Clasificación: Digamos que la clasificación en general de esta serie de relatos es más bien entre K y K+

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen a mí sino que son propiedad de las cuatro grandes mangakas de Clamp

Notas del autor: Bueno, para empezar quería decir, que al menos este capítulo está narrado por Yue, lo cual me ha costado un tanto... Y bueno, antes que nada añadiré también que esta historia por ahora sólo tendrá tres capítulos que guardarán cierta relación entre ellos... Espero que no me haya quedado demasiado largo :P, sin más espero que les agrade.


Dreamless-Sin sueños

Oscuridad. Todo estaba sumido en la más absoluta oscuridad, oscuridad de mis pensamientos. Negro. Aquel era el color que mejor me definía, que mejor calificaba la oquedad de mis sueños, de mi mera existencia... Tan sólo una diversidad de fondos negros se postraba ante mí en aquel lóbrego e infinito espacio no había NADA; nada más que yo y el vacío, condenado a caer y caer sin protección ni barandilla alguna. ¿Quién soy yo? Si no soy más que un mero reflejo, ¿Quién soy yo? Resonaba a golpe de mil punzadas en algún desértico lugar de mí. Estoy cayendo, siendo devorado por la negrura que habita en mi mente/corazón, esa que en cuanto atisba el más mínimo haz de esperanza lo despedaza y destruye sin misericordia alguna, no más misericordia en la tierra donde nadie come ni bebe... ¿Quién soy yo? Pienso y me repito bajo esta insustancial existencia, ¿Quién soy yo si no soy más que un mero parásito? Siendo así que mi subsistencia pende de un frágil y fino hilo, ¿Por qué? ¿Por qué mi supervivencia condena otra?

Me estoy derrumbando, derrumbando junto con la estructura que fundamenta mi verdadero ser... ¿Qué es está sensación? ¿Vacío? Me siento... ¿Vacío? Desapareciendo, estoy desapareciendo lentamente... ¿Si algún día yo dejará este mundo...? ¿...Alguien me añoraría? ¿Tiene sentido mi existencia? No quiero, no quiero... ¡No quiero desaparecer!

― ¡Yue! ¡Yue! ¡Despierta! ― Noto el áspero tacto de unas garras al posarse sobre mí. ― ¡Hey! ¡Yue! ¿No me oyes?

― ¿Umm? ― Emito un sonido gutural mientras trato de luchar contras las hordas del sueño que oprimen mis párpados con rudeza.

― ¡Yue! ¡No te vuelvas a dormir! ― Esta vez me zarandea. Airado, aparto sus zarpas y gruño impulsado por un acto-reflejo. ― ¡Oye! ¡A mí no me gruñas! ¿Qué clase de modales te ha enseñado el amo Clow?

― Déjame dormir un poco más... ― Suplico con tan sólo un hilo de voz mientras trato de retomar la quietud de mis sueños.

― ¡Yue! ¡Resiste! ¡No te duermas! ― Escucho cual vago y distante susurro. ― ¡Si no te despiertas voy a tener que hacer algo que no te va a gustar!

― Como sea... ― bostezo, ¡Luz! Que molesta es la luz. Pienso mientras me llevo lo que parece ser un cojín a la cara, así mucho mejor... Por alguna razón mis oídos hacían ademán de repetir mi nombre cual ronroneo de un gato, no obstante, aquella no era la voz de mis pensamientos, entonces... ¿Quién me estaba llamando?

― ¡Yue! ¡Por favor! ― Al abrir mis ojos, no sin una profunda pesadez, lo primero que capto no es más que la alada imagen que representa a mi compañero, Keroberos, sus ojos son el mismísimo reflejo de la preocupación. Así que, haciendo acopio de todas mis fuerzas me restriego los ojos... ¿Por qué? ¿Por qué estoy tan cansado? ¿Por qué siento mi cuerpo más pesado de lo habitual? ¿Habré engordado? Imposible... Eso es totalmente imposible. Y sobre todo... No recuerdo que el levantarme hubiese requerido un esfuerzo tan arduo y doloroso, o por lo menos hasta ahora, de hecho acostumbraba a ser yo el que a menudo cargaba con la responsabilidad de despertar a Keroberos, entonces... ¿Qué le está sucediendo a mi cuerpo?

