HetaEspaña

Reconquista I

Batalla de Covadonga

Año 722 d.c. En la Hispania, tras caer el imperio romano, un nuevo pais vuelve a conquistarla, esta vez son los musulmanes, un hombre llamado Al-Andalus, paso por el estrecho de Gibraltar hasta llegar a Gades, este hombre y sus tropas conquistó toda la actual Andalucía y estableció el emirato de córdoba, el califato omeya. La ambición del musulmán no es pequeña por lo que le empezó a conquistar mas territorio a Hispania, el paso del musulmán era arrollador, tierra que pisaba, tierra que conquistaba, Al-Andalus conquistó el centro de la península y se extendió aún más por el mediterráneo y la costa atlántica, Al-Andalus ya dominaba casi toda Hispania, pero quedaba un poco, ese pequeño territorio montañoso al norte, un lugar al que los crisitanos llamaban Asturias, Al-Andalus decidió poner fin a todo y eligió una tropa de unos 187.000 hombres y él y esa tropa emprendierón la marcha para poner fin a su conquista.

Hispania corría haciendo acopio de todas sus fuerzas, la vegetación ralentizaba un poco su paso pero no la frenó, sabía que le quedaba poco de vida, sabía que iba a morir, pero tenía que avisarle, Hispania chocó contra un joven rubio.

Asturias:Hey...¡Hispania! ¿qué te pasa?

Hispania: Asturias, es el musulmán... se está acercando.

Asturias: ¿Qué? ¿el musulmán? ¿Qué pasa con los demás?

Hispania: Todos... han sido... con-conquistados.

Asturias: N-no puede ser... ¡Eh! ¡Hispania, no te duermas!

Hispania: Este es mi fin... Asturias, déjame pedirte un favor...

Asturias: Hispania...

Hispania: Tu no debes caer, debes echarles... un niño... en Granada... lo llamé España... está preso... tienes que salvarlo...

Asturias: ¿Un niño? ¿que dices, madre? ¿es en serio?

Hispania: Tu crees que puedo bromear ahora... adios... cuida de Cantabria... te quiero.

Asturias: ¡EH! ¡HISPANIA, DESPIERTA, VAMOS ABRE TUS OJOS! ¡HISPANIAAAAA!

Y así el territorio que había críado el imperio Romano, murió, dicen que el llanto del Astur fue tan grande que se oyó en todo el mundo, no se sabe, lo que si que está claro es que lloró, y mucho.

Asturias se levantó y se dirigió a cangas de onís, las crónicas cuentan que estaba tan furioso que aunque mandarán la mismísima armada invencible contra él , él solo podría despedazarla.

Don Pelayo: Asturias.. ¿ha pasado algo?

Asturias: Reúne a nuestros mejores soldados y llévalos a lo alto del monte auseva, los musulmanes se aceran, también llevar las piedras más grandes que encontréis. ¡Xuan, coge unos hombres y vete a recoger a Cantabria, la quiero aquí mañana!

Todos se pusieron manos a la obra para prepararse para la batalla.

Al día siguiente, Asturias estaba sentado en un piedra sacandole brillo a una espada cuando llego Xuan con una pequeña agarrandole la mano. La pequeña Cantabria nada más ver a Asturias comenzó a llorar y se lanzó a abrazarlo.

Cantabria: Asturias, ¿Por qué no hay nadie? ¿Donde está Hispania?

Asturias: Cantabria, lo siento, Hispania, ha muerto... por favor no llores, te... te prometo que los echaré de aquí, asi que por favor no llores.

Cantabria hundió su cara en el pecho de Asturias e intentó ahogar su llanto mientras Asturias le acariciaba su cabellera negra.

Asturias: Te quedarás en Cangas de Onís hasta que acabe la batalla, no quiero arriesgarme a perderte a ti también.

Cantabria: Y si yo te pierdo a ti... Asturias... son muchos no podrás con ellos.

Asturias: Te prometo que volveré a buscarte y te diré que hemos ganado... te lo prometo por todo lo que yo mas amo, que ahora mismo eres tú... ¡VOY A GANAR ESA BATALLA Y LOS ECHARÉ DE AQUÍ! De acuerdo..

