Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer y la autora es chocaholic123, yo sólo traduzco.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of S. Meyer and the author is chocaholic123, I just translate.
1967
Capítulo 1
El verano asechó como un león ese año, fiero y enojado; buscando alguien a quien comer. Nuestra graduación de preparatoria había causado que más de un estudiante —y muchos padres— sufrieran de insolación, sobrecargando nuestro ya lleno hospital local hasta llegar al punto en que tuvieron que pedir refuerzos de San Francisco.
A la ciudad no le interesaba eso. Tenían sus propios problemas, particularmente en Haight-Ashbury, y estaban intentando llevar ayuda de las ciudades locales. Uno de ellos fue mi papi, el Jefe de Policía en Wentworth, CA. Se iba a San Francisco por días, luego regresaba con cara triste y sacudiendo la cabeza, diciéndome que de ninguna manera iba a ir a la ciudad ese verano.
Por supuesto, eso me causaba más ganas de querer ir.
Angela y yo pasamos nuestros días estando en el lago atascado y lleno de gente, abriéndonos camino entre las toallas estiradas, intentando encontrar el camino más rápido a la orilla. Estábamos desesperadas por un poco de alivio del aire caliente y seco. Ella llevaba bebidas, y buscábamos un lugar en la arena donde enterrarlas para mantenerlas frías. Ese año perdimos más de una lata, y nos reíamos porque en mil años, un arqueólogo excavaría y se rascaría la cabeza, preguntándose qué significado cultural podría tener una lata de Tab.
Cuando llegaba la tarde, corríamos de regreso a casa de Angela en Maple Street, riéndonos ante la manera en que los chicos intentaban sacar sus pechos desnudos para impresionarnos, o de algo que alguna de las porristas hubiera dicho. Corríamos para ser la primera en llegar a su garaje, donde ella guardaba el giradiscos que su mamá le había dado por su dieciocho cumpleaños el mes pasado. Siempre peleábamos sobre cuáles gustos musicales eran superiores.
Angela tocaba mucho de Sergeant Pepper. Aunque yo amaba a los Beatles, quería estrangular a Mr. Kite y estaba extrañada por el inquietante sitar que se abría paso a través de la música. Yo corría más rápido para decidir en el tocadiscos. Angela intentaba seguirme el paso, quejándose de que mi disco favorito "Ode to Billy Joe" no sólo la deprimía, sino que también la hacía querer tirarse del puente Tallahatchie.
Nos reímos mucho ese verano.
—No es justo. Siempre has sido la corredora más rápida —se quejaba Angela cuando finalmente me alcanzaba. Yo ya estaba de pie dentro del horno disfrazado como garaje, levantando gentilmente la aguja del gramófono y poniéndola en el vinil, escuchando el familiar ritmo de la guitarra que llenaba la habitación. Me daba la vuelta, sonriéndole enormemente a Angela y comenzaba a cantar a ritmo con los melifluos tonos de Bobbie Gentry's.
It was the third of June, another sleepy, dusty Delta day…
Angela sacudió la cabeza, sacó la lengua y luego alzó las manos al aire, abriendo los labios para unirse a mí en la canción.
I was out choppin' cotton, and my brother was balin' hay…
Se aventó a través del piso de concreto del garaje y me agarró la cintura, girándome muchísimo más rápido de lo que requería el tempo de la canción. Mi cabello café oscuro se envolvió en mi cabeza, haciéndome cosquillas en la nariz, y las dos colapsamos en una pila carcajeante mientras Bobbie cantaba sobre la llegada del Hermano Taylor.
Cuando la canción terminó y la aguja estaba haciendo ruidos de rasguño sobre el vinil, Angela me miró, sus facciones uniformes y pálidas forzadas en un ceño fruncido.
—Esta tiene que ser la canción más deprimente que he escuchado jamás. De todas maneras, ¿de qué trata?
