... Y los escombros se asoman por todos los senderos que están marchitos por el veneno que poco a poco se va perdiendo.
Por fin Naraku ha muerto pero ha dejado a su paso desolación y tierra estéril que quizás tarde siglos en volver a crecer algo.
Kouga abrazo a la Ookami escarlata con sumo desespero, finalmente era a ella a quien debía tomar como hembra y lo reconocía abiertamente. Ambos estaban notoriamente agotados pero satisfechos por el final.
La Taijiya con su armadura hecha jirones ayudaba a su ahora prometido a levantarse, pues ahora que el maligno no existe más y con la maldición erradicada de su mano ya por fin podían unirse como pareja definitivamente. La exterminador estaba más que feliz puesto tenía consigo al amor de su vida y a su única familia, su hermano menor con magulladuras y heridas pero nada que un descanso no curase.
El Hayou de Inuyoukai cargaba celosamente a la azabache en sus brazos, ella estaba muy mal, sumamente pálida pero aún así fuera de peligro. La tenía en sus brazos y se olvido del mundo, no, se olvido de todo lo que le rodeaba puesto que su mundo era esa miko de orbes caoba que lo miraba con ternura, aún con su rostro lleno de lodo y sangre ella se veía hermosa para el InuHanyou.
Kohaku se iba acercando a su hermana junto con el cachorro de Kitsune en sus brazos, pese a que Shippo era un niño y algo débil dio pelea y no se rindió, el joven le felicitaba porque abia arriesgado su vida al engañar por un momento a Naraku, si, Shippo era un pequeño valiente.
El Kappa estaba agotado, si no fuese porque está recostado en el lomo del Ryu bicéfalo pasaría por una simple roca más, puesto estaba sucio. Aunque ese detalle no le importaba en lo más mínimo a la niña de orbes miel que estando sentada en el lomo del dragón cuidaba ahora ella a su eterna niñera, Rin estaba feliz porque estaba bien y Jacken se jactaba de decir lo grandioso que era y que esa araña nunca iba a poder con el.
- ¡Ah!
Ese grito de dolor saco a todos de su trance de ensueño alarmandolos ante la escena que presenciaban. Ahí, en medio de todo ellos el imponente Daiyoukai albino tenía entre sus garras a la morena, pegada a su pecho de espaldas al mismo, su ropa desgarrada a nivel del hombro derecho y la sangre corriendo insinuantemente por su pecho derecho cubierto celosamente por la mano llena de garras. Ajeno a todo Sesshomaru hundía sus fauces en la piel de la miko arrancando un alarido de dolor y la preocupación de sus compañeros que no daban crédito a lo que veían.
Se la estaba devorando viva pensaban todos menos esos que sabían lo que esa mordida significaba. Ante el asombro de todos el InuDaiyoukai soltaba el hombro ensangrentado para atrapar los labios de la mujer en un beso cargado de hambre y pasión.
- La ha marcado... Ha reclamado a Kagome...
Kouga fue quien hablo aclarando las dudas de los humanos con esa frase, la ha marcado como suya, el Demonios más poderoso ha tomado como hembra de vida a una Sagrada, rara entre los suyos, desde su forma de vestir, su amor infinito por todos y los orbes zafiro tan raros ahora en más es la Señora eterna amada del indomable Youkai.
- Al final encontró la felicidad.
InuYasha rompió el silencio sintiendo un nudo en su pecho ante aquel acto, pero el peso entre sus brazos le hizo ver que estaba bien, si ese maldito asesino la ha marcado no corría peligro alguno... Vaya giros de la vida, ahora esa muchacha paso de ser un futuro distinto para el a ser su hermana en ley.
