y cayó en un sueño profundo. No sintió como desplomaba en el frío pavimento siendo presa de la emoción, tampoco se dio cuenta que el moreno frente a ella tomaba su celular y empezaba a hablar con un tono desesperado y agarrando su cabeza.
-"No Yukito no creo que este muerta... ¡claro que esta respirando!"-el hombre se acuclilló y efectivamente comprobó que la mujer estaba con vida. –"...si ya lo hice..."-en cuanto los espectadores notaron que nada especial pasaría empezaron a seguir con su vida, regalándole algunos comentarios ofensivos al chico.
Momo maullaba dolorido, mirando sin entender que era lo que estaba pasando. Se intentó poner de pie pero su pata delantera le dolía, así que se dejo caer de lado fijando su mirada verde en el moreno que se paseaba y hablaba por ese extraño aparato.
-"No Yukito, si llamó a una ambulancia llegaré mas tarde, entretenlos, preséntales los bocetos para la imagen del Senador y el slogan de su campaña, si, intentaré no tardar mucho, ya se que esto es mas importante..."-se quedó meditativo unos momentos. "... la llevaré a mi casa, no, no estoy loco, además hay una bola de pelos tirada aquí también, así que consígueme el numero de un veterinario..."-cerró su teléfono se quito el saco y caminó hasta estar a lado de la chica, se agachó, puso un brazo debajo de sus piernas y el otro en su espalda, levantándola cual ligera pluma.
-"Y-yo también te amo..."-el moreno levantó las cejas al escuchar lo que la chica murmuraba. Abrió la puerta del auto con la dificultad notoria de cargar a alguien casi con solo una mano, la deposito en los asientos traseros con cuidado. Dándose cuenta como caía su cabello azabache sobre su rostro. –"Te amo..."-la voz somnolienta de la joven lo volvió a perturbar, seguro pensaba que era su novio o algo así.
Volvió a salir del auto hacia donde estaba Momo. Se agachó pero en cuanto el gato lo vio cerca sacó las garras y le aruñó el rostro.
El moreno gruñó fuertemente, apretando los puños, por eso no le gustaban los gatos ni él a ellos. Rodeó al animal y lo cargó sin mucho cuidado, poniendo ambas manos en la panza del minino y lo levantó alejándolo al estirar por completo los brazos, recibiendo algunos arañazos del molesto Momo a quien no le gustaba la manera en que ése lo estaba cargando.
Los segundos antes de llegar al automóvil del hombre se hicieron eternos para ambos, Momo casi es aventado hacia el interior, pero el moreno se recrimino al ver las garras del gatito llevarse la piel de sus recubrimientos. Los recubrimientos de piel de su bebe...
Con los nervios de punta rodeo su auto viendo con un poco de esperanza el hecho de que el trafico avanzaba. Una vez frente al volante solo bastaron unos diez minutos para que aparcara en el estacionamiento subterráneo de su edificio.
-"Definitivamente hoy no es mi día"-apagó el motor, respiró profundo y empezó a pensar la manera en que se llevaría a la chica y al gato en un solo viaje.
Cerró los ojos unos momentos y los volvió a abrir casi al mismo momento que abría la puerta de su auto.
Tomó a la chica en brazos e intentó que el gato se subiera sobre la chica, pero el minino se negaba a moverse.
-"Esta bien, vendré por ti en unos minutos..."-Momo siguió maullando dolorido cuando el hombre ya se alejaba con su dueña en brazos hasta el elevador.
El moreno agradeció que ninguno de sus vecinos estuviera en el aparato así que se acomodo a la chica entre sus brazos y esperó que nadie lo viera, o lo tachaban de pervertido o de secuestrador... nada que quedara bien con la imagen que debe tener el Director de campaña del Gobernador Hirokanno.
El cuarto piso llegó después de unos segundos, en los que estudió la figura de la chica que tenia en brazos.
