Bien, pues aquí estoy de vuelta! Estoy muy contenta por este nuevo proyecto, es algo completamente diferente a mis anteriores fics pero espero hacerlo lo suficientemente bien como para que os guste. Quiero avisaros que este será un fic centrado en un triangulo amoroso, aunque tengo pensando incluir un cuarto personaje dentro de poco. No añadiré angst, si en algún momento es necesario, lo pondré por supuesto, pero lo que moverá el fic será el drama amoroso.

Es mi primer Ereri, y he tenido que cambiar el personaje de Eren. Es cierto que soy muy estricta con el tema de los OoC, pero para desarrollar la idea tuve que hacerlo sí o sí, me dolió y me cuesta escribir un Eren tan diferente, pero prometo que tendrá una evolución, no será un personaje plano. He ajustado a Levi lo más canon posible, por tanto aunque aquí sea uke, sigue siendo el mismo Levi. Y creo que ya no me queda más que deciros :) Espero de corazón que os guste!

Shingeki no Kyojin no me pertenece.

Advertencias: EreRi, FaRi, y mucho Ooc por parte de Eren (pido disculpas por esto último)


Dados lanzados sobre el tablero

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La mañana amaneció como todas las anteriores: aburrida. Ladeando la cabeza, Eren posó sus ojos en la chica que dormía a su lado. Morena, con la piel suave, unos pechos sugerentes, unas curvas de escándalo... Nada que Eren no hubiera visto antes. Con una mueca, se levantó de la cama y buscó sus boxers tirados por el suelo. La ropa de la chica... ¿Vanesa? ¿Raquel? ¿Cristina?... estaba esparcida por todos lados.

La noche había sido exactamente como todas las demás. Salir a una discoteca, coquetear con un par de chicas guapas y llevarse la mejor a la cama. Dos o tres rondas de sexo y al día siguiente despedirla con un: ya te llamaré. Nunca llamaba. Tampoco repetía con la misma dos veces.

Todo había empezado como un juego; él que lo tenía todo se preguntó cuántas chicas podría acostarse en un plazo de un mes, y por el momento ya llevaba quince. Al principio le divertía ver a las chicas derretirse con los halagos y las sonrisas coquetas que les dedicaba. Todas caían, sin excepción. No importaba si con alguna se demoraba más de lo habitual, al final siempre lograba conquistarla.

Pero para decepción suya, ese juego había perdido su encanto. Ahora todas las chicas le parecían iguales; daba igual que fueran rubias, morenas o pelirrojas. Disfrutaba del sexo como el primer día, pero sentía que algo fallaba. Ni siquiera la belleza que dormía en su cama pudo quitarle esa molesta sensación.

Fastidiado, entró al baño para valorar su aspecto.

No quería pecar de pretensioso, pero su imagen reflejada en el espejo era algo digno de ver. A sus veinte años, Eren se consideraba a si mismo irresistible. Alto, con el cabello castaño cayendo con elegancia por la frente, sus ojos verdes con destellos dorados que tantas miradas atraía, su piel bronceada y una sonrisa que derretiría el propio polo norte. Su cuerpo era igual de perfecto, de eso no cabía duda.

Y, aun así, no tenía suficiente. Era frustrante. Tenerlo todo, pero sentirse vacío sin razón aparente.

Su padre era un prestigioso médico, su madre la dueña de un restaurante y él un modelo que posaba para una marca muy importante de ropa interior: Levi's. Eren sacaba de su billetera, billetes de cien dólares como quien saca caramelos de los bolsillos.

¿Qué diablos necesitaba para estar satisfecho?

Mirándose fijamente en el espejo, dio con la respuesta.

Un reto.

Un reto lo bastante difícil como para dedicarle el tiempo que empleaba acostándose con desconocidas por placer.

Lo siguiente sería pensar qué reto podría suponerle tal cantidad de tiempo. Debía ser algo imposible de lograr, para así considerarlo seriamente. Pero... ¿el qué?

Pensó sin desviar su mirada del espejo. Le gustaba mirarse en el. No dar con el reto apropiado le enfureció, pero se calmó, aún era temprano y tenía todo el día para pensarlo. Saliendo del baño, vio como la chica ya se había despertado y ahora se ponía la ropa interior.

