Palabras de la autora: ¡Hola! Me alegra que hayan decidido leer esto. Bueno, espero les guste es un cambio de aires para mi, no suelo escribir así, todos estos personajes ahora presentaran sus facetas adultas segun mi perspectiva y deseo. ¡Este es un Alternative Universe! No está afilidado al manga pero conserva detalles del mismo. Espero lo disfruten.
Capitulo uno: Amantes y otras cuestiones.
Esta mañana me deserté y tú no estabas ahí, nuevamente de habías ido. Suspiré lentamente mientras me removía en la cama, las sabanas hechas un caos y los cojines tirados por todas partes me sacaron una sonrisa dulzona y picara, pronto todas las imágenes de anoche juegan en mi mente. Mis manos se deslizan en las sabanas, te buscan pero nada, solo queda esa pequeña marca de que dormiste a mi lado. La soledad es notoria, me gustaría despertar contigo a tu lado, pero te conozco, tus mentiras, todo de ti, lo conozco y sé bien que tú solo me utilizas.
Tu aroma en la cama me adormece y me vuelve suave, mi corazón late, tu esencia está tan gravada en mi piel que solo puedo estremecerme, producto del recuerdo.
—Eres de lo peor —murmuro al aire, sonriendo.
Me senté en la cama y admiré la vista panorámica. Las ventanas abiertas, las cortinas blancas hondeando y mi cuerpo hecho un desastre. Tengo marcas en todo el cuerpo son más de las que puedo contar. Cuando deslizo mis dedos por cada marca me estremezco y suelto una suave exhalación, aun puedo sentir tus labios y tus dedos. Me tienes en tus manos y creo que lo sabes.
Encendí un cigarro y me quedé ahí, sentado, con la vista perdida en la ciudad, la mañana tan ruidosa me parece vacía. Eres tan dulce cuando la noche cae, casi le tengo rencor al astro solar que nos obliga a separarnos. Podría reír, podría burlarme de mí y recordarme que todo aquello es solo una treta de niños, conozco tu juego y te he visto aplicarlo con tantas y tantos otros. Pero ellos no te conocen como yo, después de todo, te conozco desde hace bastante tiempo.
—Lo curioso es que vuelves… cada vez que te rompen el corazón —susurré para mí mismo, mi sonrisa se ensancha y el humo sale suavemente. Que mal hábito.
Mientras le daba suaves caladas al cigarro me puse a pensar, pensé en tantas cosas que mi mente quedó aturdida. Había algo que debía hacer.
—Ya lo he retrasado mucho tiempo.
Con mi cuerpo envuelto en sabanas me levanté suavemente, mi cuerpo adolorido se tambaleó al contacto con el suelo, al contacto de la cruda realidad fuera del lecho que él y yo compartimos. Pero debo admitir que el recuerdo era mucho más dulce a no tener nada. Era curiosa la sensación, cosquilleaba en mí, era interesante.
Pero, las cosas han cambiado, pese a que tus mentiras me son huecas tus halagos me agradan.
…
—Akashi, no te entiendo —se mofó Shintaro—. Alguien tan dominante como tú… ¿no sería más sencillo encontrar alguna presa fácil?
Sonreí ligeramente, mis labios se curvaban con delicia de solo recordar mis juegos de anoche. Midorima me ofreció un cigarro y lo tomé con calma. Pensé un poco.
—No lo comprendes Shintaro, tu relación con Takao es simple, es recíproca, ambos se corresponden y es sencillo. Aquello no me sirve, sé que ante mi cualquiera sucumbe.
—¿Te aburre cazar? —inquirió interesado.
—Podría decirse. El problema de las personas dominantes, es que a veces nos aburrimos y deseamos que alguien aparezca y nos domine con la misma ferocidad con la que nosotros lo hacemos —respondí en calma.
La música del bar era agradable, necesitaba despejar mi mente entre jazz y algo de beber, todos aquellos eran malos hábitos para ser el medio día, pero era mi único momento libre antes de continuar con la estricta vida de "Akashi Seijuuro". Shintaro, mi mejor amigo, se había vuelto cercano a mí, al volvernos adultos olvidamos nuestras rivalidades y encontramos placer en la plática, ahora que el ganar o perder no estaba en el camino, resultaba estimulante y agradable.
