Miyako Hyuuga 1912

Nota: Este es mi regalo de navidad para Linda4257

Bueno, pasando al fic, pues la verdad me divertí mucho haciéndolo, tenía tantas ideas con ellos que no sabía cómo usarlas, y pues a ver cómo me va ya que es mi primer fanfic de un GerIta, Sorry si no salió muy cursi, pero la verdad muchas veces se me dificulta esas partes y pues bueno, espero que te guste este fic que va dedicado a ti y lo hago con mucho cariño.

Sumary: ¿Huirías para saber lo que siente tú corazón por esa persona?

Disclaimer: Los personajes de Ludwig y Feliciano no son de mi propiedad si no de: Himaruya Hidekazu

Advertencias: Yaoi y tal vez un poco de OOC -tal vez, no se-

Nota: Esta modificada esta versión un poco xD

ESCAPE

Aunque le constara trabajo aceptar la verdad, él sentía eso en su corazón y eso le molestaba ya que: Amar, para él era una cosa rara, además, eso demostraba debilidad. Él no era así, él siempre supo que no era bueno en ese tipo de relaciones y para ser sincero nunca había tenido una relación con otra persona, bueno, tampoco era una persona con muchos amigos y si él los contara con los dedos le sobradan. Así era Ludwig.

Se encontraba sentado en su escritorio, no estaba trabajando y eso era raro en él ya que siempre estaba mirando papeles, documentos, archivos importantes, mientras recibía llamadas de sus superiores y llamas de auxilio de un cierto italiano, pero esta vez, ni una llamada de éste… ya que, todo había terminado.

Hacía tiempo que conocía acierto Italiano, su jefe se lo había presentado durante los tratados de paz entre ambos países en la segunda guerra, pero, ahora las cosas eran distintas, la guerra ya había puesto un final y los aliados habían ganado la gran batalla con la entrada triunfal del ejército ruso al escondite de su jefe, y desde ese gran acontecimiento no lo había visto, bueno, ese joven come pasta estaba pagando su condena al igual que él, además, sin contar que su país tenía un golpe de estado y eso le preocupaba un poco, ya que ese joven Italiano siempre dependía de él.

Llevaban más de dos meses así, tenía miedo de que el italiano no pudiera soportar esa condena, era raro en él ya que él nunca se preocupaba por alguien como lo estaba haciendo en esos momentos, sabe que Feliciano, era fuerte si él mismo se lo proponía, pero sabía que el miedo y la desesperación siempre lo iban a derrumbar en todas las situaciones. Al pensar en esas cosas se desesperó, así con mucha prisa empezó a acomodar las cosas que estaba a su alrededor, ya que quería dejar todo listo para ejercer su plan que se le había ocurrido en ese mismo momento.

En la media noche antes del cambio de guardia, lo tenía todo planeado, se sabía su casa como la palma de su mano y sabía por dónde salir, él solo tenía que esperar a que los guardias británicos se fueran de su casa, para que los guardias norteamericanos entraran a la custodia de su casa, también, sabía que tenía solo cinco minutos para salir antes de que los norteamericanos entraran a sus posiciones. Espero unos minutos para que los ingleses salieran de su jardín y al verlos salir corrió con mucha rapidez y agilidad, hasta esconderse tras unos arbustos que estaban cerca, miro hacia atrás y vio que los guardias americanas habían llegado y se estaban poniendo en guardia como lo habían hecho el ejército anterior.

Camino por las calles oscuras de la cuidad de Berlín, lo bueno de todo es que tenía dinero, había pensado bien en llevar algo de éste en su monedero, pero ahora el problema era que el último tren salía a las once la noche y ya eran de la media de la noche, así que con un poco de fastidio decidió caminar por esas calles y así siguió hasta que lo alcanzo los royos del sol, al saber que ya era día y después de no haber dormido en toda la noche, decidió ir a la estación de trenes de Berlín donde compro un boleto hacia la cuidad de Müncher, donde después del medio día marcho hacia aquella cuidad, para luego tomar rumbo hacia el país Austriaco, sabía que después de que llegara a ese país tomaría el primer tren hacia la cuidad de Trento en Italia y por fin ir hacia Venecia a donde se encontraba Feliciano.