Una completa desconocida que se había desmayado al verlo, cuya bola de pelos había atropellado y estaba en su plateado bebe destruyéndolo por dentro. Quien además de todo usaba sandalias y vestía de manera algo estrafalaria...
El elevador se abrió e inmediatamente vio su inmaculado departamento. Con un tono gris pálido en las paredes y muebles en su mayoría negros.
Caminó por el en penumbras ya que en medio de la prisa de la mañana no había corrido sus persianas. La dejó en el sillón central de su estancia, mirándola por unos momentos mas. Tenia la tez mas blanca que había visto, una piel que casi parecía de porcelana y una cabellera azabache ligeramente rizada que parecía una selva negra sobre su cabeza. Había tenido la oportunidad de ver sus ojos unos segundos, pero sincerándose pensaba que el color amatista había sido una ilusión, nadie podía tener un par de joyas en el rostro. Se quedo mirando sus parpados cerrados durante mas tiempo del que hubiera sido preciso, queriendo averiguar si el color que había imaginado terminaba de adornar esa cara menuda y levemente pecosa.
Recordó la bola de pelusa blanca que había en su bebé y corrió de regreso al elevador. Casi suelta un grito de dolor al ver al gato arañando y volviendo jirones la piel de sus recubrimientos. Abrió la puerta viendo la maña que tenia al felino, rasgando con una sola pata.
Momo dejo de mover su pata al ver que ese hombre abría la puerta con suma violencia, lo agarraba sin el mas mínimo cuidado y caminaba velozmente hasta el ascensor.
-"Mira bola de pelusa..."-le dijo cuando el aparato se detenía en el segundo piso. –"...si te mueves y me sigues arañando te aviento de la azotea..."-las puertas se abrieron y la anciana Imayoshi entró al elevador saludándolo con su siempre inquisidora mirada. No le gustaban los jóvenes como él, apuestos, arrogantes y sobretodo con una vida demasiado "moderna".
Miro como cargaba a un lindo gatito e instintivamente se acerco a acaríciale las orejas.
-"Ha decidido tener una mascota..."-comentó algo mas amable la viuda del multimillonario.
-"No, es el gato de Sakura..."-contentó sin mas mordiéndose el interior de la mejilla al sentir las garras del animal sobre sus brazos.
-"Su linda hermana tiene un gusto impecable con los animales... dígale que me pase a saludar cuando lo visite..."- asintió desganado y despidiéndose con la cortesía que le habían transmitido sus Padres y no por gusto.
Pensó soltar al gato en cuanto entrara a su departamento, pero lo pensó mejor... él había sido el culpable y no quería que saliera algún articulo con el titular: " El Director de Campaña del Gobernador Hirokanno es sumamente cruel con los animales...".
Aguantó un poco mas el dolor que les infundían las garras del nervioso mínimo, quien empezó a maullar al ver a su ama cerca.
Lo dejo a lado de la extravagante chica y tomó el teléfono.
-"Yukito..."-el moreno alzo la vista al techo al ver que su asistente no le contestaba. –"... que tonto soy, si estas en junta..."-volvió a poner el teléfono en su lugar."-... debes apagar el móvil..."-
Miró su sillón y se toco las sienes con el pulgar y el anular de su mano derecha.
¿Qué iba a hacer?...
Tomo el directorio y busco en la "V" hasta que se topo una veterinaria cerca de su casa. Volvió a levantar el teléfono y la voz de un adolescente le contesto desganado diciéndole que un veterinario llegaría a su casa en menos de media hora.
Al chico le dieron ganas de ahogar al gato con un cojin para que dejara de quejarse. Respiró profundo y fue por sus bolas antiestrés girándolas entre sus manos mientras caminaba de un lado a otro intentando no mirar a la chica que estaba desmayada en su sofá.
Estaba a la mitad de su apartamento cuando el teléfono volvió a sonar.