Cantabria: Por favor... no mueras.

Asturias: Por supuesto que no... ¡Xuan, lleva a Cantabria a Cangas de Onís, dile a las ancianas que cuiden de ella como si de su propia vida se tratase!

Xuan: De acuerdo

Xuan le cogió la mano a Cantabria y Asturias se agachó para darle un beso en la frente y le dijo.

Asturias: Te quiero, pequeña

Cantabria: Y yo

Asturias vio como se alejaba con Xuan, Don Pelayo se le acercó y le puso la mano en el hombro a la vez que le tendía una cruz dorada con el brazo inferior mas largo que los demás a modo de bastón.

Asturias: ¿Qué es esto?

Don Pelayo: Tu arma en la batalla, que Dios esté con nosotros.

Don Pelayo se alejó y Asturias miró al cielo como buscando una respuesta de Dios, luego se dio la vuelta y se fue a dormir un poco, mañana llegarían los musulmanes y quiere estar fresco.

A la mañana siguiente Asturias se despertó por culpa de el revuelo que había en la cueva.

Don Pelayo: Asturias, Al-Andalus se acerca, mira

Asturias se levantó y vio como un batallón de unos 187.000 hombres comandados por Al-Andalus se acercaban por el bosque, Xaime se apresuró a coger su cruz, mando que todo el mundo preparase sus armas y las piedras y esperó firme junto a Don Pelayo a que se acercasen.

Cuando llegaron Al-Andalus miró hacia arriba y vio a Asturias y sus hombres.

Asturias: Te lo voy a decir solo una vez, vete ahora mismo de la península y te dejaré vivir, de lo contrario firmarás tu muerte.

Al-Andalus: No puedo creer que hables en serio.

Asturias: Has perdido tu última oportunidad... que empiece la batalla.

En ese momento, los soldados astures empezaron a lanzar piedras a los moros, las tropas de Al-Andalus se revolvían en el suelo intentando evitar la lluvia de rocas que llovía sobre ellos, muchos soldados acabaron aplastados bajo las piedras y Al-Andalus encolerizado gritó.

Al-Andalus: ¡Asno salvaje! Baja aquí y plantame cara si tienes lo que hay que tener.

Asturias miraba penetrantemente a Al-Andalus con sus ojos azules.

Asturias: Pelayo, voy a bajar, lidera las tropas, no podemos perder esta batalla.

Don Pelayo: De acuerdo, ten cuidado.

Asturias bajó por las piedras hasta el suelo, luego se fue caminando con paso firme a por Al-Andalus y se plantó delante de él, Al-Andalus se bajó del caballo y desenvainó su espada.

Al-Andalus: Ni siquiera tienes una espada, acaso piensas hacer algo con esa especie de bastón en forma de cruz.

Asturias: Pienso destrozarte con él.

Al-Andalus lanzó un mandoble horizontal a Asturias, el astur dio un paso atrás y evitó el golpe, a continuación, Asturias le golpeó con su cruz haciendo retroceder a Al-Andalus, el moro volvió a cargar contra él con su espada pero Asturias detuvo el sablazo con su cruz, el astur le barrió los pies con su pierna izquierda y lo tiró al suelo, el astur se colocó encima de él y le cogio del cuello.

Asturias: Última oportunidad, Al-Andalus.

Al-Andalus: Púdrete, Asno salvaje.

Asturias: Como quieras.

Y el duelo continuó, los dos se intercambiaban feroces golpes, Asturias había recibido un corte en el hombro y otro en la pierna y Al-Andalus tenía la cara llena de moratones y su boca sangraba, además de tener alguna costilla rota debido a los feroces golpes de la cruz, el duelo siguió y los dos seguían golpeándose como si no hubiera un mañana. Por el lado de Don Pelayo, las piedras llovían de manera brutal los musulmanes intentaban con toda su destreza librarse de aquella masacre pero era en vano, los que intentaban escapar se veían emboscados por soldados astures apostados dentro del bosque para rematar a los musulmanes cuando se retirasen. Al-Andalus miraba horrorizado como todos sus soldados caían, no se lo podía creer, no podía, solo eran un par de granjeros sin ninguna instrucción en el arte de la guerra. Al-Andalus y Asturias se desarmaron a la vez tras un choque brutal de su cruz y su espada, Al-Andalus miró fijamente a Asturias.

