Hinata y Hinako Hyuga son gemelas, con personalidades tan opuestas que se les dificulta cambiar lugares, se ven obligadas a hacerlo por un incidente al cual se van sumando otros que no les permiten volver ser ellas mismas.

Charasuke x Hinata

Gaara x Hinako (Hinata RTN)

Advertencia: Posible Twincest Menma x Naruto (aún no me decido)


Capítulo Uno: La seguridad que no tienes


Se odiaba a sí misma, no podía creer que él día más importante para su adorado Naruto, el chico que había amado desde que lo conoció en el jardín de niños, le hubiera dado esa fiebre.

Quería llorar y no, Hinata no estaba segura de sí era por el malestar, o por fallarle. Iría con todo y alergia de ser necesario, era viernes podía llegar hacer la presentación y salir temprano – Ni siquiera lo pienses – Escuchó a su hermana decir de mala gana cuando estaba armándose de toda su fuerza para ponerse de pie.

– N-no sé de qué hablas – respondió recibiendo una sonrisa sutil y un paño húmedo con agua fría que se sintió increíblemente bien sobre su frente.

– Claro que lo sabes y yo también Hinata – se sentó a su lado en la cama y le tendió un vaso con agua y el medicamento que le habían recetado la noche anterior – Mira si es tan importante para ti… – suspiró ante lo que diría, no la convencía mucho ayudar al bruto de Naruto que no se daba por enterado de los sentimientos de su hermana pero todo fuera por ella – Yo puedo ir en tu lugar.

Hinata abrió los ojos de sorpresa – Hinako… no creo que sea buena idea – Ella mejor que nadie sabía que nunca se les había dado bien eso de cambiar lugares debido a sus personalidades tan opuestas.

– Hinata soy tu gemela, además, me sé su presentación al completo, la has practicado conmigo durante semanas – sonrió triunfal al verla dudar, a veces su hermana era demasiado blanda y le ganaba su lado responsable. – Puedo llegar sólo a la presentación, y salir con el pretexto de que no me siento bien. Es viernes y todo tu trabajo está hecho.

Ella lo sabía, Hinata se había estado matando los últimos días para poder adelantar su trabajo para que el día de hoy no tuviera nada pendiente. Lo que terminó en el resfriado por estrés que había pescado. – Tú sólo dedícate a descansar y recuperarte yo llamaré a la oficina para reportarme enferma y pondré al inútil de Sasuke a trabajar – finalizó levantándose de la cama con una risilla para tomar el traje que su hermana había arreglado para ese día.

No le tomó mucho tiempo arreglarse todo ante la atenta mirada de su gemela. Ella prefería llevar el cabello en una coleta alta pero su hermana solía llevarlo suelto así que le dejó caer liso por su espalda.

Dejó por una vez su labial rojo intenso tomando uno rosa más pálido de los que le gustaban a Hinata y se miró al espejo. Lo que más le costaría sería controlar su carácter pero serían sólo un par de horas y volvería a casa.

Volvió a mojar el paño para colocarlo en la frente de su hermana y tomó el portafolios que se encontraba al pie de la cama con todo lo necesario – Te dejaré mi teléfono por si me llaman de la oficina. Así será más creíble – Le sonrió de nuevo antes de salir de la habitación.

Tomó el auto de Hinata y tomó rumbo a la empresa Iron Sand, una gran constructora, dónde presentarían el nuevo modelo para una sección de la ciudad. La empresa había hecho de ello una gran competencia y su hermana, junto con el bruto del rubio, había desarrollado un proyecto increíble que aprovechaba al máximo los espacios, usaba materiales de calidad, era ecológico y por sobre todo accesible. En realidad no podía creer que el idiota hubiera participado en lo absoluto, pero sabía que en algún lado tenían que estar los genes Namikaze – Sólo por eso le creo que sea el hermano de mi querido Menma. – Se dijo a si misma mientras sacaba el coche tomando la avenida principal.

Naruto y Menma eran gemelos al igual que ella y Hinata. Los habían conocido en el jardín de niños. Estuvieron en la misma escuela hasta que a su padre se le ocurrió la brillante idea de enviarlas a ella y su gemela a instituto sólo para chicas.

Cuando los padres de los rubios se divorciaron, Naruto adoptó el apellido de su madre, con la que se crío en la isla de Kiri mientras que Menma terminó con su padre en la región de Kumo. Cuando hace dos años entró a trabajar a la compañía de electricidad Rayo Amarillo, se sorprendió de terminar trabajando para Menma, y el cambio de actitud que tuvo la sorprendió aún más. No es que ella misma no hubiera cambiado. Hinata y Hinako tenían un carácter similar pero en el instituto las chicas eran una perras y tuvo que endurecer su carácter para poder defenderse y a su hermana.

Llegó a estacionarse en el lugar de Hinata, tenía un lugar preferencial siendo la asistente del vicepresidente. En ese aspecto envidiaba a Hinata, por lo menos su hermana había logrado trabajar junto a la persona que quería – Aunque el imbécil ni se entera de su existencia o su potencial. – Se quejó en un murmullo molesto mientras se dirigía al elevador. En Rayo Amarillo ella había llegado al mismo puesto que su hermana, pero estaba atascada como asistente del imbécil de Sasuke Uchiha o Charasuke cómo ella le llamaba. Mientras que su amado Menma tenía de asistente a una tipa pelos de chicle totalmente idiotizada por él.

