Amor de alquiler
Capítulo 1
Estaba triste, solo y sin amor, y en un lugar yo di con ella
Un chico algo borracho caminaba por una de las zonas más peligrosas de la ciudad de Tokio, estaba muy bien vestido y se veía de buena familia. Sus pasos eran errantes y el que se acercaba lo suficiente podía escucharlo murmurar incoherencias y muy frecuentemente fuertes insultos.
- ¡Maldita!- murmuró el joven acongojado.
Jamás lo creyó posible ¿cómo pudieron engañarlo a él? ¡¿A él?! Que es uno de los hombres más importantes del mundo ¿Cómo se atrevieron? Eso no seiba a quedar así, pero por el momento no tenía fuerzas para hacer nada, se sentía sucio, traicionado y sobre todo muy herido… después de todo la quería mucho, no la había llegado a amar con locura pero si le tenía mucho aprecio y cariño.
Siguió avanzando un poco más pero en realidad no sabía a donde ir, se sentía devastado y lo único que quería hacer era olvidarla como fuera, quería olvidar su hermoso y frío rostro pero sobre todo la imagen que le cambió el rumbo a su vida.
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Verlos en la cama de su propio apartamento fue demasiado para el orgulloso joven. Había llegado de viaje, un tedioso y cansador viaje de negocios. Después del fallecimiento de su padre, él y su hermano debían encargarse de la empresa multinacional que sus bisabuelos habían fundado y que no podía dejarse a la deriva después de tantos años de duro trabajo y dedicación.
Había llegado cansado pero realmente aliviado de que el problema con la empresa pudo solucionarse antes de lo esperado y por eso había podido regresar a Tokio a descansar unos días antes de continuar con su agitada vida laboral.
No le había dicho que regresaría antes de tiempo porque quería darle una sorpresa, había reservado en el mejor restaurante de la cuidad para disculparse por haberla descuidado en el último tiempo y le había traído un costosísimo vestido de noche que celebraran su regreso y para finalmente fijar la fecha de la boda, ya que ese compromiso se había fijado hacía mucho, mucho tiempo. Pero lo que sus ojos vieron lo llenaron de ira que a duras penas pudo controlar para evitar una desgracia, esa escena tan grotesca no se la olvidaría jamás.
Allí en su lujoso apartamento, en su propia cama los encontró desnudos y amándose, su estómago no estaba preparado para semejante escena así que sintió muchas ganas de vomitar. Comenzó a avanzar a paso muy lento hacia ellos; sus miradas estaban fijas en él temiendo lo peor. A cada paso que daba muebles, electrodomésticos, adornos y todo lo que se atravesaba a su paso se estrellaba con furia contra las paredes.
Llegando a la punta de la cama los observó con asco y repulsión, ella que estaba conmocionada por verlo ahí no pudo articular palabra, solo sintió sus manos en sus muñecas al ser arrastrada con fuerza fuera del apartamento. Y él, el otro maldito traidor no lo pasó mucho mejor, con su furia a penas contenida comenzó a golpearlo brutalmente sacándolo a patadas de su hogar. El hombre terminó muy herido pero Él no tuvo compasión, al menos era lo menos que podía hacerles después de semejante traición…
Los sacó su apartamento dejándolos en la calle con lo puesto que era absolutamente nada. A ella ni siquiera le había permitido llevarse su sábana para cubrir su perfecta desnudez. Él no era un cretino como para golpear a una mujer pero su maldito amante llevó la peor parte al recibir todo su enojo y asco que tenía en ese momento.
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Saliendo de sus recuerdos, se dio cuenta de que en su estado de embriaguez había llegado a la zona roja de Tokio, sabía que era una estupidez lo que hacía pero ¿cómo evitarlo? Su orgullo estaba herido, él había sido un buen prometido, a pesar de que las mujeres se le regalaban por ser tan apuesto y por su posición económica, jamás le había faltado… y ella, la muy perra así se lo había pagado acostándose con otro.
