Hola! no es mi primera vez por estos lados pero si mi primer fic Clexa, como muchas estoy obsesionada con esta pareja. Es un universo alternativo porque aun no supero la muerte de Heda y se me hace imposible escribir siguiendo la linea de la serie.

Espero que lo disfruten.


Capitulo uno: The Princess

Clarke Griffin no recordaba el momento exacto en que había comenzado a ser famosa. Quizás porque desde que tenía memoria había tenido fotógrafos sobre ella. Quizás porque no entró a ese mundo por decisión propia. Su padre Jake Griffin, había sido un actor de Hollywood en pleno auge del cine en los ochenta, era el galán de cada película romántica que se transformaba en éxito de taquilla, el "niño bonito" que había vivido como una estrella y para pesar de Clarke también había muerto como una.

Cinco años habían pasado y aún parecía el día que recibió la llamada y le decían que su padre había chocado su auto a más de 180 kilómetros por hora, no había alcanzado ni a llegar al hospital con vida. Trágico, de película, como su vida entera.

Cuando Clarke nació ya era perseguida para ser fotografiada, cada imagen de la pequeña significaba miles de dólares y eso no cambio con el tiempo, su padre le enseño a sonreír ante las cámaras, sin importar si estaba bien o mal, si estaba triste o molesta, ella siempre debía sonreír. Y así con los años se fue acostumbrando a fingir.

Era dueña de un talento simplemente asombroso, podía cantar, bailar y por supuesto actuar de maravilla, por lo que a nadie le sorprendió que siguiera los pasos de Jake, con incluso un mayor éxito, porque todo lo que Clarke Griffin tocaba se transformaba en éxito, dinero y más fama, era sin duda "La Princesa de Hollywood" o lo había sido en su momento.

Porque la niña prodigio de los escenarios, que había tenido una adolescencia problemática, hoy era una diva en todo el sentido de la palabra y muchos vaticinaban para ella un final parecido al de su padre.

Ciertamente no sabía cuando su comportamiento había comenzado a ser autodestructivo, al punto de ser el festín de la prensa de espectáculo. Tal vez fue tanta exposición la que la llevo a eso, porque nacer siendo una estrella había tenido su precio. De niña no lo resintió tanto, cantaba porque le divertía, bailaba porque hacía reír a sus padres, actuar era su juego predilecto. Pero la pequeña inocente que se había ganado a los directores más connotados, se transformo en una adolescente que necesitaba una privacidad que la prensa de espectáculo nunca le dio.

Los periodistas se burlaban de sus fracasos amorosos, mientras ella lloraba encerrada en su habitación por otra desilusión. Le inventaban rumores de drogas, romances falsos y cuanta idiotez se le ocurría al primer aparecido que quería hacer fama a costa de ella. Ese era su precio, ese alto precio había tenido que pagar para dedicarse a lo que amaba, la princesa tenía un lugar de privilegio en la prensa lo quisiera o no y todo ese acoso había tenido resultados desastroso para ella, porque de esa chica dulce ya no quedaba nada. Ahora era una actriz de veinticinco años, que estaba en franco descenso.

Porque Clarke al ser tan atacada y acosada comenzó a hacer tonterías. Si le querían colgar un romance, pues que mejor fuera cierto y se besaba con cualquier tipo a vista de los fotógrafos. Si decían que tenía problemas con el alcohol, empezó a salir de fiesta para dar más que hablar. Y de tanto fingir comenzó a sumirse en malos hábitos, Abby, su madre había intentado detenerla, pero lo único que había logrado era que se alejara también de ella.

No era adicta, pero fácilmente podía terminar borracha fin de semana por medio. Lo que significaba fotografías de ella dando vueltas por internet durante días. Y eso era algo que a ciertos directores no les gustaba. Sumada a la temible reputación que se había hecho de diva prepotente e insoportable. Nada de lo que últimamente hacía estaba ayudando a su carrera.

