El juicio

- ¡Orden, orden! - El que hablaba era el Ministro de Magia, Kingsley Shacklebolt. - Estamos reunidos hoy, para llevar a cabo el juicio contra los integrantes de la familia Malfoy. Lucius Abraxas Malfoy, Narcissa Black Malfoy y Draco Lucius Malfoy. Que entren los acusados.

Inmediatamente se comenzaron a escuchar murmullos por toda la sala, cuando a la misma entraron los integrantes de la que hasta el momento había sido la familia más influyente de Gran Bretaña, custodiada por más de diez aurores.

Hermione, que se encontraba sentada en la primera fila entre Ron y Harry, miraba a Draco. Pudo notar que estaba más flaco y pálido, pero que a pesar de todo su porte aristocrático seguía intacto. Buscó la mirada del chico, y para su sorpresa descubrió que él la miraba. Sostuvo su mirada un momento y luego la desvió.

Ella no podía explicar qué sintió en aquel momento, notó que la mirada del chico había cambiado. Ya no se veía en ella arrogancia u odio, ahora había dolor y arrepentimiento en esa mirada. Fue entonces cuando supo que tenía que hacer algo por él. No podía permitir que alguien tan joven pasara el resto de su vida en Azkaban o peor aun, que fuese besado por los dementores. Ella sabía que Draco estaba arrepentido, y que todo lo que hizo en el pasado, si bien no estaba justificado, tenía un motivo importante.

- Harry – dijo la chica – Harry, necesito hablar contigo.

- Hermione ¿Qué pasa? Está por comenzar el juicio.

- Harry, tenemos que declarar a favor de Draco. No podemos dejar que vaya a Azkaban.

- ¿De qué hablas? ¿Te has vuelto loca?

- No Harry, no. Por favor declara a su favor. Di lo de la Torre de Astronomía, di lo de Malfoy Manor. ¡Por favor Harry! - y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro.

Él odiaba cuando hacía eso, pues sabía que no podría decirle que no. Si había algo que odiaba más que al mismísimo Voldemort, era ver llorar a Hermione, su mejor amiga, su hermana.

- Está bien – dijo – pero no se lo digas a Ron, no lo entendería. Luego tendremos tiempo de explicarle los motivos.

- De acuerdo – dijo ella y volteó su vista hacia el frente con una sonrisa en sus labios. Harry miró a su amiga y comprendió todo. Pero no supo en qué momento pudo haber pasado, pues no se habían visto desde la Batalla Final. La idea no le agradaba ni pizca, pero si era como él suponía, la apoyaría costara lo que costara, incluso si le costara su amistad con Ron.

Pues Hermione estaba por encima de todos. Si bien Ron era su mejor amigo, Ginny su novia y la familia Weasley como su familia, Hermione era su hermana porque ellos así lo habían querido.

La voz del Ministro sacó a Harry de sus pensamientos.

- Lucius Abraxas Malfoy, se le acusa de ser un mortífago declarado. De haber asesinado muggles, mestizos y magos hijos de muggles. Se lo acusa también de haber puesto su casa a servicio de Voldemort y haber albergado en ella a sus seguidores. Sin embargo para amenizar su pena, tendremos en cuenta que su participación en la Batalla Final, fue nula. Si hay alguien que quiera abogar por el Sr. Malfoy, que hable ahora – un silencio sepulcral se hizo en la sala – En vista de lo sucedido, este Wizengamot, lo condena a usted a quedar recluído en Azkaban por un plazo de cinco años y otros cinco años con arresto domiciliario y sin posibilidad de utilizar la magia.

Algunos al escuchar la sentencia prorrumpieron en aplausos, otros como Ron comenzaron a quejarse.

- ¿Diez años? ¿Nada más? Al maldito lo tendrían que besar los dementores directamente.

- Ya Ron. No es una mala condena – dijo su novia

- ¿Estás defendiendo a un Malfoy?

