Hola me llamo Grez, y es mi primera historia, como soy nueva en esto no me decidía que escribir así que comencé por esta historia, basada en el libro "Posdata te Amo" espero les guste.

Ninguno de los personajes me pertenece.

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Ginny hundió la nariz en el suéter azul de algodón y un olor familiar la golpeó de inmediato: un abrumador desconsuelo le cerró el estómago y le partió el corazón. Le subió un hormigueo por la parte superior del cuello y un nudo en la garganta amenazó con asfixiarla. Le entró el pánico. Aparte del leve murmullo del frigorífico y de los ocasionales sonidos de las tuberías, en la casa reinaba el silencio. Estaba sola. Tuvo una arcada de bilis y corrió al cuarto de baño, donde cayó de rodillas ante el retrete.

Harry se había ido y jamás regresaría. Ésa era la realidad. Nunca volvería a acariciar la suavidad de su pelo azabache, a intercambiar en secreto una broma con él durante una cena con sus amigos, a recordar sus aventuras en Hogwarts, a lloriquearle al llegar a casa tras una dura jornada en el trabajo porque necesitaba algo tan simple como un brazo; nunca volvería a compartir la cama con él, ni la despertarían en la madrugada sus idas al baño; golpeándose con cada cosa que se topara porque olvido ponerse sus anteojos ni cada mañana sus ataques de sonoros estornudos, ni reiría con él hasta dolerle la barriga, nunca volverían a discutir sobre a quién le tocaba levantarse para apagar la luz del dormitorio. Lo único que le quedaba eran un puñado de recuerdos y una imagen de su rostro, que día tras día iba haciéndose más vaga.

Su plan había sido muy sencillo: pasar juntos el resto de sus vidas. Un plan que todo su círculo consideró de lo más factible. Nadie dudaba de que fueran grandes amigos, amantes y almas gemelas destinadas a estar juntas. Pero dio la casualidad de que un día el destino cambió de parecer.

El final había llegado demasiado pronto. Después de quejarse de una migraña durante varios días, Harry considero seriamente seguir el consejo de Ginny y fue a visitar a su médico. Lo hizo un miércoles aprovechando la hora del almuerzo. El médico pensó que el dolor de cabeza de se debía al estrés o al cansancio, incluso llegó a creer en el peor de los casos que eran secuelas de la pelea que había tenido con Voldemort diez años atrás. A Harry no le gustó nada aquello. Le molestaba la idea de que un suceso tan del pasado, le siguiera causando problemas, que acaso no le había bastado con resentirlo desde su nacimiento, hasta la muerte de éste. No debería haberse preocupado, pues resultó que su problema no residía en algún trauma referente a la batalla con Voldemort, sino al tumor que estaba creciendo en su cerebro.

Ginny tiró de la cadena del retrete y, temblando por lo fríos que estaban los azulejos del suelo, se puso de pie. Harry sólo tenía veintisiete años. Ni cientos de mortifagos, ni Voldemort habían sido capaces de acabar con él, a pesar de sus múltiples ataques, batallas con diferentes enemigos , siempre había salido bien librado, después de haber terminado la guerra, Harry siempre se mostro fuerte y gozaba de suficiente salud. Cuando ya estaba enfermo bromeaba a propósito de haber vivido con demasiada prudencia. Debería haber tomado drogas muggles, haber bebido en exceso y viajado más junto a Ginny, tendría que haber saltado de aviones, y hacerle el amor a Ginny en plena caída… la lista seguía. Aunque él se riera de todo eso, Ginny veía pesar y arrepentimiento en sus ojos. Arrepentimiento por las cosas para las que nunca había sabido tener tiempo, los lugares que nunca había visitado, y pesar por la pérdida de experiencias futuras. ¿Acaso lamentaba la vida que había llevado con ella? Ginny jamás dudó de que la amara, pero temía que tuviera la impresión de haber desperdiciado un tiempo precioso.

Hacerse mayor se convirtió en algo que Harry deseaba desesperadamente lograr, dejando así de ser un hecho inevitable y temido. Una de las cosas que mayor miedo de le causaba. ¡Qué presuntuosos habían sido ambos al no considerar nunca que hacerse mayor constituyese un logro y un desafío! Los dos habían querido evitar envejecer a toda costa.

Ginny vagaba de una habitación a otra mientras sorbía lagrimones salados. Tenía los ojos enrojecidos e irritados y la noche parecía no tener fin. Ningún lugar en la casa le proporcionaba el menor consuelo. Los muebles que contemplaba sólo le devolvían los inhóspitos silencios. Anheló que el sofá tendiera los brazos hacia ella, pero tampoco éste se dio por aludido.