Por eso es que sus últimos proyectos cinematográficos habían sido un completo fracaso. El público ya no la veía con admiración y para los directores no era una actriz confiable, por lo que ha falta de proyectos grandes, se había tenido que conformar con películas de segunda, que claramente para ella, no eran dignas de su talento.

Esa era su vida ahora, relegada a un papel secundario.

Otro día, otra mañana despertando con fuerte dolor de cabeza y sin tener jodida idea de que hora era. Escuchó la melodía de su teléfono celular y eso la hizo levantarse con mayor prisa. Sí tenía suerte podría ser su agente con algún proyecto decente.

Pero cuando por fin pudo encontrar el aparato en uno de los bolsillos del jeans que había tirado en el sofá de su habitación, vio que no era su agente, sino Raven, la única amiga verdadera que tenía.

A Raven Reyes, la conoció en la primera película de acción que hizo, eso ya hace tres años. La chica era muy joven y cuando la vio, despistada y demasiado sonriente para su gusto, jamás pensó que era la que se encargaba de los efectos especiales de toda aquella producción. La chica le tuvo paciencia, la trato cómo trataba a todos y siempre era honesta con sus comentarios, aunque no siempre pudieran caerle bien a la actriz, pero que valoraba profundamente. Porque eso la hacía ver que si se acercaba a ella no era por interés sino por un real afecto.

-Hola Raven- Saludó la actriz con esa amabilidad que sólo era reservada para su mejor amiga-

-Hola Clarke… ¿Qué estabas haciendo?- Preguntó efusiva como siempre-.

-Mmm…dormir es lo que se hace a esta hora no- Respondió aún somnolienta-.

-¡Clarke Griffin! ¡Son las cuatro de la tarde! A esta hora no se duerme- Exclamó-.

-Joder no sabía que era tan tarde y no me grites que tengo un leve dolor de cabeza-Le pidió-.

-¿Saliste de fiesta? Es martes, Clarke-.

-¿Y? No tengo un trabajo a dónde ir, ni nada más interesante que hacer-Respondió-.

Raven notó de inmediato la decepción en la voz de su amiga.

-Hoy salgo temprano, iré a tu casa, llevare la cena, una botella de vino y alguna película, así que no hagas planes- Avisó la latina-.

-Raven…-.

-No aceptó un no, así que te veo en la noche princesa- Se despidió colgando la llamada-.

Clarke sonrió porque sabía que su amiga hacía eso para subirle su alicaído ánimo. Abrió las cortinas de su habitación y recogió la ropa que estaba tirada, para luego entrar a la ducha.

Su baño era exactamente cómo ella lo había diseñado. Espacioso, con cerámicas en tonos azules que contrastaban con la inmensa bañera que estaba en el centro, sostenida por una base de mármol y ni hablar del espejo que sin ser exagerar cubría prácticamente toda una muralla.

Y no era lo único en esa casa que gritaba Clarke Griffin, porque la había mandado a construir cuando estaba en todo su apogeo sin mediar gastos. Eran una mansión en un exclusivo sector de Los Ángeles que le daba acceso privilegiado a la playa y lo que más ansiaba; privacidad.

Se puso algo cómodo y fue rumbo a la cocina a prepararse algo para comer. Sacó frutas del refrigerador y se hizo una ensalada, tomó una botella de agua y se dirigió al salón para ver la televisión.

Mientras estaba acostada en su sofá dirigió su vista a la gran vitrina que tenía en uno de los costados. Ahí se alojaba cada premio que había recibido durante su carrera. Sin duda eran muchos y de todo tipo, dados por el público, críticos de cine, un globo de oro, un Emmy. No podía negar que su carrera había estado llena de éxito, pero ahora todo se veía tan incierto, y decir "había estado llena de éxito", era admitir que prácticamente estaba acabada.

-Eso lo tendré que decir cuando tenga setenta, no ahora-. Dijo en voz alta rehusándose a dejar los escenarios.