Ya habíamos tenido esta discusión antes, pero nunca deja de entretenernos. ¿Por qué Billy Joe McAllister se tiró de puente Tallahatchie?
—¿Sabes lo que pienso? —comencé, intentando arreglarme el cabello en el oxidado y polvoroso espejo que colgaba al final del garaje—. Recuerdo que ella tuvo su bebé y eso fue lo que Hermano Taylor vio que lanzaban al río.
Angela sacudió la cabeza.
—Creo que él era gay. Imagina la protesta si se descubriera eso.
—Nah, definitivamente era un bebé. —Me agarré el cabello, metiendo los últimos mechones detrás de mis orejas.
—Entonces, ¿cómo es que nadie supo que ella estaba embarazada? —Angela me apartó del espejo y retoca su labial. Ambas compramos el tono más pálido que pudimos encontrar, no muy alejado del blanco, y pasábamos largas partes del día retocándolo.
—Quizá lo escondió muy bien. No sé. —Me encogí de hombros.
—Hablando de esconderse, ¿supiste lo de Jessica Stanley? —Se giró para encararme con una pequeña sonrisa de "yo sé algo que tú no" en la cara. Agarré su mano y salimos a su camino de entrada, arrastrando dos sillas para jardín de metal detrás de nosotras. Nos gustaba sentarnos aquí en las tardes y mirar el mundo pasar. Pasábamos nuestro tiempo riéndonos de los chicos de nuestra escuela y rodando los ojos a las mamás que llamaban a sus hijos.
—¿Qué tiene Jessica? —pregunté, dejándome caer en el cálido asiento de metal. Yo nunca había sido fan de Jessica Stanley, o más bien ella nunca había sido mi fan, aunque compartimos muchas clases en último año. Ella era porrista, una chica dorada, quien pasaba la mayor parte de su tiempo empañando los vidrios del nuevo Ford Mustang de Mike Newton.
—Dicen que va a tener un bebé. —La sonrisa de Angela fue grande. Tampoco era su fan.
Alcé las cejas hasta mi cabello. Estas eran noticias.
—¿En serio?
Angela asintió.
—Uh huh. Es divertido cómo es que apenas hace unas semanas estaba gimiendo sobre tener que conseguir un trabajo luego de graduarse. Parece que su carrera ya está grabada en piedra.
Le regresé la sonrisa.
—Parece que iremos a una boda de verano.
—Esperemos que Mike no se lance de puente Tallahatchie. —Angela agitó las cejas.
Yo sí esperaba que lo hiciera. Mike había sido la pesadilla de mi existencia desde que podía recordar; me jalaba las coletas en la primaria, me metía el pie durante la preparatoria. Para cuando llegamos al último año se había hecho un poco más cruel; metió un ratón muerto en mi casillero e intentó obligarme a besarlo debajo de las gradas después de la escuela. Ese día me hizo llorar.
—Supongo que se unirá a la Liga Junior y almorzará con todas las señoras de la ciudad. —Ambas sonreímos. Angela y yo habíamos pasado todo el año mandando solicitudes a universidades, asentando nuestros sueños de escapar, de salir de Wentworth. Angela, quien tenía un intelecto superior, había sido aceptada en Columbia, mientras que yo estudiaría Inglés en Berkeley. Estaba ansiosa por que llegara septiembre y temía que llegara aquí demasiado pronto. Teníamos menos de dos meses para crecer.
Una van manejaba lentamente por Maple, metiéndose al camino de entrada que estaba al otro lado de la casa de Angela. Miramos como la señora Black bajaba a sus tres hijos, apurándolos por el camino de entrada y gritándole al perro que se negaba a salir de la cajuela del carro.
—Iré a San Francisco la siguiente semana. —Me confesó Angela cuando el hijo mayor se giró y nos sacó la lengua.
—¿Qué? ¿Por qué? —Y la pregunta no hecha: ¿puedo ir?
