Los personajes utilizados en este fanfic son propiedad de Kōhei Horikoshi y CLAMP.

Aclaraciones y Advertencias: Los personajes no me pertenecen. OC. OCC. Una historia ramdon con sus debidos momentos serios. Bullying. Violencia canónica. Bakugou tiene boca de camionero. Ansiedad. Estrés post-traumático.

Summary: La única cosa que Midoriya Izuku necesitaba para salir adelante, era que alguien depositara su fe en él. No esperaba que dicha persona fuese la estudiante de transferencia en su clase de sexto. Y ciertamente, tampoco esperaba la curiosa cadena de eventos que siguió después. Pero por una vez, todo estaba bien, e Izuku estaba acostumbrado a las personas con mucho carácter y tendencias violentas de todas formas.


ZERO

«A veces, lo único que necesitas para hacer una gran impresión es sonreír y decir: fuck off, please».


Comenzó en China, generaciones atrás.

La gente entró en pánico al principio. Es decir, ¿súper poderes? ¡Qué ocurrencia más ridícula! Pero conforme la gente iba reportando la aparición de estas extrañas habilidades, no sólo en China sino alrededor de todo el mundo, tuvieron que aceptar que era real. Viendo cómo se manifestaban en ellos mismos, inmediatamente en algunos recién nacidos y eventualmente en la nueva generación, la sociedad se adaptó a sabiendas de que no podían huir de éste desarrollo.

Bautizaron «Quirk» a estas nuevas habilidades súper humanas. Y otorgado un nombre a 'eso', ya no había vuelta atrás.

En la actualidad, lo cierto es que solamente 8 de cada 10 personas en el mundo poseía un quirk. Si bien los hijos podían adquirir el poder de alguno de sus padres, también podían tener ambos o una mutación resultante de la combinación de los mismos; sin embargo, estos casos eran de 4 entre cada 10 personas.

En un mundo donde lo paranormal se ha vuelto cotidiano, común, no-especial, la normalidad ha llegado a ser una rareza en sí misma e incluso rechazada por la sociedad.

«La vida es injusta. No todos los hombres nacen iguales». Midoriya Izuku aprendió tempranamente ésta lección, a la tierna edad de cuatro años.

Izuku pertenecía al 20% de personas que nacían sin ningún poder. Un caso de 2 entre cada 10. Gente que, por alguna tontería relacionada con un hueso del pie, fue 'dejada atrás' en la evolución de la humanidad.

Por consiguiente, también fueron deliberadamente apartados del resto.

Izuku tenía– tuvo amigos. Aunque, si era honesto con su yo del pasado, aquellos eran más amigos por asociación que amigos de verdad. Tampoco es que los conociera de años, en realidad —aunque en ese entonces parecía toda la vida—, por lo que no era realmente una sorpresa el trato que recibió de ellos una vez su condición se hizo pública.

La traición que no pudo superar fue la de Kacchan.

Kacchan– Bakugou Katsuki, era y es uno de los vecinos de Midoriya Izuku. Katsuki e Izuku fueron amigos alguna vez. Mejores amigos, incluso. Estuvieron la mayor parte de sus primeros años juntos, ya fuese en la casa del otro o simplemente afuera pasando el rato.

Entonces el quirk de Katsuki se manifestó y todo se fue a la mierda desde allí.

Era algo que, mirando hacia el pasado, también podía avistarse en el horizonte. Todos en su clase gradualmente desarrollaron sus quirks e Izuku seguía sin cambios, lo que dio lugares a bromas a costa suya; él no hizo mucho caso sobre ellas, preocupado como cualquiera al respecto, pero con la esperanza de que él era simplemente una flor tardía.

No fue hasta que se confirmó su 'normalidad' que todo en su vida terminó por caerse como un castillo de naipes: su amigo se convirtió en su matón personal, las bromas de la clase ya no eran bromas y él mismo tenía dificultad para mantener la esperanza.

Su nombre es Midoriya Izuku, y él es diferente.

El tiempo pasó en un borrón.

Izuku ahora estaba acostumbrado a ser un marginado, un pensamiento nada feliz teniendo en cuenta que provenía de un niño de once años, pero él había decidido abrazar el optimismo sobre la desesperación. Su determinación a probar que todos estaban equivocados era lo único que le impedía derrumbarse.