Porque ahí, en esa vitrina había un lugar que estaba vacío. Un lugar que había reservado desde la primera vez que fue nominada, pero que no lo logró y que mantuvo la segunda vez que estuvo en la misma posición, pero sin lograr conseguirlo. Y era por supuesto para el preciado Oscar, aquel premio que le fue esquivo incluso estando en lo más alto de su carrera. Los críticos decían que le faltaba madures cómo actriz o que el papel no había sido lo suficiente intenso para premiarla o simplemente había otra con más méritos.

Ahora, lograr ese premio se veía más lejano que nunca antes y eso la deprimía. Muchas veces se había propuesto mejorar su actitud o dejar de andar de fiesta en fiesta, pero se le había hecho un hábito difícil de romper. Restaurar su buena reputación se veía mucho más difícil de lo que había sido destruirla.

Cerró los ojos porque aunque se haya despertado a las cuatro de la tarde, seguía cansada, se había dormido bien entrada la madrugada.

Y sin quererlo ese sofá se le hizo grande y aquella mansión desesperadamente silenciosa.

Clarke si en algo nunca había tenido suerte era en el amor. Un chico tras otro fueron desilusionándola. Buscándola por su fama, por su dinero, por decirle a la prensa que estuvieron con la aclamada estrella. Así que de un tiempo a esta parte no tomaba en serio a nadie, tenía nada más que aventuras de una noche, aunque en el fondo siempre quisiera algo más.

Porque si tuviera esa contención en momentos difíciles no tendría para que emborracharse, si alguien la esperara en casa, ¿para que irse a otro lugar?. Pero no había nadie, nadie que fuera capaz de llenar ese vacío que tenía en su corazón.

Cuando volvió a abrir los ojos y miró el reloj eran más de las ocho y estaba segura que Raven no tardaba en llegar, por lo que llevo lo que había ocupado a la cocina y luego fue a su habitación para ponerse algo más decente.

El timbre sonó al tiempo que se terminaba de abrochar los jeans, por lo que se apuró para recorrer aquella mansión y llegar a la puerta principal a abrirle a su amiga.

Raven la abrazó efusivamente cómo era característico en ella.

-Hola Rav, yo también te extrañe pero si me dejaras respirar te lo agradecería-.

-¡Siempre tan exagerada princesa!-. Exclamó sonriente adentrándose-.

-¿Qué trajiste para cenar? Porque muero de hambre-.

-Traje Tailandesa tu favorita, un Chardonnay tu favorito y Requiem for the dream ¡También tú favorita!-. Contestó ubicándose en el salón-.

Clarke sonrió y agradeció aún tener a esa morena a su lado, porque si no fuera por ella, seguro que su vida sería un caos mayor de lo que ya era. Raven con confianza se sentó en el sofá frente a la desproporcionada pantalla plana que tenía la rubia, mientras su amiga iba por las copas, platos y servicios para la cena.

-Veo que ya te pusiste cómoda-. Dijo la rubia viendo a su amiga-.

-Hoy ha sido un largo día de trabajo-. Le comentó la morena reincorporándose para cenar-

-Seguro es porque la actriz no tiene tanto talento cómo yo y te da más trabajo-.

-Clarke…-.

A la actriz aún le dolía el ego haberse presentado para interpretar el papel principal de aquella producción en la trabajaba su amiga y no haber sido seleccionada. En su lugar dejaron en palabras de Clarke a una "Insípida inocentona con cara de nada".

-Ya no importa-. Cortó la conversación-.

Raven sabía que no tenía caso seguir esa conversación porque lo único que ganaría sería poner de mal humor a Clarke, así que se levantó a poner la película para luego comenzar a comer.

Una vez finalizada la película y la cena, Raven comenzó a cambiar de canales.

-Déjala a ahí- Le pidió-.

En una entrevista exclusiva, estaba Titus Flame, connotado director de cine cinco veces ganador del Oscar. Titus, tenía un hablar parsimonioso y ese tono intelectual con aires de superioridad, que hizo rodar los ojos a Clarke. Se conocían. Él se había negado sistemáticamente a tener a la actriz como protagonista en alguna de sus películas. El último papel en el que rechazó a Clarke le había dado, con posterioridad el Oscar, a la "estúpida rubia frígida de moda", otra vez en palabras de Clarke.