—Una persona del staff de Martin Luther King vendrá a dar un discurso. Me perdí de su visita en enero. Estoy más segura que el infierno de que no me perderé de esta. —Angela era la reina de la política en Wentworth High, y yo era su dispuesta ayudante. Juntas organizamos demostraciones, escribimos artículos prohibidos y, nuestro plato fuerte, orquestamos un plantón contra la Guerra de Vietnam que duró cuatro días. El director no había estado feliz—. Además, en serio quiero ver a los hippies en Haight-Ashbury. Es historia social en proceso. ¿Vas a venir?
—Mi papá nunca me dejará ir. —Toqué la oxidación en el brazo de la silla, dejando que los pedazos cayeran al piso.
—Entonces no le preguntes. Dile que vas a pasar la noche conmigo. Mi mamá nos respaldará. —La señora Weber era lo que mi papá llamaba "permisiva". No era un cumplido.
Rodando mi labio inferior entre mis dientes, escaneé mis opciones. Podía quedarme aquí mientras Angela iba y se divertía, experimentando la excitación que era San Francisco. O podría ir con ella, lanzarme yo misma a la experiencia y regresar con una historia que podría contarles algún día a mis nietos.
Para la mayoría de la gente, no había mucha opción. Pero yo era una niña buena, siempre manteniendo notas decentes, siempre en casa antes del toque de queda. Le temía a la autoridad, particularmente a mi papá, y esto me hacía procrastinar más de lo que debería.
—De acuerdo, iré. —Mi estómago se revolvió ante la idea.
—¿En serio? —Angela estaba tan sorprendida como yo. Asentí, incapaz de hablar, temiendo que la náusea retumbando en la boca de mi estómago se alzara y se hiciera presente. Angela me agarró la mano, su sonrisa estaba llena de emoción.
—Esto será tan divertido, Bella. Llamaré a Ben y le diré que necesita hacer espacio para uno más.
Ben era el novio ocasional de Angela. Un junior en la universidad, ella sólo lo veía durante las vacaciones escolares, pero ambos compartían un amor por todas las cosas políticas. Un debate entre ellos era algo que debía verse. Ella me confesó que sus debates los llevaban a la habitación o al asiento trasero de su auto, una imagen que me hacía querer lavarme el cerebro con Lysol.
—Suena bien —respondí, intentando regresarle la sonrisa.
Pasé la semana en ascuas, intentando sonsacarle el horario a mi padre, mencionando casualmente pijamadas y no estar aquí.
Una tarde antes del día que debíamos ir, estaba tan inquieta que apenas pude comer. Mi papá estaba agarrando los guisantes con su tenedor, su otra mano sostenía el periódico vespertino, musitando ocasionalmente un "tsk, tsk" mientras leía las noticias. Eventualmente, con un crujido y un estrépito de metal sobre porcelana, bajó su periódico y me miró, juntando las cejas.
—Entonces, ¿quieres quedarte a dormir con la chica Weber? —Su voz, como siempre, sonó baja y ronca. Era temido por la comunidad, igual que por su hija.
Asentí.
—Sí, señor. Su madre estuvo de acuerdo.
Me escudriñó, subiendo y bajando sus ojos por mi cara. Podía sentir que yo quedaba corta comparada con sus expectaciones, fuera él consciente de eso o no.
—Muy bien. No soy gran fan de la señora Weber, pero si prometes estar acostada a más tardar a las 10 de la noche, entonces te dejaré ir.
—Por supuesto. —Estaba ansiosa por complacer—. Me aseguraré de hacerlo.
—Hmmm. —Levantó el periódico de nuevo ante sus ojos, señalando que la discusión había terminado. Me empujé para levantarme y tomé su plato, balanceándolo sobre el mío.