Con las puertas cerradas del ascensor soltó una exhalación profunda quitándose los lentes oscuros que usaba para manejar dejando que sus preciosos ojos lucieran por el ligero maquillaje. Si fuera por ella intentaría algún movimiento con el rubio, algo para darse a notar. Se miró en el vidrio de espejo del elevador negando ante la ocurrencia, no sólo porque no sentía la más mínima atracción por el Uzumaki, sino porque atraerlo era algo que su hermana quería hacer por su cuenta, era un logro de ella, y jamás le perdonaría ni se perdonaría a sí misma que lo sedujera haciéndole creer que era Hinata.

El elevador marcó el piso dieciocho y ella salió tranquilamente, sus tacones hacía un sonido muy ligero al andar, tenía que llamar la atención lo menos posible, después de todo Hinata era así.

– Por fin llegas Hinata-chan – Naruto corrió hacia ella con lágrimas de cocodrilo, haciendo teatro por su llegada tarde. Quiso girar los ojos pero logró contenerse.

– L-lo lamento N-naruto-kun – trató de suavizar su voz. – Había tráfico y… – no terminó de hablar cuando la voz del rubio la interrumpió.

– No te preocupes, sabía que no me dejarías solo con algo tan importante. Por cierto Gaara estará observando las presentaciones así que demos lo mejor de nosotros. – Concluyó y ella tuvo que contenerse por completo, claro que sabía que Hinata no lo abandonaría, ¡ella es así con todos! Lo que no esperaba es que el mismísimo dueño de Iron Sand estuviera presente.

– ¡Va-vamos! – Dijo fingiendo timidez – abrazando su maletín para no golpear al rubio idiota con él. En serio no entendía cómo es que su hermana se había enamorado de su personalidad, tal vez era que ella no podía con tanta alegría. Prefería la actitud seria de Menma.

Entraron a la sala de juntas y con las luces apagadas y el proyector encendido comenzaron las presentaciones, ellos serían los últimos.

Para la tercer presentación ya estaba hastiada, no es que fueran malos pero no le llegaban a la obra maestra que su hermana y el Uzumaki habían hecho. Admitía que esa no era su rama de trabajo pero tampoco es como si los demás tuvieran argumentos muy convincentes. Hinata había analizado todos los posibles escenarios y preparado una serie de respuestas sin importar de quien o que pregunta viniera.

Por si eso fuera poco cada vez que un el hombre que reconoció como Sabaku no Gaara hablaba, los presentadores en turno se ponían nerviosos, se trababan o se quedaban callados. Por favor, reconocía que el hombre imponía con esos penetrantes ojos claros y su porte serio, pero si había algo seguro era que convenciéndolo a él, tenías todas las de ganar.

Llegó su turno, la mayor parte de la presentación la dijo Naruto, como estaba previsto en el script que su hermana ensayó, sólo si él se atoraba en alguna parte ella entraba, lo que ocurrió en pocas ocasiones y que logró que pareciera una cambio natural de vocero.

Luego llegaron las preguntas que se turnaban para responder, ella en ningún momento quitó la mirada de su objetivo principal, Gaara le devolvía la mirada con desafío y lo que ella reconoció como intriga. Cuando pareció que todo iba a terminar, el pelirrojo hizo su movimiento, una pregunta que el rubio no previo y lo sacó por completo de balance por su expresión, en cambio ella sin inmutarse respondió con plena seguridad.

Gaara contraatacó con una nueva pregunta que ella respondió de forma inmediata, bendita fuera su hermana por usarla para practicar porque gracias a ello pudo responder las siguientes tres preguntas dando por concluida su presentación.

El director parecía complacido, y ella estaba segura de que lo que habían desarrollado Hinata y Naruto sería, por mucho, el proyecto elegido.

Saliendo de la sala de juntas se disculpó con Naruto poniendo su mejor cara de malestar para decirle que tenía una migraña incontrolable y que se iría a casa puesto que todo el trabajo del día lo había adelantado el día anterior.

El bruto, como no se cansaba de llamarle, sólo le dijo que se cuidara y que la llamaría al celular si sucedía cualquier emergencia.

Gaara salió de la sala de juntas para ver cómo se alejaba, con un suave balanceo de caderas, hasta el elevador. Cuando ella entró sus miradas se cruzaron por unos segundos y pudo ver como ella le ofrecía una sonrisa de suficiencia que se desvaneció tras las puertas del elevador.

Nadie lo había retado así en la vida, y mucho menos una mujer – Naruto, la chica que presentó junto contigo… – Comenzó.

– Hinata-chan, se sentía mal y la dejé irse temprano, es increíble ¿verdad? – Gaara enarcó una inexistente ceja, no le vio cara de enferma por ningún lado mientras se iba, pero si era lo que su colega y mejor amigo decía, lo tomaría como cierto. Tal vez por eso era tan diferente de la última vez que habló con ella.

– ¿Hinata-chan? – Preguntó por algún motivo no muy conforme con semejante familiaridad – ¿Es algo tuyo?

– Es Hinata Hyuga, la amiga de la infancia de la que te hablé – respondió como si no tuviera importancia.

– Bueno – dijo con calma – Dile a tu amiga de la infancia que ustedes tienen el proyecto – le palmeó el hombro – Felicidades.