*Aclaraciones*
Los personajes de esta historia no me pertenecen sino a su creador Sir Arthur Conan Doyle. Lo único que me pertenece es la idea. No consigo ningún lucro por la publicación de esta historia, únicamente la satisfacción que conlleva escribir, y dar rienda suelta a mi imaginación. Los lugares en los que se desarrolla la historia son reales, pero los acontecimientos que tienen lugar en ellos son ficticios.
Marionetista
-Prólogo.
La madera crujía debajo de sus pies, llevaba los brazos llenos de bolsas de color marrón por lo que decidió hacer una pequeña parada en el descansillo de la escalera. Allí en medio del silencio, escuchó una bella melodía que nacía del roce del arco contra las cuerdas, la música desprendía pasión. John sonrió, se imaginaba a Sherlock tocando esa pieza en frente de la ventana, en calma. Sin ningún rastro de sentimientos en su mirada, únicamente los ojos de siempre fríos y distantes, rebosantes de conocimiento y de tristeza. John siguió subiendo por la escalera hasta que llegó al apartamento que compartía con Sherlock desde hacía un par de años. Aquel lugar seguía como siempre; con innumerables papeles encima del escritorio, con cientos de aparatos científicos encima de la mesa de la cocina. Él médico militar estaba seguro de que si abría la nevera se encontraría con alguna macabra sorpresa como ya había pasado otras veces, dejó las bolsas en la mesa de la cocina, y miró hacia el frente. Sherlock aún se encontraba tocando aquella melodía que Watson oía por primera vez. El detective asesor decidió tomarse un descansando, colocó el violín encima de la mesa, y se dirigió hacia John
-Buenos días, John
-Buenos días-respondió él-Es hermosa, ¿la has compuesto tú?
Sherlock se permitió un rápida sonrisa
-Si, esta mañana. Me aburría, ya sabes-contestó mientras le quitaba importancia
-Aún sin ningún caso-John se sentó en el sillón mirando al detective
-Ya conoces la respuesta. Me aburro, y no hay nada que pueda hacer para distraerme-dijo exaltándose y dejándose caer en el sillón, subió las piernas encima de la mesita del salón, y cruzó los brazos dejándolos apoyados en su pecho, su boca adquirió una extraña mueca que parecía haberse quedado en la mitad entre una sonrisa y una expresión de tristeza.
John sonrió, una vez más el detective sacaba a relucir su comportamiento infantil, el médico apoyó la espalda en el respaldo del sillón y se acomodó para disponerse a leer el periódico de aquella mañana. No había sido capaz de empezar a leer, cuando el timbre de la entrada del 221 de Baker Street sonó estrepitosamente, pudo oír los pasos de la Señora Hudson acercarse hasta la entrada y abrir la puerta, John apartó el periódico cuando oyó que unos ligeros pasos se acercaban al piso.
-¿Señor Sherlock Holmes?-preguntó una voz aterciopelada
El detective se incorporó, y miró al muchacho que se encontraba parado en el umbral de la puerta
-Soy yo-contestó de mala gana
-Le traigo un paquete, tiene que firmar aquí si es tan amable-informó el joven mientras se acercaba hasta el sillón y le tendía el paquete. Sherlock lo cogió y lo hizo a un lado, tras firmar el muchacho salió a toda prisa del lugar. John miró el paquete curioso, Holmes lo zarandeó para averiguar su contenido
-¿Un paquete vacío?-preguntó el militar
-No está vacío John- le corrigió Sherlock-el detective se apresuró a abrir el paquete revelando el contenido de éste, sacó un sobre dorado del interior e hizo la caja a un lado. Sherlock le dio la vuelta y vio su nombre escrito en el sobre, gracias al abrecartas que estaba encima de la mesita pudo abrir, y ver lo que ponía el papel que había dentro del sobre.
Estimado Sherlock Holmes.
Hace bastante tiempo que sigo sus pasos, y he de decir que me he convertido en un gran fan suyo. Sé de primera mano que en estos momentos no tiene entre manos ningún caso, por lo que aprovecho para hacerle un ofrecimiento. Usted goza de una increíble fama, y todo el mundo le conoce por ser el mejor detective de todos los tiempos. Por este motivo le invito a usted, y a su fiel compañero el Doctor John Watson a una inolvidable velada en la que sin duda podrá demostrar sus conocimientos en la Ciencia de la Deducción. Si su curiosidad se ha visto atrapada por mis palabras, acuda a media noche a St. Katherine's Dock, y atraviese el túnel Brunel´s y Tobacco Dock alguien les estará esperando en el muelle.
Un cordial saludo de un gran admirador suyo.
-Interesante-murmuró Sherlock mientras examinaba cuidadosamente el sobre dorado. Sherlock dedujo que había sido hecho únicamente para la ocasión. El detective volvió a leer la invitación y esbozó una sonrisa. La invitación que sostenía en sus manos estaba hecha con un papel muy selecto, la caligrafía que había sido estampada en el papel lucía perfecta y elegante. La tinta utilizada por el que había hecho la invitación, procedía de china dándole un toque aún más exquisito a aquella singular invitación. Sherlock hizo a un lado la invitación y miró a John que le observaba detenidamente intentando averiguar lo que estaba pensando el detective.
-Espero que no tengas nada que hacer esta noche John, si es así cancélalo, tenemos que acudir a una cita.