Ella no dijo nada, pero pensó que si así se había puesto por un simple comentario, no se quería imaginar como se pondría cuando ella y Harry hablaran a favor de Draco. La voz del Ministro volvió a escucharse.

- Sra. Narcissa Amethyst Black Malfoy. Se le acusa de haber hospedado en su casa a Voldemort y sus seguidores. Si alguien desea hablar a favor de la Sra. Malfoy, que lo haga ahora.

- Yo – dijo alguien y todos comenzaron a buscar de dónde provenía aquella voz, al descubrir quién era el dueños, las exclamaciones de asombro no se hicieron esperar.

- Bien Sr. Potter – dijo Shacklebolt

- Sr. Ministro, la Sra. Malfoy no es una mortía, no participó de la Batalla Final y lo que es más importante me salvó la vida, poniendo en juego su propia vida y la de su familia – dijo Harry.

- ¿Te volviste loco? - preguntó un enfadado Ron.

- Muy bien, muchas gracias Sr. Potter. Considerando todos los hechos relatados, Sra. Malfoy queda usted absuelta.

En ese momento, Hermione miró a Draco y pudo ver como él miraba a su madre, y el amor que le profesaba a través de su mirada. El rubio volteó a mirar hacia donde se encontraban ellos y asintió con la cabeza a Harry en señal de agradecimiento.

Ron, estaba más colorado que de costumbre, no podía entender la actitud de Harry. ¿Cómo podía defender a un Malfoy? Lo que Ron no sabía que Narcissa no sería la única Malfoy que su amigo defendería ese día.

Hermione se tensó al escuchar nuevamente a Shacklebolt hablar, "es hora pensó", tenía en claro que lo que haría a continuación, podría costarle su relación con Ron, pero no le importó. Ella ya no era la misma de antes, la guerra la había cambiado. Ahora seguiría sus intuiciones, tomaría sus decisiones sin dejar que otros interfirieran o trataran de influirla. Durante siete largos años, acompañó a sus amigos, trató siempre de no hacer nada que a ellos pudiera molestarlos o herirlos. Incluso llegó a relegar su propia felicidad. Pero ahora era tiempo de hacer lo que sentía, lo que creía correcto. Y no sabía por qué, pero ella sabía, ella sentía en lo más profundo de su ser, que debía hacer hasta lo imposible por salvar a Draco. ¿Draco? En qué momento dejó de ser Malfoy para convertirse en Draco.

Pensó en Harry, su hermano, él no era como Ron. Él la apoyaría siempre en todas las decisiones que tomara. Lo haría sin juzgarla.

- Sr. Draco Lucius Malfoy. Se le acusa de ser mortífago y de intentar asesinar al ya fallecido director de Hogwarts, Albus Dumbledore.

- ¡No es justo! - dijo Hermione en voz baja – eso ya está aclarado.

- Tranquila – le contestó Harry – lo ayudaremos

- Gracias Harry, te debo una

- ¿Una nada más? Esta equivale a mucho más que una – ella sonrió y tomó su mano.

- ¿Alguien quiere alegar a favor del Sr. Draco Malfoy?

Una mano tímida y temblorosa se levantó en el aire – Yo Sr. Ministro

- ¿Srta. Granger?

- Sí señor. Quiero alegar a favor de Draco Malfoy.

- Muy bien, comience.

Antes de comenzar, Hermione desvió su mirada hacia Draco y pudo ver que estaba sorprendido, muy sorprendido.

