Vástago

Drabble

Era lo que más deseaba, por no decir lo único. Matar a mi hermano Itachi sería la gran meta que vería realizada. Jamás la victoria resultó tan amarga. El enterarme de la verdadera razón de la masacre de mi clan no me hizo sentir como un ninja poderoso al final de la batalla, sino como el más tonto e imbécil. Como si no existiera nada más ridículo que ser yo, Sasuke Uchiha.

—Sasuke Uchiha—me pronuncio a mí mismo riendo por lo absurdo que suena ese nombre en mis labios.

Frente a mí, la razón por la cual todo resultaba tan poco agradable. Los cabellos de Sakura eran mecidos por el viento trayendo consigo pétalos de cerezo por montones. Era bella y nunca fui capaz de verlo, así como no pude ver lo que mi hermano intentaba hacer.

Ella voltea despacio para mirarme.

—Gomen—le pronuncio casi sin mirarla.

—Está bien—me tranquiliza acercándose a mí.

Cuando maté a mi hermano la encontré en el bosque llorando su muerte. Fue ahí cuando supe que había estado emparejada con él hasta su muerte, tenían una relación secreta. El odio que vivía en mí creció tanto que no escuché nada de lo que me dijo y la maté en el mismo lugar.

—No era lo que quería hacer—le explicaba a su espíritu— En realidad quería que todo acabara pronto. Si no me perdonas creo que no podré con lo que me toca hacer ahora.

—Hace mucho que lo hice—me decía Sakura con sus ojos dulces como nunca antes— ¿Te gustaría perdonarte a ti mismo, Sasuke Kun?

Permanecí en silencio mientras todo se llenaba de luz haciendo que la figura de la mujer que me había amado resaltara más en ese fondo espiritual.

—Ahora puedes hacerlo, he dejado lo que más amo contigo—decía tocando mi frente con su mano.

Pronto distinguí otra figura al final del haz de luz, se trataba de mi hermano Itachi recientemente fallecido. Me miró a mí y luego a Sakura, a quien le ofreció su mano.

—Es tiempo de que nos vayamos—me dijo Sakura mientras Itachi volvía su vista hacia mí.

—Tonto hermano pequeño, no te enfades por cómo resultaron las cosas—me decía mi hermano tranquilizándome a su forma.

Era difícil hacer lo que me pedían. Todo resultó ser mi culpa al fin y al cabo.

—Adiós, Sasuke Kun—dijo Sakura besando mi mejilla.

Cerré mis ojos al tacto y cuando los volví a abrir vi las figuras iluminadas de mi hermano y la mujer que siempre me amó tomados de la mano y partiendo hacia la eterna inmensidad. A pesar de ser yo el que estaba vivo y ellos los muertos, sentí muchos celos. Ellos estarían unidos para siempre y yo no sabía qué era lo que me deparaba el destino.

La luz se retiró y quedé yo frente a la tumba de Sakura, adonde había ido para limpiar mi conciencia y empezar con mi nueva tarea. En mis brazos se encontraba un bebé de pocos meses, el fruto de Itachi y de Sakura: mi sobrino que hacía sonidos mientras dormía.

—Vámonos, Reita.

FIN