Esta historia fue escrita conjuntamente con mi amiga Len (starsdust). Algunos capítulos los escribió ella, otros yo, y unas pocas veces las dos participamos en distintas secciones de un mismo capítulo. No dejen de leer sus otros fics, en especial, los y las fans de Acuario y Escorpio.
Los acontecimientos tienen lugar unos años antes del comienzo de la guerra santa narrada en Lost Canvas. Se asume que se conocen los hechos ocurridos por lo menos hasta el capítulo 113 del manga.
Es difícil explicar de dónde vino la idea. En parte queríamos interponer obstáculos entre el amor de Dohko y Shion, en parte rescatar al personaje de Unity, que da para mucho. ¿Solo Kardia y Dégel llegaron a conocerlo? No lo sabemos... así que podríamos imaginar que tal vez. Lo cierto es que este fic está y estará lleno de sorpresas. Que lo disfruten y, si les parece medianamente disfrutable, se agradece cualquier comentario porque las críticas a la vez ayudan a mantener la perspectiva y a seguir escribiendo. En definitiva, los lectores son la verdadera inspiración de los escritores! XD
Saint Seiya The Lost Canvas y todos sus personajes fueron creados por Shiori Teshirogi y Masami Kurumada, y los fans les estamos agradecidos.
ATENCIÓN: El texto que sigue contiene BL, más conocido como yaoi, o sea, romance entre hombres. Es más, en algunos capítulos hay LEMON (sexo explícito). Se aconseja abstenerse en caso de sentir rechazo frente a la homosexualidad. Están advertido/as.
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Parte 1: Destinos
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Bluegrad.
Cuando Dégel escuchó esa palabra sintió que se le erizaba la piel. Había sido llamado por el patriarca para cumplir una misión fuera del santuario, pero no esperaba que fuera justamente una que involucrara volver al lugar donde había entrenado, y al que secretamente añoraba.
El patriarca había hablado acerca de la guerra santa que se aproximaba, y de cómo sería necesario reforzar los lazos con la tierra que custodiaba el poder de Poseidón. Había hablado sobre la biblioteca que guardaba tesoros entre los que se contaban algunos que juzgaba necesario consultar antes de que se desatara el caos. ¿Quién podría ser más adecuado para esta tarea que el santo de Acuario, que había entrenado en ese mismo lugar?
Dégel había aceptado de inmediato. Sabía que era una misión diplomática, pero para él significaba más de lo que cualquiera pudiera imaginar. A pesar de eso, mantuvo la calma. Nadie podría haber sospechado que bajo la capa de hielo que parecía cubrirlo una llama se había encendido.
Puedes elegir a alguien para que te acompañe si así lo deseas, había dicho el patriarca antes de que el acuariano se retirara. Dégel lo había pensado con cuidado. Por un lado, no había necesidad ya que era una misión diplomática y estaban en buenas relaciones con Bluegrad. Pero como había señalado el patriarca, sería útil que otro representante del santuario estuviera al tanto de la situación de ese lugar y fuera capaz de ganar conocimientos de la experiencia de la mano de Dégel.
−Experiencia… −musitó Dégel, meditando sobre a quién que le convendría llevar.
En el templo de Acuario se dedicó a preparar algunas cosas que serían necesarias para el viaje. Sus pensamientos se dividían entre dos personas. Una de ellas lo esperaba en Bluegrad. La otra era a quien tenía en mente como posible acompañante. No pasó mucho tiempo hasta que se decidió a encaminarse hacia la casa de Escorpio.
−Mira a quién tenemos aquí. −dijo Kardia con una sonrisa socarrona, al verlo entrar.
−¿Estabas ocupado?
−No, en realidad me aburro… −preguntó Kardia, mirando a Dégel con un poco de curiosidad. Se acercó a él hasta casi acorralarlo contra una de las columnas del templo− Justamente ahora que has llegado se me ocurre algo para remediar este tedio...
−¿De qué hablas, Kardia? −dijo Dégel retrocediendo un poco hasta que sintió que chocaba contra el frío mármol.
−Siempre igual contigo… ¿por qué esa actitud?
−Lo mismo va para ti…
Dégel se movió a un lado, dejando escapar un suspiro de fastidio. No quería verse atrapado en una discusión infantil con Kardia, pero por alguna razón cuando estaba con él las cosas terminaban siempre así.
−Qué aburrido eres. ¿A qué viniste?
−El patriarca me ha encargado una misión de reconocimiento en Siberia, para reforzar lazos con Bluegrad antes de que comience la guerra santa. Pensé que quizás sería útil que me acompañaras.
−No hablas en serio, ¿verdad? ¿Siberia? ¿Útil para qué? ¿Visitar un lugar perdido en el medio de un desierto helado donde no hay nada que hacer? ¿Qué te hace pensar que querría ir? No me hagas reír, Dégel.
−¿Tienes otros planes? Podrías aprender mucho de este viaje si no te cerraras de esa manera.