Lo despreciaba. Y soñaba con el día, en que Flame le rogara aceptar el protagónico para una de sus exitosas películas. Se lo imaginaba, suplicando, humillándose ante ella.

Salió de su pequeña ensoñación y volvió a poner su atención a la televisión. La entrevista trataba de la última película recién estrenada del director y cómo dejaba entrever que ya estaba trabajando en algo nuevo, en un proyecto que sentía iba a ser el mejor de su brillante carrera.

Todas las alertas de la actriz se encendieron, eso decía Oscar por todos lados y ella quería tener más información al respecto. Corrió a su habitación y buscó su teléfono celular, mientras maldecía a su agente por no contestarle a la primera.

-Sabes que odio que me hagas esperar, Finn-Expresó molesta-.

-Lo sien…-.

-También odio tus estúpidas excusas, así que no quiero escucharlas, ahora pon atención y usa esa única neurona que tienes en apuntar lo que voy a decir porque es algo importante -.

-Claro…-Aceptó Finn-.

-Acabo de ver a Flame en la televisión adelantando sobre un nuevo proyecto que va a dirigir, quiero que para mañana me tengas toda la información que existe al respecto, quiero hasta el más mínimo detalle Collins, porque Titus Flame- Pronunció el nombre de manera empalagosamente irónica- No lo sabe, pero yo protagonizaré esa película-.

-Pero Clarke, él y tú…-.

-No importa lo que haya pasado antes, ese proyecto va a ser mío y tú harás lo que te digo, hablamos mañana- Y cortó la llamada-.

Tenía absolutamente claro que Collins era cualquier cosa menos un tipo inteligente, pero era lo que había. Luego de tanto escándalo no había muchas oficinas de representantes en su puerta queriendo llevar su carrera, así que Finn Collins había ganado el puesto sin mucha competencia. Sabía también que el tipo tenía como un enamoramiento por ella, así que se esforzaba por complacerla, por hacer todo lo que ella le pedía, aunque hasta ahora no haya tenido mucho éxito.

Volvió al salón dónde Raven, ya estaba recogiendo lo de la cena.

-Deja eso ahí, mañana vienen a ordenar y limpiar la casa-Le dijo a su amiga-.

-No me cuesta nada dejar esto en la cocina- Respondió alzando sus hombros y caminando hacia el lugar que había señalado antes-.

La actriz siguió a su amiga y luego volvieron al salón.

-No quiero ser pesimista Clarke, pero no creo que debas intentar otra vez con Flame…-Expresó con su voz suave para no hacer enojar a la actriz-.

-¿Por qué no?, O sea, sabemos que el tipo es un imbécil afeminado que no sabe cómo tratar a las mujeres porque en el fondo, las desprecia y envidia, pero tiene talento, si alguien puede hacer que mi carrera tome rumbo otra vez es él-Concluyó la actriz-.

-Clarke…él te ha dejado claro muchas veces que no va a trabajar contigo aunque seas la última actriz que exista, poco le falto la última vez que hablaron llamar a la policía y pedir una orden de restricción en tú contra- Le recordó-.

-Cambiará de opinión Raven, sé que lo hará, porque ese súper proyecto del que habló sólo puede tener una protagonista, y esa voy a ser yo- Dijo con seguridad-.

Raven no dijo nada más, la conocía y cuando a Clarke Griffin se le metía algo en la cabeza nadie lograba sacárselo.

-Debo irme, me espera otro largo día de trabajo mañana-Se despidió la morena-.

-Espero que nos veamos pronto-.

-Yo también- Contestó abrazándola fuerte al llegar a la puerta- Y princesa, te equivocas, él no es quien puede hacer que tú carrera tome rumbo, esa eres tú, tú eres la única que puede hacer que su vida y carrera vuelvan al camino del que nunca debieron haber salido- Le susurró manteniéndola entre sus brazos- Te veo el fin de semana, te quiero-.

