Hola… espero que este cortito fic sea de su agrado (son tres o cuatro capítulos).
Bleach le pertenece a Tite Kubo-sama…
Capítulo 1: El día sin Rukia
Sábado… ¿qué mejor día de la semana?, se podía dormir hasta la hora que uno quisiera. Y mejor era cuando se pasaba bien acompañado. Así que, ni lento ni perezoso, Ichigo Kurosaki estiró su brazo hacia su costado con una sonrisa casi imperceptible. Pero en su cama no había nadie más y el brazo cayó sobre el colchón. Un muy frío trozo de colchón.
-"Qué mier…"
Extrañado, alzó la cabeza y verificó la no presencia de su muy mandona esposa, esa enana se las pagaría. Frunció el ceño a límites insospechados y se apoyó sobre sus brazos para despegar su pecho del colchón. A punto estuvo de pegar un enorme grito acompañado de alguno que otro insulto cuando recordó dos cosas.
La primera, hoy era ése sábado… cosa que explicaba la ausencia de su esposa. Y la segunda… la segunda acababa de abrir la puerta de la habitación y corriendo se metió entre sus sábanas mientras se hacía la dormida.
Suspiró mientras se remecía los cabellos.
-¿Quién te dio permiso de entrar? –preguntó a la nada, en respuesta obtuvo un pequeño gruñidito de tripas. Vale, quizá era un poquito tarde en comparación a la hora que desayunaban normalmente, pero prefería dormir unos minutos más, así que le ignoró.
Su celular comenzó a vibrar sobre el velador al instante siguiente. Era un mensaje.
Al tomarlo, se dio cuenta de que era de Rukia:
Ichigo, espero que ya le hayas dado desayuno a Akemi y te hayas levantado (carita enojada). Dale un beso de mi parte.
Los quiero.
Sonrió levemente, volvió a dejar el celular en su sitio y lo pensó. ¿Cinco minutos más de descanso afectarían la situación?
Volvió a vibrar el celular.
Nada de cinco minutos más.
-"Maldita enana del… "-sintió una mano pequeña bajo las sábanas que le tocaba el costado -¿qué pasa? –preguntó desenfadado.
-Tengo hambre… -la voz estaba amortiguada por el cobertor. Ichigo arqueó una ceja en respuesta.
-¿Y esperas desayunar en la cama? –no obtuvo respuesta -¿Pero quién crees que soy? –dijo burlonamente con una sonrisa. –Así no van las cosas en esta casa, el rey soy yo. –tiró las sábanas hacia atrás de improviso, destapando un pequeño cuerpo de cabellos negros y hermosos ojos color almendra, era un castaño con derivación rojiza.
-¡Waaa! –la niña gritó mientras se encogía y trataba de escapar del repentino agarre de su padre.
-Como la mujer de la casa de momento –comenzó él, arrastrándola hacia sí –me vas a ayudar a preparar el desayuno y comeremos en la mesa –aclaró frente a la mirada dulce de su hija. –Nada de caritas –le dio un beso en la frente –Ahora ve y vístete.
La niña hizo un mohín, pero al poco volvió a salir del cuarto de sus padres. Ichigo bajó finalmente de la cama con el pijama puesto y procedió a arreglarse.
Akemi decidió ir a lavarse los dientes, con un esfuerzo enorme por su parte corrió un pequeño taburete frente a su baño y cogió su cepillo junto con la pasta. Presionó el tubo para echarle a su cepillo. La pasta salió a montones y la pequeña hizo un enorme esfuerzo por devolverla. Acabó dejando el tubo del dentífrico sin tapar y chorreado a una orilla del lavamanos.
Se miró al espejo mientras sonreía mirándose e inspeccionando sus dientes. Agudizó el oído y escuchó a su padre duchándose. Una traviesa sonrisa asomó a sus labios mientras sus manos se movían hacia las llaves.
-¡Ahhh! –se escuchó un grito -¡Akemi, corta el agua!, ¡corta el agua! –la niña obedeció, pero procedió a abrir la llave contraria.