- Señoras y señores, Draco Malfoy es un mortífago, de eso no cabe duda. Pero tampoco cabe duda que se inició en las filas de Voldemort siendo aún menor de edad. Por lo tanto la imputabilidad no correría en ese cargo. Además debe tenerse en cuenta, los métodos coactivos que se podrían haber utilizado para que él aceptara unirse. Respecto al intento de homicidio del profesor Dumbledore, cabe aclarar que Draco también era menor de edad y que no llevó a cabo esa tarea. Por eso hay que tener en cuenta cada detalle y acontecimiento que se sucedieron ese día en la Torre de Astronomía. Pero yo no soy la persona indicada para contar todo eso. Sin embargo, sí soy la persona indicada para contar lo sucedido en Malfoy Manor. El día que los carroñeros nos llevaron a Harry, a Ron y a mí a la mansión de los Malfoy. Bellatrix Lestrange, le pidió a Draco que nos reconociera. Pero él no lo hizo, argumentó que no se daba cuenta si realmente éramos nosotros. Si él realmente hubiese sido fiel a Voldemort y sus ideales, nos hubiera entregado en ese mismo momento. Luego de eso, el día que Bellatrix me torturó, Draco intentó impedirlo. Lo que le valió una buena dosis de Cruciatus compartidos conmigo – en ese momento miró a Harry y Ron, quienes la miraban atónitos – luego vino la batalla en el colegio dónde nos volvimos a cruzar, esta vez fue en la Sala de los Menesteres. Donde Crabe me lanzó un Avada Kedavra, que no me dio de lleno porque Draco empujó a su amigo haciendo que se desviara la maldición. Una vez que salimos de aquella sala, sin darme cuenta yo me separé de mis amigos. Fue en ese momento cuando Bellatrix quiso atacarme y una vez más él me salvó. Cubrió mi cuerpo con el suyo, recibiendo así un Cruciatus que iba dirigido a mí – a esa altura, las lágrimas ya resbalaban por el rostro de la castaña sin que esta pudiera hacer nada por evitarlo – Esto es todo lo que tengo para contar. Pero quisiera pedirles a todos los presentes que tengan en cuenta bajo la presión que se encontraba Draco Malfoy. ¿Qué hubiesen hecho ustedes si Voldemort les hubiera dado las mismas órdenes que a él? ¿Acaso no hubiesen actuado igual, sabiendo que de no hacerlo morirían junto a su familia? Por favor, tengan en cuenta todos los detalles. Gracias

- Considerando las palabras de la Srta. Granger... - pero el Ministro no pudo terminar porque alguien lo interrumpió – Sr. Ministro, disculpe la interrupción. Pero yo también quisiera alegar a favor del Sr. Malfoy.

- Muy bien Sr. Potter. Tiene la palabra.

- En sexto año, el profesor Dumbledore y yo salimos en una misión. Cuando volvimos vimos la marca tenebrosa sobre Hogwarts, lo que nos preocupó mucho, así que emprendimos el camino de regreso al colegio en seguida. Sin embargo tardamos bastante en llegar, ya que el profesor Dumbledore se encontraba muy débil de salud. Cuando llegamos a la Torre de Astronomía, el profesor me hizo cubrir con una capa de invisibilidad que traía consigo (no pensaba decirle a todo el Wizengamot que las Reliquias de la Muerte existían y que él era poseedor de una) y me dijo que me ocultara en un rincón. Y que pasara lo que pasara no saliera de ese lugar. Como presintiendo que yo lo desobedecería, Dumbledore me petrificó y silenció. Fue justo luego de que él hiciera eso que entró Malfoy. El director ni siquiera levantó su varita cuando Malfoy lo desarmó. Dumbledore lo único que hizo fue decirle que él no era un asesino, que no estaba obligado a matarlo. Y Malfoy le contestó, que aunque no quisiera, sí estaba obligado a hacerlo, porque si no lo hacía sus padres morirían y luego él también lo haría. Por todo eso, es que yo creo que Malfoy tiene que ser absuelto – sin más que decir, Harry se fue a sentar junto a Hermione.

- Ustedes dos están locos, completamente locos. Si piensan que les voy a perdonar esto, se equivocan y mucho – dijo Ron casi a los gritos.