-También yo Raven-.

Clarke sabía que eso era cierto, pero la paciencia no estaba dentro de sus más visibles virtudes y necesitaba volver pronto. Necesitaba cerrar todas esas bocas que se burlaban de su desgracia y decían que nunca más iba a pisar una ceremonia de los Oscar.

Se fue directo al baño y retomó su rutina nocturna. Mañana se levantaría temprano, saldría a trotar por la playa, respiraría aire puro y tendría un buen día. Un día lleno de buenas noticias.


Clarke no recordaba la última vez que se había levantado temprano y había cumplido con éxito su rutina de ejercicio, para con posterioridad tomar un desayuno saludable. No podía negar que estaba ansiosa, revisaba con frecuencia su teléfono por si Finn le había escrito, pero ya pasaba el mediodía y aún no tenía ninguna noticias.

Eso produjo un bajón de energía que decidió aplacar saliendo a caminar por la orilla de la playa, miraba el mar tan azulado como sus ojos, tan profundo y avasallador, algunos recuerdos le vinieron a su mente, su padre, su infancia, esos momentos donde sólo eran ellos dos y él le decía convencido de que podría lograr cualquier cosa que se propusiera. Quería creerlo, quería creer que podía lograr cada cosa que se propusiera, quería creer que tenía la fuerza para salir del hoyo en el que estaba, que rechazaría la próxima invitación a alguna fiesta, que no se emborracharía, que no les daría más que hablar sobre ella, pero la soledad le dolía, esa sensación de haber arruinado todo lo bueno que pudo haberle pasado.

Quizás debería llamar a su madre, intentar componer esa relación con la mujer que había intentado una y otra vez alejarla de lo mismo que le había quitado a su esposo. Abby, no tenía nada que ver por con ese mundo, ella era médico y había conocido a Jake por accidente, cuando él se había roto un brazo en una caída en moto, se había resistido a los encantos del actor, pero su amor había sido fulminante, sólo Clarke podía entender el dolor que le produjo su pérdida, ese dolor que en vez de acercarlas las había alejado.

La rubia se secó una lágrima de su mejilla, si, llamaría a su madre. Volvió con lentitud hasta su casa y fue en busca de su teléfono, cuando lo vio tenía tres llamadas perdidas de Finn, a quien le marcó enseguida.

-Finn ¿Qué averiguaste?-preguntó directa-.

-Hola Clarke, estoy bien y tú…-dijo de manera irónica-.

-Finn-.

-Está bien, directo al punto-expresó- Titus tiene una idea sobre su próxima película, de hecho el rumor es que tiene bastante avanzado el guion, pero tiene un gran problema…-.

-Sin misterio Finn, habla ya ¿Qué problema?

-No tiene los derechos, su próxima película es sobre la guerra en medio oriente y quiere que gire en torno a Lexa Woods, que sea su "personaje principal" pero ella se ha negado a darle la autorización para que él pueda usar su nombre y todo-explicó-.

-¿Lexa Woods? ¿Quién es Lexa Woods?-preguntó totalmente pérdida-.

-Es la comandante que estuvo en la Casa Blanca hace unas semanas recibiendo una condecoración, se hizo famosa por salvar a una decena de niños de un edificio en llamas después de un atentado terrorista en alguna parte de medio oriente, todos quieren entrevistarla pero no habla con nadie, ni pensar en darle autorización a Titus para usar su nombre en una película-.

Clarke pensó unos segundos, sólo algunos, que no fueron suficientes para entender porque iba a hacer la pregunta que exteriorizaría a continuación.

-¿Y sabes cómo podría conocerla?-.

-Un paso delante de ti, princesa-respondió con una suficiencia que molestó a Clarke-Asistirá a una fiesta el sábado, algo de una fundación donde le darán otro galardón o algo, seguro Flame también estará ahí intentando convencerla-.

-Consígueme una invitación, estaré esperando, adiós-.