Sus carcajadas inundaron la casa mientras su padre refunfuñaba y terminaba de bañarse, había que aprovechar que Rukia no estaba…
·
Ichigo miró con expresión sombría a su pequeña mientras ambos se sentaban a la mesa, la niña le regaló una hermosa sonrisa mientras se acomodaba mejor en la silla siendo incapaz de tocar el suelo.
-¿A qué hora vuelve mami? –preguntó Akemi mientras ponía ambas manos sobre la mesa.
-Mañana por la tarde…
-¿Mañana? –preguntó con incredulidad, Rukia nunca la había dejado tanto tiempo sola.
-Mañana –confirmó Ichigo. La niña aún no se lo podía creer –hoy podemos salir a donde quieras –le dijo sonriéndole para darle ánimos,
-¿Podemos ir a Chappyl…
-EXCEPTO a Chappylandia –aclaró antes de que su hija lo pidiera, la niña hizo otro mohín y por poco llegó a un puchero. –Y agradece que he DECIDO que podremos salir… ya te he dicho montones de veces que no debes jugar con agua y menos cuando alguien se está bañando.
-Pero es divertido que grites –dijo la niña inocentemente
-Vamos a ver si es tan divertido cuando te bañas tú. –la niña le sonrió
-Pero yo me baño de tina, no me afecta el agua.
Vencido incluso por su hija, Ichigo bufó y dejó esa conversación. Ambos Kurosaki se encontraban desayunando de la mejor manera posible. Akemi tenía en su plato una "hermosa" cara de Chappy creada con lo que era su desayuno, preparado increíblemente con las inexpertas manos de su padre.
-Tiene que ser Chappy –reclamó la pequeña.
-¡Pero si es lo mismo! –Ichigo se frotó la cara con frustración.
-¡Mami siempre me da de desayunar a Chappy! –hizo berrinche a todo lo que sus pulmones daban. -¡Hecho de menos a mami! –Ichigo se cogió el puente de la nariz, tratando de controlar su humor -¡Buaaaaa!, ¡Mami!, ¡mami! –gritaba la pequeña mientras lloriqueaba. –Mami me da Chappys –se mantenía haciendo escándalo e Ichigo no hallaba qué hacer. Tardíamente se dio cuenta de que al no fijar la atención en lo que preparaba, se había quemado su omelet.
-¡Bien! –lanzó el desayuno preparado al basurero -¡Ni de broma prepararé una porquería de Chappy para el desayuno! –la niña se paralizó y se mantuvo callada tensos segundos y al instante Ichigo detuvo su arrebato. Se había pasado. -¿Akemi? -finalmente la niña ahora realizó un puchero mientras sus ojos se aguaban.
-Papiiiiii –se puso a llorar amargamente -¡Insultaste a Chappy! –con sus manitos se trataba de limpiar las lágrimas mientras comenzaba a balbucear más infantilmente e Ichigo ya no le comprendía.
-No llores Akemi, schhhh –la cogió en brazos y trató de mimarla. –Lo siento, no volveré a decirlo.
-¿En verdad? –le miró a través del llanto.
-Si… -le acarició delicadamente los cabellos.
-Papi… sé que no te gusta y siempre peleas con mami por eso… -le acusó débilmente la niña- Vas a volver a insultar a Chappy…
-Prometo evitarlo lo más que pueda –la niña apartó un poco su rostro de su hombro. Ichigo le sonrió y le cogió la nariz –Ahora no llores más, ¿vale?
-¿Me prepararás un Chappy para desayunar? –culpable y derrotado, Ichigo asintió no sin antes removerle los cabellos a su hija y bajarla. De ahora en adelante elegiría mejor las palabras a utilizar frente a ella.
Akemi por su parte salió con una enorme sonrisa como si nada hubiera pasado.
Algo cabreado, Ichigo veía como su pequeña se quedaba observando su desayuno sin tocarlo, con una sonrisa.
-¿No vas a comer? –preguntó. La niña levantó la vista unos momentos.