—Ya veo, pero creo la dejas difícil —comentó mientras reía entre dientes—. No eres un hueso fácil de roer, creo lo sabes ¿no?
—Eso es lo que lo vuelve aún más interesante.
—Pero, ¿Solo deseas sexo? ¿O buscas el amor? —me preguntó con picardía, sus ojos verdes brillaban ligeramente, a él le divertía la situación, casi tanto como a mí.
—Busco lo que me satisfaga, no me importa que nombre adopte. Lo quiero a él, pero echarle cadenas lo haría tedioso, los perros deben aprender a volver con sus amos.
—Él siempre vuelve a ti.
—Sí, lo hace, pero los interludios son largos… es curioso.
Ambos nos dedicamos sonrisas de complicidad, por esto era que Shintaro me agradaba tanto ahora, su mente era mucho más abierta, recuerdo que solíamos ser unos estirados, rectos y firmes, de poca sonrisa y habla, ambos niños de buenas familias con buenas notas, pero cada uno cambió con los años a su forma. Él, gracias a su novio se soltó mucho, y yo… bueno, me harté de las reglas, decidí ser absoluto a mi manera, jamás hubiera pensado que si dejaba de escuchar a mi padre entonces todo sería mejor. Incluso terminé heredando la compañía completa por mera iniciativa mía. Ganar aún era importante para mí, pero ya no lo llevaba a tan terribles extremos, me puse una máscara divertida, una que la sociedad no temiera.
Él también tuvo que ver en esto.
Su nombre, Murasakibara Atsushi. Él me mostró el mundo del placer y de las inhibiciones, antes de darme cuenta todo se había adaptado a mi piel.
Ahora tengo veinticuatro años, no son muchos si bien se piensa, a los ojos biológicos aun soy un adulto joven, pero mi mente y cuerpo piensan otra cosa. El dulce sabor del sexo te avejenta y amarga, sin embargo también te alivia y calma. ¿Por qué deseo a Murasakibara con tanto fervor? Porque él me da aquello que deseo.
No es amor, yo ya le he amado desde hace muchos años, él me da placer, me desea, me envuelve y saca lo peor y lo menor de mí, nuestros rituales son similares a los de bestias en celo, el juego de poderío me excita hasta la medula y sucumbir ante él para que me posea en las noches es lo mejor. El gran emperador encontró su fruta prohibida y su jugo le satisface.
¿Tengo más amantes? Sí, y no me molesta decirlo, una vez que la virginidad se deja atrás y el pecado corre por las venas uno lo busca con mayor interés. En este caso siempre estuvo frente a mí, me sorprendió ver la cantidad de personas que ansiaban compartir el acto sexual conmigo, pero solo pocos son merecedores de ello. Mis dos amantes son Reo Mibuchi y Kise Ryota. Con ellos pruebo la otra cara de la moneda, mientras que Atsushi me reta y enloquece, ellos sucumben, son apasionados y me muestran la ternura del sexo, pero con su toque bestial.
Reo es como yo, busca el amor, busca el placer pero no lo encuentra, según él me ha platicado, tiene cierto interés en Himuro Tatsuya quien curiosamente es el mejor amigo de Atsushi. Nos entendemos bien, Reo y yo hacemos buena química en la cama, me he vuelto adicto a él. Además él tiene muchas cosas que no encontraría en nadie más. Incluyendo una belleza abrumadora.
Kise salía con Kuroko Tetsuya, pero rompieron porque Tetsuya se fue con Kagami. Desde ese entonces Kise se ha refugiado a mis pies, cual perro hambriento de amor y calor. Tan devoto y desesperado, él es mi otro tesoro.
