Hola a todos.

Bueno, este fic lo escribí hace dos años originalmente para Potterfics, lo he modificado un poco (Mucho, en realidad, pues mi primer año de escritora fue horrendo) Sólo espero que les guste. El primer capítulo es corto, pero en él se entiende como va el trama. Necesito comentarios para saber si continúo la historia. En fin, espero que les guste :)

N/A: Lo que está escrito en cursiva son los pensamientos de los personajes.

Disclaimer: Los personajes, los lugares, o por ende todo el mundo mágico de Harry Potter no me pertenece, le pertenece a J.K. Rowling. De resto el trama es completamente mío. A leer se ha dicho.


Draco caminaba por su mansión aburrido, como siempre. En sus vacaciones no tenía mucho que hacer, siempre estaba solo, no porque nadie quisiera estar con él, sino porque le gusta la soledad. Se detuvo en seco al ver que su padre aparecía en una de las chimeneas, llevaba aquella máscara que tanto odiaba, la máscara que caracterizaba a cualquier mortífago. Siguió con su camino, no tenía intensión de saludarlo, por razones un tanto lógicas. Lo habían obligado a convertirse en mortífago. Siempre quiso ser uno, lo admitía. Al igual que todo Slytherin, él quería poder, fuerza, fama tal vez. Pero por otro lado, no se sentía del todo bien al actuar bajo las normas de Lord Voldemort. Todo lo que él hacía era fríamente calculado.

—Draco necesito hablar contigo—dijo Lucius seriamente, con voz fuerte para que Draco pudiera escucharlo. Éste paró en seco, no dijo palabra y tampoco se volteó para hablar con su padre— Acompáñame a mi despacho— Sin esperar respuesta Lucius se encaminó hacia su despacho y Draco no tuvo más opción que seguirlo.

Cuando entraron al despacho se sintió más aburrido de lo que estaba. La decoración de ese lugar era tan tétrica y oscura que con sólo entrar a cualquiera se le bajaría el ánimo. Se acercó a la ventana sin aún prestarle atención a su padre. ¿Acaso no podía estar solo? Era lo único que quería.

—Siéntate—Le ordenó su padre. Draco bufó y siguió su orden. Lucius lo miró con enojo—. Bien—Dijo Lucius mientras servía un poco de té— Desde ahora debes aprender a seguir órdenes. Ahora eres un mortífago, seguir órdenes es tu nuevo trabajo. El señor tenebroso me pidió que te informe sobre una misión para ti.

—Vaya. Eso sí que alegra mi día—Respondió sarcásticamente.

—Compórtate, al no ser que quieras un castigo. ¿Recuerdas a esa amiguita de Potter?

— ¿Te refieres a Hermione Granger? —Comentó Draco, Lucius asintió— ¡Cómo olvidarle! desde que me dio un puñetazo en tercer grado, es fuerte.

— ¡No me importa si es fuerte o no!, no cambies el tema —Gritó Lucius—. La misión es la siguiente: necesito que hagas todo lo posible para que Granger confíe en ti. Tanto como para llegar a entregársela al señor tenebroso.

Draco lo miró con una sonrisa de medio lado.

— ¿Es broma? —Le respondió— ¿Que haga amistad con la sangre sucia?

—No es broma Draco. Potter tiene esa pequeña debilidad llamada amistad. Quien se mete con sus amigos se mete con él. ¿Entiendes lo que digo?

—No—Respondió mientras jugueteaba con una pluma—. Además, no entiendo para qué quiere el señor tenebroso a una sangre sucia. ¿Acaso al que busca no es a Potter?

—Veo que aún no entiendes—Dijo levantándose de su asiento— No me hagas perder la paciencia, por favor. Si le llevas a la sangre sucia el señor tenebroso la matará. Potter se enojará y querrá vengarse, y como sabes cuando uno se enoja pierde la cordura sobre las decisiones que toma, esto lo hace a uno más vulnerable. Potter querrá buscar al señor oscuro, en su pequeño momento de debilidad el señor oscuro lo matará. Y fin de la historia. ¿Entiendes?

—Ahora entiendo—dijo Draco— Y cómo propones que la haga confiar en mí. La estúpida es inteligente, dudo que me vaya a creer después de cinco años de humillaciones e insultos.