Francamente, apestaba ser él. No tenía ningún amigo y siempre temía por las intenciones de sus compañeros de clase cuando se le acercaban. Tenía que esconderse a la hora del almuerzo para poder comer —eso claro, suponiendo que no se robaran su bento—, dudaba que ese fuera el estilo de vida ideal para cualquiera.

Además, Kacchan parecía tener un don para poder encontrarlo sin importar en qué bendito agujero decidiera meterse. Aunque ya que Deku era el único chico sin un quirk en la primaria y el deporte local era meterse con él, no sería de extrañar que Katsuki simplemente tuviera que preguntar a cualquier extraño en el pasillo y eventualmente las pequeñas contribuciones de los estudiantes anónimos lo llevarían hasta él.

Un milagro no iba a tocar a su puerta. No iba a pasarle a él, no a Izuku. Pensó seriamente que sería así por el resto de su vida: Izuku vs. El Mundo. Él como solitario tratando de probar su valía al resto.

Excepto, las cosas realmente cambiaron un día. Y un maldito milagro literalmente entró por la puerta.

Era una mañana como cualquier otra en la que se preparaba mentalmente para sobrevivir. Alguno de sus bullies habituales debió quedarse dormido o faltaría por enfermedad, porque hoy no había nada escrito en su escritorio cuando llegó.

Los vellos de sus antebrazos se erizaron con anticipación. Tal vez nadie se lo había dicho, pero él sabía sobre la regla no escrita para éste caso: si Midoriya Izuku se perdía una tortura, no importa lo pequeña e insignificante que fuera, siempre habría otra que lo golpearía el doble para compensar.

Tomó asiento con reluctancia, sintiendo la mirada de Kacchan quemando la parte posterior de su cabeza. Probablemente no fue una buena idea atreverse a tartamudear los buenos días hoy; siempre lo hacía, pero hoy al parecer fue una absoluta mala idea. Conociendo a Kacchan, seguramente se tomó aquello como un acto de superioridad o desafío, cuando Izuku simplemente estaba existiendo.

Mientras Deku contemplaba mil y un rutas de escape para la hora del descanso, no se fijó en que el período de homeroom daba inicio.

Volvió a ser consciente de sus alrededores cuando una tiza voló hacia su lugar.

—¡Midoriya, deja de murmurar! —graznó el maestro.

Izuku se encogió de vergüenza en su asiento mientras sus compañeros se reían —de él, nunca con él— nada a lo que no estuviese acostumbrado ya. Así que en vez de hacerles caso decidió mirar al frente.

Finalmente notó a la niña de feroz mirada escarlata.

Uh, así que tenían una alumna nueva. Era extraña una transferencia estando a mediados del sexto grado; los exámenes para la secundaria serían pronto, después de todo, ¿no sería demasiado complicado manejar el papeleo de dos escuelas diferentes?

Dejando las preocupaciones mundanas de lado, Izuku se preguntaba cuál sería su quirk. Ella se veía confiada y aterradora, como Kacchan, así que tal vez era un quirk realmente poderoso.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal.

«¿Eh…?»

Esa no se sentía como la mirada de Kacchan. Quemaba con la misma intensidad de mil soles ardientes salpicados con aceite de cocina, pero el rubio había dejado de perforar su cráneo con sus constantes malas vibras desde hace rato. Además, la dirección de la que provenía la mirada era exactamente la opuesta.

«¿P-podría ser…?» Pensó.

Quiso hacerse más pequeño en su asiento al notar que no eran imaginaciones suyas; la chica nueva, de hecho, estaba mirándolo fijamente. Izuku reconoció la irritación en sus pupilas y mentalmente se disculpó cien veces porque, obviamente, él había interrumpido su introducción a la clase antes y tal vez eso la había puesto de tan mal humor.

Cuando el barullo se calmó y la atención volvió a la niña, quien había terminado de escribir su nombre en la pizarra hace siglos. Estaba en katakana, notó vagamente.

Entonces el maestro la dejó hablar.

—Li Meilin. Doce años. No tengo quirk y pienso que todos son idiotas —declaró aparentemente monótona, pero Deku pensaba que sonaba un poco irritada—. Ya, eso es todo.

El interés en ella se perdió en el instante que sus últimas palabras fueron absorbidas por las mentes jóvenes. Izuku casi podía escuchar el pensamiento colectivo de: «Ah, otra inservible. ¿Qué hicimos mal?»