-Está muy lindo, ¿cómo me voy a comer a Chappy? –Ichigo se golpeó de un palmetazo muy sonoro la frente.
-¡Tienes que desayunar! –la niña volvió a mirar su plato y de nuevo a Ichigo. –No hagas esa miradita… -la miradita de angelito que le dedicaba cuando quería algo.
-Papi… -encendió su tono meloso e Ichigo sintió en cada fibra de su cuerpo el legado de Rukia en la niña.
-Nada, te comes el desayuno o no vamos a ninguna parte. –Akemi le hizo ojitos –Si no puedes comerte a Chappy, lo desarmo y ya está –gozoso lo haría, la niña lo miró con terror y volvió a fijar la vista en su plato.
Optó por poco a poco comer los bordes, sin que se perdiera la figura del rostro hasta achicarla lo suficiente como para metérsela de un bocado.
·
Se sentía extraño. Muchas miradas curiosas recaían sobre él y le incomodaban. Bueno, normalmente recaían sobre él todo tipo de miradas, pero ahora muchas de esas parecían ser lascivas. ¿Qué había hecho él para que creyeran que era un trozo de carne con patas?
Sintió un escalofrío recorrer su espalda, sin embargo, no soltó la mano de Akemi mientras recorrían el centro comercial.
-¡Mira papi! –la niña lo jaló llevándolo a una vitrina, tras ella se apreciaba un mostrador con conejos, sobre ellos una jaula con canarios y a un lado de la pared otros mamíferos, reptiles y aves. Una tienda de mascotas.
Ichigo escuchó murmullos provenientes de algunas chicas que pasaban cerca.
-Pero si está muy guapo –le susurró una a la otra, ambas soltaron una pequeña risilla mientras le lanzaban miradas nada disimuladas al hombre de naranjas cabellos.
-Mira la pequeña… es un amor –Akemi en ese momento tiró la manga de la chaqueta de su padre y lo hizo ingresar a la tienda con ella.
-Akemi… -pronunció él a modo de advertencia. La niña sonrió inocentemente mientras se apegaba a algunos cristales de los contenedores de animales.
-Mira qué lindo… -dijo lo más inocente que pudo y a su edad eso era mucho.
-¿P-puedo ayudarlo? –tartamudeó una de las dependientas de la tienda. Ichigo sonrió al ver a su pequeña tratando de jugar a través del cristal con un pequeño conejo. La mujer suspiró al ver la sonrisa con que el hombre se volteaba a verla.
-Descuide, estamos viendo –le dijo simplemente.
-Mira ese bombón… -escuchó otra vez el comentario de algunas mujeres al interior del local, era una gran tienda para mascotas. Dios, cuánto hubiera deseado que Rukia estuviera con él… pensándolo bien, mejor no, solo empeoraría las cosas. De seguro alguna de ellas terminaría aterrorizada luego de las represalias de su mujer. Sonrió otra vez.
-Papi… ¿me lo compras? –la tierna voz de su hija lo sacó de la ensoñación. Frunció el ceño.
-No podemos tener mascotas por ahora –le dijo. La niña hizo un puchero –Además no podemos llevarlo con nosotros, recuerda que íbamos al cine –la veterinaria y dueña del local se acercó a ellos, solo había esperado una oportunidad para charlar con el hombre de presencia imponente y físico muy deseable.
-Eso no es problema –le sonrió a la niña agachándose a su altura. Si una mujer buscaba a un hombre con una niña, lo lógico y primero que debía hacer era ganarse la simpatía de ella. –Este de aquí se llama Simón –le apuntó a la criatura con una mancha café en su oreja derecha.
Ichigo se cruzó de brazos viendo como su hija miraba embelesada a la criatura.
-¿Quieres cargarlo? –le preguntó la mujer. El resto de empleadas se sentía demasiado celosas, solo por ser la dueña tenía ese privilegio. Sacó al animal y se lo entregó a la niña que lo cogió nerviosa, pero al poco logró acariciarlo y sentirse más a gusto.
-No podemos llevárnoslo. –dijo Ichigo acercándose a la mujer.
