Advertencia: Esta historia trata sobre Yaoi. Es decir, sus personajes son homosexuales. Va a ver escenas explícitas más adelante así que si no te gusta lo que ves, cierra esta historia y no critiques.
Dicho esto, disfrutad del primer capítulo.
Era un día normal en la Teikoku Gakuen. Todos los chicos que formaban el equipo de fútbol de aquella escuela, estaban cómo cada tarde, entrenando bastante duro. Desde que habían jugado contra el Raimon aquél partido, en el que habían sido derrotados, los entrenamientos habían cambiado. Ahora eran mucho más duros, y jugadores como Yuuto Kidou, estaban alejados del equipo. Aquello era un error, ya que en esos momentos eran cuando más unidos debían de estar. Al finalizar el entrenamiento, como siempre, Genda y Sakuma se quedaban entrenando los tiros del delantero y las paradas del cancerbero. Además, era un buen momento para quedarse a solas, y hablar de sus cosas, como grandes amigos que eran desde siempre. Genda, notaba al delantero algo distante y molesto últimamente. Sabía que algo dentro de él no estaba bien, que algo le comía por dentro, y quería ayudarle en todo lo que pudiera. Comenzaron cómo siempre una ronda de disparos desde cualquier parte del campo. Ya era algo automatizado, algo que hacían desde hace tanto tiempo que les salía solo. Cuando todos sus compañeros se retiraban cansados a los vestuarios para cambiarse, ellos casi sin decir ni una sola palabra, embazaban a jugar entre ellos.
─ Sakuma... ¿Estás bien? ─Preguntó el portero mientras despejaba un balón que acababa de atrapar.
─Claro. ¿Por qué iba a estar mal, Genda? ─Respondió el delantero mientras corría hacia el balón.
─ No lo sé... hace días que te noto algo... diferente.
─Volvió a preguntar curioso el portero de la Teikoku.
─ ¿De verdad? Bueno, supongo que será lo mismo que nos pasa a todos... desde que perdimos aquel partido contra el Raimon... la verdad es que le doy muchísimas vueltas a que pudimos hacer mal y eso...
─El delantero intentaba desviar la atención del verdadero problema, que obviamente no era ese, aunque el portero lo sabía perfectamente.
─ No, Sakuma... es algo más allá de eso. Todos estamos afectados a nuestra manera, como es obvio... pero tu malestar no es por algo como eso. Somos grandes amigos y puedes contar conmigo para lo que quieras, sea lo difícil que sea... pero al menos no mientas...
─Le respondió tajante el portero.
Esta respuesta por parte del portero, descolocó al parchado. Era prácticamente imposible que supiera lo que realmente le estaba pasando en ese momento, y mucho peor, era imposible que le comprendiera en el caso de que se abriera a confesar lo que realmente llevaba días atormentándolo. Su semblante pasó a parecer bastante enfadado y miró a la portería con cara de pocos amigos.
─ ¡Tú no sabes absolutamente nada, así que mejor cierra la boca!
─Gritó inexplicablemente enfadado el peliplateado mientras chutaba con todas sus fuerzas.
El portero observó la trayectoria del balón antes de lanzarse con una gran estirada a por él. No llegó a atraparlo por lo que enseguida pensó que era un gol cantado, pero para sorpresa de ambos, el sonido del palo retumbo, sonando por todo el campo. El chico con apariencia felina se levantó del suelo mirando a su compañero, el cual jadeaba apoyado en sus muslos, recobrando el aire. Ya empezaban a notar los efectos de llevar tanto tiempo entrenando. Con la mejor de sus sonrisas e intenciones, el portero se acercó a su amigo con una botella de agua en cada mano. Le ofreció una de ellas, ofreciéndole tomar un respiro o incluso finalizar su entrenamiento.
─ Es extraño en ti verte fallar algo como eso... en cuanto vi que no alcanzaba el balón, pensé que sería un golazo cantado.
─Preguntó el portero, intentando volver a sacar el tema de antes, de verdad quería ayudar a su amigo.
─ Todo el mundo tiene algún fallo alguna vez, nadie es perfecto, y más con el cansancio que llevaba acumulado.
─Respondió, evadiendo lo que era obvio.
─ No tú, y menos en un tiro. Te he visto chutar mil y una veces y nunca habías fallado algo tan cantado como eso. Sakuma... cuéntame que te ocurre realmente. Sé a la perfección que hay algo que te atormenta por dentro. Y créeme, por difícil que sea abrirse o por mucho que pienses que jamás te entendería, estoy aquí para animarte y aconsejarte lo mejor que pueda, somos amigos y los verdaderos amigos están para eso.
─Habló con mucha seguridad el castaño. Al fin y al cabo era lo que sentía, iba a cuidar del peliplateado hasta el final, pasase lo que pasase.
─ Es por Kidou...
─Murmuró el parchado sin comentar nada más al respecto.
─ ¿Por Kidou? Notas que está distante con el grupo... ¿Verdad? A mi también me parece que es una idiotez en este momento. Creo que lo necesario ahora es que el equipo esté realmente unido para poder ganar...
─Sacó sus propias conclusiones, aunque no podía estar más equivocado.
─ No es eso... yo... amo al capitán... desde hace mucho tiempo...
─Tragó saliva tras decir aquello. Era la primera vez que confesaba a alguien su amor por Kidou, y sobretodo, que se atrevía a confesar su homosexualidad...
Tras aquellas declaraciones, algo se rompió dentro de Genda. Era algo más fuerte que la simple sorpresa de saber que su mejor amigo era homosexual. Notaba cómo su corazón, sus sentimientos... todo en su interior se resquebrajaba por esas simples y a la vez tan dolorosas palabras. Pero era más fuerte que todo eso... si su amigo necesitaba ayuda, allí iba a estar él, siempre.