Al único que no poseo como deseo es a Murasakibara. Atsushi sale con Aomine y Kyoshi Teppei. Ellos son los amantes de Murasakibara, nos les guardo rencor ni mucho menos, al final, todos somos cómplices, todos gozamos de lo prohibido y buscamos la diversión, eso es todo. Buscamos el placer, buscamos lo que nos llena y satisface, por ello borramos las reglas del juego y comenzamos a ir en todas direcciones. Hacemos trampa, mentimos o engañamos, somos humanos imperfectos, sumidos en el abismo del desamor.
—¿Me puedo unir?
Volteé y me encontré con Kagami, le dediqué una sonrisa y le invité a sentarse.
—Es raro verte por aquí, Kagami —dijo Shintaro—. ¿Dejaste tu nidito de amor?
—Podría decirse, necesitaba despejar la mente, me alegro de encontrarlos aquí, es aburrido estar solo —respondió él mientras pedía una cerveza para él.
—Hablábamos sobre amantes —dije.
—No es normal escucharte hablar sobre eso Akashi —me dijo Kagami.
—¿Qué nos dices tú? —Preguntó Midorima—. ¿Cómo va todo con Alex?
Pese a que Kuroko era un novio muy posesivo (aunque no lo pareciera por fuera) Kagami había logrado encontrar tiempo para fugarse con Alex y tener amoríos. Yo hubiera esperado que Taiga se fuera con Aomine, pero por lo visto Taiga buscó el placer en una mujer, una que alguna vez fue su maestra. Aunque no por ello era menos guapa, Alex era una mujer con cuerpo matador.
Si se lo preguntan, Aomine está tan soltero como yo, pero él es mucho más activo.
—Bien, no puedo dejarla, es como si ella me consumiera, pero Tetsuya comienza a sospechar, ese chico es demasiado perspicaz, es un problema.
—Ya que estamos en el tema —comenté mientras fumaba—. Shintaro, ¿qué hay de ti?
—Momoi y yo estamos bien. Todo normal por ahora.
—Debes tener cuidado —le recordé—. Momoi es una mujer mi hermosa, puede que te enamores de ella y dejes a Takao.
—No lo creo, pero gracias por el consejo.
Así estuvimos hablando muy buen rato, me daba risa ver que todos cuyos 'romances ideales' habían surgido tenían también uno o dos amantes cuando mucho, comprendía bien que todos nosotros teníamos sed de placer y hambre por saciar, necesitábamos más de lo que podíamos roer.
…
—Sei-chan, me alegra verte por aquí.
—¿Dónde más almorzaría sino? —respondí sonriente.
La cafetería de Reo era un lugar agradable, aunque Reo en realidad era un diseñador de modas también había puesto este negocio. Su cafetería era grande, servía comidas también, el lugar en sí tenía un gran encanto, agradable, sofisticado, y además de todo era un lugar popular. Claro que yo (como muchos otros) a veces solo iba para poder verlo a él y nada más.
—Entiendo —sonrió halagado, Reo era ternura pura, siempre era dulce y amable.
Pedí algo de comer simple, miré por la ventana, el clima parecía ir empeorando, seguro llovería, las noches frías y lluviosas tenían cierto encanto para mí. Una sonrisa se deslizó en mis labios, hoy tendría diversión de nueva clase.
Reo, luego de entregar personalmente mi pedido (él jamás permitía que otro lo hiciera), se fue con calma.
Me levanté de mi asiento y me fui al pequeño cuarto de descanso donde Reo reposaba cuando cerraba la tienda. Ahí le encontré, al verme se sorprendió, adoraba ver esa expresión de sorpresa, incitaba a mis instintos sádicos para actuar conforme al deseo natural de la carne. Me acerqué a él lentamente, le arrinconé contra la pared. Aunque él seguía siendo más alto que yo, había cierta diferencia a cuando estábamos en la preparatoria. Acaricié su cabello, y mis manos se deslizaron por su rostro. Sus ojos brillaron, sus labios titubearon, casi sentí como su corazón estaba latiendo acelerado por el momento. Él se acercó y besé su oreja, susurrándole al oído: —Esta noche, iré a tu apartamento.
—S-Sei-chan… —soltó un gemido ahogado, él lo deseaba tanto como yo.