-Puedo hacerles un precio –le dio una mirada sugerente a Ichigo mientras le guiñaba un ojo. Ichigo sintió otro estremecimiento, seguro si Rukia estuviera ahí la habría asesinado.
-Tenemos muchas cosas que hacer… -trató de zafarse.
-Tranquilo guapo, pueden volver después o si me das tu dirección y número te lo puedo ir a dejar a tu casa. –una mirada muy provocativa fue dirigida al de naranjas cabellos.
-"¡Que lanzada!" –Ichigo se petrificó por un instante y tragó pesado. ¿Por qué le pasaba esto a él?
-Pues… -antes de poder responder, Akemi se puso frente a la mujer y le puso al conejo frente a ella lo más alto que pudo, sus diferencias de alturas eran considerables.
-Muchas gracias, pero no –dijo la niña con el ceño igual de fruncido que su padre podría ponerlo. La mujer reclinó su vista hacia ella y cogió al animal -¡Papi! –se volteó al instante hacia su padre -¡quiero ir al baño! –dijo sin tapujos. Ichigo al instante salió de su estupor y la cogió de la mano saliendo al vuelo de la tienda.
-¡¿Te aguantas? –preguntó asustado. Señoras y señores, Ichigo Kurosaki no solía salir tanto tiempo con su pequeña sin Rukia alrededor, esta situación para él era novedosa y peligrosa…
-Si –la pequeña lo dijo sin gota de nervios, su padre le parecía levemente extraño.
Llegaron en un suspiro a los baños y, ¡oh!, novedad… Ichigo se quedó meditando unos segundos, ¿dónde debía meterse?
-¿Papi? –Akemi miró curiosa a su padre, ¿qué era lo que tanto meditaba?
Ichigo no sabía qué hacer. ¿Entrar al de hombres o al de mujeres? Si entraba al de hombres, había un par de cosas que no quería que su pequeña viera, ni menos le preguntara al respecto… ya tenía casi cuatro años. Si entraba al de mujeres… si entraba al de mujeres lo menos es que le llamarían sería pervertido.
Entre traumar a su hija o ser agredido se movían sus opciones.
Suspiró e hizo lo que debía hacer…
·
-¡Pervertido! –gritaron unas mujeres mientras agredían a un hombre y lo expulsaban del baño.
Dios…
-¡Papi! –habló Akemi –Estoy lista… -Ichigo suspiró, gracias a Dios (y a Tatsuki) su hija salía alegremente del baño dando brinquitos. Se sentía mal por el hombre que había sido expulsado luego de equivocar el baño. La niña al poco andar se detuvo a observar un colorido afiche sobre una vitrina deportiva.
-¡Ichigo! –le llamó la mujer de negra melena, sacándolo de la sonrisa boba que esbozaba hacia su pequeña. –Aún no puedo creer que llegaras a tener a una niña tan linda. –el aludido frunció el ceño.
-¿Qué tratas de decir? –Tatsuki le sonrió e iba a regalarle una burla, mas Akemi se le lanzó a los brazos y pidió su atención.
-¡Tía Tatsuki!, ¡tía Tatsuki! –le gritaba con emoción.
-¿Qué pasa, pequeña? –la cogió en brazos sin esfuerzo.
-¡Hay un tremendo afiche de Karate! –chilló emocionada la niña¡Y tú sales ahí!
-Ah, sí, eso es porque gané el torneo del año pasado –sonrió con suficiencia.
-¿Duele mucho? –Tatsuki levantó una ceja -¿Te pegan muy fuerte?
-Eso depende… -le revolvió los cabellos –Si eres tú la que gana, a tu oponente probablemente le habrá dolido más. ¿A dónde iban? –preguntó hacia Ichigo, quien estaba mirando su reloj.
-Ahora creo que al cine… ¿quieres acompañarnos? –Tatsuki bajó a Akemi y le dirigió una mirada cansada a Ichigo.
-No, que va… acabo de salir de ahí –Ichigo la miró curioso. –Renji… -fue todo el comentario que dijo.