—Buenos días —le saludó abrochándose el sujetador.

Eren solo le hizo un gesto con la cabeza.

—¿Tienes para desayunar?

Oh, esas eran las peores. Él nunca invitaba a desayuno. Tres orgasmos eran más que suficientes para irse por la puerta con una sonrisa.

—Si quieres desayunar, en la esquina de la calle hay una cafetería —contestó rudamente.

La chica frunció el ceño molesta.

—Entonces me voy ya —replicó ofendida.

Eren asintió sin oponerse. Era el mismo ritual para todas. Algunas incluso se marchaban de su casa antes de que él despertara, esas eran las mejores. Así se ahorraban silencios incómodos. Acompañándola hasta la puerta, se despidió con su habitual: "Hasta la próxima". Ella no dijo nada, lo cual fue una buena señal.

Justo cuando la chica entraba en el ascensor, su vecino salió también. Eren, quien estaba recostado con el brazo alzado contra el marco de la puerta y vestido solo con los bóxers, ladeó la cabeza y con su mejor sonrisa, dijo:

—Buenos días, Levi.

Este le ignoró deliberadamente mientras se dirigía hacia el ascensor. No hizo falta ser un genio para saber qué pensaba Levi respecto a su vecino.

—¿Otra noche sin poder dormir? —le preguntó Eren en tono insolente.

Era bien sabido que al castaño le gustaba hacer gritar a las chicas cuando las tenía en su cama. Su vecino no entró en su provocación y haciendo gala de una total indiferencia se metió en el ascensor con la chica. Eren hizo una mueca. Entrando en su casa, se dijo que era imposible no causarle envidia a ese ser amargado que tenía por vecino.

Su relación era mínima, prácticamente no habían entablado ninguna conversación pese a que Eren lo intentó las primeras veces. Estaba acostumbrado a que sus amigos le odiasen y le tuviesen envidia por ser él, otros le consideraban una especie de héroe, las chicas le adoraban o le despreciaban... Fuera donde fuera, provocaba una reacción u otra. Y, sin embargo, siempre había alguien diferente al resto.

Y para desgracia suya, era Levi. Sus provocaciones no surtían efecto, arrancarle una sola palabra era casi un milagro y nunca recibió una sola queja por su parte. Los demás vecinos si habían llamado a su puerta, protestando por los ruidos a altas horas de la noche, pero con Levi nada.

Le enervaba no conseguir ni un mísero insulto de su boca. Pasándose una mano por el pelo, suspiró pesadamente.

Su móvil sonó repentinamente. Eren miró la pantalla y vio con letras grandes: "Dot Pixis llamando...". A punto estuvo de colgar, su representante podía llegar a ser muy agobiante, pero igual era algo importante.

—¿Qué? —espetó Eren de mala gana aceptando la llamada.

—Buenos días a ti también, Eren.

La voz relajada de Pixis dejaba claro que ya estaba acostumbrado al malhumor del chico.

—¿Qué pasa ahora? Recuerda que no acepto ofertas basura.

—No se trata de eso. Hoy tienes trabajo —informó yendo directo al grano.

—Esta semana la tengo libre.

—Sí, lo sé. Pero uno de los modelos nos ha fallado y no pueden aplazar la sesión. Te han elegido a ti para substituirlo.

—¡¿Y puedo saber quién ha sido el responsable de esto?! —inquirió Eren furioso.

—Jean Kirstein.

Eren soltó un gruñido. Lo suponía... Nadie más podía fastidiarle de esa manera.

—¿Cuánto me pagarán?

—Suficiente como para que muevas tu trasero.

No tenía ningún compromiso para hoy, pero no soportaba imprevistos como aquel y menos si eran por culpa del idiota de Jean.

—¿A qué hora debo estar allá? —preguntó, dándose por vencido.

—Dentro de una hora.

Eren colgó y lanzó el móvil contra el sofá. Cuando viera a Jean le partiría la cara, con suerte lo echarían y no posaría por un par de meses. Aún no entendía como alguien como él había llegado a ser modelo. Misterios sin resolver.