Mis caderas apresaban las suyas, estábamos tan cerca, nuestras pieles hablaron un lenguaje prohibido. Sentí su respiración y dejé que su suave aroma me llenara, era tan dulce como una amapola, él era mi lirio, mi bella flor.
Deseoso besé su cuello, tan suave y lánguidamente cómo fue posible. Deslicé mis labios varias veces, dejé que mi lengua recorriera la extensión de ese perfecto y largo cuello a sabiendas de que esa zona erógena era su debilidad. Los labios de Reo se entreabrieron para soltar suaves suspiros, él estaba entregado a mi voluntad consiguiendo placer con ello; debo admitir que solo con él me agradaba la conducta sumisa, jamás me aburría, siempre era tan interesante como la primera vez. Sonreí ante este pensamiento, mientras volvía a besar su oreja; me sentía tan bestia con él, deseaba devorar su cuello un poco más, deseaba tomarle ahí mismo, deseaba que ambos nos tomásemos juntos. Con él la versatilidad era una delicia, sin importar que o como. La pasión de Reo hacia mí no tenía precio.
—Sei-chan —me llamó—. Deja algo para el postre.
Sentí como me rodeaba con sus brazos para apegarme más a él, era agradable y me gustaba la sensación. Después sus tersos y abundantes labios buscaron los míos, primero los presionó suavemente, luego comenzamos a rosar nuestros labios, bajando y subiendo. Esos labios dulces con aroma a rosas eran miel pura. Sin aguantarlo más nos besamos. Besos largos y tiernos, pero tenían su lujuria, tenían su deseo y su placer. Luego me abrí paso e introduje mi lengua en su boca, haciendo que el beso fuera aún mejor. Mi lengua se deslizó contra la suya, no separábamos nuestros labios para nada. Reo cerró los ojos y me siguió el ritmo invitándome a continuar. Nuestras lenguas jugaban, se deslizaban, se entrelazaban y continuaban una y otra vez.
Los gemidos ahogados de Reo solo lograban provocarme más.
Nos separamos en busca de aire, podía sentirlo, mi mirada ardía en deseo; deseaba más pero entendí que debía comportarme y dejar lo mejor para esta noche. Quizá le haría el amor a Ren contra la ventana.
Hacer el amor…
Sí, con Reo no era solo sexo, era hacer el amor, había entrega, sentimientos y pasión. Quizá seríamos pareja de no ser por nuestras inacabables ambiciones. Si yo no deseara a Atsushi con tanto fervor, si yo no deseara ser dominado por él y poseerlo… solo entonces podría entregarme únicamente a Reo. Pero ambos sabíamos que eso era imposible. Él deseaba a Himuro y yo deseaba a Murasakibara. Ambos ansiábamos aquello que no estaba en nuestras manos, deseábamos aquello que no podíamos poseer por más que lo deseásemos.
—Nos vemos esta noche —susurré besando su mejilla.
—De acuerdo.
…
—Tetsuya, que sorpresa verte aquí.
Fui a la librería, me había terminado algunos libros y deseaba ver que más podía encontrar para satisfacer mi apetito lector. Pese a mi trabajo en la compañía siempre me sobraba demasiado tiempo. Ahí en la librería me topé con Kuroko, parecía estar de mal humor pero de cualquier forma le sonreí amable. Kuroko ya no era mi amigo como alguna vez fue y no es que yo le guardara rencor ni nada, simplemente mi personalidad nueva chocó con la suya y eso nos alejó. Además yo ya no podía hablar tanto con él. Él estaba fuera de nuestro mundo, estaba fuera de esta realidad que nos habíamos creado todos. Midorima, Kagami, Aomine, Atsushi, Reo, Himuro… todos nosotros estábamos en otro mundo alejado de lo 'socialmente correcto'. Kuroko no pertenecía a ello.
—Akashi-kun —me devolvió el saludo—. Solo paseaba por aquí.
—Ha pasado tiempo. ¿No?
—Sí, he estado ocupado con Kagami y el trabajo.
—Ya veo. Me alegra que estés tan feliz con Kagami, son linda pareja —mi habilidad para ocultar la realidad siempre era impecable. Kuroko frunció el entrecejo cuando me escuchó mencionar que eran linda pareja. Definitivamente Tetsuya ya sospechaba que Taiga le era infiel con alguien.
