MI FRAGILIDAD

Era una noche fría, quizás la más fría de todas. Pero eso ya no importaba, no a ella, que había perdido cualquier sensibilidad al momento de su muerte. Ya no sentía. Ya no era humana. Las lagrimas querían salir para poder liberar su alma que estaba obligada a vagar por este mundo en el cual ya no tenia lugar, ni un sitio a donde ir, deseaba recuperar su vida pasada, pero ese era un sueño que no valía la pena anhelar, eso era imposible, había muerto, e, hiciera lo que hiciera nunca volvería a la vida. Ahora solo permanecía temporalmente en la tierra para cumplir una venganza, que no tenía sentido, simplemente más muertes, más dolor que tendría que cargar su alma dolida, su cuerpo permanecía frío bajo la luz de la luna y de las almas que tenia que absorber para que su cuerpo echo de barro y tierra de su tumba pudiera seguir deambulando por el bosque en busca de un antiguo amor, que ya no podía ser correspondido. Y nuevamente se encontraba en aquel sitio, era doloroso permanecer allí, pero estando en aquel lugar de alguna forma se sentía conectada a algo que había perdido hace cincuenta años, el amor, la esperanza, incluso la vida, donde había dado fin a aquel gran amor, si tan solo hubiese sido mas fuerte, si no se hubiese dejado engañar, tal vez ahora seria una anciana, pero seria junto a su amado, aquel por el cual había gastado su ultima energía para sellarlo, había traicionado aquel gran amor que el sentía por ella, si tan solo hubiera sabido que esa herida que le propicio la muerte no la había causado su querido amado, pero ahora solo restaba esperar a que se extinguiera aquel gran amor, como la llama de su vida pasada. Aquellos sentimientos de confusión, odio, rencor, amor, dolor, todo eso la acompañaba hasta el día de hoy, pero ahora era distinto, ya no sentía ese odio a inuyasha por aquella traición que creyó era real, quería olvidar aquellos sentimientos, solo seguía con su existencia monótona, tratando de olvidar, pero cada que lo veía recordaba su pasado, cada vez que el la protegía a ella, sentimientos de dolor la embargaban haciendo que perdiera el control, ¿pero acaso ella tenia la culpa? ¿Que no solo era su reencarnación?, aun así al ver a esa chiquilla tan cerca, tan alegre, tan humana, le molestaba le llenaba de coraje pero no podía culparlos, sus corazones aun latían y ahora con el motivo de latir el uno para el otro. La herida en su pecho dolía, pero no era una herida física, sino una en el alma, dolía se desangraba por dentro, pero ya no podía hacer nada, su pieza en el tablero de juego había sido removida hace mucho, ahora solo podía ser una espectadora, solo podía ver como las piezas se movían y como otras eran removidas, ahora solo le quedaba observar, para cuando el juego concluyera, desvanecerse como un espectro.

Una de las serpientes caza almas la rodeaba ofreciéndole algo luminoso, sin darse cuenta y solo por instinto, la tomo entre las manos como si fuera algo frágil y fácil de romper, se podían sentir los sentimientos puros que emanaba aquella luz blanca, se la acerco al pecho y poco a poco la luz blanca se fue opacando hasta desaparecer. Dejando la serpiente atrás se acerco al gran árbol, el árbol sagrado, el árbol del tiempo, donde su hermosa y triste historia de amor había llegado a su fin. Se acerco a el hasta quedar justo al frente, contemplo aquel árbol con una mirada triste y melancólica, quería llorar pero no podía, quería sentir pero no podía, quería demostrarle a la gente lo que sentía pero no podía, ahora solo era un fantasma que no podía simplemente "no podía".

-inuyasha-murmuro con voz débil, mientras posaba su mano en la marca de flecha que tenía el gran árbol.- si tan solo hubiese sido más fuerte.

-que esperas entra a la cabaña aquí ase mucho frío.-gritaba la chica de cabello negro y extraño atuendo.- contraerás un resfriado.

