Bien esta es la segunda historia que publico((la primera es Kamui's New Destiny por si a alguien le interesa jeje)) no tiene tanto que ver con la película de King Arthur, más bien con la leyenda y la búsqueda del Santo Grial aunque advierto que, al tratarse de un fanfic hay cosas que son totalmente AU (Universo Alterno) y por lo tanto no forman parte de la verdadera leyenda del Rey Arturo y la Búsqueda del Santo Grial, no escribo esto con fines de lucro, si no de diversión y advierto que la historia puede a veces llegar a ser muy cursi, a veces muy angustiante, a veces muy rara jajaja pero me encantaría que disfrutaran leyéndola tanto como yo disfruto escribiéndola. Por favor todos los comentarios son bien aceptados, sobre todo para mejorar.


El rescate de los Caballeros

Su rescate hizo que me prendara de él inmediatamente. No era muy común que un caballero llegara a rescatarte de las garras de la ambición, no en esos tiempos, sin embargo, él se veía como un ángel caído del cielo.

-No te preocupes, estarán bien.

Me dijo envolviéndome en una manta mientras otro caballero se encargaba de Geraldine, mi compañera.

Estaba muriendo de hambre, ya no soportaba la sed, pero no dije nada, nos subieron a unas carretas y el caballero, el ángel, se subió con nosotras.

-Deben estar muriendo de hambre y sed. Tomen.

Nos dijo y nos ayudó a tomar agua de unas copas. Aquello me reconfortó sobremanera. Hacía tanto que no probaba líquido, que en verdad me pareció uno de los momentos más gloriosos de toda mi vida.

Supe que Geraldine también se sentía reconfortada, pero al contrario de mí, ella no podía apartar su vista de la ventana del carruaje, desde dónde se veía la espalda del otro caballero.

-¡Lancelot! ¡Ya lo veo!- gritó otro hombre desde afuera y el caballero que me había salvado se asomó a la ventana del carruaje apresuradamente. Entonces su nombre era Lancelot.

Crucé mi mirada con la de Geraldine, sus ojos verdosos, a pesar de todo lo que habíamos pasado, brillaban, con un leve gesto me indicó que mirara al caballero que la había salvado a ella, y comprendí.

Es él.

Cuando Lancelot volvió a su sitio, fijé mi vista en la espada que traía el caballero que salvó a Geraldine.

Dios mío, es Excallibur.

Pronto comprendí y mi cabeza comenzó a conectar ideas. Habíamos sido salvadas por el Rey Arturo y sus Caballeros, y Lancelot era el mismo Lancelot de las historias que nos contaban en nuestro pueblo, cuando éramos libres, tanto Geraldine como yo.

-¿Lancelot?- dije con un hilo de voz, el volteó a verme y su mirada me traspasó como un arma filosa. Sonrió.

Yo no dije nada más, porque antes que nada, tenía que hablar con Geraldine, a solas. Pero el seguía mirándome.

-¿Cuál es tu nombre?- me preguntó.

Pero entonces el carruaje se detuvo. Habíamos llegado a nuestro nuevo destino.

Lancelot tomó a Geraldine en brazos y se la cedió a otro caballero, que después conocí como Gawain. Después volvió y me recogió.

-Llegamos a Camelot- me dijo en casi un susurro y me sorprendí de la visión que se alzó ante mí.

El legendario castillo que albergaba al Rey Arturo era aún más bello de lo que solía imaginarme. Una mujer salió corriendo a recibir a los caballeros, se tiró al cuello del Rey Arturo, lo besó en los labios y le dio la bienvenida, volteó a ver a Lancelot, le hizo un gesto con la cabeza y le sonrió.

Aquello hizo que la sangre me hirviera por dentro.

-Creo que puedo caminar- le dije al oído. Al principio Lancelot se rehusó pero ante mi insistencia, cedió.

Me posó con delicadeza en el suelo y lo tomé por el brazo. Suelo aceptar la ayuda, pero jamás parecer una carga.

-¡Gawain!-dijo Lancelot- tenemos que llevarlas con Alena, para que las ayude a bañarse y les de de comer.

Gawain asintió, el aún tenía a Geraldine en los brazos, pero por supuesto, Geraldine había sufrido mucho más que yo.

El Rey Arturo volvió la vista hacia nosotros y le dijo a Geraldine que esperaba vernos en la cena, ella, sonrojada, asintió. La mujer que iba del brazo del Rey Arturo le hizo un gesto para que este se apresurara, de nuevo esa punzada en mí, de nuevo la sangre hirviendo.