—Sí, eso creo —respondió tajante.
—¿Hay algo que te moleste? —pregunté.
Kuroko se quedó callado, sostenía un libro entre sus brazos, la verdad no me interesaba saber de qué era así que simplemente me quedé esperando una respuesta. La mirada de Tetsuya era más clara que sus labios mismos, él no confiaba en si decirme o no, posiblemente estaba debatiendo sobre qué contestar o que palabras dejarme escuchar.
—Creo que algo va mal con Kagami-kun —me dijo al fin.
—¿Quieres hablar de eso? —Miré mi reloj de mano—. Me queda tiempo.
¿Sentía yo empatía por él? No, ni me interesaba si Kagami le era infiel con todo un burdel, pero me interesó escuchar la otra cara de la moneda, ver las reacciones de aquellos 'fuera de nuestro mundo', los engañados, las víctimas. Me llamaba la atención y lucía divertido, de verdad lucía como un experimento. Tenía ganas de verlo y estudiarlo. Solo eso.
Kuroko me contó con detalle cada cosa, cada sospecha, cada acción de Kagami en los últimos meses. Por lo visto Kagami había sido tan cauteloso que terminó luciendo sospechoso. Una pisca de ironía me provocaba ganas de sonreír, solo necesitaba una palabra y yo podría decirle a Kuroko toda la verdad y hacerlo pedazos. Pero no lo haría, Kagami ahora era mi amigo, era parte de 'nuestro mundo' y no me apetecía traicionarlo por alguien como Kuroko.
—Bueno, no sé qué decirte Tetsuya, todo depende cuanto amas a Kagami. ¿Prefieres atarlo a ti o dejarle ser? Solo piénsalo.
Dejando a Tetsuya con palabra en la boca me fui del lugar.
Me puse a pensar sobre la vida actual, en este caso la mía. Me di cuenta que el mundo de los adultos es aún mejor cuando se puede vivir sin restricciones sociales, impedimentos y prohibiciones. Cuando se tiene todo en mano nada es difícil, claro que hay muchas responsabilidades, pero ya no me importan. Siempre viví en un mundo de adultos, mi padre fue culpable de ello más un así nunca encontré interés o gozo, aquello era tan estricto, tan recto y duro, nada de diversión, era autentica farsa.
…
Mientras apagaba la computadora y me disponía a terminar mi tiempo laboral mi teléfono sonó y cuando contesté escuché la voz de Atsushi al otro lado, se escuchaba ansioso y un poco deprimido. Miré la ciudad a través de los grandes ventanales, tal y como había supuesto la tarde era gris y monocromática, pronto más de una tormenta sería liberada.
—¿Qué se te ofrece? —pregunté indiferente.
—Quisiera verte hoy, Aka-chin —respondió casi al instante.
—¿Es así?
—Sí, ¿Dónde nos vemos? Te necesito esta noche —me dijo.
Sonreí, me gustaba escucharlo así de triste y desesperado, yo ya sabía lo que él quería de mí, aunque normalmente nos veíamos cada dos días y la noche anterior habíamos tenido sexo en mi apartamento, sabía que él había discutido con Teppei, cuando discutía con él era cuando Murasakibara buscaba consuelo en mi con tanto fervor, pero a mí no me importaba, a mí no me interesaba. Su dolor o problemas me eran indiferentes, a mí solo me importaba que él fuese una bestia conmigo.
Y cuando él tenía ese humor siempre era suave, estaba herido y mi trabajo era convertir su tristeza en ira.
—Lo siento, tengo planes —respondí.
—P-Pero… A-Aka-chin…
—Ya me oíste Atsushi, tendrás que esperar, ve a desahogar tus penas en algún bar ¿De acuerdo? Y no olvides tu paraguas —admito que mi voz sonó mucho más cruel y sarcástica de lo normal, estaba disfrutando al imaginarme la expresión descompuesta que seguro él estaba poniendo.