― ¿Keroberos? ― Observo algo desorientado mi entorno, ¿Me quedé dormido en el sofá? No lo recuerdo. ― ¿Qué pasa? ― pregunto al volver a contemplar el serio y preocupado semblante de Keroberos, por último mi mirada se centra en una manta que habría sido colocada sobre mí la noche de ayer, ese aroma sin duda alguna es de...

― ¡Gracias a Dios que te has despertado! ― Exclama él, tan escandaloso como de costumbre.

― ¿Umm?

― ¡Me has asustado! Tu rostro estaba completamente pálido, sudabas y no hacías más que susurrar palabras inconexas. ― Asegura él con aires de reproche. ― ¿Sabes cuánto tiempo llevo intentando despertarte? ― De mis labios no sale más que un gruñido, ¿Para eso es que me ha levantado? Aunque... En cierto modo no es algo habitual en mí, yo no sudo o hablo en sueños y mucho menos acostumbro a tenerlos; normalmente no sueño nada y si lo hago no lo recuerdo, nada más que imágenes vagas e intermitentes que vienen y van...

Escucho a Keroberos decir algo más, ― como para no oírlo ― no obstante mi mente desconecta para acudir a un único pensamiento y ese es... Así y sin más me levanto dispuesto a abandonar la habitación cuando mi compañero dice:

―¡Oye! ¿A dónde crees que vas? ¡Te estoy hablando! ― Me reprocha. ― Además, no te levantes así, ya te he dicho que no tienes buen aspecto.

― Clow...

― ¿Qué has dicho?

¿Dónde está Clow? ¿Por qué no está aquí con nosotros? Siempre que me despierto la primera persona que me recibe es Clow, mi amo... ¿Le habrá pasado algo? No, no creo, de haber sido de esa forma lo sabría, ¿Verdad?... Cálmate. Me digo a mí mismo, soy capaz de saber en todo momento si el amo Clow me necesita incluso aun si ello interrumpe mis sueños, ya debería de saberlo, aun así...

― ¡Hey! ¿A dónde estás yendo? ― Escucho sus pasos tras de mí, ¡Pero que molesto! ― No vayas a los aposentos de Clow-san, está durmiendo. ― Me pregunto por qué es que estoy tan nervioso, temeroso. Pienso mientras noto como mis manos titubean levemente, ¿Qué es este sentimiento que me causa tanto malestar? Estoy... ¿Preocupado? ¿Por qué? La preocupación, si mal no me equivoco es un estado psicológico el cual causa cierta incapacidad a la hora de controlar las emociones. ¿Estoy realmente preocupado?¿Emociones? Ni siquiera yo lo entiendo, se que son un cúmulo de sensaciones que provocan efectos positivos o negativos, pero no estoy muy seguro de ello; las emociones hacen que las personas pierdan el control de sus actos. No obstante, Clow-san dice que son necesarias, que son las que caracterizan a los seres vivos y que una persona que carezca de emociones no tiene alma, será pues que... ¿Yo no tengo alma? De todas formas, si la albergo o no la albergo es un asunto trivial, o por lo menos para mí carece de relevancia.

