Disclaimer:Hetalia y sus personajes le pertenecen a Himaruya.
:D ¡Disfruten!
Perdidos en el tiempo
Capítulo I: El encuentro fortuito
Lukas Bondevik, estudiante de segundo año de la universidad. Le bastaron dos semestres cursados y uno recién comenzando, tiempo exageradamente suficiente, para darse cuenta que no tenía vida, si es que vida se le puede llamar a estudiar casi el 80% del día,, otro 19% a un trabajo de medio tiempo para subsistir y el 1% dedicado a dormir, tan esquivo durante el periodo de ejercicios de clases, controles o exámenes. Realmente era todo un lujo.
Estúpida Universidad y su monopolización del tiempo.
Su departamento era pequeño, solo contaba con una pieza, cocina, baño y una sala de estar. Trataba de tener todo en el más pulcro orden a pesar de casi no estar mucho durante el día, ya que se la pasaba en la biblioteca de su facultad sumergido en libros e intentando resolver los problemas de los controles antiguos.
Su vida en el presente era un horror, aunque siempre supo que la vida de los universitarios no era fácil, simplemente era un reto, un juego de sobrevivencia, donde el más fuerte o más astuto lograría superarla.
Fue un día, en su habitual rutina de encierro en alguna sala de estudio o en la biblioteca, cuando sus ojos pesaban del sueño que tenía. Ya era hora de ir por una buena y amada taza de café. Qué bebida caliente más deliciosa para Lukas Bondevik, más aún si le acompañaban unas buenas tostadas con mantequilla o galletas de mantequilla. Daba igual, mientras tuviera mantequilla estaba bien.
Las cafeterías de su universidad generalmente estaban abarrotadas de gente, por lo que solía ir a una que estaba a dos cuadras de la facultad. El café era especialmente sabroso y sus galletas también. Hizo su pedido a un alegre muchacho de ojos violetas que siempre conversaba mucho con sus clientes de forma muy amable aunque a veces era algo torpe con sus entregas. Su nombre era Tino Väinämöinen. Con el tiempo se habían hecho bastantes amigos, así que no era necesario que el finlandés preguntara su orden, pues siempre era la misma.
Conversaron un rato, Lukas decidió esperarlo, pues vivían en la misma dirección y así no regresaba a casa sola y aburrida, sobretodo en silencio. Tino de alguna forma lo distraía unos minutos de los quehaceres de la universidad, aunque Lukas casi no hablaba, solo se limitaba a escuchar.
Caminando juntos por las calles, oyeron bocinazos provenientes de unas calles más allá. Se acercaron a mirar por la curiosidad del joven finlandés. No podían ver mucho, los autos y las personas se habían acumulado. Tino impulsado por esa incesante corriente de curiosidad y esa sensación de que debía llegar, logró hacerse de un lugar entre la gente junto a su callado amigo.
No podía creer lo que sus ojos veían.
Había un par de locos que se habían escapado del psiquiátrico, según Lukas, muy grandes y altos, en medio de la calle, perdidos y desorientados, mirando un viejo pergamino, que por lo que alcanzaba a ver el noruego se trataba de un mapa muy antiguo.
Eran dos hombres que parecía que venían de una fiesta de disfraces, pero sus ropas eran tan reales, sobre todo las armas que traían.
No salían de su asombro cuando el hombre de cabellos rubios desordenados que tenía en una mano un hacha y en la otra el viejo mapa, se giró a verlos junto con su acompañante de intimidante mirada.
-Hey!-gritó el de cabellos despeinados muy alegre mientras caminaba hacia ellos- ¿Nos pueden ayudar? Estamos un poco perdidos
Desde ese momento la vida de los dos jóvenes tomaría un giro inesperado.
Ya nada volvería a ser tan tranquilo y silencioso para los amigos, sobre todo para el noruego.
Su vida cambiaría para siempre luego de ese encuentro fortuito.
