Fe.
La cena estaba lista hacia una hora. Continuaba esperando impaciente; la puntualidad no era el fuerte de Serena, pero 6 horas de retraso eran demasiadas. El timbre del teléfono cortó la impaciencia dando paso al temor. La angustia se apoderó de él mientras avanzaba al aparato.
Sentía que algo no andaba bien. No era posible que la Nochebuena se nublara. Tomando aire profundamente, levanto el auricular. La voz del otro extremo no era la de Serena. "Venga inmediatamente" dijeron para confirmar los temores de Seiya.
Al dirigirse a donde le habían pedido acudir, imploraba que su Bombón estuviera bien, que sus miedos solo fueran miedos. Recurría a la fe porque no tenía más opción. Dos horas de camino y contando. Se arrepentía de haberle pedido ir por las nueces de castilla que había olvidado. Suplicaba constantemente que ella estuviera salva. No importaba la cena, ni dejar plantado a todo mundo, ni el regalo que Serena abrió con antelación. Nada era primordial salvo ver la sonrisa lozana de ella.
Fe, era lo que lo hacía ser prudente y al mismo tiempo un as del volante procurando hacer el menor tiempo. Finalmente llego a la estación de policía de la ciudad vecina. Suplico al cielo una vez más y de nuevo tomo valor con un suspiro para ingresar al edificio.
Señor Kou- dijo el comandante después de que Seiya preguntara por él- sígame por favor.
Este lo guio por un estrecho pasillo y lo introdujo a su oficina. Ahí estaba Serena plácidamente dormida en un pequeño sofá rojo contrastante con el azul de resto de la habitación. Y finalmente Seiya respiro con alivio.
Se quedó dormida en el autobús que la trajo a la ciudad- dijo el uniformado- como no traía consigo celular y dejo su bolso en el autobús por la premura de bajar, vino hasta la estación y no se atrevió a contarnos antes por la pena que lo haría pasar.
Mientras el comandante se explicaba con Seiya, él se acercó a Serena; beso su frente, agradecía a Dios internamente y acariciaba con devoción el abultado vientre de Serena.
Sé que los embarazos producen mucho sueño sobre todo cuando son avanzados- añadió el policía- ¿Cuántos meses son?
Ocho- respondió Seiya sonriendo tranquilo- estamos en la recta final- dijo dirigiendo una mirada de agradecimiento al caballero.
Al despedirse del comandante -tras despertar de la forma más dulce que pudo a Serena quien constantemente se disculpaba por haber arruinado la Nochebuena-, agradecerle y sobre todo bendecirlo infinitamente, se sintió pleno de dicha y fe. Iniciaron el camino de vuelta, al entrar en el vehículo ella continuaba disculpándose. Seiya le dio un sutil beso en los labios y la abrazo tan fuerte como le permitía la circunstancia.
No te disculpes- sonrió- ahora tenemos algo que contarle al bebé ¿no crees?
Ella sonrió y se lanzó a sus brazos llenándolo de besos. Seiya encendió el motor, dio marcha al vehículo. Pocos minutos después Serena volvió a quedarse dormida.