Dormí poco esa noche. Intenté elegir qué vestir, sabiendo que mis conservadores vestidos de siempre aprobados por Charlie me harían sobresalir como un pulgar hinchado. Eventualmente elegí un vestido corto y monocromático en línea A que Angela me había dado para mi cumpleaños. Lo había escondido en la parte trasera de mi armario, no quería ver la cara de mi padre si lo usaba. Sería lo suficientemente fresco para mantener mi temperatura bajo control, y quizá, sólo quizá, por primera vez no sobresaldría como diferente.
Odiaba ser diferente.
Llegué a casa de Angela a las seis de la mañana. Corrimos a su habitación, agarramos sus cosméticos y procedimos a aplicarnos el maquillaje la una a la otra; pintando una capa de base pálida, seguida de una máscara oscura y gruesa y un labial aún más pálido. Cuando terminamos, miramos nuestra obra en el espejo de su baño y sonreímos.
La excitación burbujeaba en mi estómago. De verdad íbamos a hacer esto. Íbamos a viajar a la ciudad del amor para absorber la atmosfera de Haight-Ashbury, luego escucharíamos el discurso de un hombre cercano al mismísimo Martin Luther King. Podía sentir la sangre siseando en mis venas como un bote recién abierto de Coca.
—Deberían llegar pronto. Puede que estemos un poco apretados.
—¿Y quién va a ir? —Noté una manchita de máscara y la froté gentilmente, intentando no arruinar el resto de mi maquillaje.
—Unos amigos de Ben de la universidad. Nunca los he conocido. —Angela me apartó del espejo, escaneándome de arriba abajo—. Jesús, Bella, te ves hermosa. Definitivamente necesitamos comprarte más ropa antes de que te vayas a Cali.
Resplandecí por su aprobación. Habíamos sido amigas desde primer año, pero siempre pensé en ella como la amiga más bonita, más inteligente y más dinámica de nosotras. Escuchar que ella pensaba que yo era bonita hacía que mi corazón explotara.
Estábamos esperando en la banqueta cuando Ben llegó en la vagoneta de su mamá. Angela avanzó saltando hacia el frente, abrió la puerta y repiqueteó el pie hasta que el chico que estaba sentado allí se salió, gruñendo algo sobre novias y sobre haber pedido ir enfrente primero. Ben abrió la puerta del conductor y le dio la vuelta para llegar a Angela, la alzó en sus brazos y plantó sus labios firmemente sobre los de ella.
—Hola nena. ¿Lista?
Luego me miró.
—Hola Bella. Me temo que vas a tener que sentarte con estos idiotas. —Señaló a los dos hombres parados en la banqueta—. Ese es Tyler Crowley. Siéntete libre de ignorarlo. Nosotros lo hacemos. —Tyler me guiñó y se quitó un sombrero imaginario. No había visto muchos hombres Afroamericanos antes, pero la forma en que su piel oscura brillaba bajo el sol matutino me hacía querer tocarlo—. Y ese es Edward Cullen. No le gusta ser ignorado.
El segundo chico alzó la vista con una sonrisa torcida en la cara. Al atrapar mi mirada, parpadeó dos veces, sus largas pestañas le acariciaron las mejillas. Era como si hubiera sido esculpido —su estructura ósea era tan perfecta—, y me pregunté si alguna vez alguien se había cortado intentando tocarlo.
Quería descubrirlo.
—Hola Bella. —Edward estiró el brazo y tomó mi mano. Tragando con fuerza, intenté ignorar la forma en que mi corazón se aceleró y mi sangre hirvió al tocarnos. Sus ojos bajaron para escanear mi cuerpo, y me encontré preocupándome sobre mis piernas demasiado delgadas y pálidas, y de que mi nuevo vestido dejaba todo expuesto.
—Hola. —Fue todo lo que pude decir. Quería escanearlo también, y disfrutar de la forma en que su camiseta blanca se le pegaba al abdomen, que subía y caía gentilmente sobre las firmes marcas de sus músculos. Sólo podía imaginar la forma en que sus jeans azules caían de sus caderas, aunque estaba determinada en verlo para el final del día.
