Capitulo I
Capítulo I
GROESBECK

Como cualquier otra noche el lugar estaba lleno. Anne disfrutaba de la música y de la aparente libertad que ésta le transmitía. Sólo cerraba sus ojos y no sentía más que el golpe de los bajos contra su pecho y las increíbles ganas de mover sus pies y todo su cuerpo. Qué felicidad el saber que no debía hacer nada más, sólo escuchar y bailar. Ni siquiera preocuparse por el escándalo o la cuenta, para eso había gastado por completo la herencia que le dejó su madre al morir abriendo éste lugar.

Muchas cosas habían pasado y mucho tiempo transcurrido. Finalmente era una persona feliz... y Anne no podría desear estar en otro lugar que el presente, alejada de todo aquello que había significado dolor; la opresión de su tan preciada clase, sus normas y más que nada la guerra que acabo con su familia.

Tristes recuerdos venían a su mente cuando recordaba su niñez¿qué habría pasado con todos los momentos felices que tenía, con todas las cosas maravillosas y extraordinarias que alguna vez vio, desaparecieron todos tras la muerte de sus abuelos o cuando ella y su madre tuvieron que huir en medio de lo que fue la más aterradora época? Afortunadamente para su madre y para ella nunca más supieron del cruel desarrollo y el sorpresivo final de ésta época oscura. Sin embargo había perdido para siempre al único ser que de seguir vivo, sería su último pariente sobre la tierra. Su padre.

Aunque en realidad nunca fueron muy unidos y aún no logra recordar si alguna vez vio su rostro, siempre fue una presencia tranquilizadora y cariñosa. Su madre y sus abuelos siempre hablaron muy bien de él pero nunca fueron muy precisos al informarle por qué él, a diferencia del resto de los padres de sus compañeros no vivía con ellos. Su madre siempre le dijo que era un hombre muy importante y que era por cuestiones de trabajo y de sus largos viajes que nunca estaba presente. Faltaron más de 10 años para que ésta razón no fuera suficiente y para que ella dedujera lo que sería la explicación más lógica a ésta ausencia. Que su padre era casado y que muy seguramente también era esa la razón para llevar su apellido materno.

Ahora escondida y alejada podía ser sólo ella. No más normas, no más castigos, no más dones especiales que la hacían única. Era sólo Anne la humana Anne con todos los defectos que pudiera tener y susceptible a todos los placeres que pudiera probar. ¿Y por qué no si ella había decidido por cuenta propia ser parte de la innumerable mayoría, de aquellos que no son especiales, aquellos que son despreciados y con los cuales se sentía realmente segura, inmune y alejada de aquellos recuerdos trágicos que su preciado don había patrocinado.

Inmersa en estos pensamientos bailaba, brincaba y reía. Nunca lo hubiera imaginado pero su dolor era cada vez mas lejano después de 11 años todo, era muy lejano.

"¿Qué vas a hacer después de que salgas Anne," pregunto Marcus. El siempre había sido su leal amigo desde hace 5 años cuando lo contrató para manejar el Probeths.

"Aún no lo sé Marcus. Hoy no me siento muy bien, a lo mejor es sólo cansancio, tal vez me vaya a dormir un poco," contestó sin abrir sus ojos.

"Los chicos y yo queremos celebrar con Robert y Amy el cumpleaños de ella. Vamos a escuchar música y ver algunos vídeos en su casa¿qué opinas?"

"¿Amy... como la aburridora Amy que insiste en leerme mi futuro y leerme las cartas constantemente y que a todos termina prediciéndo un adorable matrimonio como el que ella tendrá con Robert... esa Amy?" Anne finalmente había abierto sus ojos.

"Sip," contestó Marcus bajando la cabeza y sintiéndose un poco avergonzado, ahora que era un poco tarde veía lo ridícula que había sido su pregunta. Después de todo en los dos meses que conocían a Amy. Anne sólo había aceptado estar en su presencia la primera vez, cuando la conoció. Bastó sólo su interminable primera charla para que Anne no soportara ni su presencia.