Nos llevaron hasta una enorme habitación muy elegante, una mujer de avanzada edad ya estaba ahí, como si nos hubiera estado esperando.

-Cuida de estas mujeres, y que estén listas para la cena, el Rey Arturo desea tenerlas en su mesa.

La mujer asintió, era Alena, ayudante en el castillo.

Tardó mucho tiempo en ponernos presentables, lo admito, la pobre mujer trabajó demasiado, pero cuando terminó, logré reconocer en Geraldine a la mujer que solía ser.

-Ahora las guiaré al comedor.

Ambas seguimos a Alena pero sin muchas ganas, queríamos hablar primero a solas, antes que presentarnos con el Rey.

Aunque desearlo no sirvió de mucho, pues llegamos al comedor y no hubo vuelta atrás. Todos los caballeros se pusieron de pie con nuestra llegada. Típico de gente con buena educación. Lancelot me había reservado un asiento a su lado, frente a la mujer del Rey. Ginebra.

-Rey Arturo, muchas gracias por la bienaventurada ayuda que nos ha brindado en este día, jamás podremos terminar de agradecerle lo que ha hecho.

Dijo Geraldine mirándolo fijamente a los ojos. El Rey le dio un sorbo al vino de su copa y le devolvió la mirada.

-Tuvimos suerte de haberlas encontrado. Ahora por favor, háganos el favor de relatar su historia.

-Me temo que eso es imposible, al menos por ahora, lo siento mucho su alteza, pero no podemos hacer eso.

Otro sorbo.

-Me lo temía- dijo- sin embargo, yo tendré paciencia.

La cena transcurrió con tranquilidad y ni Geraldine ni yo fuimos interrogadas, lo cuál era un alivio, sobre todo para mí; yo no tenía el temple de Geraldine.

Entre otras cosas, no podía dejar de mirar a Lancelot, y noté que la reina Ginebra tampoco, eso me sorprendió y decidí que investigaría que pasaba con esa situación. Por supuesto que lo que encontré no fue del todo agradable.

Cuando terminó la cena y los caballeros se retiraban a sus hogares poco a poco, Geraldine y yo nos levantamos con permiso para ir a nuestra habitación.

No escuchamos ni percibimos al que se levantó tras nosotras.

Sentí una mano pesada sobre mi hombro que me obligó a girar, me sorprendí al encontrarme con el Rey.

-Merlín me dijo que las encontraría, ustedes saben de mi búsqueda y sé que pueden ayudarme en ella, por favor, se que dije que sería paciente, pero entre más pronto se atrevan a confiar en mí, sería mucho mejor, se los suplico.

Tomé la mano del Rey y le dije.

-Sabemos de su búsqueda y créame, no pretendemos que caiga en la desesperación sabiendo que tiene todo casi al alcance de la mano. Ya confiamos en usted, sobre todo porque Merlín también nos lo dijo, pero no es tan fácil dar a conocer el secreto.

El Rey bajó la cabeza casi con humilde solemnidad.

-Lo sé. Buenas noches.

Dijo y se retiró. Busqué la mirada de Geraldine, ella asintió con una sonrisa y percibí orgullo en su mirada.

-Sólo una cosa más- dijo el Rey desde una distancia un poco alejada, pero su voz resonó en el pasillo de aquél castillo.

-Lancelot quiere saber su nombre, dice que se ha quedado esperándolo.

Me alegré de que la escasa luz no dejara ver que me había sonrojado sobremanera.

-¿Y si también tuviera que tener paciencia y esperar para saberlo?

Dije, la risa del Rey inundó los rincones del pasillo de nuevo.

-Me temo que sería un poco difícil para él, así como fue de difícil para mí esperar para conocer el nombre de Geraldine.

-Bien, en ese caso, dígale que mi nombre es Katya

-Gracias Katya.-dijo el Rey y se marchó.

Geraldine y yo nos metimos a nuestra habitación, ella se desplomó sobre la cama y su cabello rizado se esparció en la almohada inmaculada y blanca.

-Dios mío- escuché que había susurrado…

-Geraldine… ¿Tardaremos mucho en esto?

Ella se incorporó y me miró.

-Talvez, no sé…tengo que estar bien segura antes de hacer o decir cualquier cosa, se trata de algo sumamente importante Katya, lo sabes.

-Lo sé…

Y vaya que era importante…se trataba del Santo Grial.


Bueno, aquí termina el primer capítulo, espero que les haya gustado, besos saludos… R&R please!!