― ¡Yue espera! Clow podría... ― Deja la frase en el aire pues yo abro sin disimulo alguno la puerta, y efectivamente, allí yacía Clow hecho un ovillo en la cama. ― ¿Lo ves? Te lo dije... ― Susurra Keroberos mientras me hace señas para que salgamos del cuarto, y lo habría hecho, lo habría hecho de no ser porque de pronto a mis oídos llega la descompasada respiración del amo Clow junto con varios tantos de jadeos. ¡Clow! A pesar de que siento la urgencia de correr hasta su cama me contengo caminando a una lentitud casi desesperante, mientras a mis espaldas escuchaba la irritante voz del guardián del Sol apurándome para que abandonase aquella habitación. Sin más me mantengo aquí, estático frente a su cama y estudiando con la mirada al señor Clow; su rostro... Su rostro está completamente incendiado tal si de un momento a otro esas manchas rojas que lo invaden fuesen a saltar de sus mejillas. ¿Por qué su cara está tan roja...? A pesar de ello me resulta tan hermoso... No se podía decir que reposase en perfecta quietud, pero aun sonrojado y sudando a borbotones albergaba un encanto especial, el rostro de mi maestro... Completamente preso de algún extraño hechizo, poso mi mano sobre la frente de Clow sin dejar de mirarle un instante, y no es que no quisiera sino que no podía, alguna fuerza superior a mí me lo impedía, me impedía dejar de contemplar una y otra vez sus delicadas facciones.

― Está... ― Y sin previo aviso mi mano se desliza accidentalmente desde su frente hasta la mejilla. Su piel... Su piel es tan suave y tersa que... Realmente me gustaría acariciarla, sentir el contraste de su cálida tez bajo el contacto de mis gélidas manos, aquella sensación era tan inconcebible y a su vez tan embriagadora... ¿Estaría bien si tan sólo deslizara mi mano sobre la pálida piel de mi maestro tan sólo un instante más? No, no lo estaría. Me contesto casi al instante; a mí no me agradaría en lo más mínimo ser tocado sin razón aparente, entonces... ¿Por qué tendría que agradarle a Clow-san? Aunque muy en el fondo, una parte de mí que hasta ahora desconocía rogaba por más, por más de que aquella fascinante sensación, mientras que la otra, más prudente y obediente, por alguna razón se avergonzaba y luchaba desesperadamente por retomar el control de la situación. ¿Tan insólito e inmoral resulta ser el mero hecho de querer acariciar el rostro de mi amo? ― Ardiendo... ― Finalmente mis manos terminan por posarse, de alguna forma, sobre los labios del susodicho, terreno peligroso... Los labios del señor Clow; no estaba seguro de poder definirlos con algún calificativo en concreto pero en el caso de que pudiese supongo que sería algo así como apetecibles; o aquel otro adjetivo que mencionó Clow en cierta ocasión, ¿Cómo es que era? ¡Ah! Sí, sugerentes, aunque realmente no sabía exactamente lo que representaba aquella palabra, aun así creía tener una idea muy aproximada.

El caso es que desde hace varios días había desarrollado cierto interés por esa parte desconocida de la anatomía de mi señor, hasta el punto de que lo que empezó siendo una simple e inocente curiosidad acabó tornándose una extraña obsesión. He de confesar que últimamente me siento muy extraño, en ocasiones experimento una peculiar calidez en ciertas partes de mi cuerpo, como mi pecho o mis orejas... Y la cosa no acaba ahí, pues hay muchos días en los que soy incapaz de escuchar ni una sola palabra que Clow me dedique, únicamente observo como sus labios se abren y se cierran tratando de hilar una frase coherente. ¿Es eso normal? No obstante no es que yo sea normal, siquiera soy humano aun así... ¿Qué me pasa? ¿Acaso estoy defectuoso? ¿Debería de hablar sobre ello con Clow? No obstante mi parte más sensata me disuade de todo empeño.

Ladeo la cabeza de un lado a otro y trato de centrarme en la situación que se presta ante mí en este preciso instante, vuelvo la cabeza para observar a Keroberos y de repente aparto la mano del rostro de Clow y me urge la necesidad de dar una explicación a cerca de mi atrevimiento, cual malhechor confesando sus fechorías, no obstante me abstengo... No he hecho nada malo, aún...

― ¿Qué le sucede al amo Clow? ― Da unos tantos pasos hasta situarse junto a mí. Permanezco en silencio contemplando la situación.