Por supuesto, solamente alguien se atrevería a decir lo que todos pensaban en voz alta:

—Tch. ¿Es una puta broma? —aquella era inequívocamente la voz de Kacchan—. ¡¿De todas las clases por qué mierda nosotros tenemos a los únicos dos inútiles en la Escuela?!

Con el estallido de Katsuki, el resto empezó a murmurar.

—No sé si asombrarme por la coincidencia o decir que todos estamos malditos.

—¡Hey, sé positivo! —clamó alguno de sus compañeros del fondo con un retintín cínico—. ¡Al menos ahora Deku tiene una novia!

—¡Tienes razón! ¡Dos inútiles juntos! ¡Debe ser el destino!

La chica nueva– Li, no hizo caso del barullo en ciernes. De hecho, ni siquiera volvió a mirar al profesor antes de irse a ocupar el único asiento libre del aula.

Izuku envidió la forma en que podía mantener la cabeza en alto y hacer caso omiso del mundo.

Incluso cuando juntó sus cosas lo más a prisa que un ser humano normal podía, el séquito de Bakugou ya tenía las salidas cubiertas cuando sonó la campana. La única forma de que Midoriya pudiera huir ahora, era siendo intangible o que repentinamente desarrollara la capacidad de volar, pues sólo entonces la ventana del segundo piso sería una opción viable.

Izuku aceptó con resignación el hecho inminente: tenía una cita con el dolor.

Tal vez, si Kacchan se sentía indulgente, simplemente le tocaría un reencuentro o dos con el retrete número cinco del baño de los chicos. Tal vez–

Instintivamente contuvo el aliento cuando una mano se posó sobre su hombro.

—Hey, ¿Midoriya?

Izuku volteó al instante, su cara luciendo su confusión legítima porque, bueno– nadie además de los profesores lo habían llamado por su apellido en años. Y porque esa no era la mano de Kacchan, gracias a Dios.

Li Meilin enarcó una ceja ante su expresión estupefacta, pero pareció percatarse de cuál era el verdadero problema al sentir lo rígido que Izuku se había puesto bajo su toque. Con la misma cautela que tienes con un animal herido al que no quieres asustar, ella retiró su mano.

Izuku respiró de nuevo.

—Lo siento por eso —la oyó disculparse.

—N-no, ¿e-está bien?

No sabía qué rayos estaba balbuceando ni a quién estaba haciendo la pregunta, o por qué era la pregunta, o si quiera si aquello era una pregunta. Para ser honesto, Izuku únicamente sabía que estaba tan nervioso que sentía ganas de vomitar. ¡Estaba hablando con una chica! (En realidad, la chica estaba hablando con él).

Y también sentía el ojo vigilante de sus bullies.

Correcto, aquel era un pésimo momento para charlas casuales, incluso si era la primera vez que socializaba con nadie en mucho tiempo. El peligro asechaba. E Izuku no podía dejar que ella se involucrara, ¡un héroe no permitía que los inocentes se involucraran en las batallas!

—D-disculpa, tengo que ir–

—¿Qué tenemos aquí? ¡Dos inútiles desperdiciando oxígeno!

Una sonrisa triste se formó en sus labios. Ah, tonto Deku, ¿realmente pensabas que podrías huir de Kacchan?

—¿Huh? ¿Y tú que quieres, yankee? —ajena al halo de derrota que rodeaba a su compañero de clase, la nueva estudiante miró a Katsuki con una ceja levantada—. Estoy hablando con Midoriya; si sólo vienes a molestar, entonces vuelve sobre tus pasos. No tengo tiempo que perder contigo.

Izuku pudo escuchar un sonoro 'Eeep' proveniente de los secuaces de Kacchan. Y, Jesucristo, nunca pensó que estaría en sincronía con esos tipos. Él ni siquiera estaba sosteniendo la mirada de Katsuki y su presión arterial ya había aumentado simplemente por el aura infernal que éste emanaba.

—… Tienes agallas, perra.

Y ese era precisamente el punto: nadie tenía las agallas para hablarle así a Katsuki– Excepto, la Mamá de Katsuki. Pero la señora Bakugou era un caso aparte.

—Y tú mal aliento —contestó ella sin retroceder un paso—. ¿Sigues pensando que la suciedad repele a los piojos?