"Lo siento Marcus, pero parece que tendré que negarme con mucho pesar a tu adorable proposición... además, mañana debo visitar a mi madre," ésta vez fue Anne la que bajo la cabeza, " pensándolo mejor ya es tarde y debo ir a dormir. Mañana me espera un viaje muy largo."

Y empinándose para dar un beso a Marcus se dio media vuelta y se encamino hacia la puerta. "No olvides cerrar bien la oficina... el martes cuadraremos cuentas. ¡Ah! Y diviértete mucho," dijo con una sonrisa fingida antes de perderse entre la multitud que se encontraba frente a la puerta.

La verdad no era tanto que odiara a Amy, más bien odiaba un poco a Robert por andar con ésa imbecil, no podía negar que la idea de terminar su 'amistad' fue de ella pero esperaba que él hubiera aprendido algo y no que siguiera siendo el mismo meloso insoportable que ella dejó. Lo bueno era que eran tal para cual con Amy tal vez ella realmente hubiera abierto su ojo interno y fueran el matrimonio feliz que vaticinaba a los cuatro vientos. Este pensamiento la hizo reír, eso era bueno.

El camino a su casa no era muy largo pero disfrutaba tomando 'atajos' para ver la ciudad. Adoraba conducir su moto de noche escuchar la gente y ver las calles iluminadas. Finalmente al llegar a casa dejo su moto en la puerta contigua al callejón como ya era costumbre. Sabia que la llegada por la parte de atrás del edificio no era muy segura pero igual no estaba dispuesta a subir su moto 5 pisos todos los días y sabía que ella era la única que utilizaba ésta entrada.

Al entrar a su apartamento como de costumbre reviso su e-mail, y antes de dormir apago su celular. Esta noche no iba a soportar las llamadas de Marcus con sus 'solo quería saber como estabas.'

Tal como recordaba los caminos hacia su pueblo natal seguían como habían estado 11 años antes y 50 años antes que eso. Era evidente que los habitantes se negaban a cambiar el más mínimo detalle de los mismos. Igual no dejaba de notar que cada persona que la veía pasar, la miraba de manera extraña. 'Supongo que no es muy común alguien recorriendo estos caminos en una moto.' La idea de escandalizarlos la hizo acelerar su marcha. Sí, definitivamente sería aún más irritante si al pasar dejaba una nube de polvo más grande.

Las tumbas estaban tal como las dejo hace 5 años cuando trajo a su madre. Cumpliendo su ultimo deseo de volver y ser enterrada junto a sus padres. Cómo odiaba a su padre en éste momento¿por qué mantenerlas alejadas de su tierra tanto tiempo cuando hace 11 años que se había terminado la amenaza¿por qué su madre tuvo que morir sin volver a ver la casa y los lugares que tanto amaba? "No es seguro volver ahora, las amo a las dos. Papá," dijo Anne en voz alta recordando las escasas cartas que recibían de su padre en su apartado exilio. ¿Cómo es posible que dejara morir a su madre tan lejos?

Mientras Anne lloraba y arreglaba las tumbas de sus abuelos muertos hace 11 años, el día en que ellas huyeron y el mismo en que su madre que murio 5 años después de ellos, se sobresalto al sentir una sombra sobre su cabeza, asustada volteo a mirar y vio una lechuza negra moteada que la miraba fijamente, posada sobre la tumba de su abuelo, Anne inmediatamente con furia aparto el animal de la lapida y vio como se alejaba de allí, realmente le fastidiaban estos animales y recordaba como espero todos los días mirando al cielo por una explicación o algo diferente a una escueta nota prohibiéndoles el regreso a casa, a decir verdad estos animales nunca fueron de su agrado. Afortunadamente la lechuza de su madre desapareció el día anterior de su muerte lo que definitivamente le ahorro muchas molestias pues no hubiera sabido que hacer con el animal.