Ya no podía seguir caminando, entre el alcohol que recorría cada centímetro de su cuerpo, el odio y la traición que pesaban también en su ser, decidió ingresar a un club en donde las señoritas vendían su cuerpo a los hombres para satisfacer sus deseos. Pero a pesar de todo, sentía que no pertenecía a ese lugar.
La cosa mas bonita del lugar me dio su amor por dos monedas
Comenzó a observar con más detenimiento el lugar y frunció el ceño, no le gustaba nada lo que veía. Mujeres semidesnudas por todos lados coqueteando con hombres de muy buena posición así como él, también otros que eran padres de familia y aparentemente buenos esposos ¿Qué diablos hacían ahí? Estaba inspeccionando el lugar cuando de pronto lo sorprendió una mano se posándose en su hombro.
- ¿A cual de todas deseas?- Preguntó alguien que el no supo distinguir si era hombre o mujer por su estrafalaria vestimenta, muy acorde con el lugar.
- ¿Disculpa?-. Preguntó mirando al sujeto de arriba a bajo con aprehensión.
- Te pregunté a cual de todas ellas deseas guapo-. Respondió el desconocido con voz melosa.
- No lo sé… a decir verdad no sé a que demonios vine aquí-.
- Pues si no quieres a ninguna de ellas el sexy Jakotsu te hará compañía-. Se ofreció alegremente.
- No es necesario ya me voy….-. Jakotsu hizo una especie de puchero que al joven medio embriagado de dio escalofríos.
- Espera, si has venido a este sitio es por algo-. Lloriqueó tomándole la mano.
- No, fue un error haber venido hasta aquí-. Cortó el joven mirándolo fijamente y soltándose de su agarre.
- ¡No puedo creer que bellos ojos tienes! ¡Parecen dos hermosos soles!- Tomó un poco de aire, al parecer descubrir los ojos de ese joven lo habían flechado inmediatamente.- Dime tu nombre al menos…-
- No es necesario adiós-.
El joven de hermosos ojos paró en seco al ver a una mujer extremadamente hermosa, no estaba vestida como el resto de las chicas del lugar aunque era de igual profesión. Lástima, pensó, porque era una hermosa joven de no más de veinte años. Jakotsu lo siguió con la mirada para descubrir que era lo que le había llamado la atención a su posible cliente y luego frunció el ceño.
- ¿Ella? Estás bromeando ¿verdad?-
- ¿Quién es?- Preguntó curioso, pues le había llamado mucho la atención y le había recordado el porqué de su estadía en semejante antro.
- Ella apenas ha llegado aquí… no hace más de una semana ¿no estarás interesado en ella?-
- Eso a ti no te importa… la quiero a ella-. Con un brillo extraño en sus ojos.
- Pero si hace un momento me dijiste que te ibas-.
- La quiero ¿Cuánto por ella?-
- Uhhhh… son alrededor de quince mil dólares-. Respondió molesto, no hacía más de una semana que la chica había llegado y ya había revolucionado todo por allí. Pero hasta ahora solo dos personas habían aceptado pagar el precio tan alto; su hermano y ese chico delante de él.
- De acuerdo, pero antes una última pregunta… ¿Por qué el precio tan alto?-
- El jefe decide los precios, nosotros obedecemos sin preguntar…-
- No importa… llévame con ella-. Demandó de muy mal modo, luego de verle el rostro había recuperado un poco más de conciencia al percatarse de su presencia ¿acaso sería ella? ¿sería posible su descaro? Se sentía extasiado y a la vez enfurecido porque de todos los lugares en el mundo la volvía a ver… ¿ahora a eso se dedicaba? No le parecía muy extraño después de todo habían pasado dos semanas.
Caminaron unos pasos hasta la chica que miraba hacia el piso, parecía muy triste pero seguramente fingía, pensó el joven de ojos dorados. Al llegar a ella Jakotsu le habló despectivamente.
- Hey tu… tienes trabajo, ya sabes que hacer… mucho cuidado con lo que haces-. Advirtió el chico raro.
La chica asintió sumisa y comenzó a seguir a Jakotsu que los llevaba a una de las mejores habitaciones de ese espantoso lugar. No quería volver a pasar por eso, no de nuevo ¿pero que podía hacer? Ya había intentado escapar y no le había ido muy bien, a decir verdad el castigo después del intento fallido había sido terrible.
