Este es mi primer fic. Como sabrán, los personajes de Shugo Chara! No me pertenecen.

1

El chico con ojos azules

6:00 AM. El despertador sonó. Me estire un poco y apague la alarma. Cambie mi ropa, tome mi mochila y salí de mi habitación. Llamé a la puerta frente a mí, tratando de no hacer demasiado ruido.

—Rima ¿Estas despierta?

—Con tu despertador tan alto, ¿Cómo no voy a estarlo? —La escuche decir aún adormilada—Dame dos minutos y estaré abajo.

Baje a la cocina y prepare un desayuno para ambas. No paso demasiado tiempo cuando mi amiga Rima bajo corriendo por las escaleras, atando en una coleta su largo y ondulado cabello rubio.

—¿Demore mucho?

—Menos que ayer—Respondí sirviendo el desayuno.

Ella dio un suspiro y tomo su lugar de siempre en el comedor. Me senté frente a ella y disfruté un instante el aroma de la comida.

—Buen provecho. —Dijimos en unimismo.

Ambas comenzamos a comer, aunque un poco mas apresuradas de lo normal.

—¿Sabes? A veces envidio tu cabello, Amu.

—¿Ah sí? —Pregunte curiosa.

—Lo ondulado del mío lo convierte en una pesadilla por las mañanas.

Sonreí y toqué las puntas de mi cabello que rozaban mi hombro.

—El que sea lacio lo facilita mucho. Pero, también que lo haya cortado me ha traído ventajas.

La expresión de Rima se volvió un poco seria.

—Aun no puedo creer que lo hayas hecho, considerando lo que significaba para ti, ¿pero sabes? Te noto mejor desde que lo hiciste

—¿De verdad? Kukai me lo dice a menudo. —Solté una risita.

—Si, cada día te ves más animada. ¿Hace cuánto…?

Tomé un bocado y pensé unos segundos.

—Creo que dos meses. No estoy segura.

—Vaya, el tiempo pasa muy rápido.

Se levanto de la mesa y retiro los platos.

—Limpiare esto en un momento.

Me puse de pie y asentí.

—Iré por las bicicletas. No olvides tu bento.

En cuestión de minutos nos encontrábamos rumbo a la universidad.

Mis mañanas se habían vuelto de esa manera desde que comencé a estudiar una carrera. Me mudé de ciudad para continuar mis estudios, así que comencé a compartir departamento con una de mis mejores amigas. Mi vida podría parecer demasiado cotidiana y aburrida, pero yo creo que no tengo nada de que quejarme. Todos mis amigos de la infancia estudiábamos en la misma universidad, aunque diferente facultad por supuesto. Rima era la única excepción, ella estudiaba Teatro en la Universidad Nacional de Arte, para su suerte solo se encontraba un par de calles a distancia de la mía. Podía seguir compartiendo mis días brillantes y negros con todos ellos, y eso era algo por lo que siempre he estado agradecida.

Vivir con Rima también tenia su lado divertido, ella solía actuar fría y arrogante con las personas que no conocía a fondo, pero la relación entre nosotras era distinta, los años de amistad se habían encargado de ello. Dividíamos los gastos y los deberes exactamente a la mitad, no recuerdo haber tenido un conflicto con ella al respecto nunca. Por lo tanto, la convivencia en nuestro departamento era bastante amena. Y no solo dentro, si no también fuera. Me encantaba ir con Rima a la universidad, cada una en su propia bicicleta, burlándonos sobre cosas sin importancia o escuchando las bromas que aprendía Rima con sus compañeros de teatro, después de todo, a ella siempre le fascino la comedia. Las risas nunca me faltaron en ningún día, y supongo que eso era lo mejor.

Llegamos a la Universidad. Un chico nos esperaba en la entrada; tenía cabellos largos azulados, un gorro blanco tejido a mano y una patineta en su pie derecho. Al vernos, nos recibió con una cálida sonrisa.

—Nagihiko… —Escuche decir a Rima en un susurro. Estoy segura que sonrío.

—¡Buenos días! —Le salude mientras me bajaba de la bicicleta.

—Buenas días a las dos. —Respondió Nagihiko amablemente— ¿Cómo estas hoy, Rima?

Rima hizo una expresión de cansancio, mejor dicho, una dramatización sobre ello. Creí por un momento que se caería de su bicicleta.