Estaba segura que todo esto era culpa de lo que ella y su familia eran. Tal vez si sólo fueran normales aún seguirían juntos.

En el camino de regreso no pudo evitar pensar en la sombra que le observó cerca del bosque detrás de las tumbas. No podría en realidad haber nadie en ese antiguo rincón reservado para su familia, pues que ella supiera era la ultima de su casa. Definitivamente nadie más podría haberla estado observando desde las criptas de los Groesbeck.

Una vez en la ciudad, estaba demasiado triste para soportar a Marcus por ahora y después de recorrer todos los 'atajos' que surgieron a su paso decidió regresar a casa casi al mismo tiempo en el que el sol se decidió a salir otra vez. Estaba cansada y no quería más que dormir pero al doblar hacia el callejón detrás de su casa, tuvo esta sensación de frió recorriendo su espalda, justo como la había sentido el día anterior en la cripta de los Groesbeck. De repente de la única parte oscura que aún quedaba en el callejón surgió esta luz. Anne recordó donde la había visto antes, el día en que huyo, así que como un reflejo ladeo la moto hasta que cayo rodando por el piso para esquivar la luz y se escondió tras un gran basurero.

Entonces escucho esta horrible voz desde su pasado, "¿Groesbeck eh, pensé que finalmente había acabado con todos ellos, creo no equivocarme en quién eres y no sé donde pudiste estar escondida. El destino me llevo hasta a ti, cumpliré el juramento que le hice a tus padres y terminare contigo. Sucios traidores. Sal... muñeca... sal de donde estas, no tienes manera de defenderte y es tiempo de terminar con este asunto."

"¿Quién eres? seguro me confundes con alguien. Mi nombre es Anne, Anne Grey," gritó Anne tratando de mirar con qué defenderse o qué hacer aunque sabía que frente a ésto no había ningún objeto presente que la pudiera defender.

"No cariño, no cometo ningún error. Eres tan parecida a tu madre que no hay duda de que hablo con la persona indicada. Afortunadamente parece que no tienes ningún parecido con tu padre, lo cual por supuesto facilitará mi trabajo y una vez que tu mueras, matarlo de una vez por todas a él será aún mas fácil."

"Le repito que no sé de qué me habla. Yo... yo no tengo padre, él esta muerto igual que mi madre."

Anne sentía que su corazón latía muy lento y muy alto, todo se movía en cámara lenta mientras buscaba desesperadamente por algo con lo que pudiera defenderse y sentía como su atacante se acercaba lentamente por la calle.

"Sí mi niña... muy astuta en realidad. Pero sé quién eres tú, puede que tú no me recuerdes pero yo a ti sí. Al igual que conocí a tus padres y abuelos. ¿Qué pasa pequeña no vas a defenderte, has honor a tu sangre en tus últimos momentos y demuestra toda esa fama que distinguió a tu familia durante tanto tiempo."

'¿Qué hago por favor que hago,' pensaba Anne. 'Todo este tiempo y sacrificio que hicieron por mantenerme viva y ¿voy a morir así nada más?' Pensó en su madre ¿Qué hubiera hecho ella? No recordó qué hizo ella, pero sí recordó qué hicieron sus abuelos mientras gritaban a su madre y a ella que huyeran por atrás. Tomados de la mano se encaminaron a defender su hogar dándoles a ella y a su madre el suficiente tiempo para huir. Así que eso haría ella y enfrentaría este reto con honor.

"Bueno, pues aquí estoy," dijo Anne levantándose y saliendo de detrás del contendor de basura mientras se quitaba el casco, "no dejaré que me mates como a un animal asustado. ¡Dispara!"

"¿Dispara," dijo el hombre con su capucha y dio una larga carcajada, "¡qué tristeza para tu sangre, ahora no eres más que una mugg..."