-ja, pero que dices niña tonta, para los humanos débiles como tu talvez pero yo soy un monstruo y soy mas resistente que eso.-contesto el chico platino de ojos color ámbar con un tono burlón, además dormiré en este árbol, tengo que hacer guardia.

-has lo que quieres.-la chica molesta se dirigió a la cabaña con los demás.

El chico de cabello plateado permaneció parado en una de las ramas mas altas del árbol, contemplando la fría noche alumbrada por una luna blanca y redonda. A lo lejos podía distinguir un pequeño plantío de flores azules hermosas, la curiosidad lo inundo y decidió acercarse, cuando estuvo allí pudo distinguir de que flor se trataba, eran kikyos "mi querida flor de campanilla, mi amor invariable", eran azules, enormes, olían a ella, o tal vez ella olía a flores, en la mente de chico se cruzo un rostro femenino pálido, hermoso de rasgos finos, su primer beso, frente a un extenso lago en un rojo atardecer, recordaba su aroma, su piel, su calor, pero ella se había esfumado nuevamente sin decir nada, por que cada que se encontraban ella lo rechazaba?, " te extraño, mi querida flor de campanilla". La luna cada vez se encontraba más alta iluminando el bosque en el que se avía adentrado, a pesar de saber que kagome estaba preocupada por el, no quería regresar, quería seguir manteniéndose unido al recuerdo de su amada kikyo, quería verle, aunque fuese solo una ves mas, le hacia falta.

De la nada una luz blanca apareció, era sostenida por una de las serpientes caza almas que acompañaban a kikyo, eso significaba que estaría cerca, tal vez necesitaba hablar con el, quizás deseaba verle tanto como el a ella. Todos esos pensamientos que recorrían su mente se esfumaron tan rápido como habían aparecido, al darse cuenta de que la serpiente se estaba alejando de donde estaba el muchacho de cabellos plateados.

La siguió poco a poco, fue avanzando, asta que percibió su olor, el olor a tierra y barro, ese era su nuevo olor característico, el olor de su frágil escultura de barro. El dolor recorrió su rostro al recordar la última vez que la había visto cuando era humana, tan fuerte, tan firme, escondiendo a la perfección lo que realmente sentía, el momento de dispararle con aquella flecha, pero siendo ella una poderosa miko de grandes poderes espirituales, por que los sello?, pudo haberle lanzado una flecha purificadora y haber acabado con el en un abrir y cerrar de ojos, después de todo ella creía que inuyasha la había traicionado pero aun así ¿por que? ¿Por qué lo sello en lugar de haberlo purificado? Cuando regreso a ser conciente, se percato de que se encontraba enfrente de del árbol sagrado, el lugar era iluminado débilmente por la luz de la luna y las almas que rodeaban el lugar. La chica de cabellera negra y larga se encontraba al pie del árbol recargada contra este, sus ojos permanecían cerrados, su belleza embelezo al chico que permaneció inmóvil durante unos instantes contemplando aquella bella figura bajo el árbol que se encontraba tan quieta, sumida en un profundo sueño, su rostro de porcelana transparentaba una belleza pura pero inuyasha pudo percatarse de que en las facciones de la joven se podía distinguir la tristeza. Se acerco tímidamente a donde ella se encontraba y se sentó junto a ella.

-kikyo-pronuncio mientras admiraba la belleza de la miko.-te extrañe.-concluyo mientras se acercaba cada vez mas a la miko, hasta terminar abrazándola, no quería que se fuera, no quería apartarse de ella , no quería que esto fuese solo un sueño, lo sentía real, podía sentir su cabello rozándole el cuello, pero no sentía su calor, ya no sentiría nunca ese calor que emanaba cuando estaba viva, no podría oler su aroma a flores, no podría tocar su piel suave ni besar sus labios dulces, "no podría", pero eso no le importaba, solo le interesaba estar junto a su amada kikyo, sin importar la forma que esta tuviera. Estando así junto a su amada miko, se fue sumiendo en un sueño, al contrario de kikyo el estaba sumamente feliz de poder estar junto a su querida flor de campanilla.