- ¡Orden por favor! - dijo el Ministro – teniendo en cuenta todo lo que contaron la Srta. Granger y el Sr. Potter, este Wizengamot ha tomado la decisión de absolver al Sr. Draco Malfoy.

Y así concluyó el juicio de la familia Malfoy. Todos los presentes comenzaron a encaminarse hacia la salida. Todos menos Hermione, quien se quedo a lo último. No sabía por qué, pero tenía una imperiosa necesidad de hablar con Narcissa.

Viendo que su novia no se movía, Ron la tomó fuertemente de un brazo.

- ¡Ay Ron! Me lastimas – dijo ella haciendo una mueca de dolor.

- Vámonos ya – contestó él

- Espérame fuera, quiero hacer algo antes de marcharnos.

- ¡Vete al infierno! - y dicho esto el pelirrojo se encaminó hacia la salida, dónde ya lo estaba esperando Harry. Hermione supo que a partir de ese momento, las cosas cambiarían y mucho.

En un rincón de la sala, Narcissa y Draco se despedían de Lucius.
- Querido, prometo que iré a verte cada día.

- De ninguna manera Cissy. Mientras haya dementores en Azkaban no te quiero ahí

- Pero...

- Padre tiene razón, no puedes ir a un lugar lleno de dementores.

- Tú tampoco irás. Te quedarás con haciéndole compañía a tu madre hasta septiembre y luego regresas a Hogwarts para terminar tus estudios.

- ¿Para qué padre? Yo sé más que cualquiera ahí dentro.

- Tú sabes más magia negra que cualquiera ahí dentro, pero dime ¿Acaso sabes conjurar un Patronus?

Draco se quedó en silencio, nunca había conjurado un Patronus. Nunca lo había necesitado.

- Me lo imaginaba – dijo Lucius con una arrogancia digna de un Malfoy.

- Está bien padre, volveré.

- Ah Draco...

- ¿Sí?

- Agradécele a la san... - Lucius pareció pensar mejor sus palabras al ver la cara de desaprobación que mostraban su mujer y su hijo – Srta. Granger y al Sr. Harry-cara-rajada-Potter.

Narcissa sonrió y luego besó tiernamente en los labios a su esposo. Esa sería la primera vez que se encontrarían separados. Los guardias se acercaron y escoltaron al patriarca de la familia Malfoy hacia la salida.

Madre e hijo también estaban dispuesto a salir, cuando alguien se acercó a ellos. Draco miró a la chica a los ojos, tenía miedo. Miedo por la respuesta que ellos pudieran darle, por el trato o mejor dicho el mal trato que esperaba recibir. Pero sin embargo como buena Gryffindor, estaba allí enfrentando sus miedos.

- ¿Sra. Malfoy? - dijo con voz temblorosa.

- ¡Oh! Srta. Granger es usted.

- Lamento molestarla Sra. Malfoy, pero quería que supiera que estoy muy feliz de que estén en libertad, aunque me siento apenada por no haber podido hacer nada por su esposo. Después de todo, les estaremos eternamente agradecidos por lo que hizo con Harry.

- Srta. Granger, usted no debe pedirnos perdón. Mi marido es un hombre fuerte y sabrá salir adelante. Además debe aceptar y hacerse cargo de sus errores.

- Gracias por su tiempo – dijo la castaña, quien sonrió tímidamente y luego se giró para marcharse. Lo que no supo es que detrás de ella, se encontraba Draco Malfoy. Unos brazos firmes y fuertes, la rodearon con fuerza. Por un momento no supo que hacer, pero al cabo de unos segundos, correspondió al abrazo. El chico la abrazaba con tanta fuerza, con tantas ganas, que ella no supo que decir.

Luego de unos momentos abrazados, Draco hundió su rostro en el cuello de Hermione. La chica notó como su camisa comenzaba a sentirse húmeda, fue entonces cuando supo que él estaba llorando, que Draco Malfoy también sentía.