"Cállate," gritó Anne lanzando su casco hacia él con furia.

Por un momento ésto pareció descocertar a su atacante pero éste lanzó de nuevo ésta luz hacia ella. Anne se lanzo hacia su costado escapando de la luz por muy poco. De repente su atacante volvió a apuntarle y en este momento sin saber cómo Anne levanto sus manos, las dirigió hacia su atacante y de repente todo se volvió borroso. Anne no supo más.

"¡Anne¡Anne despierta por favor!" gritaba Marcus mientras la sujetaba por los hombros, "¿qué te pasó¿Intentaron robarte tu moto? Te he dicho mil veces que no entres por este lado, es peligroso."

Anne abrió los ojos y se sacudió de repente, "¿Dónde... dónde está¿Dónde está el hombre?"

"¿Qué hombre¿de qué hablas?" preguntó Marcus, "vamos, vamos arriba. Necesitas descansar."

"Te esperé toda la noche," dijo Marcus, "estaba preocupado por tí."

"¿Qué es eso?" dijo Anne señalando una pequeña caja alargada que estaba sobre su mesa de noche y evitando la mirada de Marcus.

"¡Ah¿eso?" dijo Marcus, "pues fue de lo más curioso, antes de bajar a buscarte encontré ésto con una nota frente a la puerta. Pensé que habías dicho que tu padre también estaba muerto."

"Y lo está," respondió Anne un poco sobresaltada, "¿Por qué?"

"Porque la nota dice, 'Para mi querida hija.'"

Querida Hija

Supe que te encuentras bien .

No es prudente lo que hiciste hoy. Cuídate y recuerda que te amo.

Tu padre

P.D: tal vez no la necesites, pero te envió algo que te puede ser de ayuda. Mantente alerta.

"Muchas gracias por la alerta," dijo Anne, botando la nota y la caja en el fondo del cajón, "ahora no. Necesito dormir," le dijo a Marcus evitando su abrazo, "prometo que hablamos luego."

Y dando media vuelta en la cama, fingió dormir. ¿Cómo había sido posible que sobreviviera cuando vio su muerte tan cerca¿y qué demonios quería decir su padre con eso de 'no es prudente'¿qué clase de problemas tendrían sus padres y abuelos para provocar en alguien el juramento de exterminarlos a todos, Anne continuaba repitiendo en su cabeza una y otra vez las palabras del desconocido y continuaba teniendo recuerdos desencadenados por el ataque¿cómo había logrado bloquear tantas cosas de su pasado, sintió un escalofrió al reconocer que dentro de ella extrañaba una parte de lo que solía ser.

Tarde ese día Anne despertó con los ruidos que hacía Marcus en la habitación contigua, al parecer había decidido remodelar su apartamento en su ausencia.

"¡Ah, al fin regresas con nosotros los vivos."

"¿Cómo dices?" dijo Anne.

"He intentado despertarte toda la tarde pero parecías inconsciente. Por un momento pensé en llevarte al médico. ¿Te sientes bien, parecías tener pesadillas," dijo Marcus examinando su rostro.

"Pues no. No tuve pesadillas, al menos no que yo recuerde," pero aún continuaba escuchando las palabras de su atacante en su cabeza, y sabia que no era prudente involucrar a Marcus ni permanecer por mucho tiempo allí.

"He decidido darme un tiempo... un tiempo fuera," dijo Anne mirando hacia el suelo, tratando de no mirar la reacción de Marcus.

"¿Un tiempo fuera... es decir te vas de vacaciones?" Marcus parecía sorprendido nunca hubiera visto llegar esto así de repente.

"Sí, algo así. Quiero retomar cosas que deje pospuestas ... y aclarar muchas otras cosas." Anne parecía incomoda de tener que dar estas explicaciones. Por esto era que detestaba el acercarse demasiado a alguien.

"Imagino que no está en discusión el que te pueda acompañar," dijo Marcus con tono de resignación mientras colgaba de nuevo un cuadro que acababa de bajar y limpiar.