Al-Andalus: ¿Por qué os resistís? ¿¡Por que cojones no os rendís!?

Asturias miró fijamente y con odio a Al-Andalus y le dijo:

Asturias: Hay cosas que debo proteger- la imagen de Cantabria llegó a su mente-, cosas que debo recuperar- las tardes en la iglesia con Visigodo e Hispania y la cristanismo de los dos le rondaron la mente- y... - Asturias recordó el cuerpo inerte de Hispania- ¡COSAS QUE DEBO VENGAR!

Asturias cargó toda su ira en un puñetazo que golpeó de lleno a Al-Andalus en la cara y lo tumbó en el suelo, la lluvía caía y Asturias soltó un grito de rabia.

Al-Andalus cuando se despertó se hallaba rodeado de soldados astures y del propio Asturias, los soldados musulmanes habían sido masacrados a pedradas y Al-Andalus se hallaba malherido sentado en el suelo.

Al-Andalus: No puede ser, un asno salvaje, no me lo creo.

Asturias: Despídete Al-Andalus.

En ese momento unos pocos soldados musulmanes rodearon a su amo y Asturias analizó la situación, eran unos 8 soldados musulmanes armados, su gente se había quedado sin piedras y un enfrentamiento directo sería muy arriesgado, no quería arriesgar sabiendo que ya había ganado la batalla.

Asturias: Escúchame, moro, te voy a permitir salir con vida de aquí, pero con la condición de que no volverás a intentar invadir esta tierra y reconocerás la soberanía del Reino de Asturias. ¿Qué me dices?

Al-Andalus: De acuerdo, sé reconocer una derrota, pero cuando me recupere juro que te mataré.

Asturias: No te preocupes, ya iré yo a por ti, te echaré de este lugar.

Al-Andalus se subió a un caballo y con la ayuda de sus soldados emprendió la marcha a Córdoba.

Asturias cayó de rodillas agotado, había ganado, había protegido a su gente, en ese momento, se fue hacía Cangas de Onís con sus soldados celebrando la victoria.

Cantabria estaba sentada jugando con una flor cuando oyó a las anciana mencionar que se acercaba alguien, Cantabria se levantó y miró hacia el horizonte, por el puente romano se acercaban tropas, a Cantabria se le sobrecogía el corazón al pensar que serían los moros y que Asturias había muerto, pero sus ojos se salieron de sus órbitas y su corazón dio un vuelco al ver a un joven rubio que sostenía una cruz al aire.

Asturias: ¡Hemos ganado, Hemos ganado! Cantabria, Cantabria... ¡Hemos ganado!

Cantabria empezó a llorar y salió corriendo como un resorte a abrazar a Asturias, los dos se funideron en un emotivo abrazo y Cantabria lloraba en el pecho de Asturias.

Cantabria: Idiota... sabes lo asustada que estaba... que habría hecho si te hubiera perdido...

Asturias: Te prometí que ganaría... y gané.

Cantabria: Que vamos a hacer ahora...

Asturias: Está claro, hoy a empezado la reconquista, echaré a esos musulmanes de aquí.

Cantabria: Es muy peligroso, recuerda que siguen dominando esta península y nosotros solo somos dos tribus.

Asturias: Te equivocas, Cantabria, yo ya no soy una tribu y tu tampoco, ahora soy el Reino de Asturias y tu estas bajo mi cuidado.

Cantabria: ¿Eh?

Asturias: Solo confía en mi... ¡Pelayo!

Don Pelayo: ¿Si, señor?

Asturias: A partir de ahora tu serás mi rey, enorgullecete, hoy empieza una nueva época.

Don Pelayo: Si, señor.

Asturias miró al cielo y se armó de valor para el futuro que le esperaba.

Siguiente capítulo: León y Castilla

Como su título indica la aparición de chibi león y chibi castilla, además de la de Galicia y Euskadi.