CRÉDITOS A MASASHI KISHIMOTO POR LOS PERSONAJES

Derechos Reservados: Ela Forcela


WHEN BLOOD CALLS


No te haré daño

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- ¡No me hagan nada por favor! - gritó una joven pelirosa, vendada por los ojos, manos y pies.

- ¡Demonios como gritas! ¡Haz que no hable! - exclamó un joven de cabello negro, con una enorme cicatriz en el rostro -Su voz me tiene mareado-

Un muchacho rubio con una alta coleta y fleco cubriendo un ojo, se levantó dirigiéndose con dificultad hacia la chica asustada. Tomó un pañuelo negro, para así rodear con él su cabeza y evitar que ella continuara hablando. - ¿Cuánto falta para llegar Obito?-

-Una media hora, Deidara- respondió sin despegar la mirada del camino, mientras con una mano se llevaba a la boca un cigarro y con la otra seguía tomando el volante.

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Una casa retirada de la ciudad, casi en abandono fue el destino de la camioneta negra. Al estacionarse en la entrada, bajaron ambos jóvenes, para después rodear la camioneta y abrir las puertas traseras.

-Ven aquí- dijo Obito dejando caer la colilla de cigarro, tomó las muñecas de la joven y bruscamente la empujó hacia él. -¡Ayúdame!-

Deidara cargó a la muchacha en sus hombros con demasiada dificultad y caminó junto con Obito hacia la puerta principal de la casa.

-Al fin llegaron- un joven de cabello gris se levantó de un sillón en medio de la sala de estar.

-Hidan, eres un idiota ¿acaso crees que es fácil secuestrar a la hija de un multimillonario? – preguntó sarcásticamente Deidara.

-Creo que ese trabajo lo hubiera hecho mejor yo- respondió Hidan con una leve sonrisa en su rostro -No sé qué demonios esperan, llévenla al sótano y avísenle al jefe-

Deidara acomodó bruscamente a la chica en su hombro, y caminó hacia unas escaleras que daban a la planta de abajo. Obito al esperar que se retirara Deidara, se acercó a uno de los sillones, sacando un cigarrillo y poniéndolo en sus labios para después encenderlo.

-¿No piensas avisarle al jefe?- preguntó Hidan cruzando los brazos.

-Estoy cansado, manejé diez horas para llegar hasta acá, mueve ese trasero y avísale tú- respondió mientras disfrutaba su cigarro.

Hidan soltó un gran suspiro y dio la vuelta en dirección a las escaleras que daban a la planta de arriba.

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-Tú te quedaras aquí- dijo Deidara en susurro, dejando a la joven pelirosa en el suelo del sótano.

Ella temblaba de terror, su blusa ya estaba demasiado mojada por el sudor, y los mechones del cabello se pegaban en la frente. Ya no tenia fuerza alguna para gritar, y ni aunque pudiera no lo haría debido a que estaba a punto del colapso.

-No puedo desobedecer al jefe, pero te puedo dar un consejo…- dijo él al notar el estado de la joven, dándole un poco de lastima -… no grites, y ni trates de huir porque prácticamente estamos en medio de la nada, sería muy fácil que te atrapemos nuevamente, estarás aquí hasta que tus ricos padres paguen el rescate o hasta que el jefe quiera dejarte ir…- Deidara se levantó del suelo y se dirigió hacia la puerta -… por cierto, en un momento te traerán un poco de comida-

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Un joven adolescente pelinegro descansaba en su habitación, bien acomodada con una repisa llena de libros y ventana con balcón que daba hacia el campo sin fin de aquel lugar en medio de la nada. Aquel momento de sueño profundo fue interrumpido gracias a un chico de cabello gris que había entrado bruscamente a la habitación -¡Sasuke! Tu tío te busca-

Sasuke abrió con dificultad sus ojos levantándose de la cama -¿Qué quiere?-

-No lo sé- respondió indiferentemente -Solamente te aviso que la chica acaba de llegar, menos mal que hay otra mujer aquí, Karin ya me tiene harto- dijo dándose la vuelta y cerrando la puerta, soltando una risa sínica.

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La puerta de un gran despacho se abrió, era Sasuke entrando sin permiso hacia la gran mesa de madera. -¿Qué quieres?- preguntó con un semblante en su rostro sumamente frío y serio.

Una silla giratoria dio la vuelta, mostrándose un hombre de edad avanzada, cabello largo hasta la cintura y color negro. Aquella persona rió al ver a Sasuke -¿Dormido?-

-Son las tres de la mañana ya dime que quieres que haga ahora, Madara- dijo Sasuke impaciente.

-La muchacha ya llegó, tú serás el encargado de vigilarla día y noche-

-¿Por qué no lo hace otro? Yo no quiero hacerlo- frunció el ceño

-Tú eres al que más confianza le tengo, querido sobrino- rió Madara. -La cuidaras y punto-

-¿Cuánto tiempo estará aquí?- Sasuke dio la vuelta en dirección hacia la puerta del despacho.