— ¡Quién no caería en los encantos de un Slytherin! —Dicho esto salió de allí sin decir más palabras. Draco lo miro como si estuviera loco. Esa misión era absurda, Granger jamás llegaría a confiar en él. Además, el simple hecho de hablarle le provocaba náuseas.


-Dos semanas después-

Hermione caminaba con ansias por el andén 9¾. Estaba confundida después de todo lo que estaba pasando; la muerte de Sirius el año pasado; el regreso de Voldemort el antepasado, quien ahora al parecer se propuso más a matar a Harry. Aun así Hermione estaba emocionada por comenzar su sexto año en Hogwarts, pues aunque sonara tonto estudiar era la única cosa que la mantenía entretenida, activa, alerta. Alerta porque sabía que las cosas estaban cambiando, que ya nada sería como antes. Que habría una guerra. Activa porque necesitaba dejar de pensar en las cosas que la mantenían alerta. Y entretenida porque entretenerse le hacía no pensar en estar activa, por ende no pensaría en estar alerta. Vaya confusión, pero al fin y al cabo así estaba ella, confundida.

Miró su reloj, faltaban cinco minutos para que el tren que los llevaba a Hogwarts comenzara con su rumbo hacia el colegio. Apresuró más el paso, por lo que Harry y Ron, quienes iban atrás de ella bufaron.

—Hermione, tal vez estés ansiosa por ver a tu novio, pero eso no significa que nos arrastres hasta el tren.

Hermione paró en seco y miró a Ron enojada

—A ver Ron en primer lugar; yo no tengo ni tendré novio al menos hasta dentro de unos años porque yo, a diferencia de ustedes, me enfocaré primero en mis estudios cosa que deberían hacer los dos en vez de pensar todo el día en amoríos. En segundo lugar, apresuro el paso porque falta poco para que el tren arranque…— Su ''discurso'' fue interrumpido por Harry, quien se aburría de la situación.

—Hermione, era broma lo que dijo Ron. Además, Ron sólo está celoso, ¿Acaso no vez que el gran Draco Malfoy no te quita la mirada de encima desde que atravesamos el andén?—dijo Harry con tono burlón señalando con la cabeza a cierto lugar de la estación, Hermione miró en dirección hacia donde apuntaba Harry, allí se encontraba Malfoy recostado en una pared mirándola fijamente, se sentía observada desde que entró en el andén, pero en esa mirada no veía odio ni asco, sino… Nada, no veía nada. Su mirada estaba tan perdida que quizá ni la estaba mirando a ella. Hermione se dispuso a entrar al tren, le dio un último vistazo al rubio quien saludaba a sus amigos en ese momento. Retiró la mirada y siguió a Harry y a Ron hasta un compartimiento vacío, se sentó al lado de la ventana, no podía sacarse de la mente esa mirada tan penetrante, o mejor dicho perdida. Tal vez fue pura casualidad, Malfoy no la mira nunca, siempre la ignora como si ella no se encontrara allí, cosa que le alegra, de igual manera ellos dos no tienen mucho de qué hablar, o al menos para insultarse.

—Por cierto, Hermione, no estoy celoso. Además, ¿ustedes no notaron algo raro en Malfoy? —dijo Ron sacando de sus pensamientos a una confundida Hermione, quien se centró en sacar una edición vieja de ''El profeta'' que tenía en su maleta. La edición de hacía dos años. Cuanto hubo un escándalo porque Harry ''entró'' al torneo de los tres magos.

—''Sus ojos se humedecen con el fantasma de su pasado''—Leía Harry quien se sentó al lado de la castaña, ella le pasó el diario a él quien soltó una carcajada— ''Sus ojos se humedecen con el fantasma de su pasado''—Repitió— Esa Skeeter… ¿Por qué conservas aún esta edición de el profeta?

—No lo sé, Harry. Y respondiendo a tu pregunta Ron. Sí, está raro el hurón.

—Tal vez trama algo—Respondió Ron. Harry se concentró en ojear de nuevo esa versión del profeta que no terminó de leer hace dos años, cuando la tiró a la chimenea antes de hablar con Sirius por ésta.

