Nota de la autora:

¡Ey! ¡He aquí una nueva historia de Inuyasha gracias a mí! Ah, vale, no… ¡disfrutadla!

Disclaimer:-Quejidos- ¡el gran hombre de traje es el que me está haciendo hacer esto! Dijo que me pondrían una demanda… así que… así que para salvar mi pellejo y el poco dinero que tengo (una hucha de cerdito con 3 centavos), Inuyasha no me pertenece… pertenece a Rumiko-san. –Miradas a los abogados – ¿CONTENTOS?

Título: Te Desafío

Resumen: Kagome y sus amigos (incluyendo a su peor enemigo Inuyasha) están jugando a "Te desafío". Si Kagome rechaza el desafío de Inuyasha, tendrá que acostarse con él. Pero cuando Inuyasha desafía a Kagome a casarse con él... el infierno entra en erupción. InuKag.

Clasificación: R (M)

Género: Romance/Humour

Edades: Kagome: 23, Inuyasha: 25

Dedicatoria: Esta historia está dedicada a mi hermanita Kiari-chan. Lo siento, hermana, es un regalo de cumpleaños atrasado, ¡pero es que no lo pude poner antes! ¡Disfrútalo, hermana!

NOTA: Los personajes NO tienen sus yos demoníaco y miko en este fic. Todos son estrictamente humanos. Sin embargo, tienen sus apariencias habituales. Inuyasha tiene el pelo plateado y los ojos dorados, etc.

Nota de la traductora:Los personajes y la historia no son míos. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de Wolf Blossom.


Capítulo 1: ¿Y si nos divertimos un poco?


—Y así es cómo ha afectado Nobunaga a las clases de la Era Moderna.

—Higurashi-sensei, ¿qué hay del demonio que quería la Shikon no Tama? —dijo un niño.

—Bueno, Shippo, el demonio Inurao y la miko del futuro, Kara, buscaron la joya de Shikon. No sabemos lo que pasó en realidad, pero las historias nos dicen que la chica que viajó a través del tiempo se quedó en el Japón Feudal con el demonio perro del que se había enamorado.

Higurashi Kagome, una profesora de octavo, estaba dando su clase, una lección de historia. Con 23 años y soltera, Kagome adora a los niños, pero prefiere a los que son tan maduros como para seguir las reglas. Enseña en la Shikon Senior y se especializa en Historia y Tiro con arco.

—¡Higurashi-sensei! —Una niña levantó la mano.

—¿Sí, Souten?

—Leí en alguna parte que el demonio Inurao era en realidad un hanyou y que amaba a una miko muerta, Kiyoko. Sin embargo, un demonio resucitó a Kiyoko, haciendo que Kara perdiera la mitad de su alma y quedándosela ella. Inurao tenía que tomar la aplastante decisión de a quién elegir, pero no hay un auténtico final. Todo lo que sabemos es que Inurao y Kara, junto con la taijiya y el houshi, completaron la Shikon no Tama, pero que su enemigo Naku se la robó.

Kagome asintió.

—Sí, Souten, esos son hechos auténticos. Inurao había amado a dos mikos, Kara y Kiyoko. Kara era la reencarnación de Kiyoko. Sin embargo, todas estas son leyendas y todo esto pasó, más o menos, en la época de Nobunaga. No lo sabemos con seguridad.

Kagome miró el reloj.

—Bien, de deberes, quiero que leáis los capítulo que me resumáis las ideas principales.

Sonó el timbre y se acabó la clase, era hora de irse a casa.

Kagome cogió las llaves de su coche y su bolso, y cerró la puerta después de que salieran todos los niños. Ese día no tenía que corregir porque era día de evaluación. Revisó cada capítulo de su novela de la Shikon no Tama y guardó los papeles que ya había marcado. Ese día tocaba divertirse… y, además, ¡era viernes!

Kagome caminó hacia su pequeño Volkswagen y entró en él. Encendió el coche y se dirigió hacia el apartamento que compartía con su amiga Sango.

Sango Yuewas, veterinaria. Sango y Kagome tenían un gato cada una, dos en total. Se llamaban Buyo y Kirara. Buyo era gordo y Kirara era un gato muy revoltoso.

