Capítulo 1: Salida.
Después de que Aradia y Sollux les empujaran, se podría pensar que Karkat, Rose, Dave, Kanaya y Terezi se quedarían hablando de todo lo que había sucedido en ese día. Sin embargo, no fue así. Reinó durante un buen rato un silencio incómodo, y después cada uno se fue lentamente a donde mejor supo, menos Rose y Dave, que se quedaron hablando. Pero Karkat había pasado por muchas cosas en ese día, y lo que menos le apetecía ahora mismo era que le empezaran a preguntar el qué había sucedido.
Sin darse cuenta muy bien de a donde se dirigía, regresó a la sala de los ordenadores. Los charcos de sangre de colores seguían allí, con los regueros que iban al teletransportador. El ordenador de Eridan seguía roto, e incluso quedaba aún olor a humo de la explosión.
Karkat anduvo lenta y pesadamente al otro extremo de la habitación. Llegó al ordenador que solía usar. Aún seguía allí el último mensaje que le había mandado Gamzee. Aquel mensaje que decía que le iba a matar.
Apoyó los codos en la mesa, sujetándose la cabeza y mirando hacia abajo.
Cuanto parecía que había pasado y que poco tiempo había transcurrido. La pila de bocinas seguía allí, manchada con sangre turquesa cómo si se tratara de un monumento fúnebre erigido irónicamente por un subbluglador a la muerte de la heredera a emperatriz. Seguro que hubiera sido mejor que su antecesora. Pero ahora nunca podrá llegar a su destino.
El destruido ordenador de Eridan le hizo pensar en él también. Menudo estúpido. Asesinó a Feferi e intentó hacer lo mismo con Sollux. Y lo que es peor, luego murió él. Estando bajo su responsabilidad.
Era un idiota, pero al pensar en él no pudo evitar pensar en que también era su amigo, de alguna forma. Confió en el para pedirle consejo sobre sus cuadrantes. Confió en él para ser el líder. Las dos cosas salieron horriblemente mal.
También Equius había muerto. Él siempre se había opuesto en un inicio a que Karkat mandara sobre el grupo. Decía que era un mutante. Un deshecho de la sociedad. Sin embargo, en los últimos días parecía haber aceptado en cierto grado su liderazgo. Siguió la orden de Karkat y luchó contra Gamzee. Y murió.
Karkat siempre había sabido que Nepeta había estado, o quizás todavía estaba, enamorada de él. Sin embargo, nunca se había planteado seriamente corresponderle. La complicada relación con Terezi le había ocupado todo su tiempo en esa materia, y posiblemente seguiría haciéndolo. Y mientras, Nepeta había muerto, tratando de salvar a la persona que Karkat había mandado a morir.
Por cierto, Terezi había matado a Vriska. Quizás, de todas, esa era la muerte de la que era menos responsable Karkat. Y sin embargo, seguía siendo por su culpa en alguna forma. Supuso que cuando el líder, todas las muertes son por tu culpa.
Debería haber tratado de hablar con Terezi y de calmar la relación. O simplemente, haber impedido que Vriska matara a Tavros. Tavros.
Estúpido Tavros. Trataste de decirle mil veces que se apartara de Vriska. Pero si hay alguien más estúpido que él, ese era Karkat. A parte de decirle que no se acercara a ella, nunca hizo nada. Debió de haber actuado. Debió haber impedido que muriera. Debió haberle salvado, haber sido un buen líder.
Dirigió su mirada de reojo por último hacia la mancha de sangre mostaza en la pared. Sollux. Pensó en esos angustiosos momentos que sucedían apenas unas horas atrás. El terror de pensar que su quizás único amigo restante estaba muerto. La huida contra las sombras de Gamzee que su imaginación creaba mientras corría por los pasillos arrastrando el cuerpo de Sollux. La sangre mostaza pegada a su piel. El alivio al despertarse su amigo y el horror de comprobar que estaba ciego.
Y todo eso para que ahora, en los que iban a ser los tres años humanos más difíciles de su vida, le dejara tirado. Tres años en los que iba a tener que luchar contra sombras. Contra recuerdos. Contra cadáveres. Contra sentimientos y contra miedos. Todas esas cosas parecían más invencibles que Jack Noir mismo. Y Sollux no estaría allí para apoyarle. Solo tendría a Gamzee, y verle levantaría los recuerdos de las horribles muertes de Equius y Nepeta. ¿Cómo podía confiar en que le ayudara a superar el infierno vivido el propio demonio?
No supo responder a la pregunta.
Sus compañeros habían confiado en él para que les liderara hacia la victoria, y en respuesta habían sido masacrados. Por ellos mismos. La presencia de Jack ahí fuera, acechando, siendo una representación de la muerte misma a sus ojos, resultó ser una cruel broma. Al final, Jack no mató a nadie. Fueron ellos mismos. Fue Karkat. Fue todo por su culpa.
Se levantó y puso todos los cacharros que pudo encontrar apilados en el teletransportador, para que nadie pudiese entrar en la habitación.
Entonces rompió a llorar.
Esa noche durmió en una pila de bocinas, manchada de sangre y mojada en lágrimas.