-El tiempo que yo quiera- rió, abriendo un cajón de su escritorio y sacando un arma de fuego.

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La puerta del sótano se abrió, la joven pelirosa dio un leve brinco del susto, y enderezó su espalda, forcejeando el pañuelo de su boca, tratando de gritar. Ella escuchaba los pasos de una persona, que movía objetos y abría el lavamanos. Poco a poco ese paso se había dejado de escuchar, sin embargo, ella sabía que esa persona seguía ahí debido a que nunca se escuchó abrir o cerrar la puerta.

Unas cálidas manos se posaron en su rostro, tomando el pañuelo que cubría su boca, para después retirarlo. Ella quedó boca abierta por unos segundos, al querer soltar un gran suspiro y decir algo, sin embargo, aquellas manos taparon su boca -Ni se te ocurra decir algo y mucho menos gritar, será en vano, no hay nadie aquí- dijo Sasuke descartado.

Ella tragó saliva sin saber lo que sucedía, las manos se Sasuke se empezaron a humedecer gracias a las lágrimas que brotaban de los ojos de la joven.

-Retiraré mis manos, pero solamente prométeme que no hablarás- susurró Sasuke con una mirada neutral, sin temor alguno.

La joven aceptó con su rostro. Él poco a poco fue alejando sus manos hasta dejar al descubierto la boca de la chica. Apreció sus labios, verlos secos y pálidos, él bajó su mirada hacia un vaso de agua -Debes tener sed- aclaró la garganta.

-No tengo- dijo la joven con so voz rasposa y casi en susurro, dejando caer su cabeza. -No quiero estar aquí-

-Nadie quiere estar aquí-

-¿Entonces qué haces aquí?-

Sasuke se acercó más a ella quedando cara a cara, sin saber que él estaba tan cerca -Larga historia-

Al escuchar su voz, dio un leve salto -¿Me harás daño?- preguntó con la voz cortada y temblorosa.

-No- respondió sin dejar de mirar sus labios.

-Entonces déjame ir- dijo mordiendo sus labios.

Él se alejó poco a poco de ella, hasta levantarse del suelo -No puedo dejarte ir-

-Yo sé que quieres mi dinero, y sí mis padres lo pagarán… eso lo sé-

-Yo no quiero tu dinero- Caminó dando vueltas por el sótano.

-¿Entonces qué quieres de mí?-

-Es mi tío quien quiere tu dinero-

Ella soltó un grito ahogado y nuevamente brotaron las lágrimas -¿Quién eres tú?-

-No sé si sea correcto que me conozcas-

-¿Qué harás conmigo?- preguntó temblorosa.

-Cuidarte-

-¿Por qué?-

-Haces muchas preguntas- dijo Sasuke dejándose caer en el suelo, hasta sentarse y contemplar a la joven desde lejos.

-Quiero pensar que no me harás daño-

Unos segundos de silencio incomodo pasaron. Ella soltó un suspiro enderezando su espalda para tener una mejor postura. Él simplemente la observaba. -¿Cómo te llamas?-

-Sakura-

-¿Cómo la flor de Cerezo?-

-Nací el 28 de marzo-

-Entiendo…-

-Ahora ¿me dirás tu nombre?- preguntó limpiando las lágrimas con su hombro.

-Sasuke Uchiha-

-He escuchado ese apellido en algún lado, pero no recuerdo donde…-

-Da igual, te daré de comer-

-¿Por qué no me desatas?-

-No puedo hacerlo- Él se acercó tomando el sándwich para después darle de comer a Sakura.

-¿Qué edad tienes?- preguntó ella saboreando la mordida.

-Quince años ¿Y tú?-

-También- respondió con una leve sonrisa amarga.

En ese momento la puerta del sótano se escuchó bruscamente, el joven de cabello gris había entrado acompañado de una chica reliroja.

-¡Vaya! ¡¿Ya te encariñaste tan rápido?!- burló el chico.

Sasuke cerró los ojos por el leve susto que sintió -Cállate ¿Y qué hace Karin aquí?-

-Quiere ver a su sustituta- rió jalando levemente el cabello de la peliroja.

Ella le dio un golpe en el hombro-Quise ver a la chica por la cual tu cuidaras los próximos años- dijo molesta acercándose a Sakura.

Sasuke dejó el sándwich en el plato, para después levantarse y evitar que Karin se acercara a Sakura. -Solamente te digo que, si le haces algo, cuídate, porque es la mina de oro para mi tío-

Karin tragó saliva y con la mirada retó a Sasuke por unos segundos, se dio la vuelta dirigiéndose hacia la puerta -¡Mueve Suigetsu! Aquí se está desarrollando un Síndrome de Estocolmo- burló la peliroja.