- Perdóname por favor – dijo él aún sollozando

- Shhh, ya pasó. Yo te perdoné hace tiempo

- ¡Gracias!

- Si realmente quieres agradecerme, ayúdame a cambiar las cosas. Porque Voldemort murió, pero todavía no todo terminó.

- Lo que sea, en lo que necesites estoy para ti.

- Gracias Draco – dijo ella y volvió a abrazarlo.

En ese momento la puerta de la sala se abrió, y por ella entraron Harry y Ron.

- ¿Qué demonios piensas que haces? - dijo el colorado furioso, mientras se acercaba a pasos agigantados a la chica.

- Tranquilo Weasel.

- Tú no te metas inmundicia.

- ¡BASTA RON! No le hables así – Hermione miraba a su novio con ira.

- Ahora defiendes a esta mierda. Acaso quieres acostarte con él para poder limpiar la suciedad de tu sangre.

Hermione comenzó a llorar, y en el mismo momento en que la primera lágrima caía por su rostro, dos puños se estrellaron contra la cara del pelirrojo.

- Con gusto iré a Azkaban, si ese es el precio por hacerte tragar tus palabras ¡Estúpida comadreja! - el rubio escupía fuego por la boca.

- Hoy mismo Kreacher irá a buscar nuestras cosas. Hasta acá soporté tus niñerías. Pero esto no lo toleraré, ella es como mi hermana. Y no permitiré que la trates de esa forma. Hasta acá llegó nuestra amistad Ronald Weasley.

- Váyanse al infierno – dijo el colorado – no me interesa ser amigo de un maldito pollerudo, ni el novio de una traidora que defiende lacras.

Hermione no articulaba palabra, sólo podía llorar. Su llanto era cada vez más fuerte. De repente se dio cuenta que estaba envuelta en brazos de Narcissa, quien la abrazaba maternalmente.

- Shhh. No llores. Todo pasará

- Pero Sra. Malfoy, ¿cómo es posible que haga esto? Después de todo lo que pasamos juntos, después de lo que la guerra nos hizo vivir. Él tendría que haber aprendido a perdonar.

- No todos tienen el gran corazón que tienen tú y Potter.

- ¿Hermione? - Harry se acercó a su amiga apoyando su mano en el hombro de la chica – iremos a un hotel hasta que Grimmauld Place esté en condiciones de ser habitada.

- Está bien Harry, no hay problema. Haremos lo que tú digas.

- ¡No! No pueden ir a un hotel. Vengan a Malfoy Manor – la voz de Draco tenía un dejo de autoritarismo que se notaba no había perdido.

- Gracias Draco, pero no podemos aceptar. Ustedes necesitan estar solos y tener sus tiempos – Hermione dijo esto sin mucho convencimiento.

- Nada de eso – dijo Narcissa – Malfoy Manor es lo suficientemente grande para que todos tengamos nuestros espacios y tiempos sin molestarnos. Sr. Potter, desearía conversar con usted.

- No hay problema Sra. Malfoy. Pero salgamos de aquí, hay demasiada gente intentando cotillear sobre nuestras conversaciones.

- Muy bien, iremos a nuestra casa – y dicho esto los cuatro se dirigieron hacia la chimenea más cercana. Una vez dentro todos sacaron polvos flu de sus bolsillos y al unísono dijeron – Malfoy Manor.

Hermione sentía como su garganta se cerraba, pero estaba segura que no sólo se debía al viaje por chimenea. Un pánico inigualable la invadió al pensar que tenía que volver al lugar donde una vez fue torturada por Bellatrix Lestrange. Al lugar dónde esa bruja desquiciada había grabado en su piel las palabras "sangre sucia".

Draco se dio cuenta que algo andaba mal con la chica y se apresuró a rodearla por la cintura.

- Tranquila. Todo estará bien.

- Draco, yo no sé si pueda... - pero no pudo terminar la frase porque sintió como todo se tornaba negro y su cuerpo dejaba de responderle.