Disclaimer: Prétear no me pertenece. Todos los derechos están reservados por Junichi Sato


Nunca Te Lo Dije

Capítulo 1: Adiós Mi Prétear.

La observaba en silencio a través de la ventana de su habitación; había perdido la cuenta ya de cuantas veces había hecho eso, ya era costumbre para él, mirarla sin que ella lo notase.

Himeno corría por los jardines con Mannen, Hajime y Shin, riendo a carcajadas, como siempre.

Los recuerdos de la batalla contra Saihi rondaban su mente. Le había dicho "Seguro volveré, tengo algo importante que decirte". Y después aparecía frente a él la imagen de Himeno, recostada entre flores mientras la nieve de su Leafe caía cubriendo al mundo.

Aún podía sentir el dolor en el pecho; en ese instante había rogado por la vida de Himeno. Se recordaba llorando, sus lágrimas inútiles en ese momento caían sobre el pálido rostro de su Prétear. En ese momento se maldijo por todas las veces en que no se armó de valor para confesar lo que sentía por ella.

No le había importado estar frente a todos, simplemente, ahí ante su cuerpo inerte la besó… y el milagro sucedió, al abrir ella sus hermosos ojos.

Desde ese entonces, ninguno de los dos había hablado sobre eso o dicho algo respecto al beso; Hayate tampoco había dicho nada sobre sus sentimientos aunque sospechaba que ella ya sabía lo que sucedió ese día, quizás Kaoru se lo había dicho o alguno de los Leafe Knight.

—Hayate —lo llamó una voz familiar de tras de él.

—Sasame —contestó sin apartar la vista de Himeno, la cual acaba de caerse en el pasto.

—¿Hasta cuándo piensas seguir así?

—No es asunto tuyo-Dijo Hayate cortante.

—Tus sentimientos no son de mi incumbencia, no quiero molestarte con esto pero el plazo se ha terminado, mañana hemos de irnos y ella debe saberlo.

Escuchó los pasos de Sasame alejarse de la habitación; era verdad, el plazo en el que permanecerían en la tierra se había agotado y él había dejado el tiempo pasar.

Todo marchaba con tranquilidad desde hacía un buen tiempo después de la batalla con la Reina del Caos, por lo tanto era hora de que ellos regresaran a Leafania dejando a Himeno en su mundo, si algo malo sucedía ella sólo debía avisarles y los Leafe Knights volverían a su ayuda.

A todos les dolía mucho el hecho de irse, y al Caballero del Viento le dolía aún más, pero lo escondía perfectamente, era su habilidad más grande ¿Cómo podría vivir sin su cabeza de Tulipan?

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Anocheció en la mansión Awayuki , ya todos se encontraban en sus habitaciones respectivas, Hayate tomó un respiro para calmar sus nervios.

—Debo decírselo…

¿Pero que decirle primero?

Salió de su habitación y sus pasos lo condujeron hasta la de Himeno, tomó aire y tocó la puerta dos veces…

—Pase —dijo ella

El corazón se le aceleró, Himeno estaba enfundada en su infantil pijama de Tulipanes y se extrañó al verlo entrar.

—Hayate… pensé que era mi padre ¿Pasa algo malo?

Él aguardó en silencio frente a ella incapaz de decir nada y asombrado de que el valor se le estuviera acabando tan rápido.

—¿Qué sucede? —cuestionó algo preocupada al ver la cara de desconcierto del Caballero del viento.

—Mañana, los Leafe Knights y yo debemos irnos.

Una sonrisa melancólica enmarcó la expresión de Himeno.

—Lo sabía —dijo ella desviando la mirada hacia sus pantuflas.

—Las cosas por aquí están tranquilas, es hora de que volvamos a nuestro hogar a cuidar de él, pero vendremos a verte; cuando haya problemas aquí estaremos, Himeno no te sientas sola vendré en cuanto pueda.

—Lo entiendo —dijo ella sonriendo con tristeza—. Pero es imposible no sentirme poco sola, estoy acostumbrada a estar con ustedes.

Las campanas del reloj sonaron indicando las 12 de la noche.

—Creo que es un poco tarde, nos veremos mañana, partiremos temprano.

—Nos vemos mañana —le sonrió ella.

Maldición… soy un cobarde —pensó el ojiazul mientras iba de regreso a su cuarto.

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A la mañana siguiente los Leafe knights se habían reunido en el patio donde solían entrenar y pasar tiempo con su Prétear para despedirse; Mannen, Hajime y Shin derramaban algunas lágrimas y se abrazaban a las piernas de Himeno.

—Himeno nee-chan te vamos a extrañar —le decían lloriqueando

—No pasa nada, aquí estaré esperándolos, no será mucho tiempo —mintió

— ¿Ah no? —dijo Manen con ojos llorosos

—Himeno tiene razón regresaremos pronto —dijo Goh cómplice

—En ese caso ¿Qué esperamos? ¡Vayámonos para regresar lo más pronto posible! Cuando estemos de vuelta me debes una porción de helado Himeno.

—Claro que si —sonrió ella

—Adiós Himeno, cuídate mucho —dijo Sasame cariñosamente

—Himeno te voy a extrañar, ¡pero no será por mucho! —guiñó el ojo Goh y la abrazó.

—Hasta luego Himeno, nunca pierdas ese resplandor, debes cuidar a los tuyos —se despidió Kei

Himeno buscó la mirada de Hayate, y ahí estaba él apoyado en un árbol, el viento ondeaba su largo y hermoso cabello negro. Su corazón se aceleró.

—Nos vamos adelantando, Hayate no tardes —le dijo Sasame.

El Leafe Knight lo había meditado toda la noche, no había dormido nada por ese hecho. No la volvería a ver, quizás en mucho tiempo y su corazón rebosaba de sentimientos por ella, ¿Cómo? ¿Por qué? No sabía pero estaba enamorado de ella; quizás fue su sonrisa, su rudeza tan graciosa o su ternura. Después de darle vueltas al asunto tomó una decisión al respecto.

—Himeno yo…—comenzó evidentemente nervioso el Caballero del viento.

—Hayate, sé que tal vez no volvamos a vernos, aunque les he mentido a los niños para que no lloren, y sólo quiero que sepas que…

Inconcientemente Hayate avanzó hacia ella y la rodeó con sus brazos, lo más fuerte que pudo, Himeno rompió a llorar en su pecho.

—No te vayas —suplicó con un hilo de voz

—No puedo quedarme, aunque quisiera.

La miró a los ojos mientras Himeno notaba el palpitar desbocado del corazón del Caballero del viento.

Había sido un cobarde todo ese tiempo, y lo seguiría siendo.

—Cuídate cabeza de tulipán.

Apretó los puños, dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a donde los otros caballeros habían ido. Podía oír cada uno de sus latidos, acelerados. De pronto algo sujetó su túnica.

—T-Te amo.

Hayate se petrificó ante aquellas palabras, y antes de que pudiera contestar Himeno se echó a correr en dirección contraria.

—¡HIMENO! —Gritó con todas sus fuerzas.

Cuando iba a comenzar a correr detrás de ella, un halo de luz lo cubrió impidiéndole moverse; cuando al fin pudo ponerse bien de pie, la mansión había desaparecido y el sol brillaba sobre las flores del jardín de Leafania.


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Princesa Saiyajin presentó.