Clarke sabía que era particularmente desagradable con su representante, pero con su estúpido enamoramiento estaba segura que cualquier actitud un poco más cariñosa se lo tomaría como una inexistente señ en búsqueda de su notebook y google su nombre "Lexa Woods", inmediatamente comenzaron a salir paginas hablando sobre ella, sobre su valentía, sus logros militares que eran bastante impresionantes para ser tan joven, al ver su foto, Clarke pensó que no podría tener más que unos veintisiete o veintiocho, en todas las imágenes salía con el gesto serio, imperturbable, con su uniforme o sin el.

-Lexa Woods-repitió para sí misma, pensando que esa chica si había conseguido hacer algo importante con su vida-.


Esta vez sí le había dado las gracias a Finn, a regañadientes pero lo había hecho, porque si ese sábado se encontraba probándose uno y otro vestido para asistir a esa importante fiesta que podría cambiar su vida, se lo debía completamente a Collins. Uno vestido tras otro eran arrojados sobre su cama, uno era demasiado revelador, otro era extremadamente conservador. No sabía porque pero se sentía totalmente nerviosa, quería por primera vez en mucho tiempo lograr un buena impresión.

¿A quién? Ciertamente no estaba del todo segura.

Ese sí, se dijo mirándose al espejo, ese azul que resaltaba sus ojos, tenía un escote pequeño y se ajustaba a sus curvas de la manera correcta, sencillo para la ocasión que suponía no sería una de esas fiestas demasiado elegantes a las hace unos años iba con regularidad. Salió de su mansión y decidió que manejaría por sí misma, así se obligaba a no beber más de una o dos copas de champaña, le bajó el techo a su Porsche negro y aprovechó los últimos rayos del sol, esa tarde aún se sentía tibia.

Bajó la velocidad, estacionó justo al frente de esa casona antigua y le dio sus llaves al ballet, deslizó sus manos por las inexistentes arrugas de su vestido y se dio confianza para entrar a ese lugar, comenzó a caminar por el salón decorado de manera austera, había gente más bien madura, muchos de ellos con uniformes militares, la buscaba con la mirada recordando todas las fotografías que había visto de ella en esos días para lograr reconocerla, la buscaba de manera incesante, dando vueltas por el salón una y otra vez, había bebido una copa de champaña para aminorar sus nervios y se negó a beber otra aunque sentía que la necesitaba. Al parecer ese era un mundo diferente del que ella venía porque nadie ahí la había reconocido. Salió a la terraza del lugar para fumarse un cigarrillo, quizás Lexa Woods no había asistido, quizás el estúpido de Finn había conseguido información equivocada.

-Idiota-susurró por lo bajo maldiciendo su suerte-.

Prendió su cigarrillo y se apoyó en el barandal perdiendo su mirada en los jardines del lugar, lo mejor sería que terminara de fumar y se fuera, nada más tenía que hacer ahí.

Se tomó todo el tiempo para disfrutar hasta la última calada, era un terrible vicio, lo sabía, su madre se lo había repetido un par de veces, pero no era capaz de dejarlo, quizás en algún momento lo intentaría, si, quizás lo haría. Enderezó su postura y dio la vuelta para comenzar a caminar hacía el salón y luego a la salida, pero se detuvo casi al instante, se detuvo porque justo al frente de ella estaba la persona por lo que había estado esperando toda la noche.

-Y-yo lo siento, pensé que no había nadie aquí-Dijo con un toque de nerviosismo que Clarke no notó del todo-.

Clarke le dio una media sonrisa y la miró casi con descaro. Era imponente y estaba segura que no se debía a su impecable uniforme blanco de gala, sino a ella, se le daba naturalmente imponerse, sus ojos verdes eran muchísimo más profundos de lo que recordaba de las fotografías que había visto, de hecho a toda ella las fotografías no le hacían justicia.

-Ya me iba-expresó Clarke que de pronto se sintió pequeña ante su presencia.

-Lexa Woods-expresó solemne estirando su mano, esperando que esa chica no se haya dado cuenta de todos los minutos que había estado mirándola-.