En tanto el chico de dorados ojos estaba impaciente, quería entrar en esa habitación y satisfacer ese deseo que había surgido de repente y apaciguar también esa ira que lo estaba matando. Al llegar a la habitación Jakotsu los dejo solos a regañadientes.
Y en ese cuarto con luz roja cayo en el suelo su ropa y mi ropa
-¿Qué haces en este lugar?- Cuestionó siseando. La chica solo quedó en silencio sin atreverse a levantar la mirada, sabía que si hablaba lo pasaría mal.- ¡Contesta!
- ¿Es que acaso no lo vez? Trabajo aquí como todas las demás-. Contestó aún sin mirarlo.
- Mírame-. Ordenó tomándola de los codos.
- Terminemos con esto por favor…- Pidió.
-Como quieras pero primero me dirás tu nombre mirándome a la cara-.
- No es necesario que lo sepas-.
- Dímelo-. Gritó tomándola con más fuerza de sus brazos.
- Me haces daño… mi nombre es… kag…Kagome-.
- ¿Kagome? ¿Kagome?- Preguntó confundido.
- Así es ¿Por qué preguntas? ¿Quién eres tu?- Lo enfrentó levantando la mirada.
- Yo…- Se había quedado sin habla, no era ella después de todo. Kikyo no tenía ojos azules.- Mi nombre es Inuyasha- Contestó indiferente para no mostrarse afectado.
No resistió más su deseo, al verla así tan sumisa, hermosa y confundida decidió que si ella estaba allí era por algo… trabajaba de eso, así que procedió.
- Quítate la ropa-. La chica aguantándose las ganas de llorar por pasar por aquello nuevamente obedeció.- Ahora desvísteme…-. Y así lo hizo.
Inuyasha estaba disfrutando de las caricias que inconcientemente la chica le estaba brindando al desvestirlo, quería olvidarse de el dolor que tenía al saberse traicionado por la persona que él creía conocer desde hacía más de cinco años y esa chica lo ayudaría…
Por otro lado, Kagome no esperaba que la impresionara el cuerpo de ese hombre que era realmente hermoso y escultural. Su pecho era grande y musculoso y sus abdominales estaban muy bien trabajados y marcados... en ese momento se sintió pudorosa, no quería mirar más abajo, le daba mucha vergüenza.
- Mírame...-. Ante la orden Kagome tuvo que mirarlo, en ese momento su respiración se aceleró y un adorable rubor cubrió sus mejillas, ese hombre si que era GRANDE.
Estando los dos completamente desnudos la chica lo miró expectante para obedecer la próxima orden, estaba asustada, no quería hacerlo quería huir no quería que la volvieran a lastimar como la otra vez. Inuyasha levantó la mano y kagome cerró los ojos.
- ¿Qué te sucede? No voy a hacerte daño -. Ver a esa chica tan asustada lo conmovió por unos momentos.
- Lo siento… -
- No te preocupes. Ven-. Le dio la mano atrayéndola hacia el y la fue llevando lentamente a la cama.
Así nos amamos, y fuimos sudando gotitas de amor y placer en tu cuerpo alquilado
La recostó suavemente en aquella cama, observó su cuerpo por unos momentos, realmente era hermosa y por un momento le molestó que otros disfrutaran de ella. Lentamente se fue acercando más... tomó un pecho con una mano y comenzó a acariciarlo lentamente, luego siguió con su lengua, estaba disfrutando mucho en acariciarla y saborearla.
Kagome estaba tensa, pero al mismo tiempo estaba experimentando algo diferente, Inuyasha estaba siendo muy delicado y no la estaba haciendo sufrir ni la estaba maltratando al contrario muy a su pesar estaba disfrutando de sus atrevidas y suaves caricias, no sabía que esperar de él. No sabía si iba a ponerse violento, no sabía que le pediría y eso la asustaba, no quería otra experiencia traumatizante como la anterior.