"Sí, tienes razón. No está en discusión. Es algo que definitivamente debo hacer sola, espero no tengas problemas si te dejo encargado de mis cosas mientras regreso." Anne levanto sus ojos del piso, sólo para ver a Marcus recostarse contra la pared y respirar profundamente.

"No, para nada. Ningún problema. ¿Para eso me pagas no?"

"Sabes que ésto no es nada personal ¿verdad?" pregunto Anne intentando ver su rostro.

"Lo sé Anne. Contigo nunca nada es personal. Ya debería saberlo." Marcus dio media vuelta, tomó su mochila y su chaqueta y rápidamente caminó hacia la puerta.

Antes de salir se dio media vuelta y pregunto, "¿vas a buscarlo a él, a tu padre verdad?"

"En parte es eso," admitió Anne, "la gran mayoría es eso."

Marcus no pidió más explicaciones y abrió la puerta para irse. Cuando una lechuza entro haciéndolo agacharse.

"Supongo que ésto es algo que tampoco debo saber," dijo Marcus y dando un portazo dejó a Anne tan sorprendida como triste.

No es seguro que sigas allí... encuéntrame bajo el árbol del beso, a la hora del cuento.

Es hora de que hablemos.

Papá

Anne supo que era el momento. Al parecer era tan obvio para él como para ella que éste ya no era un lugar seguro. Seguro tendría que huir otra vez. ¿Cómo sabía su padre sobre el árbol del beso¿Y sobre la hora de los cuentos? lo más seguro era que su madre le contara sobre su pequeña costumbre antes de dormir.

Rápidamente empaco lo que más pudo, pues sabía que no regresaría, en dos bolsos grandes que había utilizado en su ultima mudanza. Y lo de mayor importancia, su inseparable laptop y sus cds en su mochila. Una vez que comprobó que podía con la carga y saco lo menos necesario, bajo la escalera con rapidez. Sin hacer el menor ruido, revisando en cada esquina que ninguno de sus vecinos la viera. Ahora el problema era el conserje, siempre vigilante a la salida. Tendría que salir por la puerta de atrás o el garaje, pues al salir a la calle llamaría demasiado la atención con las dos bolsas.

Finalmente y más guiada por el miedo que por su cerebro decidió salir por el garaje el cual resultaba más discreto que la desierta y grande salida frontal hacia la calle y mas seguro que el tenebroso callejón. Además necesitaría su auto para salir sin levantar sospechas. Bajo las escaleras al garaje lentamente procurando no hacer el menor ruido y empujo suavemente la puerta de entrada, camino entre los autos hasta llegar al suyo. 'Espero que tenga gasolina,' pensó Anne mientras acomodaba lo mejor que podía sus bolsas bajo el asiento. Hacía mucho tiempo que no utilizaba su auto. Desde que había comprado su moto. Y pensar que había pensado venderlo cuando el conserje le prohibía entrar su moto porque ocupada más del espacio establecido para cada inquilino.

Pese a todo lo que se podría esperar de una situación desesperada como ésta el carro prendió sin ningún problema. Era obvio que Marcus lo había estado moviendo para evitar que se dañara. Tan silenciosamente como pudo salió del edificio y se encamino hacia su antiguo hogar, el que no había visto desde que huyo hace 15 años. ¿Qué habría pasado con la casa, seguramente éste no era el momento apropiado para averiguarlo. Su destino era otro.

Dejo su auto lejos del lugar del encuentro y entrando en el metro se confundió entre la gente. Sin tomar el tren salió a escondidas por una escalera de servicio y finalmente tomo un taxi hacia un lugar cercano a su punto de encuentro. Después de lo que le pareció una carrera interminable finalmente llegó al vecindario de su infancia. Anne no dejaba de mirar constantemente hacia atrás, aunque sabía de sobra que en aquel que algún día fue su vecindario nadie estaría fuera de sus casa después de las 9:00 de la noche. ¿Cómo sabría su padre que justo en este lugar solía encontrarse con su primer amor de la infancia? Un compañerito de su escuela primaria y que justo allí antes de terminar su último año en la primaria y al saber que irían a colegios distintos se despidieron con un beso. Su primer beso.