-¿Dónde lo dejaste? –la chica se enfurruñó y cruzó sus brazos.
-En la sala –se le olvidó añadir que con las palomitas en la ropa y el refresco ensartado en su cabeza… sonrió burlona.
-Ustedes dos son un caso… -Ichigo negó mientras suspiraba.
-¿El cabeza de piña está aquí? –preguntó con curiosidad Akemi. Si hubiera estado Rukia hubiera sido remedada, pero como no era el caso obtuvo un escueto "sí" por parte de su padre. –Jummm… -la niña no estaba segura de cómo le caía ese hombre, pero "bien" no estaba tan cerca de su opinión.
-Bueno chicos, nos veremos en otra ocasión –dijo Tatsuki, pensaba ir a buscar a Renji al rato, no sin antes hacerle pedir disculpas y quizá arrastrarse. Dulce venganza.
·
Durante la película, Ichigo inevitablemente se quedó dormido.
Akemi al descubrirlo, sonrió traviesamente. Cogiendo palomitas comenzó a taparle las fosas nasales y meterle un cúmulo en la boca que tenía abierta.
-¡Pffmrrrf! –Ichigo despertó justo cuando se atragantaba con una y tosió estrepitosamente mientras volteaba a ver a su pequeña con furia. Akemi estaba tranquilamente sentada observando la pantalla, guardando una carcajada en su interior y obviando el ceño de su padre.
·
Estaba oscuro, eran cerca de las ocho de la noche cuando Ichigo abría con maestría los seguros de la puerta y luego entraba cargando a una dormida Akemi en brazos.
El resto de la tarde se la habían pasado comiendo y jugando, hasta que Akemi estuvo demasiado cansada para continuar. Se saltaron incluso la siesta, por lo que al subir al auto la niña se había quedado dormida al instante.
Delicadamente la depositó en su cama, le quitó los zapatos y procedió a cambiarle a su pijama, evitando por todos los medios despertarla. Akemi por su parte no parecía despertar, sin embargo, se refregaba de vez en cuando los ojos, aún dormida, y volteaba hacia el lado contrario cuando su padre le quitaba o ponía otra prenda.
-Listo… -comentó en tono bajo Ichigo, sonriente por su suficiencia al cuidar solo de su pequeña. Arropó a la niña y le besó la frente, salió hasta el marco de la puerta y apagó la luz. –Que descanses –cerró la puerta y procedió a hacer lo propio consigo mismo.
Él no tenía tanto sueño… bueno, sí tenía. Bostezó enormemente mientras volvía a hacer zapping con el control remoto, vaya que le costaba dormirse aunque tuviera sueño. No podía evitarlo, sentía que algo faltaba junto a él para poder dormir.
Sintió de pronto el sonido de su puerta abriéndose y volteó con extrañeza la cabeza en esa dirección. Poco a poco se abría más hasta que los sedosos y oscuros cabellos de su hija se vislumbraron.
-¿Akemi?
-¿Puedo dormir contigo? –preguntó dulcemente la niña. Ichigo arqueó una ceja y la miró curioso desde la cama.
-¿Y eso? –Akemi no esperó más y se metió en el lado que correspondía a su madre. –Oye, no te he dado permiso –reclamó en broma.
-¿Me cuentas un cuento?... es que mami siempre me cuenta un cuento antes de dormir. –le sonrió dulcemente a su padre mientras dejaba ver solo desde sus ojos hacia arriba al cubrirse con las sábanas.
Un cuento… y él que nunca había contado uno.
Le he cambiado ochurrecientas veces el nombre a esta pequeña… en el fic de Kurosaki la cambié dos veces, en mi mente mil… y he encontrado un nombre más o menos de mi agrado)
El próximo capítulo se llama "Del cuento y la niña que no durmió", aquí por fin relataré cómo es que Ichigo trata de contar un cuento… basado en el epílogo de "De cómo se declara un Kurosaki (capítulo 9), se podría decir que esto acontece antes de ese epílogo xD.