Okay, eso era todo. Izuku iba a morir ese día. Moriría a la tierna edad de once años sin poder cumplir su sueño. Él nunca asistiría a Yuuei, jamás se convertiría en Héroe Profesional, no llegaría a la adultez, ni al retiro; tampoco se casaría, tendría cero hijos y por consiguiente nadie heredaría toda su colección de All Might. Su madre probablemente la regalaría a una obra de caridad. Tampoco sabría lo que Li quería de él.

Todo porque alguien se estaba atreviendo a decirle a Bakugou Katsuki la verdad. Oh, la ironía.

—¡Tienes una gran boca, pedazo de basura!

Antes de que Kacchan pudiera poner un dedo sobre ella —porque sí, es Kacchan de quien estamos hablando aquí. A él no le importaba el género; si lo molestabas, debías pagar por ello— el cuerpo tembloroso de Izuku se interpuso entre ambos.

—K-Kacchan, basta…

—¡Quítate del puto camino, Deku! ¡Esto es entre esa perra y yo!

Li resopló.

—Si tanto te crees la gran cosa, probablemente eres uno de esos idiotas afortunados que nació con un quirk poderoso, ¿no?

«¿De dónde saca el valor?» Se preguntó Midoriya internamente, mientras trataba de no ceder ante la debilidad de sus propias piernas.

—Sí, ¿y qué, Perra sin Quirk? —escupió Bakugou, su entrecejo fruncido incluso cuando sonreía de manera arrogante—. ¡Soy mejor que todos ustedes! No hay nadie en esta tonta Escuela que sea capaz de superarme, ni lo habrá. ¡Soy el mejor! A diferencia de todos ustedes, malditos retrasados, ¡a mí me espera la grandeza! ¡Un día seré el Héroe Número Uno!

—¿Te espera la grandeza? ¿Acaso hicieron una profecía con tu nombre o qué? Déjame hacerte el favor de bajarte de tu nube antes de que te estrelles y decirte algo, niño: vas a fracasar en la vida. ¿Un héroe? ¿Tú?—se burló la muchacha—. Eres solamente un imbécil que se aprovecha de la gente sin voluntad a su alrededor. Tienes un montón de seguidores, ¿verdad? —su mirada estaba en los chicos que guardaban las salidas del aula como centinelas—. Pero a nadie realmente le gustas, ¿y sabes por qué? Porque tienes una personalidad terrible.

Las siguientes palabras de su nueva compañera los marcaron para siempre:

—Para ser un héroe debes ser un cien. ¿Tú? Eres simplemente un cero.


Continuará


Nota de la Autora:

Nueva historia, seh.

Todavía no he recuperado mi computadora, por lo tanto, continúo sin mis archivos… y tengo que hacer algo mientras tanto. No me maten.

| Cosas varias |

Éste fic forma parte de una serie que no he bautizado todavía; pero si todo sale bien, no tendrá más de veinte capítulos y será la precuela de otra historia. Se ambienta entre finales del último año de primaria de Izuku y Katsuki, hasta su último año como estudiantes de Secundaria.

Estableciendo cosas obvias… pues Izuku es el protagonista y Meilin la co-protagonista. Katsuki sigue y seguirá siendo el deuteragonista y una mierda de persona en toda la serie, igual que en el canon, pero tendrá sus momentos (soy pro desarrollo de carácter). So, el foco son estos tres imanes de problemas y bombas de tiempo, por lo que, si en un capítulo las cosas iban en enfoque general y al siguiente iniciamos con un monólogo centrado en alguno de ellos, es porque deliberadamente me enfocaré en ellos tres.

Veamos, ¿qué más? Ah, aunque es un X-over, es el universo de Boku no Hero donde me estoy proyectando. Pienso que los súper poderes ya son demasiado pasados de verga para añadir magia-magia a las cosas.

Algunos personajes secundarios de Card Captor Sakura harán sus apariciones a tiempo por acá (es un X-over, después de todo). Para los fans con problemas como yo no será difícil darse cuenta, pero igual no es como si no planeara ser terriblemente obvia. En cuanto a los principales, ni Shaoran o Sakura tienen apariciones hasta mediados de la serie pese a sus roles significativos, pero el que sepa observar se dará cuenta cuando se haga alusiones a ellos.

Dicho todo eso, muchas cosas van a cambiar. Estén preparados.