Quitándose los boxers, entró en el baño y se dio una ducha.

Mientras el agua caía por su rostro, pensó que Jean era sin duda —dejando a un lado a Levi—, la persona más irritante que conocía. Tenían sus diferencias, pero en el fondo había un motivo en especial que fue el detonante para crear una enemistad para toda la vida.

Jean era bisexual. Cuando les presentaron se saludaron con cierta hostilidad, más adelante Eren se enteró que a Jean le gustaban tanto hombres como mujeres y quiso ponerle a prueba. No es que estuviera interesado en los hombres, pero no podía dejar pasar esa oportunidad. ¿Volvería locos a los chicos también?

No utilizó la misma táctica que con las chicas, pues sabía que entre hombres las cosas eran más directas. Un día lo arrinconó y se le insinuó mostrando su sonrisa única; esa que usaba para que su presa cayera rendida ante él.

La respuesta de Jean fue inmediata. De un empujón, lo apartó bruscamente alegando que antes prefería ligar con un primate. Eren, que nunca había sido rechazado, quedó en shock. No importaba que fuera un hombre, el caso es que alguien se había negado a tener una noche de sexo con él. Tardó en recuperarse de la impresión. Le dolió ver su orgullo pisoteado por ese cretino, pero llegó a la conclusión de que su inteligencia era limitada. No había otra explicación.

Saliendo de la ducha con una toalla en la cintura, cogió las dos prendas de ropa que había depositado minutos antes encima del mueble del baño. Pasándose una toalla por el pelo mojado, se miró en el espejo y no pudo evitar pensar por décima vez esa mañana que era simplemente irresistible.

Admirándose más tiempo del que debería, Eren se vistió sin prisas y después de comprobar que su aspecto era sobresaliente, salió del baño. Dirigiéndose a la cocina, no se entretuvo en prepararse un desayuno muy elaborado, un café y unas tostadas. Ya habían transcurrido veinte minutos desde la llamada de Pixis, pero no tenía ninguna prisa. Eren solía llegar tarde a las sesiones fotográficas, no porque no calculase bien el tiempo, sino porque a quien esperaban era a él, y sin él no podían empezar. Se trataba de una mera cuestión de arrogancia.

Terminado el desayuno, tomó lo imprescindible: llaves del coche, billetera y móvil. Seguidamente salió de su apartamento.

Como había supuesto, tardó treinta minutos en llegar. Se podría considerar que casi fue puntual tratándose de Eren. El equipo le esperaba impaciente, el director le metió prisas a la estilista para que Eren estuviera listo en menos de cinco minutos.

—Perfecto como siempre —le dijo Petra mientras el castaño tomaba asiento en el camerino—, me ahorras mucho trabajo.

—Seguro que aún puedes hacerme más irresistible —aseguró con un guiño.

Petra rio y se puso manos a la obra. Entre ellos había una buena amistad, desde el momento en el que se conocieron conectaron al instante, y a pesar de que consideraba a Petra una mujer muy guapa, nunca intentó nada con ella. La razón principal fue saber que tenía pareja, un tipo grande y musculoso llamado Mike que medía casi dos metros de altura. Un día le hizo una visita sorpresa a su novia durante una sesión y Eren concluyó que no merecía la pena jugarse su integridad física por algo imposible; Petra estaba muy enamorada de Mike.

El director gritó con voz atronadora que no tenían todo el día, y tras unos retoques, Eren se levantó y se dirigió al vestuario para quitarse la ropa y ponerse los bóxers de esa temporada de otoño. Con el torso desnudo y sintiéndose de lo más cómodo, empezó la sesión.

Los primeros cuarenta minutos pasaron sin muchas interrupciones, y haciendo lo que le gustaba, a Eren se le olvidó el cabreo por substituir a Jean ese día. El fotógrafo apagó la cámara y exclamó:

—¡Hagamos un descanso, chicos!