-Espera ¿qué? ¿vamos a ir?-preguntó John
-Pues claro que vamos a ir, nos han invitado, sería de muy mala educación no ir al encuentro-respondió Sherlock mientras le sonreía
-No sabemos nada de la persona que te ha invitado. Podría ser cualquiera, incluso Moriarty tratando de llamar tú atención-razonó el médico militar mientras avanzaba hacia su amigo
-Precisamente por eso, tenemos que ir a averiguarlo, sabes que me encantan los misterios.
-No vas a cambiar de opinión ¿verdad?-dijo John derrotado
-Así es, hoy estás muy sembrado John, me gusta-contestó el detective asesor
El sonido de las campanadas resonó por todo el 221 de Baker Street anunciando las once en punto. Sherlock ya se encontraba en la puerta del piso esperando por John impaciente. El detective iba ataviado con un traje chaqueta de color negro, y con una camisa de color burdeos. En cuanto John apareció en el salón le dedicó una mirada de sorpresa, y examinó el atuendo de su amigo.
-¿Por qué tengo la sensación de que voy a hacer de carabina?-preguntó irónicamente John
Sherlock se encaminó hacia las escaleras ignorando el comentario de John. El médico militar le siguió de cerca. Una vez en el recibidor de la casa, la puerta se abrió dejando paso a la Señora Hudson y al frío de la noche. La mujer entró murmurando maldiciones, sin embargo en cuanto vio a los hombres las duras palabras desaparecieron de su boca, y dieron paso a un dulce sonrisa.
-Sherlock querido hace un frío de muerte, abrígate, y tú también John.
-Parecía enfadada, Señora Hudson. ¿Los hijos de los Señores Lauren han vuelto a hacer de las suyas?-preguntó Sherlock más bien por educación que por curiosidad
-Son unos diablillos, estoy deseando que lleguen las vacaciones de verano para que se marchen de Londres-sentenció la mujer.
Sherlock se acercó al perchero y recogió su abrigo y su bufanda, el detective se despidió de la mujer con un simple movimiento de mano. John en cambio fue mucho más amable con la mujer, poco después el médico se encontraba en la calle caminando junto a Sherlock y lamentándose por no haber cogido una bufanda más gorda. Media hora después ambos hombres habían dejado a sus espaldas la calle St. Katherine's Dock, y se encontraban cruzando el túnel Brunel´s y Tobacco Dock. El túnel era uno de los pocos lugares lúgubres de la época de Jack el destripador que quedaban en Londres, Sherlock sabía de buena mano que era allí donde los yonquis iban a saciar sus ansias, y a adentrarse en el mundo de Wonderland. Después de atravesar el maloliente túnel por fin llegaron a su destino, el muelle. John se dio la vuelta y comprobó que no les seguía nadie.
-¿No te ha parecido extraño?-preguntó el médico militar
-Bastante, pero no creo que debamos darle mayor importancia-sentenció el detective
-A mí me parece un detalle a tener en cuenta. Ese túnel suele estar infectado de yonquis, y hoy casualmente no hay ninguno. ¿Me lo puedes explicar?
-Casualidad-respondió rotundo
-Tú no crees en las casualidades, tú eres un hombre que únicamente se guía por la ciencia, no me jodas Sherlock-rugió John para hacerle saber a su amigo que estaba al borde de un ataque de nervios.
-Relájate. Eres un soldado John, domina tus miedos, además vas armado, es ridículo.
-Mi cabeza no es la que me preocupa, sino la tuya, listillo-respondió con sorna el médico
-Muy amable por tu parte John, ¿estás preocupado por mi seguridad?
John prefirió guardar silencio, sin embargo mantuvo la mirada en Sherlock, y le dijo con ésta ¿no es obvio? El detective asesor sonrió halagado.
-Borra esa estúpida sonrisa de tu boca-bramó el médico militar claramente molesto
Sherlock le dio la espalda a su amigo, y la fijó en el muelle. Todo parecía estar extrañamente en calma. El detective le echó un vistazo a su reloj de pulsera, apenas faltaban un par de minutos para las doce en punto, y no había ni rastro de la persona que se suponía que debía estar esperándolos. Detrás de él John se movía de un lado a otro incómodo por la espera. Ambos hombres pasaron el tiempo restante sumidos en sus propios pensamientos. Cuando las campanadas el Big Ben resonaron por todo Londres anunciando la llegada de la medianoche. Sherlock pudo divisar que un barco de mediana estatura se aproximaba desde las aguas hasta la zona de amarre. El médico militar se colocó al lado de Sherlock expectante y con curiosidad. El barco ya se había estacionado junto a la zona de amarre, y un par de marineros estaba colocando la escalerilla para permitir la bajada y subida de el. La silueta de un hombre surgió desde la cabina de Proa, y se apeó del barco. Se acercó hasta donde se encontraban John y Sherlock.
-¿El Señor Sherlock Holmes, y el Señor John Watson?-preguntó
-Así es-respondió John, y ¿Usted es?
-Mi nombre no tiene importancia, yo sólo soy la persona que les llevará hasta el lugar acordado, si son tan amables de seguirme
Sherlock miró a John y le hizo un gesto que le daba a entender al médico que debían seguir a aquel hombre. Una vez dentro del barco, el hombre que había salido a su encuentro les pidió que tomaran asiento. Después de unos pocos minutos se encontraban navegando por el Río Thames.
-SHConsultingD-
*Si te ha gustado el Prólogo de mi historia Marionetista déjame un review, tú opinión me ayudará a mejorar, y a saber lo que piensas sobre cómo se desarrollan los acontecimientos*