−¿Aprender? −Kardia dejó escapar una carcajada y volvió a avanzar hacia Dégel− El día en que haya en Bluegrad algo que hacer realmente, avísame… Hasta entonces búscate a otro. No cuentes conmigo. Además, para maestro… te tengo a ti aquí, ¿no es así, Dégel?
−Bien, si ese es tu deseo… −Dégel apartó de un manotazo a Kardia, quien pareció sorprenderse de tal manera que no supo cómo reaccionar, y simplemente se limitó a contemplar estupefacto cómo el acuariano se alejaba del templo.
Dégel no estaba sorprendido por la respuesta de Kardia, pero había tenido la esperanza de ser capaz de convencerlo. Sabía reconocer que esta vez no tenía oportunidad de hacerlo cambiar de opinión. Aún así, estaba un poco sorprendido por la sensación incómoda que le había provocado el rechazo tajante del escorpiano. Porque después de todo, debería haberlo sabido.
−¿Dégel? −dijo de pronto una voz familiar a poca distancia. Dégel, que se había perdido en sus pensamientos, se dio cuenta de que estaba a las puertas del siguiente templo escaleras abajo, el de Libra. Pero quien estaba frente a él no era Dohko, sino Shion de Aries.
−Shion…
−¿Quieres atravesar el templo? −preguntó Shion, haciéndose a un lado con una sonrisa. Dégel avanzó unos pasos, mirando de reojo al ariano, que se veía de buen humor. Un rubor pálido cubría sus mejillas. A pesar de que se había dirigido a Dégel con naturalidad, su actitud corporal parecía sugerir que su mente estaba en otra parte. El acuariano miró a su alrededor, sin encontrar rastro del guardián de la casa de Libra. Shion lo notó al instante, apresurándose a hablar− ¡Ah! Buscas a Dohko?
Dégel lo pensó por unos instantes antes de responder. Aún cuando Kardia había declinado su propuesta, sería apropiado llevar a alguien más. Pero si de algo estaba seguro era de que Dohko no era la persona adecuada. A pesar de que Dohko era enviado lejos del santuario con frecuencia, no era alguien a quien imaginara como un buen compañero de viaje.
Pensó en Asmita de Virgo, con quien tenía más puntos en común, pero estaba seguro de que él tampoco mostraría demasiado entusiasmo. Sagitario tenía a su cargo otras responsabilidades. Capricornio era alguien con quien no tenía demasiado trato. Piscis se mantenía a distancia de todo y de todos. Tauro se tomaba muy en serio su papel de maestro, dedicando mucho tiempo a sus discípulos. Leo era solamente un niño. Cáncer actuaba como si lo fuera. Y Géminis... Uno a uno fue descartando a sus compañeros, y para cuando volvió a posar su mirada sobre Shion, la elección le pareció obvia.
−En realidad te buscaba a ti −dijo Dégel, sin pensarlo demasiado.
−¿A mí?
−Me dirijo a una misión diplomática al este de Siberia, donde está la ciudad de Bluegrad. El patriarca pensó que sería buena idea darle la oportunidad de familiarizarse con el lugar a más personas antes de que comience la guerra santa, ya que allí se guardan tesoros de valor incalculable para el santuario. ¿Estarías interesado en ir?
−Siberia… −murmuró Shion. Shion no había tenido tantas oportunidades de viajar como las tenía Dohko, y jamás había estado en Siberia. La idea le producía curiosidad, y Dégel siempre le había resultado agradable; pensaba en él como alguien a quien le gustaría llegar a conocer mejor. La propuesta parecía interesante.
−Si no quieres…
−En realidad sí quiero. ¿Cuándo salimos?
−Mañana por la mañana −dijo Dégel con una sonrisa mientras se daba la vuelta. Shion asintió y fue a despedirlo a la puerta del templo.
Una vez que el acuariano había salido, el dueño de casa dejó su escondite. Shion sonrió al verlo. Dohko se veía como un niño feliz de haber evitado que lo descubrieran haciendo una travesura; no llevaba puesta la armadura y tenía el pelo alborotado.
−Siberia… ¿realmente piensas ir?
−Sí −respondió Shion−. ¿Por qué no?
−Por nada… −dijo Dohko recostándose sobre el pilar de piedra más cercano. Shion caminó hacia él y Dohko aprovechó para tomarlo por la cintura y acercarlo contra sí.
−Si tú te vas de viaje más seguido que yo.
−¿Y eso se supone que es una especie de reproche?
−Claro que no −Shion acompañó sus palabras de un beso profundo, pero se apartó enseguida para evitar dejarse llevar. Dohko reaccionó con una cómica cara de frustración−. Debería preparar algunas cosas para mañana. ¿Y tú no dijiste que tenías que estar en otro lado ahora?
−¿Me estás echando de mi propia casa?
−No digas tonterías, Dohko… soy yo quien me voy. Te veo más tarde. −dijo el ariano al salir del templo. Era consciente de que Dohko lo observaba con una sonrisa mientras él se alejaba pero no quiso darse vuelta, como si temiera que el hacerlo fuera a romper un hechizo.
