-Mi primera historia Levihan en la actualidad owo ((diciéndolo así suena algo raro xD)) la verdad admito que esta historia en principio iba a ser un One-shot, pero mientras la escribía mi mente se imaginaba cada escena... ¡Y todo eso no cabía en un capitulo! Disfrutad de esta nueva historia! **·**-
Un grueso manto blanco cubría por completo todo Paris, arropandolo del frío del invierno. Los niños jugaban en aquel espeso manto, tirándose bolas de nieve y haciendo grandes bolas para hacer algún muñeco. Eso si, todos bien abrigados. El lugar más visitado era un pequeño lago, el cual estaba congelado, en el que podías patinar sobre el agua helada. Todo el mundo iba allí alguna vez en invierno y para Hanji, no iba a ser menos.
Siempre vestía un abrigo de cuero marrón, unos baqueros apagados y unos botines marrones, a juego con su fiel abrigo. Y, claro estaba, no salía de casa sin su bufanda morada. Le encantaba aquella bufanda de punto que su madre le hizo las navidades pasadas.
Aquella mañana, se levantó temprano para ir a dar un paseo por aquel famoso lago que tanto le gustaba. Ella suponía que, al ser nochebuena, toda la gente iría al distrito comercial en vez de pasear por allí, por lo que estaría tranquila un buen rato.
Al llegar, no había nadie. Sus cálculos, como siempre, fueron más que correctos. Eso si, hacía más frío de lo normal. Refregó sus desnudas manos para darse un poco de calor y con un pequeño soplido, intento darles una pequeña ayuda, dejando tras de sí una neblina blanca que podía verse desde lejos.
Comenzó a caminar tranquilamente por el borde de aquel charco helado. En uno de aquellos bordes, había gran cantidad de arboles nevados a los que siempre les pegaba alguna que otra patada para ver como caía la nieve. Le encantaba ver como caía, le recordaba a la teoría de la gravedad. Aunque siempre se sentía decepcionada, la nieve no tenía sabor alguno pero siempre tenía la esperanza de que algún día, la nieve tuviera el sabor de las manzanas.
Pateaba la nieve como si de un balón de fútbol se tratase, pero esta no botaba. Sonreía satisfecha al ver que por más patadas que diera, la nieve no dejaba de aparecer. Al fin, entre pateada y pateada, llegó al borde donde sus amados arboles nevados la esperaban. Dejó salir un suspiro de satisfacción al estar cerca de uno de ellos.
- Bien... -dijo mientras se crujía las manos, estirandose- ¡comencemos!
Como si de un karateka se tratase, empezó a dar patadas a diestro y siniestro a cada árbol. La nieve no dejaba de caer de sus copas, y ella cada vez dejaba soltar una carcajada más sonora. Por aquel motivo, siempre quería ir al lago de buena mañana, para que nadie la viera ver hacer esas cosas "infantiles" y la tratasen de loca... aunque bueno, lo estaba.
Pero no estaba tan sola como ella pensaba, pues un pequeño individuo sentado al pie de uno de los arboles se había quedado dormido. Al parecer, llevaba allí toda la noche. Pero, Hanji no se dio cuenta, y como a todos los demás, dio su espectacular patada a aquel árbol, haciendo que toda la nieve, o al menos la gran parte, callese encima de aquel individuo.
Apenas tardó unos segundos al reaccionar al tacto frío de la nieve. Dejó que se escapara un pequeño grito de sorpresa, y con un sonoro gruñido observó toda la nieve que le cubría hasta los hombros.
Hanji, al escuchar el grito, se asomó por detrás del tronco, pillando así desprevenido a su acompañante.
- ¡Woo! Lo siento pequeño, no sabía que estabas ahí... -se rascaba la cabeza mientras salía de detrás del tronco- ¿Donde esta tu mama? -preguntó poniendose al mismo nivel que él-
- ¿A quien llamas tu niño, estúpida mujer?
La mirada sorprendida de la castaña se centro en aquellos ojos grises que la miraban con rabia. La verdad, no parecía para nada un niño y, por su tono de voz, tampoco.
- ¡Perdon! -juntó sus manos para pedir disculpas- con tanta nieve encima suya, pensé que era un niño...
- No soy PARA NADA un niño. -se incorporó, quitándose toda la nieve de encima-
La castaña no podía aguantarse por mucho más tiempo las carcajadas que retenía. Aquel "señor" era el más bajo que había visto nunca, y eso que hay muchísima gente en el mundo. Por desgracia, no pudo contenerse mucho tiempo. Un sin fin de carcajadas salieron de sus labios. Seguro que se hubiera callado de poder haber visto con la expresión que le miraba aquel extraño.
- Ah..ah... -intentaba recuperar el aliento- lo siento... -se quitó sus gafas para poder quitarse las lagrimas de los ojos- pero es que... sigues pareciendo un niño... -se reía por lo bajo, intentando controlarse un poco-
- Tsk... maldita mujer, cuatro ojos de mierda... -susurraba mientras se iba alejando de ella-
- ¡Eh! ¡Espera! -le retubo antes de que pudiera alejarse apenas unos pasos-
- ¿Qué quieres ahora? ¿Darme un regalo de navidad? -dijo con desprecio, de la misma forma que miraba a la mujer-
- Me llamo Hanji, ¿y tú? -le tendió la mano cortesmente, con una amplia sonrisa en su rostro-
- ¿Estas de broma verdad? -alzó una ceja, molesto-
- ¿Hm? Yo no estoy de broma. No tengo por qué mentirte sobre mi nombre...
- No me interesa tu nombre, para empezar. Y, ¿después de tratarme como a un niño piensas que voy a hablar contigo? no te tomes tantas confianzas...
- Trato de ser amable contigo. -le intentó explicar- nos acabamos de conocer de una manera un tanto extraña, por no decir divertida... -se volvió a reír por lo bajo, cosa que molestó al azabache-
- Esto no ha sido ninguna presentación, más bien a sido un mal encuentro... -se giró de nuevo dispuesto a irse de alli-
- Mas bien a sido un encuentro sorpresa... ¿qué diantres hacías durmiendo aquí? ¿no tienes casa o qué?
- Eso a ti no te importa.
- ¡Si me importa! -dijo emocionada-
- La curiosidad mato al gato...
- Pero el gato murió sabiendo. -contesto casi al instante de terminar su frase-
- Este gato morirá sin saber nada. -recalcó sus últimas palabras, alejándose a paso ligero de ella-
Esta vez, Hanji no le siguió. Pensó en que seria mejor dejarlo ir, de todas formas no volvería a verlo. Aunque se dio el lujo de ver como se alejaba, parecía bastante molesto. Ella solo sonrió. Le parecía gracioso aquel hombrecillo malhumorado, y más cuando le reprochaba las cosas. Le parecía graciosa su manera de reaccionar.
Aquel hombrecillo no tardo mucho en desaparecer. Caminaba de una manera frenética, tenía bastante prisa en irse de allí. La chica se encogió de hombros mientras sonreía. ¿Qué podía hacer ella si no le caía bien? Ella solo disfrutó un poco más de sus arboles nevados, esta vez sin ninguna sorpresa debajo de ellos.
-Niejejejeje espero que esteis disfrutando del maratón ewe Lo dicho, aunque no sea de esta maravillosa pareja, os incito a leer los demás y ver sus animes. Muchísimas gracias por vuestros reviews, se os quiere! :333-
