Desde pequeño había tenido que soportar demasiado: A los típicos matones del colegio, la gente que pasaba completamente de él -ninguno de ellos le brindaron nunca las respuestas que el pedía-, una profesora que le cambiaba el nombre por el de "Freddie" continuamente, a sus padres... Estos últimos habían convertido su vida en un infierno; aunque la verdad es que solo agravaron el problema hasta el punto de que el niño intentó por todos los medios separarse de ellos. Humillación. Bueno, el borracho de su padre estuvo acostumbrado a golpearle cada día y a insultarle sin motivo alguno. Su madre nunca dijo nada ni reprochó la conducta de su marido; es más, se alegraba. Y cuando Edward les encontró discutiendo por el tema de quien había tenido la culpa de su nacimiento... Digamos que no le sentó muy bien, pero prefirió callarse.
La noche había precedido al día. Como era habitual, un montón de personas se encontraban paseando por las siniestras y oscuras calles de Gotham. Lo mejor a lo que alguien podía aspirar esos días era al hecho de no verse envuelto en alguna de las trifulcas que mantenían las bandas mafiosas de Gotham. Pese a la estación, los termómetros se mantenían fijos con una temperatura que rondaba alrededor de los diez grados centígrados. La tensión parecía haberse acumulado en cada uno de rostros pertenecientes a los seres que frecuentaban los suburbios, el ambiente estaba muy cargado y había más peleas de lo normal. El único lugar en el que alguien podía despejarse era en el "Iceberg Lounge"
Se encontraba nervioso, en sus manos sujetaba un puro que permanecía apagado. De vez en cuando miraba al techo, estaba tratando de dar una explicación rápida, precisa y coherente. No encontraba la forma, por lo que negó veces con la cabeza y cerró los ojos. Su espalda estaba apoyada contra la pared. La conversación que mantenía con Oswald se volvía más pesada por momentos.
—Ambos sabemos que no soy de ese tipo de personas, yo no tiro nunca un trato como ese por tierra- Su mirada reflejaba indignación, odiaba que dudasen de su palabra. –Por cierto… A mi parecer Batman está perdiendo su astucia, ya no es como era antes.—
—El asunto se te escapa de las manos. Hace tiempo que creo que la ciudad no está en sus mejores días— Oswald asintió al oír sus propias palabras y tomó dos copas de un pequeño armario que estaba situado a su derecha. Descorchó una botella de vino, vertió su contenido en las copas y volvió a sentarse. Las dejó sobre la mesa y continuó hablando. -¿Sigues con tus juegos? ¿Creyendo que eres el mejor detective del mundo e intentando poner a prueba la inteligencia de los hombres del GCPD?—
Edward deslizó su mano derecha hacia el bolsillo de su chaqueta y sacó un encendedor "zippo" de cromo. Solo lo había sacado para prender el puro. Rió a carcajadas al observar que sus manos temblaban, esto propiciaba al estremecimiento de la llama que se movía de un lado a otro. Esta llama parecía tener vida propia y buscar el puro con ansias. ¿Cómo podía ser amigo de Oswald Cobblepot? Los dos criminales eran muy egoístas y cobardes... ¿Sería esa la causa de su extraña unión? Las palabras de Penguin provocaron que Nigma se mostrase increíblemente molesto y comenzase a argumentar en su defensa. —No son juegos, soy la persona más inteligente de Gotham. No creo que seas la mejor persona para hablar de esos asuntos, Oswald, y menos sabiendo que lo único a lo que te dedicas estos días es a huir del murciélago y sus secuaces.— La sala fue invadida por un silencio incómodo, silencio que Ed interrumpió con una sarcástica sonrisa. —¡Se me olvidaba! Tú te dedicas a fingir que eres un tipo decente, a buscar refugio ante Batman.—
