27 de Julio de 2274, -20ºC, actualmente la temperatura media del planeta es de -42º celsius.
Hace casi 50 años desde que se consumió completamente el petróleo y la humanidad esta en peligro. Las bajas temperaturas hacen que los mas débiles caigan enfermos y se mueran debido a la falta de recursos, el resto se refugian en cuevas cerca de las montañas para poder aislarse del frío y de las tormentas. Poca vegetación queda y la mayoría de especies animales se han extinguido. Solo quedan grandes desiertos helados, las grandes ciudades han caído, se han consumido la mayoría de recursos y los que todavía quedan están enterrados bajo el hielo a decenas de metros de manera que son inalcanzables. Solo queda esperar a la muerte en este mundo, al menos eso es lo que decía mi difunto abuelo.
Hoy he salido al exterior para ver como estaba el panorama debido a que necesitábamos salir a cazar porque no estábamos quedando sin alimentos. Por suerte, con los prismáticos pude localizar a un zorro que deambulaba por la zona. Avisé a mi padre para prepararnos para salir e ir a por aquel zorro. No perdimos el tiempo y salimos con nuestros "Aqtigi" (Abrigo de piel típico de los Inuits) y el arco, junto un carcaj de flechas, y procedimos a la caza.
-¡Papá!, date prisa o vamos a perder el rastro.- Dije mientras echaba a correr.
-No te preocupes Leo, las huellas nos guiarán. Debemos ser cautelosos.- Anunció mientras afilaba las puntas de flecha con su sonrisa habitual.
Mi padre, al contrario que mi abuelo, siempre pensó que todavía tenemos una oportunidad de sobrevivir y hacer que todo vuelva a ser como antes. El nunca perdía la esperanza, ni siquiera la perdió cuando perdimos a mamá. Yo apenas la recuerdo, lo único de lo que me acuerdo es de su rostro sonriéndome mientras me tenia en brazos, era como si de un ángel se tratase. Por desgracia es el único recuerdo que tengo de ella. En cuanto a mi padre, lo admiraba mucho. Él me contaba historias sobre como era todo antes de que el mundo se fuese al garete y parecía un mundo fácil donde todo el mundo era feliz, pero yo solo conocía el mundo actual. Ni siquiera conocía a alguien que no fuese de la familia puesto que cuando yo era muy pequeño tuvimos que irnos del anterior refugio debido a una pelea entre mi padre y los demás. De eso hace ya 13 años y por aquel entonces yo tenia 2.
-Se ha parado, es nuestra oportunidad, ¡dispara!- Le dije a mi padre nervioso.
-Shhh, calla.- Me susurró. -Debemos esperar a que nos guíe hacia su madriguera, entonces y solo entonces debemos disparar.-
En ese momento entendí el sentido de la caza. Mi padre era muy astuto para este tipo de cosas, así que seguimos a la presa hasta su madriguera donde ahí residía la hembra con sus cachorros. No nos detectaron, manteníamos la distancia para que no nos olieran. En el momento en el que se adentraron en su agujero nos pusimos manos a la obra y plantamos una trampa justo en la entrada. Empezaba a anochecer y era peligroso estar fuera, debíamos volver a casa cuanto antes o seria demasiado arriesgado pasar la noche fuera. Mi padre, había dejado un rastro porque ya presentía que iba a pasar esto entonces no tuvimos problema para volver. Cuando llegamos, encendí un fuego para esta calientes durante la noche en la cueva. Empezaba a tener hambre y no podía dormir, mi padre se quedo dormido prácticamente enseguida después de tumbarse sobre el saco de dormir. Decidí asomarme a la "puerta" que construimos de piedra y hielo, y me asomé para ver que pasaba fuera. Abrí un poco la puerta y vi que la noche estaba tranquila, el cielo estaba plagado de estrellas y una aurora boreal. Me quede asombrado ante tanta belleza, no pensé que la naturaleza pudiese crear algo semejante y mas en una zona como en la que estábamos, donde es muy inusual ver una. No se cuanto tiempo me quedé observándola pero me estaba empezando a conciliar el sueño así que cerré la puerta y me volví a la cama.
A la mañana siguiente, me desperté y mi padre ya estaba preparado para salir a comprobar la madriguera.
-Voy a salir ya, me adelantaré para ver como esta la cosa. Ya conoces el camino, te estaré esperando.- Dijo mientras sonreía como siempre.
-Vale, salgo enseguida- Dije con un tono enérgico mientras me preparaba.
Cuando salí empecé a seguir el camino que había dejado mi padre pero a mitad de camino me percate de que me había perdido. Pensé que me había saltado una de las marcas que dejo mi padre en los trozos de hielo que había por el camino, pero en realidad fue que se quedó enterrado. Acto seguido escuche un grito, era la voz de mi padre. Así que corrí y corrí hacia donde provenía el sonido y llego un momento en el que deje de escucharlo. Me temía lo peor. Poco después conseguí llegar al lugar donde encontramos la madriguera. Me quedé atónito al ver tanta sangre sobre la nieve, no me creía lo que estaba pasando.