—Quién sabe—Respondió finalmente Harry cuando terminó de leer el profeta, que tiró al piso enojado cuando recordó esa absurda entrevista con Skeeter.

La señora con el carrito de los dulces pasaba en ese preciso momento, y como era de esperarse Ron y Harry se precipitaron a comprar algo. Mientras tanto Hermione volvía a pensar en la mirada extraña de Malfoy. No estaba segura de que la estuviera mirando a ella, porque parecía desconectado del mundo. Pero aun así le intrigaba un poco.

Horas después el tren de Hogwarts se detuvo. El trío de oro conversaba animadamente y no se habían dado cuenta de que el tren había llegado finalmente a su destino. Ya se habían puesto su uniforme. Se tardaron más de lo esperado recogiendo las maletas. Salieron del tren casi trotando, afuera estaba casi vacío. Harry y Ron hablaban de la nueva temporada de Quidditch que habría ese año en el colegio. Hermione se quedó callada ya que el tema no le apetecía en absoluto. Subieron a uno de los carruajes que esperaba al alumnado, en realidad el último que quedaba, ya que los demás habían partido.

El profesor Flitwick revisaba la lista e iba tachando un chulo al lado de los nombres de quienes iban llegando. Sólo faltaba Malfoy, quien se acercaba con paso relajado hacia el profesor.

— ¡Por fin! —Exclamó el profesor un tanto impaciente—. Dígame su nombre señor Malfoy

—Lo acaba de decir—Le respondió enojado, era ridículo. Además el profesor lo conocía desde hace años.

—Sin excepciones señor Malfoy, y más vale que corra queda el último carruaje.

Draco asintió con la cabeza hecha humo y se encaminó hacia el último carruaje que quedaba, paró en seco al ver quienes estaban en ella: Potter, Weasley y su hermana, Lovegood, Neville, y para colmo Hermione Granger

Que día el mío, pensó mientras se acercaba al carruaje, dudó un segundo antes de subir pero no le quedaba de otra. No pensaba caminar hasta el colegio. Al subir todos lo miraban con cara de pocos amigos.

— ¿Se les perdió uno igual? —Dijo Malfoy y de inmediato todos lo ignoraron y continuaron hablando de quidditch y plantas, este último tema cortesía de Neville. Quien hablaba con Luna acerca de una extraña flor que tenía en sus manos.

—Malfoy—Dijo Hermione un tanto nerviosa. Al darse cuenta de que él no la había escuchado volvió a llamarlo— ¡Malfoy!

—Qué quieres sangre sucia—dijo intentando sonar amable y relajado, pero digamos que no lo logró.

—Es que te sentaste en mi túnica—Le respondió Hermione un tanto enojada y un tanto ofendida por la manera en la que la llamó, mientras halaba su túnica sin éxito.

Draco miró hacia la silla, era cierto, estaba sentado sobre la túnica de la chica.

— ¿Y eso es de mi incumbencia?

—Sí, porque estás sentado en ella—le respondió Hermione con tono desesperado. Draco estaba a punto de insultarla por haberle hablado de esa forma, pero recordó su estúpida misión, debía ser amable e intentar ganarse su confianza. Se levantó un poco para que la castaña pudiera halar su túnica hacia ella. La cuál lo hizo sin pensarlo y volvió a mirar a sus amigos, sin ánimo de meterse en la conversación de quidditch ni en la de plantas.

—Lo siento—Dijo Malfoy en un susurro casi inaudible, ella no lo escuchó, esa frase le costó mucho decirla, y más que nada que sonara amable.

— ¿Dijiste algo?— Preguntó Hermione.

—Nada que te importe sangre sucia— Se empezaba a sentir ahogado en esa estúpida carrosa llena de Gryffindors y Ravenclaw.

—Como sea, hurón.

Ante esto último Draco se enojó, pero se calmó tanto como pudo. Ganar su confianza, ganar la confianza de la estúpida sangre sucia. Pero de qué hablo, quiero matar a idiota y a todos sus amiguitos.


Y bueno, aquí está el primer capítulo, corto como lo había mencionado antes, pero necesito opiniones.

¿Me dejan un review? :'(

¡Hasta la próxima!