― Fiebre. ― Digo de forma innata. ¿Fiebre? ― Tiene fiebre. ― Añado con firmeza.

― ¿Qué? ¿Clow-san está enfermo? ― Revolotea alrededor de mi cuando menos inquieto. ― ¿Y qué hacemos? ― Añade desesperado mientras sigue en su empeño de rodearme...

―¡Para! ― Exclamo totalmente irritado.

― Yue... ¿Acabas de... Gritar? ― Pregunta Keroberos perplejo y ahora que lo dice... Es cierto, ¿Acabo de gritar? Pero eso implica un levantamiento de voz, lo cual sentencia que yo... ¿He perdido los papeles? ¿Es eso posible? Le he gritado a Keroberos. ¡Demonios! ¡No sé que me pasa! ¿Por qué estoy tan irritado y ansioso? No obstante el flujo de mis pensamientos se ve frustrado por otro jadeo más proveniente de la boca de Clow.

― ¡Clow-san! ― Esta vez es mi compañero quien exclama, yo, simplemente me llevo una mano al rostro tratando de entrever lo que habría de hacer. ¿Qué es lo primero que se ha de hacer para cuidar a un enfermo? ¡Ajá! Pienso mientras me dirijo al baño particular del cuarto, no sin escuchar la voz de Kero llamándome, y tomo entre mis mano una diminuta palangana, no obstante cuando me dispongo a coger una toalla todo a mi paso se difumina y desenfoca. ¿Qué está pasando? Me tambaleo y aferro a la pared tratando de recobrar la estabilidad, mi cabeza... ¿Por qué me siento tan débil?

―¡Yue! ¿Qué estás haciendo? ¿Cómo puedes ser tan frívolo? ¡No es momento de tomar un baño el amo Clow nos necesita!. ― Escucho a Keroberos tras la puerta del baño, ¿Ducharme? Me pregunto de dónde sacará esas ideas tan disparatadas... Por otro lado me llevo una mano a la cabeza e inspirando y espirando intento recomponerme. ¿Qué me ha pasado?

― ¿Dónde están los suministros de agua? ― Le pregunto al salir del baño con palangana y toalla en mano, si consigo secar el sudor de Clow y refrescarlo un tanto apuesto a que se sentirá mejor...

― No nos queda una sola gota. ― Anuncia. ¿Qué? ¡Maldición! ¿Cómo ha podido pasar esto? Yo sencillamente no suelo estar al tanto de ello pues no requiero del agua como sustento, no obstante tengo la certeza de que es un elemento imprescindible en cuanto a humanos se refiere. Entonces, ¿Por qué nos hemos quedado sin ese bien? Aunque supongo que será porque todas las mañanas, mucho antes de que Keroberos y yo amanezcamos, Clow acostumbra a ir al pozo a extraer dicha sustancia o bien usa la carta Watery, y pues hoy parece que no ha ejecutado su rutina matutina. No nos pongamos nerviosos. Me digo a mí mismo, esto tiene una fácil solución.

― Keroberos ve a traer agua. ― Le ordeno.

― ¿Qué y qué vas a hacer tú? ― Inquiere él.

― Cuidaré del amo Clow. ― Mi compañero enarca una ceja ante mi comentario. ¿He dicho algo fuera de lugar?

― ¿Estás loco? ¿Y si alguien me ve? Tú podrías pasar desapercibido con más facilidad ― Deja caer mi compañero, aparto mi mirada de él y vuelvo a posarla sobre el atormentado rostro de mi maestro, para luego cruzarme de brazos ante la atenta mirada de Keroberos.

― ¿Pero qué? ¡Eres un irresponsable! ¡Irresponsable! ¡Yo no me hago cargo de lo que sea que pueda suceder! ― Farfulla de mala gana. ― ¡Ya estas otra vez comportándote como un crío caprichoso! ¡Claro! Cómo Clow siempre te mima de más tú ya te crees el rey del Mambo ― ¿El rey de Mambo? ¿Qué es Mambo? ¿Será algún país que desconozco? Contemplo algo desconcertado la idea mientras Kero prosigue con sus aspavientos.