-Clarke Griffin-respondió tomándole la mano-.

Y aquello que posiblemente duró un instante se sintió realmente bien.

-¿Te aburriste de la fiesta?-preguntó la actriz con una renovada confianza-.

Lexa le dio una media sonrisa, ciertamente no era aburrimiento, pasaba que estaba totalmente abrumaba por tanta atención, no se sentía cómoda con todos los ojos puestos sobre ella.

-Algo así-respondió escueta-.

-¿Abrumada?-insistió Clarke-.

-¿Sueles interrogar a todas las personas que recién conoces? ¿Eres periodista?-.

Aquello salió con un tono mucho más duro y cortante de lo que Lexa quiso, pero quería estar segura de que aquella chica no era periodista o algo así, desde que había llegado de su servicio en Medio oriente, no habían hecho más que acosarla.

-No soy periodista, lo juro-respondió la rubia-Sólo quería saber que te hace salir de una fiesta que por lo que sé es para ti-agregó con tacto-.

-Sólo necesitaba algo de aire-respondió-.

-Entiendo, entonces mejor a voy a entrar-Dijo probando la rubia-.

-No me molesta que estés aquí-Expresó en un extraño arranque de sinceridad-.

-Entonces sólo me quedaré aquí, en silencio…intentado no gastar ese aire que tanto necesitas-bromeo-.

Lexa vio el destello divertido alojarse en sus preciosos ojos azulados, ambas se apoyaron en el barandal, en silencio.

-¿Y a que te dedicas, Clarke Griffin? Ya me quedó claro que no eres periodista-dijo Lexa intentando saber un poco más de esa preciosa chica-.

-Soy actriz-.

-¿Actriz?-inquirió sorprendida y pensó al instante siguiente que su pregunta pudo ofender a Clarke de alguna manera- O sea no me mal entiendas, eres muy guapa y no dudo que puedas ser actriz, sólo me sorprende que una actriz esté aquí, o sea…-.

-Está bien Lexa he entendido el punto, no me has ofendido-la detuvo la rubia divertida por su verborrea-.

"Lexa", su nombre en los labios de esa impresionante rubia sonó jodidamente bien.

-Me viene bien en este momento salir de los lugares que suelo frecuentar…-respondió sin dar mayores detalles de lo que era su alocada vida últimamente-.

Lexa pareció entender aquello porque no ahondó en el tema.

-Comandante Woods, es el momento-dijo un hombre vestido de uniforme-.

Y Clarke no sabía quién era pero se ganó su completo odio por arruinar su momento y llevarse a Lexa.

-Voy inmediatamente Sargento Smith- respondió y el hombre le hizo un gesto militar antes de retirarse-.

Clarke notó como hasta el tono de voz de Lexa había cambiado en esa insignificante interacción, había usado un tono duro, carente de cualquier emoción, muy distinto al que había usado con ella en su breve conversación.

-Debo irme, espero volver a verte, Clarke-expresó la Comandante haciendo un gesto de despedida con su cabeza-.

-Que nos volvamos a encontrar, Lexa-.

Clarke vio como Lexa entraba al gran salón y espero unos instantes antes de seguir sus pasos, tomó su segunda y última copa de champaña antes de hacerse lugar entre la multitud que esperaba el discurso de la Comandante.

-Clarke Griffin, que sorpresa encontrarte aquí-expresó-.

La rubia no tuvo que desviar la mirada para saber quién era, había reconocido su voz de inmediato-.

-Titus, podría decir lo mismo de ti ¿Qué hace un afamado director de cine en una fiesta como esta?-inquirió guardando la irónica, impregnando sus palabras de falsa sorpresa-.

Al parecer sus dotes de actriz estaban intactas.

-He venido para hablar con la Comandante-expresó escueto, pensando que la rubia no estaba al tanto de sus intenciones.

-¿Con Lexa? ¿Y que podrías tu querer hablar con ella?-.

Clarke quería que Titus mordiera el anzuelo, quería al decir "Lexa" que el hombre pensara que la conocía.

