-Xanxus-nii... ¡¿Xanxus-nii?!
By: Kaito Wanijima
Maldijo a Tsunayoshi Sawada por milésima vez en la semana. ¿Por qué? Por lo que se le diera la gana, Xanxus no necesitaba excusas para maldecir a la gente.
Aunque decir que no había un porque no sería del todo cierto, después de todo llevaba soñando con ello una semana.
Rechinó los dientes fastidiado, sirviéndose más whisky en el vaso que sostenía.
Y pensar que al principio creyó que eran simples recuerdos de su infancia/adolescencia -más adolescencia que infancia-. Oh, que equivocado estaba y que ignorante vivía. Sí, ignorante, porque en ese momento desconocía una etapa de su vida que ve a saber como coños olvido.
Un Xanxus de 13 años lanzó un grito de ira mientras volcaba al piso el mueble que tenía más cerca, dándose cuenta en el proceso que era una mesa que sostenía un florero. Una vez conseguido su objetivo y recibido sin quererlo un poco del agua del atrezo siguió con los cuadros, que reposaban estúpidamente en la pared, sin mostrar nada relevante, sólo estúpidos paisajes que a nadie le importaban. Después de asegurarse de romperlos lo suficiente como para no tener compostura pasó al papel tapiz de un color aburrido al que no dedicarías ni más de dos segundos de apreciación.
Estaba enojado, así que comenzó a romper cosas, como ya se le había hecho costumbre en el año que llevaba viviendo en la sede Vongola.
Regresando al tema de interés...
¿Cuál era la razón de su rabieta? La basura inútil que se amontonaba en toda la mansión, ellos, sus rostros y la mierda que parloteaban. De frente todos le trataban con respeto por ser hijo de ese viejo, pero cuando creían que no les veía o escuchaba le miraban con asco y hablaban de la deshonra que era su existencia al ser hijo de una prostituta.
Pero no era sólo eso, también estaba lo que su madre mencionó el día que conoció al anciano, cosa que también había escuchado de la boca de los inútiles que rondaban en la sede: que él sería el próximo jefe de esa familia mafiosa en particular, el décimo para ser exactos.
Y parte de que todos afirmaran eso también contribuía en su enojo. Él no estaba ahí como ganado que podían domesticar o en su defecto domar, cosa que demostró en sus intentos de fuga, que sucedieron más de una vez. En ese momento también se enojó por el hecho de no ser más que un mocoso y por lo tanto no poderse largar a su gusto de ese lugar. También le achacó la culpa a su madre, que ahora mismo debía estar disfrutando su vida junto al hombre con el que se había marchado -después de ver que no conseguiría nada con el noveno-, abandonándole de paso.
Se recostó en la cama (que ahora mismo era el único lugar intacto), cansado. A pesar de que destruir unos cuantos muebles no era suficiente para dejarlo extenuado, regresaba de su entrenamiento cuando escuchó a la basura inútil hablando, así que era lógico que no tuviera tanta energía.
Se sentía tan solo en ese lugar tan grande, porque a pesar de ser Xanxus, seguía siendo un mocoso de 14 años.
En ese momento deseo que existiera alguien en ese maldito lugar con quien pudiera hablar de algo que no fuera mafia, entrenamientos u orígenes.
Y juro, sí, juró que si llegara a conocer a alguien así lo protegería con su vida.
Arrojó el vaso vacío a la cabeza de el espadachín que llegó ahí por su llamado.
-¡Voooooiii! ¡¿Ahora qué te pasa, estúpido jefe?!- Gritó el peliblanco enfadado por la agresión.
-...- Guardo silencio un segundo para después continuar.-Nos vamos a Japón, basura.