Un punzante dolor en las costillas lo despertó de aquel profundo sueño en el que se había adentrado. Cuando sus ojos se acostumbraron a la tenue luz de la luna, pudo distinguir la silueta de una mujer apuntando con un arco y flecha, esto lo izó estremecer.

Unos instantes después la mujer que sostenía el arco reconoció la figura del hombreo al que apuntaba, bajo el arco y guardo la flecha.

-inuyasha - pronuncio ocultando su alegría.- ¿Qué haces aquí?- logro formular la pregunta con voz fría tratando de hacer que este no se percatara de la feliz que estaba de verlo.

-vine a verte.-a diferencia de ella inuyasha no trataba de ocultar lo que sentía, en realidad iba con la intención de convencer a kikyo de que lo acompañara en su camino para derrotar a Naraku, el hecho de pensar su nombre lo izó enfadar.- y ¿te encuentras bien?

-si estoy bien, al parecer ya cumpliste tu cometido, ya puedes marcharte.- concluyo con tono inexpresivo, asiendo que el semblante del platino cambiara, de una mirada preocupada a una triste. Al sentir que no aguantaría verlo de esa forma le dio la espalda con el deseo de marcharse ella de aquel lugar.

-esta ves no me iré sin ti!- tomándola de la muñeca la jalo obligándola a quedar frente a frente.- no me marchare sin ti kikyo!.-continuo diciendo pero esta ves en un tono dulce, sus ojos color ámbar se encontraron con los de ella. La acerco mas a su cuerpo, asta quedar abrazado a ella, no la dejaría ir esta ves.

-¿que crees que haces?-dijo entrecortadamente tratando de liberarse del los brazos que la aprisionaban.- suéltame.

-te amo.-al escuchar aquellas palabras la chica no pudo continuar forzándolo a soltarla, dejo caer sus brazos a los costados, permitiéndole abrazarla pero sin corresponde, savia que si lo hacia no aguantaría mas, y terminaría rindiéndose.- acompáñame, no quiero que estés sola, ven conmigo.

"por que?"

-suéltame.- dijo liberándose de los brazos de su amado.- acaso piensas que es así de fácil, crees que yo podría acompañar a un miserable hanyou como tu? – inquirió en tono burlón.

"no me obligues"

- kikyo, yo creí que…

- que te amaba?, no me hagas reír.

"lo siento, no quiero…no quiero"

-kikyo- los ojos del hanyou se tornaron tristes, después de un momento de silencio, sus ojos cambiaron para ver los de la joven, pero esta ves con una mirada firme.- ¿Por qué mientes?

- mentir, ¿por que aria algo así?, ja…o eres tan egocéntrico como para pensar que eres tan interesante que me enamore de alguien como tu.

"solo vete"

-mírame a los ojos y dime que no me amas!!!.-sujetaba fuertemente a la chica de los brazos, obligándola a verlo a la cara.- solo dilo, di que no sientes lo mismo que yo siento por ti.

- yo no te amo!

"no mientas, no lo lastimes, no sigas"

- bueno eso cambia las cosas.- dejo de sostener a la miko.- pero sigo sin entender el por que lo niegas.

- que no escuchaste lo que dije?- de su garganta en lugar de salir una voz fría salio una llena de dolor, derrumbando su engaño, el platino se percato de ello aprovechando el descuido de la miko se acerco, agachando la mirada a ella inclino su rostro para besarla, unió sus labios con los de ella. La joven quedo impactada por su falta, pero al percatarse de los labios de su amado contra los suyos no pudieron hacer más que corresponderle. Ya no sentía la calidez de su amado pero eso no le impedía disfrutar de aquel momento. Sus labios avían cambiado, ya no tenían el mismo sabor, ahora eran fríos, pero eso no le importaba con tal de permanecer a su lado, talvez ya no poseía el mismo cuerpo calido que tanto había deseado, pero aun lo amaba y eso era más que suficiente. Los brazos del platino se colocaron alrededor de la cintura de la bella mico, mientras los de ella rodeaban su cuello.