-¿La conoces?-preguntó interesado-.

"Que fácil eres, idiota", pensó Clarke con una media sonrisa.

-¿Por qué estaría aquí sino?-.

Titus la miró desafiándola en silencio a que si estaba mintiendo se lo dijera en ese segundo, pero la rubia no daba el más mínimo signo de flaqueza, mantenía sus palabras con estoicismo.

-Quizás puedas hablar con ella…-expresó inseguro-.

-¿Hablar con Lexa? ¿Y sobre qué?-interrogó haciéndose la desentendida-.

El hombre bufó sonoramente, Clarke Griffin le era totalmente desagradable, se había negado a trabajar con ella muchas veces, muchas, odiaba esa arrogancia en ella y había jurado nunca darle algún papel en una de sus películas, ni el más insignificante, pero estaba realmente desesperado.

-Tengo un proyecto en mente y para poder llevarlo a cabo, necesito el permiso de la Comandante-le contó escueto, diciendo cada palabra con esfuerzo-.

-Interesante-dijo la rubia con un brillo casi maquiavélico en sus ojos-.

-Como la conoces, quizás puedas hablarle, ayudarme a convencerla…-.

Clarke soltó una carcajada totalmente burlesca.

-¿Ayudarte a ti? ¿Y porque yo haría eso? No somos amigos ni algo mínimamente parecido, has rechazado las suficientes veces trabajar conmigo para que tenga claro que entre más lejos estemos, mejor, así que no, no tengo intención de ayudarte con Lexa-Expresó enfatizando su nombre

Titus bajó la mirada y suspiró profundo, sabía que se arrepentiría de sus próximas palabras.

-Si me ayudas podría cambiar de opinión respecto a trabajar contigo-expresó sosteniéndole la mirada-.

Clarke sonrió de manera recatada reflexionando por algunos segundos, sabía que le estaba dando a entender a Titus algo que no era cierto, sabía que las escazas palabras que había intercambiado con Lexa no habían sido suficientes para lograr ni la más mínima relación. Lo sabía, pero estaba dispuesta a hacer todo lo que estuviese en sus manos para cambiar eso, para asegurarse de llegar a ser importante en la vida de la Comandante, tanto como para convencerla de autorizar esa película.

Película cuyo protagónico seria suyo.

-Si te ayudara, lo que aún no estoy segura de hacer…-comenzó intentando darle a sus palabras el toque justo de indecisión- Tendría que tener algo a cambio…-agregó para tantear terreno, para ver qué tan desesperado estaba y que estaba dispuesto a ofrecerle-.

Titus se tuvo que comer cada pedazo de orgullo que tenía antes de pronunciar las siguientes palabras, porque como veía la situación era tener a Clarke o no tener película.

-Si lo consigue, si convences a la Comandante de autorizarme a usar su nombre en la película te daré…el protagónico…-ofreció bajando su tono considerablemente en las últimas dos palabras-.

Clarke sonrió totalmente satisfecha, incluso pensó lo fácil que había sido. Pero como siempre se estaba saltando pasos, porque aquello estaba lejos de ser fácil.

-Tenemos un trato-expresó y Titus le ofreció su mano para cerrar aquél acuerdo.

Clarke tomó su mano y después volvió su atención a Lexa, que con pocas palabras aceptaba el galardón que le estaba siendo otorgado, quizás era su imaginación, muy probablemente lo fuera, porque no había una razón para que esos ojos verdes sólo la miraran a ella.

Le sostuvo la mirada, ahogándose en la profundidad del verde de sus ojos, quiso arrepentirse, quiso decirle a Titus que no había trato, porque algo le decía que esa mujer no se merecía lo que le iba a hacer, pero lo necesitaba, necesitaba tener esa vida que sentía se merecía de regreso y si Lexa Woods era su pasaje para conseguirla, la usaría.


Les gustó? si? no? espero sus comentarios tengo el capitulo dos terminado y lo subiré en los próximos días, saludos!