― Vas a despertar al amo Clow-san. ― Digo al escuchar los quejidos por parte de mi amo y señor, por lo que la cara de Keroberos se torna de un rojo carmesí mientras los dientes le rechinan, ¿Estará enfermo él también? Lo dudo mucho.

―Clow, Clow, Clow, ¿Es qué no tienes otra palabra en la boca? ¡Menuda lata! ― Gruñe mientras se da la vuelta para abandonar la habitación. ¿Qué habrá querido decir con eso? Que compañero más problemático, casi nunca comprendo nada de lo que me reprocha por eso he llegado a la conclusión de hacer caso omiso a la mayoría de sus comentarios. ― Volveré enseguida. ― Le escucho a la distancia. ¿Por qué siempre me reprochará por el trato que tengo con Clow? Él continuamente insiste en que me consiente en exceso o tiene cierta preferencia conmigo, pero, ¿Por qué habría de tenerla? Nuestro amo se esfuerza por dedicarnos algo de su ajetreado tiempo a cada cual, no obstante cuando Keroberos acusa al mago de dicho crimen el aludido simplemente se ríe y no formula palabra alguna. Aunque yo no pienso que Clow tenga ningún favoritismo lo cierto es que la idea se me hace tentadora. Me pregunto por qué nuestro maestro nos ha creado de esta forma, tan opuestos... Sinceramente eso lo complica todo considerablemente, incluso la escasa comunicación que a duras penas mantenemos. Y no es que a mí me disguste Kero, o algo parecido, aunque tampoco sabría decir si me agrada, pero supongo que si lo soporto y existe cierta convivencia entre nosotros ya es un comienzo. ¿Le agradaré yo a Kero? Siempre quiere pelear o disputar conmigo sin razón aparente, además de que en ciertas ocasiones, como en esta, parece que mi sola presencia le exaspera de sobremanera. Por un lado Clow dice que es importante establecer comunicación con los demás, no obstante ello no me quita el sueño mas aunque yo no soy muy hablador, Keroberos siempre tiene algo de lo que dialogar, ya sea de comida u otros variantes. Por otro lado, yo nunca se como empezar una conversación con el guardián del sol.

Justo cuando me dispongo a pensar que habría de hacer para bajar la elevada temperatura de Clow-san, atisbo como el mencionado se destapa en uno de sus arrebatos febriles. Esto está mal, muy mal, el amo Clow no cesa de dar vueltas en la cama inquieto tal si algún mal lo mantuviese preso de un maleficio.

Sin más, me agacho un tanto para volver a arropar a mi único amo y señor, sería un problema si por el hecho de estar expuesto empeorase. No obstante, Clow decide volver a destaparse.

― ¿Clow-san? ― Susurro al creer que tal vez se haya despertado, al no recibir respuesta alguna vuelvo a cubrirlo a pesar de que este vuelve a repetir el mismo gesto. No sé porque me da la sensación de que Clow no quiere ser tapado...

Al no saber que hacer al respecto me llevo una mano a la barbilla y pienso, ¿Qué haría Clow en mi lugar? ― Umm... ― Ahora que lo recuerdo... Aquella vez, cuando Keroberos comió un pastel en proceso de descomposición, Clow mencionó algo acerca de unas hierbas curativas y que para cada mal había un remedio mediante la botánica. Lo tengo, entonces... Tan sólo debo de ir a la biblioteca improvisada de mi dueño y buscar el libro. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Aunque lo cierto es que pensar con la desquiciante e incesante voz de Keroberos tras la oreja ha de ser un deporte de riesgo... No obstante, en cuanto doy un par de pasos soy detenido, pues la mano de Clow se ha aferrado a mi brazo prácticamente hincando sus uñas en el proceso, eso dejará marcas... A pesar de que noto como mi piel se resiente en el acto, no hago ningún esfuerzo por desasirme de su agarre.