—Es mejor que nos vayamos. Suban. —Ben abrió la puerta del pasajero, y Angela se subió con gracia.
El resto de nosotros nos metimos en el caliente asiento trasero; Edward estaba a mi izquierda, yo en medio, luego Tyler a mi derecha. Ambos bajaron las ventanas, recargando los brazos en la orilla de las puertas, e intenté hacerme lo más pequeña posible en medio, no quería tocar mis piernas con ellos. Estábamos ya casi en las afueras de la ciudad cuando Ben se detuvo afuera de una casa vieja y oxidada, pitando ruidosamente el claxon. Yo había estado en este lugar una o dos veces con Angela ya que Eric Yorkie trabajaba en el periódico escolar con nosotras. Pasábamos el tiempo en el cuarto oscuro en su sótano. Yo me sentía fascinada con el proceso que seguía al revelar las fotos que tomaba con su desgastada Kodak.
Eric abrió la puerta de golpe, su cámara saltaba alrededor de su cuello al bajar los escalones de su porche, su desordenado cabello le caía en los ojos. Miré alrededor del carro con el ceño fruncido, preguntándome cómo exactamente iba a caber adentro.
—Um, ¿Eric se va a ir en la cajuela? —Me incliné y le pregunté a Ben. Se giró y me miró con una sonrisa maliciosa en los labios.
—Se va a poner algo amistoso ahí atrás. Perdón por eso, Bella.
Tragué lentamente. Mi pierna estaba a una pulgada de la de Edward, y aunque Tyler hacía lo mejor que podía para darme espacio, el algodón de sus pantalones había rozado mi muslo unas cuantas veces. Metan otro cuerpo aquí y las rozaduras serían la última de mis preocupaciones.
Me eché aire en la cara. Aunque no había pasado ni una hora desde que saliera el sol, el interior del carro ya estaba sofocante. Sólo Dios sabía qué haría el agregar a Eric Yorkie a la mezcla.
—Me sentaré enfrente contigo —le sugerí a Angela, luego retrocedí cuando vi la mano de Ben envuelta alrededor de su rodilla desnuda. Mala idea.
Eric abrió la puerta junto a Tyler, quien intentó moverse por el asiento sin tocarme. Incluso con el cuerpo delgado de Eric, no había duda de que estaríamos apretados como sardinas aquí atrás. Al moverme sobre el asiento, mi cadera rozó contra los jeans de Edward, y sentí un sonrojo inundar mi cara cuando nuestros muslos se juntaron. Alzando la vista, vi sus ojos pegados a la piel desnuda sobre mis rodillas, mi vestido subió hasta cubrir apenas la parte superior de mis piernas.
—Esto no va a funcionar —se quejó Eric—. Bella, vas a tener que sentarte en el regazo de alguien.
Mi sonrojo se profundizó. De todos ellos, preferiría sentarme en Eric, pero incluso con mi cuerpo delgado, lo aplastaría como a una mosca.
—Ven aquí. —La voz de Edward sonó ronca. Curvó sus manos en mi cintura y me levantó sin esfuerzo alguno, arrastrándome sobre sus piernas hasta que estuve sentada en su regazo. Las mantuvo ahí, sosteniéndome con fuerza, y le dije a mis pulmones que respiraran. Edward gimió.
—¿Estoy pesada? —pregunté, removiéndome para quitarle el peso de sus muslos.
—No estás pesada, sólo… intenta quedarte quieta.
Dejé de moverme, obligando a mi cuerpo a relajarse, intentando soltar los músculos de mi espalda para no estar tensa.
—¿Estás seguro de que no te lastimo?
Ben se rio enfrente.
—Sólo lastimas una parte de él.
Rodé los ojos.
—Cállate, Cheney —murmuró Edward—. Sólo sigue manejando.