A Eren le tendieron un batín para evitar que cogiese frío. El equipo se dispersó, el modelo estaba ansioso por ver las fotos, pero hasta que no las pasaran al ordenador tendría que esperar. Echando un ojo a su alrededor, más allá, apartados de las cámaras y los focos, se encontraban Armin e Historia los cuales era soportes técnicos, conversando con mucho entusiasmo. Como no tenía nada que hacer, se acercó a ellos.

—¡Es increíble! Quiero seguir leyendo, pero tampoco quiero terminarlo, es muy frustrante —decía Historia.

—¿Verdad? Luego te lo pasas releyéndolo hasta que te sabes cada página de memoria —declaró Armin con aire resignado.

Por supuesto hablaban de libros. El rubio al verle le saludó amistosamente, su compañera reparó en su presencia también y le preguntó qué tal estaba.

—Trabajando en mis días libres —contestó con una mueca.

La chica le dedicó una sonrisa reconfortante.

Eren miró de reojo la cubierta del libro que Historia tenía sobre regazo; no le hubiera prestado más de dos segundos de atención sino hubiera sido por el nombre del autor escrito encima del título: Levi Ackerman, Los ecos al anochecer.

¿Levi? ¿Su vecino...? ¿Era posible que fuera escritor?

—Llevo esperando Las sombras tienen ojos desde hace dos años, pero me alegró oír que lo publicará al final del año —informó Armin.

—¿Cuando lo dijo? —preguntó Historia.

—En una entrevista que le hicieron hace menos de un mes... mira —y sacó su móvil.

Mientras buscaba la entrevista por internet, Eren alzó la cabeza y miró la pantalla del móvil por encima del hombro de Armin.

El artículo rezaba con letras grandes la siguiente frase: "Las sombras tienen ojos" llegará a las librerías en diciembre de este año. Y junto con la entrevista, una foto del escritor Levi Ackerman. Eren no podía creer lo que veían sus ojos, su vecino, estoico y sin una pizca de carisma aparecía fotografiado al lado de una cita suya: Mi mejor momento del día para escribir es por la noche.

—Dicen que antes de entrevistarle, prohibió cualquier pregunta respecto a su vida privada. Los periodistas están más interesados en sus relaciones personales que en su profesión como escritor —explicó Armin.

—Ahora que lo mencionas... nunca se le ha visto con pareja —comentó Historia—. A veces se le ve en compañía de un chico apuesto y empezaron los rumores sobre que le gustaban los hombres.

—Entonces comprendo que sea tan reservado en ese aspecto.

Armin guardó el móvil y continuó discutiendo con Historia acerca de lo que sucedería en la secuela de esa saga de thriller y terror.

Eren se quedó pensativo. ¿Levi era gay? Resultaba difícil de creer, pero por otro lado eso explicaría porque nunca veía a ninguna mujer entrar en su apartamento. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, ahora entendía muchas cosas. Era imposible que a un hombre no le hirviese la sangre al tener de vecino al propio Eren Jaeger.

Tras una pausa de media hora, reanudaron la sesión fotográfica para promocionar la ropa interior de esa temporada. El castaño posó por casi más de una hora, seduciendo a la cámara como solo él sabía hacerlo. El fotógrafo era muy exigente, y de una misma postura, podía sacar hasta unas treinta fotos aproximadamente.

Eren, quien no amaba otra cosa que no fuera posar delante de todo el equipo, bufó irritado por la insistencia del fotógrafo. Con una sola toma la foto ya era perfecta.

Finalmente, la sesión se dio por finalizada. Eren se vistió con la ropa que trajo puesta por la mañana y aguardó expectante a que el fotógrafo le enseñara por encima algunas de las fotos que había sacado. Este accedió sin mucho entusiasmo, pues su labor aún no había acabado. Accediendo a la galería de fotos, se las mostró. El castaño vio alrededor de una docena y las calificó como "soberbias".

Dándole unas palmadas en el hombro al fotógrafo, se despidió de él. Petra le dijo adiós, como también Armin e Historia. El resto del equipo o le despidió con un asentimiento de cabeza o nada (algunos no soportaban su actitud arrogante).