― ¿Qué sucede? ― Le pregunto en balde para después contemplar su desasosegado rostro, está tiritando, temblando como una hoja desamparada y abandonada a su suerte una noche de invierno...

― Lo siento... ― Susurro prácticamente en su oído tras haberme arrodillado frente a su cama. ― Tú... No quieres estar solo, ¿Verdad? ― Aunque no recibo respuesta alguna, Clow se revuelve en la cama... Supongo que nadie quiere estar solo, sentirse completamente abandonado sin nadie a quien poder recurrir, ese sentimiento de desolación que casi se torna en desesperación... Yo antes pensaba que me gustaba la soledad, la tranquilidad y paz que ello me otorgaba, pero un día como cualquier otro cuando desperté no había nadie... Ni siquiera Keroberos, en ese entonces un cúmulo de emociones me abarcaron, me sentí ansioso y angustiado al mismo tiempo, todo estaba sumido bajo una absoluta oscuridad que no albergaba fin... Así que cuando vi a Clow y a Keroberos me sentí realmente aliviado, aunque al final no resulto ser más que un contratiempo de la carta The Dark.

Al contemplar a Clow, caigo en cuenta de que parece haberse serenado un tanto, aunque su respiración sigue siendo apresurada y su rostro no hace evidencia de algún cambio... Parece tan frágil y delicado que me gustaría poder aislarlo del resto del mundo, envolverlo en mis alas blancas para así poder atesorarlo y protegerlo de cualquier mal al acecho. Y de alguna forma comienzo a sentirme débil, decaído... ¿Qué puedo hacer para que se sienta mejor? Me cuestiono algo inquieto, ese Keroberos... ¿Dónde se habrá metido? La mano de Clow es tan cálida... No obstante se aferra a mí como si de un salvavidas me tratase, tanto que estoy empezando a sentirme un poco dolorido, pero no me importa, nada me importa salvo velar por aquella persona que me lo ha dado todo sin prácticamente pedir nada a cambio... Nuevamente vuelve a mí una sensación embriagadora, ¿Qué es esta calidez que me embarga casi por completo? Es como volar pero con los pies sobre la tierra, aunque muy ciertamente volar en comparación con esta emoción esta sobrevalorado...

Inclino la cabeza y dejo caer mis labios sobre la frente de Clow, aún esta caliente, y acude a mí una fragancia cuando menos singular, olor a flor de cerezo y magia. Cierro los ojos e inhalo aquel aroma tan manetizante dejándome llevar, dominar por aquel estado de inconsciencia. Para cuando advierto el rumbo que están tomando mis acciones mis labios rozan los ajenos y de pronto... ¡Una descarga! Aunque algo anonadado, me aparto un tanto de Clow, me mantengo a escasos centímetros... ¿Qué estoy haciendo? Me pregunto a mi mismo, ¿Qué estoy haciendo con está actitud tan desordenada? Siquiera estoy muy seguro de lo que sea que pretendo o pretendía hacer.

― ¿Y-Yue...? ― Sale de sus labios con un hilo de voz mientras entrecierra los ojos y por alguna razón se me corta la respiración.

― Clow-san, ¿Tiene hambre? ― Aparto mi rostro del ajeno y lo apoyo sobre mis manos que reposan en la cama.

― Estoy bien... No tienes porque preocuparte... ― Esboza una desgastada sonrisa, ¿Parezco preocupado? Y con la mano libre me revuelve el pelo. En cuestión de segundos Clow vuelve a sumirse en el mundo de los sueños, esta vez, totalmente destrozado le secundo... ¿Me siento tan débil por que es así como se siente Clow? ¿Puede un ser sin sueños como yo estar experimentando un sentimiento más allá de la lealtad...? ¿Es eso probable? Fueron los últimos pensamientos que me embargaron.


Espero que les haya gustado! :DDDD siento si tiene alguna falta de ortografía.

Un besito muy grande y muy fuerte para mi DarkSong que me ha motivado mucho para escribir. xx