Al día siguiente Shion esperó por Dégel, pero éste nunca llegó. Cuando Shion estaba a punto de decidirse a ir a averiguar qué era lo que pasaba vio a Manigoldo acercarse a su templo con una expresión inusualmente seria.
−Esperas a Acuario, ¿verdad? −preguntó Manigoldo.
−Sí…
−Bueno... no esperes más. No va a venir.
−¿Qué? Pero se suponía que debíamos partir ahora…
−Dégel decidió después de pensarlo mejor que no querría cumplir con una encomienda tan aburrida y cambió de idea. −dijo Manigoldo mientras jugaba arrojando al aire una pequeña caja apenas mirando a Shion, quien había abierto los ojos como platos.
−¿En serio…?
−¡Claro que no, Shion! Nunca cambias, ¿eh? No seas tonto −arrojó la cajita hacia Shion, quien la atrapó sin dificultad−. Eso lo envía Dégel. Dice que es para un tal… no recuerdo, el hijo del rey de Siberia o algo así, o alguien con quien entrenó, no estoy seguro. Además, el patriarca dice que sería conveniente que fueras con alguien más. Pero no me mires a mí, porque tengo mejores cosas que hacer.
−Entonces, ¿de verdad no vendrá Dégel? ¿Por qué?
Manigoldo se quedó en silencio. En realidad él tampoco estaba seguro de la razón real, pero lo sospechaba. Sabía que había pasado algo con Kardia, y que por esa razón el patriarca le había pedido a Dégel que permaneciera en el templo. No todos sabían que Kardia estaba enfermo. Manigoldo mismo no sabía hasta qué punto ni en qué se relacionaba eso con Dégel, pero sabía de algunas ocasiones especiales en las que Dégel había sido enviado a ver a Kardia, y esta era una de ellas.
−Surgió un imprevisto. Pero la misión debe ser cumplida a la brevedad. Tú puedes teletransportarte y además recibiste información de Dégel sobre ese lugar, ¿no es cierto? −Shion asintió− Entonces ve por alguien que esté dispuesto a acompañarte.
−¿Alguien que pueda acompañarme? ¿Ya? Pero…
−Así es, cuanto antes mejor. Son los deseos del patriarca. No des tantas vueltas, Shion, ve por él −dijo Manigoldo encogiéndose de hombros. Shion se ruborizó, pero Manigoldo fingió no darse por enterado−. Que tengas un buen viaje…
Todavía un poco confundido, Shion se dirigió hacia el lugar donde sabía que encontraría a Dohko, y en efecto allí estaba, entrenando a su discípulo. Shion sabía que tenía grandes expectativas acerca de su alumno; se sentía un intruso al querer interrumpir la práctica, pero Manigoldo tenía razón: ¿qué persona podría ser mejor que Dohko en esta ocasión?
Mientras Shion dudaba entre si acercarse o no, Dohko se dio vuelta y lo vio, observándolo a la distancia. Dejando de lado el entrenamiento, se acercó a él.
−¡Shion! ¿Sigues aquí?
−Hubo un cambio de planes… Dégel no puede ir, pero el patriarca quiere que vaya a Bluegrad de todas maneras.
−¿Solo…?
−En realidad… la idea sigue siendo enviar a dos personas. ¿Quieres venir conmigo? −preguntó Shion en un susurro, rozando el brazo de Dohko con una caricia. No quería sonar como si estuviera rogando, pero sentía que esa era exactamente la impresión que estaba daba. Pero Dohko, a quien le complacía siempre tener oportunidades de visitar nuevos lugares, ni siquiera lo notó.
−¡Por supuesto que sí!
***
En cuanto Dohko estuvo listo siguió a Shion a las afueras del santuario. Lo bueno de ir con Shion era que su habilidad para teletransportarse se volvía especialmente ventajosa tratándose el destino de un lugar como Siberia, adonde se les dificultaría llegar de otro modo. Unos momentos antes Shion lo había puesto rápidamente al corriente de las intenciones del patriarca y las instrucciones de Dégel.
−¿Estás pronto? −preguntó Shion tomándolo de la mano. Dohko asintió y cerró los ojos como siempre lo hacía al teletransportarse, sin importar cuántas veces Shion insistiera en que no tenía importancia. Un cosquilleo comenzó a recorrerle el cuerpo y al momento empezó a notar un rápido cambio en la temperatura.
Al abrir los ojos, lo primero que notó fue que estaba en una planicie blanca enmarcada a la distancia por altas montañas brumosas. Dedujo que sería Siberia, o por lo menos una región muy cercana, porque pocas veces en su vida había visto tal desolación. Majestuosa, infinita, pero desolación al fin. Entonces se dio cuenta de que no había rastro de Shion por ninguna parte. Estaba completamente solo.
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Continuará en el próximo capítulo...