De regreso a su apartamento, la conversación entre sus dos amigos sobre Levi rondaba por su mente repetidas veces. Levi era gay… No… Podía serlo, pero nada había sido confirmado por el momento. Existía una alta probabilidad de que a Levi le gustaran los hombres, y por esa razón… ¡Levi debería haberse fijado en él! Era su vecino y vivían pared con pared… Era prácticamente imposible que su vecino no sintiera nada al verle todos los días. Eren lo pensó detenidamente y atribuyó su falta de interés en algo tan sencillo como el hecho de que él solo se acostaba con mujeres. Seguramente Levi le vería inaccesible. No había otra explicación.

Con el coche parado en un semáforo en rojo, Eren tamborileó los dedos sobre el volante. En aquellos instantes su cerebro barajaba la posibilidad de enfrentarse al mayor reto de todos los tiempos. ¿Sería capaz…? Definitivamente no era algo fácil de llevar a cabo, tampoco lograría su éxito en cuatro días, pero… ¿Cómo dejar pasar ese desafío?

Recordando su intento fallido de conquistar a Jean, agradeció el haber cometido esos errores, puesto que ahora no volvería a cometerlos.

Sí, iba a ser algo difícil de conseguir, pero se percató de que eso le añadía más emoción, mucha más que cualquier conquista que hubiera tenido hasta entonces. Con un objetivo claro, el tedio y aburrimiento desaparecieron en cuestión de segundos.

Acelerando tras ponerse el semáforo en verde, no tuvo que darle muchas vueltas para encontrar un motivo que le sirviera de excusa para hablar con Levi.

—Así que escritor, ¿no?

Eren se rio al imaginar cómo su querido vecino cambiaba su horario de escritura por la mañana, debido a que por la noche estaría ocupado teniendo a Eren entre las sábanas. Sin embargo, no estaba del todo seguro acerca de si llegar tan lejos como para tener sexo con él, al fin y al cabo, nunca lo había hecho con un hombre… Decidió que el desarrollo de los acontecimientos ya inclinarían la balanza hacia un lado u otro.

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Eren hubiera empezado de inmediato su misión de conquistar a Levi, pero una llamada de su madre antes de llegar a casa le hizo cambiar de planes. Al parecer le necesitaba en el restaurante, y de mala gana el castaño accedió. Su madre tenía un temperamento parecido al suyo, y no era buena idea negarse a echarle una mano con el negocio.

El resto del día lo pasó sin poder descansar ni quince minutos; sirviendo como camarero y pegando gritos a los cocineros para que se dieran prisa con los pedidos. Su madre daba instrucciones a los empleados y procuraba que todo cliente estuviera satisfecho con el servicio y la comida. El local estaba más lleno de lo habitual y por ende tuvieron que trabajar el doble; mientras anotaba los pedidos y recogía platos, Eren recordó por qué no le gustaba trabajar ahí: demasiado estrés que soportar.

Cuando dieron las once de la noche, su madre le dijo que ya podía irse a casa y que le recompensaría por todo el esfuerzo que había hecho. El castaño esperó que así fuera y después de darse un abrazo de despedida, tomó el coche y regresó a casa exhausto.

Nada más llegar, dejó las llaves, la billetera y el móvil sobre el sofá y meditó sobre si llamar a Levi en ese momento o esperar a mañana. Lo más probable es que estuviera escribiendo, si lo dicho en la entrevista era cierto, pero quizás le molestaría si le interrumpía… Era arriesgado, pero en eso consistía el juego, ¿no?

Haría las cosas bien, sin prisas y calculando cada movimiento al milímetro. Esta vez no perdería. Desenredándose un poco el flequillo, cogió las llaves y salió de su vivienda. Justo enfrente, estaba la puerta de su vecino Levi.

Era hora de empezar.

Colocándose en una postura casual, llamó al timbre. Estaba algo inquieto, algo que no le sucedía desde hacía años. Segundos después, la puerta se abrió, pero la aparición de un chico que no conocía le desconcertó momentáneamente.

—Eh… ¿está Levi? —preguntó en tono educado.

—Sí, pero está ocupado.

Mal empezaban.

—Dile que salga —pidió frunciendo el ceño.

—No.

Eren lo miró incrédulo.

—Quiero hablar con él — insistió sin perder la calma.

