CAPITULO 1. NUEVA YORK.

St John s Hospital

Nueva York, City.

Los medios de comunicación se encontraba atiborrados en las afueras del hospital pues uno de los acontecimientos más sonados del ultimo año se estaba llevando acabo en cualquier momento saldría el personaje al que estaba esperando. En cuanto las puertas se abrieron eran las 9.43 de la mañana y apareció él, aquel millonario, filantropo, playboy y ahora superheroe. Los flashes no se dejaron esperar, las grabaciones y las preguntas. Traia consigo un pequeño envoltorio color rosa Se detuvo sonriente.

-Bien aquí estamos nuevamente.

-¿Señor Stark como se siente?

-Invencible, soy el hombre mas feliz de la tierra...-sonreía mientras miraba el pequeño envoltorio-.

-Suponemos por el color que fue una niña ¿Como la llamará?

-Supone bien, su nombre es María Stark en honor a mi madre, y de hoy en adelante será la mujer mas importante de mi vida-dijo con un amplia sonrisa.

-¿Como es su estado de salud?

-Excelente a pesado 3,400 gr. Y medido 54 cm.

-¿Que hay de su madre?

-Ella se encuentra en buenas condiciones, si me lo permiten es hora de retirarnos mas adelante convocare a una rueda de prensa en Stark Industries y tendremos un pequeño festejo...

Comenzo a caminar mientras los periodistas intentaban hacerle mas preguntas. Happy le espera mientras le abre la puerta del automovil, detrás le seguía un mayordomo, relativamente joven, que llevaba las cosas que necesitaba la bebè. El auto arrancó y se perfilaba hacia la torre Stark.

El miraba con entusiasmo a su pequeña hija, estaba emocionado, aunque en realidad era una emoción a medias. Era un idiota, por un lado se culpaba por su reciente actuación pero por la otra de no haber sido así esta pequeña niña no estaría en este mundo. En cuanto estuvieron en la Torre Stark en casa recostó a la pequeña en su cuna y la miro con gran detenimiento, tenia unos hermosos ojos marrón como los suyos, su cabello apenas se asomaba en su cabeza, no podría determinar si era como el suyo o como el de su madre. Le causaba gran paz pero tenia que revisar otras cosas. Al ir a la sala su mayordomo le miraba con interés.

-Deberá conseguir una institutriz.

-Eso se escucha muy arcaico y lo sabes. Ademas ¿no confiás en tus habilidades?

-Soy un excelente ayudante pero no creo que criar niños sea mi especialidad...

-JARVIS

-¿Señor?

-¿Haz escuchado lo que tu sobrino dijo?

-Si señor y creo que es en lo correcto.

-¿Acaso los JARVIS solo han sido mayordomos?porque eso, eso los hace verse ya sabes fuera de moda...

-Generación tras generación señor Stark mi tío abuelo fue el único que rompió con esa tradición. Fué héroe de guerra, boxeador profesional y su mayordomo.

-Y aun lo és.¿Pero no sabes que de alguna manera retorcida también cuido de mi antes de irme al internado?

-Desconozco esa parte señor.

-No necesitamos institutriz. Prometí que nunca mas traería a una mujer aquí.

-Eso es algo exagerado señor, considerando, si me permite decirlo que eso debio ser antes de aquel incidente-dijo el Jarvis de carne y hueso.

-Estoy de acuerdo con esa moción Señor.

-Basta ¿ahora los dos Jarvis están en mi contra?. NO mas mujeres, dijo con aburrimiento. Da el aviso a todos que la fiesta de bienvenida se llevara a cabo mañana aqui, invita a nuestros amigos.

-¿Que hago con los retratos de la Señora Stark?

-Dejalos donde están

-Como usted ordene.

El joven Edmund Jarvis sobrino nieto de Edwin Jarvis salió del lugar, le había contratado poco antes de casarse con ella, con la única mujer a la que podía llamarsele señora Stark después de su madre: Virginia Potts. Se había casado con ella pocos meses después de lo del extremis de eso ya hacia poco mas de tres años. Como anhelaba que ella, que ella estuviese aquí...suspiró hondamente y contemplaba las luces de aquella ciudad...

-hay cosas que no deberían cambiar-dijo para si mismo- si solo hubiera tomado otras decisiones, si solo...pero María...-miró hacia la puerta tras la que plácidamente dormía María-...Pepper...-dijo mirando un retrato colgado en la pared. De hecho la casa aun permanecía tal y como ella la había dejado, tal y como la había adornado, a veces le parecía que aun olía a ella...