Mi verdadero deseo
Confusión
-pero que…?- Se preguntaba un joven, escuchando el eco de sus propios pasos y observando a su alrededor. Aquel lugar…se encontraba completamente oscuro…
De repente, visualizo una figura muy conocida…se detuvo en seco, y abrió los ojos de par en par al reconocerla.
-no estas en un sueño…- atinó a decir, Yuuko, que parecía no poder moverse.
-yuuko-san!- grito al instante, Watanuki, tratando de acercarse hacia ella, pero el destino parecia querer interferir, ya el tampoco podía moverse.
-esto es real…-continuó hablando la bruja –la rueda del tiempo que una vez se detuvo…ha vuelto a girar…- su voz emanaba un dejo de lamento –ahora que ya han elegido…el tiempo vuelve a fluir…-.
La oscuridad cubría poco a poco el cuerpo de Yuuko, provocando aún más desesperación en el joven.
-por favor espera!- rogaba, tratando de llegar hasta ella –no entiendo nada de lo que estas diciendo! ¿Quién ha elegido?! Yo no he decidido nada…acaso…acaso...ACASO NO VOY A PODER HACER NADA POR LA PERSONA QUE MÁS ME IMPORTA?!- gritó, desesperado, sorprendiendo a la bruja.
Yuuko se quedo unos segundos en silencio, admirándolo, para luego sonreír resignadamente –así es…ya que incluso antes de que tu nacieras…yo…ya estaba muerta…- sentenció, clavando su penetrante mirada en él.
Watanuki se quedo paralizado ante su confesión, su mente se encontraba en blanco…no entendía lo que estaba sucediendo, Yuuko iba a desaparecer?...
-yo…yo…- las lágrimas comenzaron a emanar de los afligidos ojos del joven –yuuko-san…si tu te vas…yo…- su voz se entrecortaba cada vez mas, se encontraba abatido.
-pero yo…aún no he cumplido tu deseo…yuuko-san…- susurró, cerrando con fuerza sus puños –yo…te prometí que lo haría…- la impotencia invadía todo su ser.
-mi único deseo…- comenzó a decir la bruja, con una honesta sonrisa –es que tu sigas existiendo…es lo único que deseo…- finalizó su legado, casi desapareciendo de aquel lugar.
Watanuki se paralizo al escucharla. Sin embargo, un sentimiento de firmeza nació en él.
-si eso es lo que deseas…- retomó su habla, observándola, aun con lagrimas en los ojos -lo cumpliré cueste lo que cueste…si los sueños pueden hacerse realidad si los deseas con suficiente fuerza…yo…soñaré que nos encontraremos de nuevo, yuuko-san...por eso…-
En ese momento…la silueta de Yuuko desapareció por completo.
-por eso…me quedare esperándote en esta tienda hasta que eso ocurra, yuuko-san!
Watanuki abrió los ojos lentamente –eh…? Fue un sueño…?- .Se encontraba desorientado.
Se llevo la mano a la cabeza y se rascó desganadamente –hacia mucho…que no soñaba con aquel recuerdo…pensé que ya lo había olvidado…- se dijo, para luego sonreír con nostalgia. –ja…después de todo, el peor enemigo es nuestra mente…-.
Comenzó a vestirse perezosamente, para luego dirigirse hacia la cocina y preparar un abundante desayuno.
La tienda se había convertido en su hogar, hacia ya bastante tiempo.
De repente, escucho una voz detrás de el –buenos dias, watanuki…veo que te has quedado dormido…eso no es muy usual en ti…- finalizó, con una leve risita.
El joven ojiazul, se dió vuelta lentamente, para luego esbozar una tenue sonrisa –buenos dias…yuuko-san…-
Watanuki caminaba perdido en sus pensamientos. Habían pasado tantas cosas desde que conoció a Ichahara Yuuko, tantos momentos felices, algunos tristes, tantas experiencias nuevas…que el ojiazul se llego a preguntar, si dejar de ver espíritus era su verdadero deseo, después de todo lo que tuvo que pasar para recuperar a aquella persona tan especial…
Se detuvo un momento antes de ingresar nuevamente a la tienda, y se quedo observando la entrada de esta -mi verdadero deseo…cuál es realmente…?- se dijo, hasta que una voz dulce y conocida lo sorprendió.