—Qué pena. Prueba mañana —dijo, e hizo ademan de cerrar la puerta.

Eren la detuvo con la mano a tiempo.

—Será solo un momento.

—Ahora mismo no puede venir.

Ambos se sostuvieron la mirada, desafiando al otro en silencio. Eren estaba furioso, las cosas no estaban saliendo como él había planeado.

—Si quieres algo de él, tendrás que esperar a mañana —insistió el chico que era un poco más alto que él.

Eren quedó perplejo y enojado al mismo tiempo, y este aprovechando su estado de confusión, le sonrió con descaro y antes de que el castaño pudiera reaccionar, cerró la puerta de un golpe.

Parpadeando incrédulo, la ira empezó a emerger.

¿Quién se había creído ese imbécil?

Con los puños apretados, regresó hecho una furia. ¿Era posible que los rumores que había oído en boca de Historia fueran ciertos? ¿Sería aquel chico su pareja? Si era así, su estrategia debía cambiar de rumbo. Y, además, era una dificultad añadida… Pero Eren no se acobardó ni se echó para atrás. Al contrario, incrementó sus ganas de tener a Levi para él solo.

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Farlan regresó al comedor donde Levi le esperaba sentado en el sofá.

—Gracias por ir.

—No hay de que —dijo tomando asiento a su lado. Rodeándole por los hombros con su brazo derecho, reanudó la película—. ¿Por qué no querías abrir?

—Porque intuí que era él.

—¿Quién es? ¿Lo conoces? —le interrogó interesado.

—Mi vecino.

—No me cayó bien. ¿Por qué llama a tu puerta a estas horas de la noche?

—Quien sabe, quizás se haya cansado de las mujeres y ahora viene a por mí.

—¿Qué? —exclamó atónito—. ¿Cómo puedes decir eso y actuar como si nada? —preguntó indignado.

—Si fuera el caso, puedo manejarlo sin problema.

—No sabe que tienes novio, ¿verdad? —adivinó Farlan contrariado

—Ya te he dicho que puedo manejarlo —repitió Levi sin alterarse.

Estaba claro que Farlan no era del mismo parecer. Enterarse que su novio podía ser acosado por su vecino no le gustó nada.

—Si quieres darle un puñetazo, adelante, pero no tardes. Estamos a mitad de película —le avisó Levi sin darle mayor importancia a todo ese asunto.

Darle un puñetazo no surtiría efecto. Había que emplear otras tácticas.

—Tengo una idea mejor.

Levi no preguntó acerca de qué idea había tenido Farlan, ya le había dicho que él solo podía con su vecino, mas no le detuvo cuando su pareja le pidió que le esperara un momento.

—Seguiré viendo la película sin ti.

—No hay problema, no tardaré mucho —dijo Farlan abandonando el comedor.

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Cuando llamaron al timbre de su puerta, Eren supo que no se avecinaba nada bueno. Y efectivamente pudo comprobar como el mismo chico de antes, estaba parado frente a él con una expresión más relajada.

—¿Qué? —espetó Eren.

—¿Tienes lubricante? Es que se nos ha acabado.

—Sí tengo, pero no para ti —replicó indiferente.

—Entonces dáselo a Levi —sugirió encogiéndose de hombros.

—Oh, se lo daré, tranquilo —aseguró con soberbia—. En cuanto lo tenga gimiendo en mi cama.

El rostro de Farlan adoptó una expresión peligrosa que pasó fugazmente.

—Quien lo va a tener gimiendo esta noche seré yo.

—Por ahora —señaló Eren.

Dedicándole una mirada desdeñosa, Farlan contraatacó una vez más antes de irse.

—Mejor ve a la farmacia a por tapones. Te harán falta.

Fue una conversación corta pero tensa, en la que se habían declarado la guerra sin alterarse. Eren estaba entrando en un juego totalmente desconocido y ajeno, pero no daría palos de ciego. Quitar de en medio a ese tipo era, como bien había supuesto, una dificultad más. Cuanta mayor es la dificultad, mayor será la recompensa.

—Levi será mío —juró Eren escuchando los gritos de su presa a través de la pared que separaba ambas viviendas.

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