-"Si Yuki... no puedo irme, estoy esperando al veterinario..."-le acerco el auricular a Momo para que su asistente escuchara los maullidos quejumbrosos del animal. –"... además tengo a la princesa desmayada en mi sillón..."-se oyó algo parecido a una risita nerviosa. ."...¿como que no pueden seguir sin mi?... Yuki, estoy atado de manos... esta bien, diles que llegare en media hora... si lo haré..."-
El moreno se quedo viendo al gato y a la chica. Mirándolos una y otra vez, mareándose y sintiendo el taladro que se había instalado en sus sienes. Dejo sus bolas antiestrés en la mesa ratona de vidrio y se sentó en el sofá mas cercano.
En cuanto el veterinario le entablillo la pata a Momo poniéndole un ligero sedante para que no se moviera mucho y descansara. Se quedo mirando curioso a la joven que seguía en el sillón.
-"Es mi hermana..."-le escupió el chico cuando le daba la alta suma que le había cobrado. –"Gracias por venir..."-casi le cierra la puerta en la cara, suspiró con algo de alivio al ver que el gato ya no chilloneaba, pero ahora la bella durmiente parecía no querer despertar.
La comparación con el cuento casi lo hizo pensar en la manera en que el Príncipe la hizo despertar. Meneo la cabeza disgustado, era de la edad de su hermana, así que esa clase de pensamientos no podía surgir en él y menos en esos momentos.
Miró el reloj de su muñeca y carraspeo. Tendría que dejarlos ahí, ya en la tarde intentaría explicarle las cosas a la princesita.
Tomo el recadero que estaba a lado del sillón y escribió una nota para la chica. Trato despertarla de nuevo pero decidió que si seguía zarandeándola así le dejaría marcas en los brazos.
Bajó los hombros con cansancio, se dirigió al baño y saco un par de píldoras de la gaveta superior. Se las tragó sin agua y se miro al espejo.
-"Vamos..."-alisó su camisa y recordó haber dejado su saco en el auto, así que tomo las llaves y le dio un ultimo vistazo a su apartamento, deseando que cuando llegara estuviera así y que la chica no resultara ser una ladrona.
—oO0Oo—
Las luces naranjas del ocaso ya se peleaban por atravesar las grisáceas persianas del lujoso apartamento. A pesar del gran esfuerzo no podían filtrarse, dejando que solo unas cuantas franjas de luz intentaran quitarle lo sombrío al lugar.
Justamente una de esas franjas de luz llegaba hasta el sillón dándole en el rostro a una chica de piel porcelana.
Poco a poco un par de joyas amatistas se abrieron, parpadeando para acostumbrarse a la luz. Inmediatamente desvió la mirada de la franja de luz y sonrió al ver a Momo dormido a su lado.
Estiró los brazos intentando ubicarse en tiempo y espacio.
Miro a su alrededor.
Ese no era su departamento, había demasiadas cosas, esas no eran sus ventanas... ni su mesa... ni su teléfono... ni...
¿Dónde estaba?...
Se puso de pie nerviosa, viendo hacia todos lados, buscando algo que le ayudara a reconocer ese lugar.
Noto que a pesar de todo Momo no se movía de su lugar, se dio cuenta de que su patita derecha estaba vendada y sintió como los recuerdos volvían a sí.
Por descuidada había dejado la puerta abierta de su gato y Momo salio corriendo a la calle persiguiendo su bola de estambre favorita, así que en medio de la carrera no vio el auto y le dio un golpe a Momo.
Cuando estuvo a punto de gritarle improperios por desalmado y asesino de animales, lo vio.
¡Por Dios lo vio!.
No era uno de sus dibujos, sino el de carne y hueso, era muchísimo mas guapo en persona. Inmediatamente su corazón amenazó con salirse de su pecho y de ahí ya no supo mas.