De repente recordó algo, allí justo debajo de aquellas raíces se encontraba un viejo tesoro que ella y su primer amor habían guardado prometiéndose buscarlo luego juntos cuando estuvieran casados. Buscando entre las raíces, encontró la pequeña lonchera cerrada y oxidada por el paso de los años. Forzando la caja logró abrirla y para su sorpresa en lugar de las cartas de amor de dos pequeños ingenuos estaba un pergamino atado con una cinta morada. Mirando en todas direcciones para ver que nadie la miraba alargo su mano y abrió el pergamino.

El cuartel general de la Orden del Fénix está ubicado en el número 12 de Grimmauld Place, en Londres.

Sin comprender qué era lo que leía lo repitió en su cabeza varias veces y de repente el pergamino se borro y se volvió polvo en su mano. Sentada allí en medio de la oscuridad se sintió más sola que nunca, hacía rato que había pasado la hora del encuentro y nadie había llegado. Sólo había encontrado esta estúpida nota y aún no sabía qué hacer. Lo mejor sería coger su celular y reservar un pasaje en el próximo vuelo a su casa en Acapulco en donde podría estar segura de nuevo. Si estuvo segura allí con su madre durante 10 años seguro volvería a servir. Igual lo único que le mantenía allí era la promesa de poder ver a su padre.

Caminando lentamente, desilusionada y molesta aún no podía dejar de mirar hacia todos lados. Decidió llamar un taxi desde su celular e ir de una sola vez al aeropuerto. Seguro podría ocultarse allí, después de todo si su lógica aún funcionaba correctamente los que la perseguían no irían a este lugar. Una vez se subió al taxi y tras evadir una indeseada charla con el conductor se volvió a sumir en su tristeza. ¿Por qué su padre actuaba de esta manera con ella, pasó por casi toda la ciudad y para su pesar no encontró tan reconfortante como siempre ni las luces, ni el bullicio de la gente así que sumida casi en por completo en su tristeza tan solo leía los diferentes letreros que pasaban por su ventana. De repente gritó, "¡Aquí¡aquí deténgase por favor!"

El taxi frenó brúscamente, Anne pago el taxi, no sin recibir una mirada de odio por parte del conductor al que casi mata del susto. Anne se bajo del auto y caminó por una plaza oscura en la que acababa de ver una señal.

"Hacia Grimmauld Place."

No había caminado mucho cuando empezó a creer que no había sido tan buena idea bajarse allí, el lugar estaba oscuro más de lo usual de aquella hora. La calle olía mal debido a las bolsas de basura acumuladas sobre la acera y de no ser por unas pocas luces en algunas ventanas todo el lugar parecía desierto. Paró en la mitad de la cuadra y empezó a mirar los números 10, 11 ... 13. "Un momento," dijo Anne tratando de ver en su cabeza la imagen de la nota. ¿Estaría equivocada¿sería una pérdida total de valioso tiempo el haberse arriesgado a venir a una dirección inexistente? Y de repente ante sus ojos estaba una escalera de piedra que conducía hacia una puerta negra sobre la cual estaba el numero 12.

Las luces de la calle se empezaron a apagar de la más lejana a la más cercana una tras otra. Parecía que la oscuridad venia hacia a ella por ambos lados. Sin tener hacia donde correr se abalanzo sobre la puerta temiendo que la oscuridad completa la alcanzara y justo en ése momento la puerta se abrió, sin mirar tan siquiera quien estaba allí entro corriendo a un oscuro vestíbulo y sintió que la puerta se cerraba atrás de ella.