Inuyasha estaba deseoso de continuar, quería avanzar y no iba a pedirle permiso para hacerlo. Tomo un preservativo y se lo colocó cuidadosamente para no dañarlo y rápidamente se subió sobre ella.- ¿Lista Kagome?- Le preguntó, pero que le podía decir ella ¿No, no quiero hacerlo? ¿Apenas te conozco? No podía hacer eso aunque lo deseara con toda su alma. Ella era una prostituta, en contra de su voluntad por supuesto, pero el no lo sabía y ella no podía decírselo tampoco. Así que asintió débilmente.
Inuyasha comenzó a entrar en ella despacio, iba a hacerlo con fuerza por el deseo que sentía por esa chica pero al entrar en ella y sentirla tan apretada fue repentino e impactante, la verdad que no esperaba eso, en lugar de penetrarla con violencia y lujuria como tenía planeado lo hizo con delicadeza.
Kagome se sentía en las nubes, ese hombre sí que era diferente…. Estaba siendo delicado y la trataba como si fuera de porcelana. Le gustaría pensar que todo era real y que no estaba vendiéndose como sabía que estaba haciendo, pero no tenía alternativa era eso o… no, no quería ni pensarlo.
Se sentía endemoniadamente bien, la mujer en sus brazos era demasiado estrecha como para decir que era experimentada lo suficiente para esa clase de trabajo, pero ¿quién era el para cuestionar? Él solo estaba tratando de distraerse y no quería pensar en nada ni en nadie, solo quería satisfacer su cuerpo, lo demás no le importaba.
La tomó de las caderas y se adentró un poco más quería llegar hasta el fondo, lo estaba haciendo disfrutar como nunca antes y al parecer a ella también le gustaba por lo menos eso le hacía creer con sus suspiros y gemidos
- Kagome eres demasiado hermosa ¿Por qué haces esto?- Su pregunta escapó de sus labios desconcertando a su acompañante que inmediatamente comenzó a llorar.- No llores por favor. Debes tener tus motivos preciosa-. Siguieron unos momentos más hasta que quedo satisfecho, luego de eso Inuyasha se puso de pie y comenzó a vestirse dejando en la cama a Kagome.
- Adiós Kagome…-
- Adiós…-.
Inuyasha no dijo nada más que eso e hizo sentir a Kagome peor que antes, no podía creer lo que acababa de pasar ¿Por qué a ella? ¿Cómo escapar de allí? Se sentía terriblemente mal y a pesar de haber vivido la misma experiencia de ser vendida como prostituta por segunda vez, esta vez por lo menos no fue herida y a pesar de todo le había ido relativamente bien.
- Mamá perdóname, perdóname por favor….- Luego de eso se vistió rápidamente y se dirigió hacia su habitación… esperaba encontrar la manera de escapar de todo eso. No podría resistirlo por mucho más tiempo.
En tanto Inuyasha se dirigía hacia su casa con la imagen de esa chica grabada en su mente, lo había hecho olvidar, había cumplido con eso en ese sentido, pero a pesar de todo pudo ver una gran pena en ella y eso lo había desconcertado, tenía que verla de nuevo…
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Continuará….
Hola de nuevo… espero que les guste mi nuevo proyecto, será un fic corto (espero) no más de tres o cuatro capítulos, pero es algo que tenía en mi mente desde hace algún tiempo…
¡Espero que disfruten este mini fic ^^ y me den su opinión al respecto ya saben que me gustan y acepto toda sugerencia y crítica! Es algo diferente...
También comento que me he basado en una canción de un cantante popular de mi país, es una canción vieja y la música en verdad no me gusta pero si mucho la letra y bueno, fue todo gracias a mi hermana que a ella si le gusta este cantante "Rodrigo Bueno" que lamentablemente en el año 2000 murió en un accidente automovilístico.
Así que el fic tiene el mismo nombre de la canción ^^
En los próximos días seguiré con "La Dama y el Vagabundo" no me olvido de ese pero mientras tanto tenía que escribir esto…. ¡No me gusta dejar mis cosas inconclusas así que tengan por seguro que continuaré todito!
Sele...
Besitos nos leemos ^^