Sintió arder su rostro y supo que estaba sonrojada, estaba en el departamento de la persona que amaba, o eso suponía... Aspiró profundamente, tratando que el aroma varonil en el aire le inundara los pulmones.
Acarició el suave pelaje de Momo y victima de la curiosidad empezó a recorrer ese departamento.
Sobre la chimenea había tres retratos. Una mujer de ojos verdes de una sonrisa calida que lo abrazaba por el cuello mientras él estaba sentado. En otra había un par de hombres mayores con una mirada llena de amabilidad y en la ultima estaba él con un hombre regordete y le estrechaba la mano.
Acarició el vidrio que protegía la última foto y siguió caminando.
Su departamento podía caber ahí dos veces y sobraría espacio. ¡Era inmenso!.
Solo el lugar donde estaba, tenia una sala completa, dos sillones y dos sofás. Una mesa de cristal en el centro con un adorno modernista que consistía en esferas de colores.
Un gran ventanal estaba escondido tras las persianas verticales, que no sabia hacia donde daba porque ella nunca había visto esa parte de la casa desde su ventana.
Varias pinturas sin figuras reconocibles adornaban las paredes.
El piso de la estancia estaba cubierto por una alfombra gris que en sus orillas dejaba ver un piso de madera perfectamente encerado.
Se sintió una completa maleducada al caminar con sandalias puestas dentro de la casa, por lo que se las quito y camino descalza y sosteniéndolas en sus manos.
Siguió caminando hasta toparse con la cocina, que parecía nunca ser utilizada, incluso podía ver su reflejo en algunas de las cacerolas que estaban dentro de la primera puertezuela que abrió. Irónicamente el refrigerador estaba abarrotado, nada mas podía caber ahí, noto el exceso de latas de cerveza que había, pero no le dio mucha importancia al ver que había muchas verduras... sin duda llevaba una vida sana.
Cerró el refrigerador y regresó sus pasos hasta salir de la cocina y entrar a un lugar conocido para ella. El estudio donde lo dibujo la noche anterior, con las persianas totalmente desplegadas y desde donde podía ver su ventana, sin duda se veía distinta, a decir verdad apenas si se distinguía de las demás ventanas.
Vio los cuadros en la pared frente al escritorio y noto las múltiples fotos con él acompañado de varias personalidades importantes. Noto fotos con delegados del distrito de Hazu y algunos otros rostros que no reconocía en lo absoluto.
Se sintió insignificante a su lado.
Él era una persona socialmente conocida, con una serie de reconocimientos y seguramente rico.
¿Y que era ella?...
Una simple habitante de Tokio que siempre había buscado estar distanciada de la vida artificial, alguien revolucionario de corazón que siempre había sido amante de las mascotas.
No era nada comparada con él.
Aquél del que se enamoro desde que lo vio a través de su ventana. Aquél desconocido que había robado su corazón y por quien se desvelaba todas las noches para dibujarlo y así sentirlo cerca.
Ahora que lo pensaba sonaba hasta estupido, eso no era un cuento de hadas, él no podía ser un príncipe azul que le confesaría su amor con solo verla.
Con pena acaricio la silla donde muchas veces ya lo había visto y regreso a la sala.
Momo seguía hecho ovillo en el sillón.
Se sentó a su lado y miró el techo.
Suspiró resignada, lo mejor seria irse, pero como no podía simplemente desaparecer decidió dejarle una nota para agradecerle que no la hubiera dejado tirada en la calle. Buscó con la mirada algún papel o alguna servilleta y casi inmediatamente se topo con una especie de recadero a lado del teléfono.
Lo tomó con sutileza, casi con adoración, dispuesta a escribir tomo la pluma dorada que había a lado, pero se detuvo al ver que había algo escrito.
Lo leyó y sonrió al saber que era para ella.