–watanuki, que haces? No vas a entrar?, tengo hambre!-.
El joven miro a la mujer que se encontraba parada en la puerta, a la mujer que había cambiado su vida por completo…y le sonrió tristemente.
–perdón por la tardanza…no encontraba tu sake favorito…- atinó a contestar, desganado.
Yuuko se sorprendió por aquel lamentable tono. El ojiazul entró lentamente a la tienda y paso al lado de ella, sin siquiera mirarla.
*pero que le pasará…?* pensó la joven bruja, preocupada.
Watanuki le llevo el almuerzo a las afueras de la tienda, a yuuko le encantaba comer y tomar sake en ese lugar.
Se dio media vuelta con intenciones de retirarse, pero esta lo detuvo.
–watanuki, ven, siéntate conmigo- le ordenó, seriamente.
El joven dudo un poco, sin embargo, decidió sentarse a su lago, dejando un poco de distancia entre los dos.
–hoy estas realmente extraño, sucedió algo?- inquirió.
El nombrado dudo unos segundos antes de responder -no…es solo que, no lo sé…de camino aquí estaba pensando en todo lo que viví contigo y mis amigos y entonces…-se detuvo un momento, no estaba seguro de lo que iba a decir.
Yuuko al darse cuenta de la confusión interna del muchacho, se acerco a él sigilosamente y tomó su barbilla, observándolo penetrantemente, como siempre hacia.
–dime watanuki, qué es…lo que deseas?- le cuestionó.
El ojiazul se sorprendió ante aquella pregunta, pero la cercanía de yuuko no lo dejaba pensar, se encontraban tan cerca, que sentía que los labios de la ojirubi estaban a punto de rozar los suyos.
*q-qué me pasa?! Esta mujer nunca había logrado que me sonroje pero…¿Por qué ahora me esta pasando esto?!* pensó, al borde de los nervios.
Ante tal situación, solo atino a sonrojarse y soltarse de su agarre –tu ya sabes mi deseo- . Se animo a hablar, débilmente.
-acaso es ese tu verdadero deseo…watanuki? Acaso aun…deseas eso?...- le cuestionó nuevamente.
El joven dirigió su mirada hacia yuuko, y se sorprendió ante el gesto que poseía la bruja, parecía triste…yuuko, triste? El ojiazul nunca se imagino ver aquella reacción en ella. ¿Por qué lo observaba de esa lamentable forma? ¿acaso le daba lastima? O tal vez…
–yuuko-san…- la nombró, casi en un susurro.
Ella solo le sonrió, para luego entreabrir sus deliciosos labios, con intenciones de hablar, sin embargo, sorpresivamente, mokona interrumpió la tensa conversación.
–sake! watanuki sírveme un vaso!- sentenció el pequeño amiguito.
El joven suspiro largamente -es que no pueden dejar ese vicio! Se la pasan tomando sake! Es demasiado!- los retó.
Mokona rió mientras se paraba en el hombro de este. Watanuki volvió a mirar a yuuko, pero esta le desvió la mirada.
De la mismísima nada, la bruja retomo su usual personalidad, alegre y divertida, pero con un toque de misterio.
*creo que jamás entenderé a esta mujer…demonios* pensó, observándola de reojo, ya resignado.
-ya me voy- se despidió, tratando de escapar de la situación.
–espera- lo detuvo la joven, tomándolo del brazo –te irás?- le preguntó, sutilmente.
–le dije a doumeki que pasaría por su casa…sucede algo?- inquirió, preocupado.
–no…solo quiero que te quedes, te molesta?-.
*quiere que…me quede?* pensó, comenzando a sentir un leve sonrojo en su rostro.
Claramente no solo él mismo actuaba extraño, la ojirubi lo superaba por mucho. ¿Desde cuando era tan cariñosa con el? ¿seria por agradecimiento? ¿por necesidad?.
El joven finalmente decidió aceptar, aunque no parecía muy seguro sobre aquella propuesta.
–no me molesta…de acuerdo, me quedaré-.
Yuuko le sonrió y se levantó lentamente de su lugar -entonces…hasta mañana- lo saludó. Watanuki juró notar un dejo de tristeza en su voz.