A Harry no le hubiese gustado nada esto, pensó Exhaló un hondo suspiro, se enjuagó las lágrimas y procuró recobrar un poco de sentido común. No, a Harry no le hubiese gustado en absoluto.

Igual que cada noche durante las últimas semanas, Ginny se sumió en un profundo sueño poco antes del alba. Cada día despertaba incómodamente acomodada en un lugar distinto; hoy le tocó el turno al sofá. Una vez más, fue la llamada telefónica de un familiar o un amigo preocupado la que la despertó. Probablemente pensaran que no hacía más que dormir. ¿Por qué no la llamaban mientras vagaba con desgana por la casa como un zombi, registrando las habitaciones en busca de… de qué?¿Qué esperaba encontrar?

¿Diga? – contestó adormilada. Tenía la voz ronca de tanto llorar, pero ya hacía bastante tiempo que no se molestaba en disimular, su mejor amigo se había ido para siempre y nadie parecía comprender que ninguna cantidad de maquillaje, aire fresco o de compras iba a llenar el vacío de su corazón.

Oh, perdona, cariño, ¿te eh despertado? – preguntó la voz inquieta de su madre a través de la línea.

Siempre ah sido la misma conversación. Cada mañana su madre llamaba para ver si había sobrevivido a la noche en soledad. Siempre temerosa de despertarla y no obstante, aliviada al oírla respirar, a salvo al constatar que su hija menor se había enfrentado a los fantasmas nocturnos.

No, sólo estaba recostada en el sofá, no te preocupes.
Siempre la misma respuesta.

Tu padre y Ron han salido y estaba pensando en ti cielo.

¿Por qué aquella voz tranquilizadora y comprensiva conseguía siempre que se le saltaran las lágrimas? Imaginaba el rostro preocupado de su madre, el ceño fruncido, la frente arrugada por la inquietud. Pero eso no sosegaba a Ginny. En realidad hacía que recordara por qué estaban preocupados y que no deberían estarlo. Todo tendría que ser normal. Harry debería estar allí junto a ella, poniendo los ojos en blanco e intentando hacerla reír mientras su madre le hablaba de cosas que a Ginny no le interesaban. Un sinfín de veces GInny había tenido que pasarle el teléfono a Harry, incapaz de contener el ataque de risa. Entonces él seguía la charla, ignorando a Ginny mientras ésta daba brincos alrededor de la cama, haciendo muecas y bailes estrafalarios para captar su atención, cosa que rara vez conseguía.

Siguió toda la conversación contestando casi con monosílabos, oyendo sin escuchar una sola palabra.

Hace un día precioso, Ginny. Te sentaría bien salir a dar un paseo al parque. Respirar un poco de aire fresco.

Sí… supongo que sí. – otra vez el aire fresco, la presunta solución a sus problemas.

Igual paso por ahí más tarde y charlamos un rato.

No, gracias, mamá. Estoy bien.

Silencio.

Bueno, pues nada… llámame si cambias de idea. Estoy libre todo el día.

De acuerdo.

Otro silencio.

Gracias de todos modos – agregó Ginny.

De nada. En fin… cuídate, cariño.

Lo haré.

Ginny estaba a punto de colgar el auricular pero volvió a oír la voz de su madre.

Ah, Ginny, por poco me olvido. Ese sobre sigue aquí, ya sabes, ese que te comenté. Está en la mesa de la cocina. Lo digo por si quieres recogerlo. Lleva aquí semanas y puede que sea importante.

Lo dudo mucho. Lo más probable es que sea otra tarjeta de pésame.

No, me parece que no lo es cariño. La carta va dirigida a ti y encima de tu nombre pone… Espera, no cuelgues, que voy a buscarla…

Ginny oyó como el golpe seco del auricular, el crujido de la vieja madera avisándole que su madre se alejaba hacía la mesa, el chirrido de una silla arrastrada por el suelo, el crujido cada vez más fuerte y por fin la voz de su madre al coger de nuevo el teléfono.

¿Sigues ahí?

Si.

Muy bien, en la parte superior pone "la lista". No sé muy bien qué significa, cariño. Valdría la pena que le echaras…

Ginny dejó caer el teléfono.

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n/a: Espero les haya gustado... agradecería eternamente sus comentarios, dudas, reclamaciones.

(1) después de la caída de Voldemort el nuevo ministro decidió emplear artefactosmugglesa la comunidad mágica, para un servicio más rápido y efectivo, así que se encontraran con teléfonos, autos, televisores.