Siento no encontrarme ahí cuando despierte, le ofrezco mis disculpas por haber atropellado a su gato. No le puedo pedir que me espere así que le ruego tome el dinero que le dejo para saldar cualquier tipo de gasto. Hágame el favor de ir al hospital para hacerse un chequeo ya que se desmayo, puede estar enferma de algo.
Touya Kinomoto.
-"Touya..."-repitió para si, escuchar el nombre de su amado en voz alta la hizo sonreír de nuevo. –"Touya Kinomoto... es el nombre perfecto de un príncipe..."-tomó la nota escrita con perfecta caligrafía y la estrecho contra su pecho.
La dobló cuidadosamente y la metió en la bolsa trasera de sus jeans. Tomó sus sandalias que antes había dejado junto a la chimenea y escribió una breve nota para su salvador.
Mil gracias por habernos ayudado a mi a Momo, no se preocupe por el dinero... no lo necesito, pero gracias, le aseguro que no es nada. Espero que no hayamos sido un problema para usted.
Tomoyo D.
Negó su pensamiento de confesarle su amor de esa manera, así que tachó el corazón que había dibujado casi inconscientemente.
La tarde ya casi se esfumaba, por lo que seria mejor irse.
Colocó cuidadosamente ambas manos bajo la barriga de su gato y lo levanto lentamente para no lastimarlo. Una vez acomodado Momo emprendió su salida.
Se calzó velozmente y tomo el pomo de la puerta.
Justo cuando se disponía a girarlo escuchó una voz y como una llave hacia girar el mismo pomo que ella agarraba.
La puerta se abrió con lentitud y una figura imponente se mostró ante los ojos de la chica.
¡Él estaba ahí!
No supo si correr o gritar seria lo mas apropiado, por lo que se quedo quieta viendo al amor de su vida quien en un principio se había sorprendido al ver a alguien en su casa, pero inmediatamente la reconoció por el brillo amatista de esos ojos que mas bien parecían un par de joyas.
-"Buenas noches..."-saludo él, haciendo que el tono grave de su voz se grabara en lo profundo del alma de la chica.
-"Buenas noches..."-le respondió con una reverencia, quedando petrificado al verlo tan cerca de ella, al sentir su aroma golpear sus sentidos, al saber que su Príncipe azul no era producto de sus sueños, sino que era real y que estaba ahí. Con ella... que por primera vez no lo veía en papel ni a través de su ventana.
Continuara...
Muajajajajaja... todos querrán matar a Lían porque no ha actualizado y ya se metió otra historia a la bolsa...
Weno, pero sabrán que esto es especial porque esta dedicado a Watery y a la linda y loka Mel. Gracias por estar siempre ahí chica, te deseo lo mejor en tu historia, y no te preocupes por nada que te aseguro tendrá mucho éxito. ;)... ojalá te haya gustado, en realidad no se si te gusta el T&T, pero weno...
Como ya antes había dicho esta historia surgió de la inspiración que me dejo leer Acuarela de Isis Temptation que es una excelente historia, si andan por aki léanla se las recomiendo.
Nada mas me queda esperar que les haya gustado. Es algo que a todo el mundo le ha pasado, enamorarse de un desconocido... de un vecino o de alguien que una cree conocer, pero que en realidad no sabemos nada de él. Es curioso, pero la realidad sobrepasa la ficción.
Ahora si¿qué les pareció?... espero les haya gustado ya que es el primer fic que no es S&S así que tengo algo de duda.
Para que no crean que esto hará que mis actualizaciones se vuelvan ya de por si mas esporádicas, les confieso que "a través de mi ventana", solo tendrá TRES capítulos. Ósea dos mas. No pienso extenderme mas porque esta planeada para ser sencilla, ojalá les guste.
De antemano agradezco sus calidos reviews y pues si ya leyeron mis extensas notas, píquenle allá abajo, donde dice GO y mandenle tomatazos a esta loka autora.
4ever&4always.
Lían.
BeShOs Y AbRaZoS dE ChOcOlAtE PaRa tOdOs...