Sango había mencionado algo sobre una fiesta en donde se juntarían los amigos de Kagome y de Sango. Kagome se había olvidado completamente de por qué se celebraba.

Su móvil sonó y lo cogió. Era su hermano pequeño de 17 años, Souta.

—Eh, Souta, ¿qué tal? —le preguntó Kagome a su hermano.

—¡AYÚDAME! —chilló Souta. En el colegio de Souta se salía antes que en el colegio en el que trabajaba Kagome, de modo que estaba en casa haciendo los deberes.

—¿Con qué?

—Deberes. ¡Los deberes de historia nee-chan!

—Vale, ¿qué es Souta?

—Bien, aquí dice que, en el año 1500, en el árbol sagrado, el Goshinboku, se selló al demonio Inurao. Kiyoko lo selló y el plan de Naku se completó, pero Kara vino del futuro y liberó a Inurao. Necesito tres razones por las cuales Kiyoko debería haber evitado sellar a Inurao y tres por las cuales fue bueno haberlo sellado. Necesito hechos históricos y necesito hechos, no opiniones.

—Vale, justo estuve hablando de ello en mi clase, ¿en serio eres tan estúpido Souta?

—Sí, ahora ayúdame… por favor, ¿nee-chan?

Kagome suspiró.

—Está bien, por no vas a aprender.

—Eh, mi hermana es profesora de historia, ¿quién necesita aprender estas cosas?

—Naku había amado a Kiyoko, así que trató de poner a su amante en su contra. Esto podría haberse evitado si su parte humana, Oni, no hubiera sido quemada.

—De acuerdo, espera, déjame apuntar eso —murmuró Souta mientras lo escribía—. Bien, ¿qué más?

—Si Kiyoko hubiera aceptado a Inurao como hanyou, no tendría que haber ido a buscar la Shikon no Tama para convertirlo en humano.

—Bien, Shikon no Tama, ¿y por último?

—Por último, si Kiyoko no hubiera encontrado al bandido Oni…

—Eso se relaciona con lo primero, ¿no?

—Sep…

—Bien, o sea que tengo tres razones para evitarlo. ¿De dónde sacaste esta información, Kagome?

—Mira tu libro de texto Souta, está todo ahí.

—Lo haré más tarde, dime tres cosas buenas.

—Inurao encontró a alguien que lo aceptaba por sí mismo, por su naturaleza de hanyou. Encontró amigos, y su hermano y él acabaron en buenos términos —dijo Kagome.

—Gracias, nee-chan.

—No te estás volviendo más listo, Souta.

—Ya, pero me estoy volviendo más rápido. Estoy en el equipo de fútbol, ¿recuerdas?

—Cierto. ¿Cómo está mamá?

—Bien, Jii-chan siempre está reclamando que eres indigna, y que necesita un bisnieto.

—Jii-chan está viejo, no sabe lo que dice.

Souta se rió.

—Vale, hasta luego, nee-chan.

—Hasta luego, Souta.

Kagome apagó su móvil y dobló la esquina para llegar al apartamento. Vio el coche de Sango aparcado y supo que estaba en casa preparándose para la fiesta.

Cerró el coche y entró al apartamento. Pulsó el botón del ascensor, que silbó cuando llegó. Kagome subió al doceavo piso y se dirigió a su puerta. La abrió y olió el dulce aroma del café.

—¿Qué tal, Sango? —la llamó mientras se sacaba los zapatos y ponía su bolso en la mesa.

—¡Hola, Kagome! Ayúdame a sacar los fideos del horno.

Kagome y Sango sacaron el pastel de fideos del horno y lo pusieron en la encimera.

—¿Todo esto es para la reunión de esta tarde?

—Bueno, sí —dijo Sango mientras cubría el pastel de fideos con plástico transparente.

—¿Quiénes vienen?

—Yuka, Eri, Ayumi, Kouga, Hojo, Miroku, Ginta, Hakaku, Ayame y unos cuantos más —dijo Sango.

—No me digas más, ¿Inuyasha también? —gimió Kagome.

Desde que Kagome había entrado en el instituto, siempre estaba el gran y malvado Inuyasha Takahashi. Era el mejor en todo. Había empezado el colegio con un año de retraso, así que estaba en todas las clases de Kagome. Era un coqueto, un embaucador, un gran presuntuoso y también era rico.