Ya en su habitación, este ultimo no lograba dormirse, se sentía extraño…Yuuko también se mostraba extraña.
*qué es lo que me pasa…? Últimamente he estado sintiendo algo extraño…¿desde cuando esa bruja me pone tan nervioso? Y no en el sentido que me pone siempre…ahora apenas puedo mirarla a los ojos, no será que yo…no! Imposible…que estupideces estoy pensando!*
Watanuki se revolcaba en su cama, al darse cuenta que no podría conciliar el sueño, decidió salir al patio un rato a despejarse, pero para su sorpresa allí se encontraba la ojirubi.
–yuuko-san…- la nombró.
La ojirubi lo observó seriamente, para luego sonreírle.
-así que tampoco puedes dormir…quieres hacerme compañía?- le dijo, dándole palmaditas al suelo para que se sentara a su lado.
Watanuki solo atino a obedecerle. Ambos se quedaron en silencio por un largo rato, hasta que el joven decidió cortar ese incomodo ambiente.
–la noche esta hermosa verd…- …
-watanuki- lo cortó.
–s-si?-… respondió, con temor.
La hermosa bruja se quedó en silencio unos segundos, para luego finalmente hablar -no me has respondido…que es lo que realmente deseas?- preguntó una vez mas, posando sus rubíes ojos en el ahora, sonrojado muchacho.
Este ultimo se quedo en silencio, no podía modular palabra alguna, sentía que sus sentidos estaban mas activos que nunca…el aroma de Yuuko, su voz, sus preciosos ojos, su cuerpo, todo lo intimidaba, aquella bruja estaba despertando algo en él, algo que quizás…podría ser peligroso.
Aun así, el joven decidió responder su pregunta, con otra cuestión…–no…qué lo que tu deseas, yuuko-san..?-.
Esta se sorprendió ante tal pregunta.
–siempre has cumplido los deseos de las personas, ayudándolas…pero tu…tu debes tener algún deseo, todos tenemos uno! Así que dímelo por favor, ya que si es algo que puedo hacer, yo tratare de cumplírtelo! Ya…ya no estas sola yuuko-san!-.
Watanuki se exaspero, explotando sus sentimientos, para luego tomar su mano, mientras observaba la observaba penetrantemente. Deseaba con todo su corazón poder cumplir el deseo de aquella mujer.
-mi deseo…ya ha sido cumplido el día que tu regresaste…yuuko-san…- agregó, reforzando el agarre.
Yuuko lo miro nuevamente, con una triste mueca, que poco después se transformo en una sonrisa llena de agonía.
La joven levanto su cristalina mano y la reposo en el rostro de watanuki, acariciándolo de una dulce forma. Este tomo la mano de la ojirubi y la apretó con más fuerza, para sentir más el contacto, pero al hacerlo unas pequeñas lágrimas se escaparon de sus ojos.
–watanuki…eres demasiado amable, pero entonces por qué…me haces sufrir de esta manera?- .Yuuko, en un impulso, acerco a watanuki hasta su pecho y lo abrazo fuertemente.
El ojiazul ya no sabía que mas decir, esas reacciones no eran comunes en ella. Se encontraba ahogado en aquella fragancia que desprendía la ojirubi, era tan deliciosa. Con las pocas fuerzas que le quedaban, subió sus manos lentamente por la espalda de yuuko, y correspondió el abrazo.
Así se quedaron un buen rato, sin pensar en nada, solo sintiendo el cariño mutuo que necesitaban descargar. Luego de unos minutos, la joven se separó lentamente, quedando frente a frente con el muchacho –vete a dormir…mañana no te podrás levantar, y quiero una comidita bien elaborada de desayuno- le sonrió, como suele hacer.
Watanuki se quedo unos segundos mirándola y asintió de forma desganada.
Estaba por entrar a su habitación, pero no sin antes darle una última mirada a aquella misteriosa mujer, que para su sorpresa, fue correspondida. Se sonrieron débilmente.
Yuuko se quedo allí, observando las estrellas, y meditando la situación reciente con pavor.
*no puedo…hacerle daño a un niño* pensó, mientras unas débiles lágrimas emanaban de sus ojos.
-watanuki…-.