La luna se acomodaba en lo más alto del cielo iluminando aquella escena desde lo alto, bajo el árbol sagrado un amor parecía volver a florecer. Los frágiles brazos de la miko descendieron del cuello al pecho de su amado, extendió los brazos abrigándolo a alejarse de ella. Sabía que no resistiría cuando tuvieran que volverse a alejar.

-kikyo- pronuncio su nombre con un tono confundido.

-adiós.- ya no trataría de ocultar mas sus emociones, con aquel beso se avía roto la única fuerza que tenía para no derrumbarse. Se agacho tomando su arco y fechas, que habían permanecido en el suelo todo ese tiempo.

-¿por que? ¿Por que te niegas a permanecer junto a mí?

-¿acaso no lo entiendes?- los tonos de su voz se habían distorsionado acusa de la desesperación.- una flor que es arrancada no puede volver a florecer.

-tal vez tengas razón, pero la semilla de la flor marchita puede dar origen a una nueva, y puede que esta sea mejor, permítenos intentarlo. – el rostro del platino ere de suplica, quería estar junto a ella todo el tiempo, el resto de su vida y aun después de ella.

-YA ESTOY MUERTA!!!

"duele, la herida cicatrizada vuelve a abrirse, duele"

-nada de lo que hagas podrá cambiar eso, lo que vez no es mas que un cadáver, un espejismo, que pronto se desvanecerá, existo gracias a las almas de humanos, por que yo ya no soy humana, por eso no podemos estar juntos, no importa lo que sintamos, simplemente es imposible, desde un comienzo lo fue.

-kikyo, eso no importa, no me importa perder la vida con tal de estar con tigo, no importa nada, antes decías que mi vida te pertenecía, pues tómala es tuya, siempre lo fue y lo será, quiero permanecer junto a ti sin importar lo demás.- las lagrimas resbalaban por sus sonrojadas mejillas, dolía, "dolía"

"no digas eso, duele, sangra"

-¿crees que seria capas de matarte con un fin tan egoísta?

-entonces permanece a mi lado, no importa la forma que tengas, yo siempre te amare.

-BASTA! Por favor ya basta, no aguanto mas, yo no debería estar aquí, tu me trajiste devuelta a este mundo al momento de pronunciar mi nombre, por favor no sigas, yo no quería regresar.

"siempre quise volver a verte"

-cuando regrese tu corazón había sido cautivado por otra, yo no quería volver, cuando te vi la herida en mi pecho volvió a abrirse.

"me alegro tanto verte allí"

-tu ya no me pertenecías, al morir a pesar de todo le pedí un deseo a shikon no tama, el de verte una vez mas.

"yo solo quería verte sonreír junto a mi"

-mi alma se dividió, reencarno en kagome y en su interior apareció shikon no tama permitiéndole viajar por ambos mundo, para que nuestras almas se volvieran a encontrar, no existe la casualidad o un destino escrito, yo escribí mi propio destino.- la miko se derrumbo cayendo de rodillas sobre el frío pasto, se abrasaba a si misma como si se estuviera desangrando y tratara de evitar una hemorragia.- yo solo quería verte una vez mas.- los sollozos de la joven se hicieron mas severos.

-kikyo…-se acerco a la miko pero su paso se detuvo, no sabría que decir, no savia consolar puesto que nunca había sido consolado.- perdóname.- se arrodillo junto a ella y la abrazo. – fui cegado por mi propio sufrimiento ignorando lo que tu pudieras estar pasando, perdóname.- la abrazaba cada vez mas fuerte, las lagrimas cristalinas recorrían su rostro asta toparse con la cabellara negra de kikyo.- te deje sola tanto tiempo, nunca pensé lo que sufrías.