Antes de que él respondiera lo que sea colgué el teléfono. Me removí un poco en mi silla. Miré mi reloj de mano, ya podía irme de la oficina en paz, tenía que ir a comprar algunas cosas para esta noche. Y reservar el restaurante para la cena. Saqué mi celular y marqué un número en específico.
—¿Ryota? —Mi voz se volvió dulce—. ¿Tienes planes?
—¿A-Akashi-chii? —la voz de Kise sonó feliz—. No, para nada, ¿Por qué?
—Me apetece cenar contigo esta noche, pero tendrás que disculparme, no habrá postre.
—No te preocupes —se escuchó una ligera risa—, cenar contigo es un placer.
"No habrá postre", obviamente era mi forma de aclarar que después de cenar no tendríamos sexo, aunque usualmente así lo hacemos, esta vez tenía planes con Reo. Kise con algunos años más, maduró considerablemente, aunque él no me satisfacía a nivel intelectual o intercultural, sus charlas siempre eran divertidas, me sacaba una risa o dos, con él podía hablar sobre temas modernos, pasar el rato de manera más confiada y juvenil. Nuestras charlas no eran como las que podría tener con Midorima. El Kise actual me fascinaba a su manera.
—Bien, nos vemos a las ocho, donde siempre —dije sonriente, mi humor estaba por los cielos.
Colgó el teléfono luego de confirmar y yo después hice la reservación, Kise y yo cenábamos en un restaurante bastante popular y moderno pero también tenía su grado de exclusividad que por supuesto ambos podíamos compensar. Mis labios se curvaron, de verdad me sentía satisfecho. Una buena platica con amigos, un almuerzo agradable, horas cómodas y productivas de trabajo, y pronto una cena deliciosa, y finalizarlo todo con el postre que me ofrecería Mibuchi.
Volví a mi apartamento cuando finalicé las compras, que dejé en mi auto, esas las llevaría a casa de Reo. Elegí un buen traje negro que me sentara adecuadamente, no muy formal, pero sí casual con ánimo matador. Tomé una ducha rápida y terminé de arreglarme, me miré en el espejo. Mi expresión sin duda había cambiado, ahora tenía un aire maduro distinto al que alguna vez tuve. Ahora no me veía solo serio e impasible, ahora tenía el encanto de un adulto real.
—Hay que saber usar la apariencia —murmuré para mí mismo.
…
—Kise, no cambias, ¿verdad? —comenté riendo bajo.
—Akashi-chii tienes la culpa de todo, tú me mostraste el mundo de los adultos.
Nos miramos con picardía, era cierto, cuando Tetsuya le rompió el corazón a Kise le mostré un 'consuelo' totalmente nuevo, de ahí empezó nuestra exquisita relación.
Mi mano se estiró un poco y acaricié la mejilla de Kise, yendo a su barbilla, mis ojos brillaron con malicia, curvé mis labios en una media sonrisa y comenté lentamente: —Con un rostro como este, es difícil que me resista a ti.
—Sabes bien —Kise tomó mi mano y la besó—. Que el único que no puede resistirse a ti soy yo, Akashi-chii… es tan triste que me dejes sin postre.
—Veamos si puede arreglarse.
Pensamientos de todo tipo viajaron por mi mente, un capricho muy apetecible se me antojó de repente, claro que primero debía preguntarle a Reo, después de todo el asunto sería en su apartamento y él jamás invita a nadie más. Aunque se bien que Kise y Reo son muy compatibles sería mejor medir cual era el apetito de Ren.
—¿Sei-chan? ¿Qué sucede?
—Reo, tengo a un niño travieso conmigo y quiere saber si puede jugar con nosotros —hablé con una voz que nadie más creería que poseo, era una voz melosa y suave—. ¿Qué dices?
Pude escuchar que Reo se lo pensaba, escuché como exhalaba una ligera risa.
—Los niños malos debes ser castigados. ¿Verdad Sei-chan? Los esperaré aquí.
Kise sonrió lánguidamente, besó mi mano de nuevo, sus seductores orbes brillaron con intensidad. Esta sería una buena noche, lo comprendí al instante.