Ben encendió el crepitante radio de su carro en KPMX. "San Francisco" de Scott McKenzie sonó a través del altavoz. Sentí a Edward relajarse detrás de mí y se recargó en los cojines del asiento. Intenté hacer lo mismo, sintiendo sus duros músculos en mi espalda. Estaba cantando suavemente, su voz era sorprendentemente placentera, cerré los ojos, preguntándome si debería usar una flor en mi cabello cuando llegáramos a Haight-Ashbury.
—Esa canción es mierda. —Se quejó Eric, rompiendo nuestro pacifico momento—. Es casi tan mala como "California Dreamin'".
Edward se rio, su pecho subía y bajaba contra mi espina dorsal, su profunda risa resonó a través de mis oídos. Abrí un párpado y miré a Eric. Un ceño fruncido mancillaba toda su cara.
—¿Qué tipo de música te gusta? —le preguntó Tyler.
—Nada de esa basura hippy. Prefiero el rock; Beatles, The Stones. Ese tipo de música.
—Escuché que George Harrison está en Haight-Ashbury —comentó Ben, girando la cabeza. Abrí por completo los ojos y vi su mano sosteniendo el volante, su agarre era fácil y relajado—. Trajo a Patti Boyd con él.
—¡No juegues! —Eric se inclinó hacia enfrente, su cabeza casi tocaba el respaldo del asiento de Angela—. ¿Crees que vayamos a verlo?
Ben se encogió de hombros.
—Quizá, no tengo idea. Te encontrarás con todo tipo de gente tocando música en las calles de ahí. Sólo mantén los ojos abiertos. ¿Verdad, Edward?
Me giré para verlo. Su cara estaba tan cercana a la mía que era difícil concentrarme. Su aliento danzó suavemente contra mi piel, y me tuve que recordar que debía exhalar junto con él.
—Así es —estuvo de acuerdo, sus ojos nunca dejaron mi cara—. Pero también debes tener cuidado. Sé que todo es sobre amor libre y felicidad, pero hay algunos cabrones que sólo han llegado en busca de una pelea.
—¿Te has estado quedando en Frisco? —le pregunté, mi voz apenas pasó sobre el nudo de nervios que tenía en la garganta.
—Ayudé durante unas semanas en la Clínica Gratuita antes de quedarme con Ben —respondió.
—Edward está estudiando medicina —agregó Ben—. Aunque, según escuché, su padre amenazó con desheredarlo.
Edward se rio, una risa profunda que calentó mi sangre.
—Mi padre es un congresista. No acepta de buena manera que pase tiempo en Haight.
Musité un "oh" y miré sus ojos oscurecerse al verme. El agarre que tenía en mi cintura se apretó, y me encontré a mí misma deseando removerme contra él. Esto no era bueno.
—¿Quieres ser doctor? —preguntó Eric, su atención se había alejado de la música—. ¿Con toda esa sangre y tripas? Hombre, qué genial.
—Eventualmente —aceptó Edward—. Terminé con pre-medicina este año. Luego, cuando regrese, espero completar mis estudios.
—¿Regreses de dónde? —pregunté, finalmente encontrando mi voz.
—Vietnam.
El carro se quedó en silencio. La palabra era como una mordaza; nos detenía a todos de seguir hablando. Sentí la náusea alzarse en mi estómago al considerar a este hermoso chico peleando en Asia.
—¿Vas a 'Nam? —susurré luego de un rato.
Asintió.
Él no era el primer chico que conocía que iba a pelear. Mi primo fue reclutado el año anterior, y recordaba haberlo abrazado cuando iba de camino a la estación, el cabello corto casi al ras del cuero cabelludo, su uniforme le estrangulaba el cuerpo como una serpiente alrededor de un cuello. No regresó.
—Bella es anti-Vietnam —intervino Eric, ignorando la mirada de enojo que le lancé—. Ella y Angela armaron una manifestación en nuestra escuela. Bella incluso escribió sobre eso en el periódico escolar.