"permanece junto ami, no te vallas, no me dejes."

-ya no me queda nada, pero aun así tengo tanto miedo.

- el miedo es la ultima señal que queda para darnos cuenta que aun tenemos algo que perder, kikyo, ya no dejare que pierdas mas cosas, ya no te dejare sufrir, yo te protegeré.

-Inuyasha.-menciono su nombre en un murmullo casi inaudible.- te amo!.- era la primera vez que lo decía, nunca antes lo menciono, antes no se dejaba admitirlo pero ahora era diferente, se sentía libre.

Una luz cegadora deslumbro desde el pecho de kikyo, una fuerte energía alejo a inuyasha de su amada haciendo que este chocara contra el árbol sagrado. Kikyo permanecía inmóvil, desconcertada con lo que estaba sucediendo, de su cuerpo mil resplandores salieron con fuerza.

-mi cuerpo, esta rechazando las almas.- el tono preocupante que había usado asusto a inuyasha asiendo que este también se alarmara.

-KIKYO!!!- dio un grito de desesperación al sentirse impotente, camino asía ella evitando que la fuerte energía que lo rechazaba volviera a apartarlo de ella, tomo su mano, para su sorpresa el contacto con su piel, no fue frío como el esperaba, sino fue calido, por un instante no pudo pensar en nada mas que en lo calida que era su amada, la luz cegadora se fue opacando hasta el punto de la extinción, la luna era lo único que iluminaba la escena, ya no quedaban almas alrededor, las serpientes se habían marchado, entonces sin que lo esperara se escucho el ruido, era similar al de un tambor, tratando de encontrar el lugar del que provenía, se hallo frente a kikyo, la tomo del brazo ayudándola a levantarse, una vez firme la joven, el platino acercó su oído al pecho de su amada miko, fue entonces que pudo escucharlo, el palpitar de un corazón, las lagrimas de platino que no pudieron ser contenidas resbalaron por sus mejillas, pero esta ves eran lagrimas de felicidad. Kikyo puso su mano sobre la mejilla de inuyasha algo confundida pero también feliz, sus ojos cristalinos derramaron unas cuantas lagrimas que recorriendo sus mejillas y resbalaron a el rostro de inuyasha, este levanto la mirada y sin decir nada acero su rostro al de la miko y la beso, después de tanto sintió la calidez de sus labios, la suavidad de su piel, su aroma y su sabor, volvió a escuchar su melodioso palpitar, se separo de ella por tan solo unos centímetros para poder apreciar su rostro, este permanecía hermoso y en el apareció un leve sonrojo.

-no entiendo nada.-dijo la joven rompiendo el silencio. Pero sus labios formaron una sonrisa embelezadora, era la primera vez en mucho tiempo que sonreía de esa manera, una sonrisa sincera que llegaba asta sus ojos, radiantes de alegría.

-¿regresaras con migo?-pregunto con un tono preocupante al no saber que clase de respuesta seria.

-siempre estaré con tigo.-concluyo la miko abrazando a su amado cada vez mas fuerte.- no recordaba lo calido que eres.

-extrañaba este aroma que despierta todos mis sentidos.

No muy lejos de hay en la vieja cabaña de la anciana kaede, el grupo de jóvenes se reunían alrededor de los fragmentos de shikon no tama, estos permanecían luminosos radiando una luz purificadora.

-¿Qué sucede con los fragmentos señorita kagome?- preguntaba desconcertado el monje.

-no tengo idea.

-¿que demonios?.- preguntaba para si mismo el semi demonio Naraku, mientras veía a la shikon no tama, rodar por el suelo, tan deslumbrante y pura, por un instante Naraku había temido ser purificado por aquella joya de grandes poderes.