Todo lo que Kagome odiaba.

—Bueno, Inuyasha es amigo de Miroku —dijo Sango lentamente.

—De repente me han entrado ganas de ir a ver a Souta, a mamá y a Jii-chan cuando empiece la fiesta.

—¡No, no puedes, Kagome-chan! La fiesta no será divertida sin ti.

—Y yo no me divertiré con Inuyasha aquí —soltó Kagome mientras ponía el pastel de fideos en la esquina de la encimera.

—¡Pero sin Inuyasha tampoco será divertido!

Kagome suspiró.

—Mientras yo no hable con él y él no hable conmigo, estaremos bien.

—¡Genial!

Kagome sacó el pastel de manzana del frigorífico y Sango sacó los camarones fritos y el arroz de las potas.

—¿Cuál es el entretenimiento?

—Te desafío —respondió Sango.

—¿Qué has dicho?

—Te desafío. En lugar de Verdad o atrevimiento, es Te desafío.

—¿Podrías decirme las reglas?

—Si te niegas, te acuestas con esa persona, si aceptas, tienes que hacer lo que sea que te digan que hagas, si no, te acuestas con esa persona. —Sango se rió.

—¿QUÉ?

—Vamos Kagome, todos somos adultos maduros, podemos realizar cualquier desafío que nos pongan.

—¿PERO ACOSTARSE CON ELLOS? ¡SABES QUE KOUGA QUIERE ESO CONMIGO! —le gritó Kagome a su mejor amiga.

—Kagome, cálmate.

Kagome respiró hondo cinco veces antes de volverse hacia su amiga.

—¿Y si una chica desafía a otra chica?

—La verdad es que ya lo he resuelto.

—¿Cómo?

Sango sacó doce cartas que tenían sus nombres escritos. La carta rosa para las chicas, la azul para los chicos.

—Hacemos rodar una botella y, pongamos que la botella se para en Miroku, él coge una carta rosa y quienquiera que sea la chica, es desafiada.

Kagome sonrió.

—Eso es muy inteligente por tu parte, Sango.

—¿A que sí?

Sango empezó a cocinar mientras Kagome retocaba el salón echando un poco de ambientador, tirando la basura y poniendo las cosas en su sitio.

—¿Por qué celebramos esto? —preguntó Kagome.

—¿No sabes nada?

—Me lo dijiste ayer, así que no tengo ni idea de por qué estamos haciendo esto.

—No hemos visto a la mitad de nuestros amigos, como Ginta, Hakaku, Hojo, Eri, Yuka y Ayumi desde el instituto.

—Por eso es por lo que tenemos reuniones.

—Pero esto es más divertido. —Sango sonrió mientras se sacaba los guantes de cocina.

—Acabaré odiándote, ¿verdad? —preguntó Kagome.

—Sí, sí lo harás —sonrió Sango.

—Me lo imaginaba.

Justo en ese momento alguien llamó a la puerta. Eran Kouga Ookami, Ayame Lao, Eri y Yuka.

—¡Hola, chicos! ¡Pasad! —dijo Sango mientras Kagome los abrazaba a todos.

—A vosotras dos no os veo desde hace una eternidad —dijo Kagome mirando a Eri y a Yuka.

—Sólo han pasado cinco años.

—Y cinco años es demasiado tiempo —apuntó Sango mientras la abrazaban Kouga y Ayame.

Ayame estaba loquita por Kouga, pero él sólo la miraba con indiferencia. Él estaba por Kagome, quien no lo quería de esa manera.

Dos minutos más tarde llegaron Miroku Lin, Inuyasha Takahashi, Hojo Asuki, Ginta Lang y Hakaku Lang. Kagome les dijo hola a cuatro de los cinco que eran. A Inuyasha no le importó. Le hizo un asentimiento a cada uno, menos a la Sra. Kagome Sabelotodo.

El resto llegó cinco minutos más tarde y Kagome los saludó a todos. Comieron un poco antes de que Sango fuese a por una botella de vino vacía y a por sus doce cartas.

—¿Y si nos divertimos un poco?