Angela se rio.
—Tú tomaste las fotos que acompañaron el artículo de Bella, Eric, así que no te hagas el inocente.
Eric se atragantó.
—Sólo porque Bella amenazó con castrarme si no lo hacía. —Era verdad. Quería unas fotos cándidas que acompañaran mis palabras, no es como si tuviéramos permiso de imprimirlo. Aunque sí logramos meternos en la escuela una tarde y mandar algunas copias a través de la prensa. Todavía tenía una en casa, metida debajo de mi colchón, lista para mostrársela a quien quiera que dirigiera el periódico en Cal.
—Ciertamente parece ser una gran amenaza —acordó Tyler con un brillo en su mirada. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, me hacía sonreír con su inexpresivo ingenio—. Veo por qué te doblegaste y lo tomaste como un hombre.
Edward se inclinó hacia enfrente y susurró en mi oído.
—Me gustaría ver ese artículo. —Su aliento cosquilleó en mi cuello, y tuve que mantenerme muy quieta. Tenía la fuerte urgencia de hacerme hacia atrás hasta que sus labios tocaran mi piel.
—Todos tenemos copias. —Angela se giró y nos miró, abrió los ojos como platos cuando vio lo cerca que estábamos sentados. Se aclaró la garganta—. Entonces, ¿por qué vas a pelear? No pareces ser del tipo militar.
Edward se encogió de hombros.
—No lo soy, pero me niego a dejar que mi padre compre mi salida de la milicia. Si ir a Vietnam es lo suficientemente bueno para el resto de América, entonces no huiré a Canadá.
—¿Cuándo te vas? —Mi voz sonó más ronca de lo que pensé.
—Empiezo el entrenamiento básico en septiembre.
Demasiado pronto. Yo iba a pasar este último verano antes de la universidad alterándome por dejar mi hogar y convertirme en adulta. Mientras tanto, Edward Cullen estaba a punto de pelear una guerra con la que no estaba necesariamente de acuerdo, y ese pensamiento me hizo sentir pequeña.
—Cuídate estando allá. —Me giré en su regazo y toqué su hombro. Su piel ardió debajo del delgado algodón de su camiseta. Miró mi mano y luego mis ojos antes de asentir.
Era suficiente.
Año nuevo, traducción nueva… o eso dicen :)
De acuerdo, quiero comentarles un poquito de mi experiencia con esta historia. Como ya habrán notado, toca temas un tanto delicados. Yo leí esta historia conforme la fueron publicando, mi corazón lloró y murió por Edward y Bella con cada actualización, esperando impaciente con un dolor sordo al esperar cada capítulo. Sí, no sé manejar muy bien el drama, es por eso que la mayoría de mis traducciones son muy ligeras o más de humor que de drama. Sin embargo decidí hacer una excepción con esta historia. ¿Por qué? Simplemente porque es demasiado buena para perderme esta oportunidad, entra en mi Top 5 de historias favoritas y la autora es una de las mejores que he leído en el fandom. Les advierto de una vez, vamos a sufrir, pero les juro que va a valer la pena al final.
Gracias como siempre a mi beta Isa que me acompaña en cada traducción, que se emociona y llora conmigo al traducir los capítulos. Cariño, te adoro!
Gracias a chocaholic123 que me permitió hacer la traducción de esta y otra de sus historias (que subiré más adelante).
Y sobre todo, gracias a ustedes, mis lectoras, que siempre están apoyándome y animándome a seguir, que me brindan su paciencia y comprensión. Lo he dicho mil veces y lo diré mil más, ustedes son la razón de que yo siga aquí, traduciendo historia tras historia.
Espero de verdad que les guste este nuevo proyecto tanto como me gustó a mí.
Las actus serán una vez a la semana, así que nos leemos el siguiente miércoles ;)