Después de tres días intensos, ya se encontraba en Venecia al fin, después de haber bajado del su último tren fue hacia la pequeña casa de los italianos, donde se escondió afuera de ésta para no ser descubierto, ya que desde hace tres días se había escapado y sabía que todo mundo lo estaría buscando, por ahora, estaba tranquilo de que nadie lo había descubierto en las fronteras ni en las estaciones de trenes, pero igual tenía que tener cuidado en todo, así que afuera de la casa de Feliciano espero, hasta que vio que la puerta trasera de la casa se encontraba abierta y decidió arriesgarse e ir para sí entrar a la casa y cuando lo logro, con mucho cuidado subió las escaleras y con el mismo cuidado abrió la puerta de cierto italiano y es cuando lo vio, en ese lugar llorando y en un rincón con las ganas de salir huyendo de ese lugar, pero en su mentecilla sabía que no podía o más bien no sabía cómo huir de ese lugar.

Se sorprendió cuando sintió la mano grande y pesada de cierto alemán en su cabeza y es cuando ese joven amante de la pasa lo vio, no podía creer lo que estaba viendo, no quería pensar que era una simple ilusión, y si lo era no quería salir de esa pequeño sueño, amaba mucho al alemán, más de lo que éste imaginada, pero sabía que Ludwig, tal vez no sentía lo mismo que él, hasta que decidió hablar aunque tenía miedo de hacerlo, le hablo:

— Doisu~ Doisu~ ¿Eres tú? — lo tomo de la cara con mucha alegría, hasta que vio que este cerro los ojos y con una voz seria le hablo.

— Feliciano, habla más bajo, nos pueden escuchar y si nos escuchan arruinas todo lo que hice… y sí, soy yo — le contesto con su típico tono de voz, pero esta vez sonaba más calmada — sé que haré algo que después me voy arrepentir, pero igual vale la pena hacerlo — vio como el Italiano lo miraba con mucha confusión — vamos, toma tus cosas y nos vamos de este lugar — se paró y fue hacia la puerta — tienes menos de 4 minutos y no puedes llevar nada de comida, hay veremos que comeremos.

— P-Pero Doisu~ ¿qué hay de Lavino?— lo observo preocupada por su hermano mayor. — No, no podemos dejarle solo.

— Por ahora solo quiero... irme contigo, después, regresaremos por Lavino— pensó en lo que dijo— y no piensas mal las cosas te lo advierto y vamos apúrate.

— Ehhhhhhhhh, Se, cinque minuti vee~ — saco todo lo que pudo entre ello dinero, por recomendación de Ludwig— Doisu~ sono pronto~

Cuando dijo eso el italiano, entendió que éste ya estaba listo para marchase junto con él, así que lo tomo de la mano y con rapidez salieron de la habitación sin explicación alguna, bajaron las escaleras y fueron hacia el sótano de la casa, bajaron las escaleras y con una agilidad impresionante por parte de Ludwig salieron de la casa por la puerta del sótano en la parte trasera de la casa, ya estando en el jardín. salieron hacia la puerta trasera de ésta que daba hacia la calle, cuando por fin estuvieron los dos en la calle corrieron hasta el primer parque que era el más famoso de Italia: Parque Nacional Stelvio, donde el Alemán lo soltó de la mano para poder descansar un poco pero el Italiano no lo soltó y solo le murmuro un lindo "Ti amo", Ludwig se sorprendió al escucharlo, su corazón salto al escucharlo decir esas palabras que sabía que significaban y desde que las escucho de la boca del italiano supo que toda esa preocupación, ese nerviosismo y ese sentimiento que tanto se negaba a creer era algo llamado : Liebe

— hum... I ... Auch ... Ich liebe dich [Yo también te amo]— logro decir, para después empezar a escuchar a Feliciano que le tradujera esa parte porque no había entendido nada, él por su parte solo sonrió y se quedó callado.

Sabía que después los aliados los encontrarían, pero al menos ellos estarían juntos unos segundos más y aunque, después de su condena se volverían a ver, su corazón estaba contento y en paz al saber que sentía era algo tan simple como el Amor.