…
Desperté, Reo y Kise estaban acostados aun en la cama. Las sabanas estaban hechas un desastre y a duras penas los cubrían. Me relamí los labios, ambos tenían unas piernas hermosas, me provocaba querer besarlas todo el tiempo. Me estiré y arreglé un poco mi cabello. Miré el reloj, ya eran como las nueve de la mañana, buen horario para un sábado. Sonreí al recordar lo que había sucedido anoche, mis dos amantes eran increíbles y siempre sabían complacer como se debe al emperador.
El apartamento de Reo me encantaba, era luminoso y tenía un estilo y clase digno de apreciarse. Su cama me gustaba, era tan grande como para que nosotros durmiéramos plácidamente.
—¿Hm? ¿Sei-chan? Vuelve a la cama —renegó Reo. Sus preciosos ojos verdes y sus labios carnosos entreabiertos me invitaron a darle un agradable beso de buenos días.
Reo correspondió el beso.
—Akashi-chii, solo un rato más —Ryota me haló suavemente, me recosté de nuevo y ambos se abrazaron de mi acomodándose en cada costado. Les miré con cierta ternura, me sentía especialmente meloso aquella mañana, con ellos todo era diferente, era un estilo distinto al de Atsushi pero muy agradable; los besé a ambos y les mimé con tranquilidad, esa era mi forma de decir "lo han hecho bien". Me puse a pensar y nuevamente llegué a la misma conclusión: Si pudiese olvidarme de Atsushi todo sería ideal.
Pero Atsushi era la otra cara de mi pasión, era lo contrario, era salvajismo, nada se sentimiento solo placer, rudeza… aquello también me resultaba irresistible. Si mi avaricia no fuera tal creo yo ya habría podido olvidarle. Yo ya no amaba a Atsushi, solo me decía a mí mismo que así era, pero no, la verdad esto solo era un obsesivo deseo, uno que tenía buen sabor.
Justo cuando estaba por volver a dormir mi celular sonó. Reo tentando el mueble con la mano lo encontró y me lo pasó. Vi el número de Atsushi y mi sonrisa torcida se pintó en mi expresión, sería malicioso.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes solo, Atsushi? —me burlé al escuchar su voz en el celular.
Sentí como Reo y Kise abrían los ojos, por lo visto querían escuchar de qué hablábamos él y yo. Aunque nunca nos celábamos entre nosotros ni nos prohibíamos nada, la verdad era que a su forma eran posesivos conmigo, en especial Ryota. Ambos me abrazaron con fuerza y comenzaron a portarse mal. Ryota subió un poco para comenzar a besar mi cuello y Reo comenzó a besar mi abdomen.
—Aka-chin, me gustaría verte hoy y… ¿me estas escuchando?
—Hm, lo siento, no te estaba escuchando, Reo me está atendiendo.
No mencionaba a Reo cuando estaba con Atsushi porque no había necesidad, además no lo necesitábamos. Pero yo sabía cuánto le enfurecía a Murasakibara que yo estuviera con Reo, ambos se odiaban a morir.
—Me dejaste plantado ayer… ¿¡Por Reo?! ¡No puedo creértelo! —respondió gritando
—¿Celos acaso? Estoy ocupado, ve al grano —ordené.
—¿Qué? ¿Celoso yo? ¿De él? ¡Ni muerto!
—Atsushi, hablamos luego —dije seco colgando la llamada
Sonreí ampliamente, un calor indecible estaba acariciando mi piel. Reo y Kise me practicaban una felación, sus rostros se veían tan seductores y hacer esto en la mañana no tenía nada de malo, incluso era estimulante. Mis dos adorados amantes, siempre tan fieles y complacientes. Ligeros suspiros y jadeos se escaparon de mis labios, el estímulo hiso estremecer mi piel, esa sensación húmeda y atrevida me enloquecía, aquello era place puro. Los hermosos ojos de ambos se fijaron en los míos aumentando mi excitación.
Las cosas están bien tal y como están, pero yo sabía que las piezas pronto comenzarían a moverse.
…
No me linchen 3
Nos leemos a la proxima.