—Me quede hasta tarde repasando todos mis diálogos. Si no fuera por el despertador ruidoso de Amu, seguiría dormida ahora.

—¡Hey, no puedes quejarte! —Objete—Gracias a eso dejaste de llegar tarde.

—Lo cual harás si no te apresuras, Rima.

Rima abrió los ojos de sorpresa, saco su teléfono apresurada para ver la hora.

—Pero si aún es temprano, Nagihiko.

El sonrió e hizo su patineta hacia adelante.

—Oh, ¿De verdad? Entonces, ¿Qué dices si te voy a dejar?

Rima no pudo negarle una sonrisa.

—Si la distancia de nuestras universidades no fuese de unos quince minutos, me negaría. —Argumento ella—Un día de estos llegaras tarde por ir y venir.

—Pero hoy no será ese día. ¿O acaso mi novia no quiere mi compañía esta mañana?

El mejor chantaje de Nagihiko. Me pregunto si algún día dejara de funcionar.

—¡Cla-claro que no es así!

—Entonces vamos. Amu, por favor dile a Kukai que me espere, no demorare.

—Claro, no te preocupes.

—Nos vemos en la tarde Amu, suerte en tus clases. —Dijo Rima

—Espero que tengas un buen ensayo. —Le desee con sinceridad.

—¡Gracias Amu!

—El ultimo en llegar paga la siguiente cena. —Nagihiko sonrió maliciosamente.

—Sabes que ganare. —Rima le siguió el juego.

En un parpadeo, los dos ya estaban lejos y a gran velocidad. "Quince minutos" dijo ella. Reí al pensarlo.

Él siempre fue bueno en los deportes, y mas veloz que cualquiera, pero ella siempre ganaba, fuese porque Nagihiko le diera el triunfo o ella pusiera todo su empeño en salir victoriosa. De cualquier forma, ellos siempre fueron ese tipo de pareja. Buscando un pretexto para compartir el tiempo juntos, y también respetando el espacio el otro. De solo verlos, te provocaba cierta alegría, y ese sentimiento de "ojalá algún día yo encontrase alguien así."

Entre a la universidad. Coloque mi bicicleta junto con todas las demás. A veces me parecía increíble cómo había tanta gente en un solo lugar, y ver tantas bicicletas me hacia creer que un día tomaría la equivocada. Afortunadamente, eso nunca me había pasado.

Camine hacia las canchas de futbol, esperando encontrar a Kukai. Solo que él me encontró primero.

—¡Amu! —Escuche mi nombre a lo lejos.

Di media vuelta. Vi a un chico castaño corriendo hacia mí. Estoy segura que podría contar las pocas veces en las que he visto a Kukai sin una sonrisa en la cara. En un instante, ya se encontraba frente a mí.

—¡Buenos días Kukai!

Su sonrisa aumento.

—Buenos días Amu. —Coloco sus manos en su nuca— No esperaba que llegaras antes que yo.

—Yo tampoco. —Admití nerviosa— Pero por fortuna Rima madrugo. Iba de camino a buscarte.

—Pues aquí estoy. Hoy no hay nadie en las canchas, así que te acompañare a tu facultad.

—¿Seguro?

—¡Claro! Aun es temprano. Me da tiempo de acompañarte y regresar a mi facultad.

—Esta bien. —Sonreí

Nos pusimos en marcha. Kukai siempre tenía sus manos en la nuca, parecía realmente cómodo cuando estaba así.

—¿Nagihiko fue a acompañar a Rima?

—Si. Me pidió que te dijera que no demorara.

—Por cierto, Amu ¿Ya has pedido permiso en tu trabajo para faltar mañana?

—¡Si! Desde que Rima nos dijo que participaría en el festival del parque, mi gerente cambio mi descanso.

—¡Ya veo! Como últimamente has descansado los jueves, me preguntaba porque traías contigo tu uniforme.

Kukai señalo la pequeña bolsa que cargaba en mi mano izquierda. No me gustaba tener que cargar una bolsa extra, pero mi mochila estaba repleta de cosas y quizá un día explotaría por ello.

—Si, hoy será un jueves fuera de lo ordinario.

Una risa mas de Kukai se hizo presente.

—Siempre trabajando tan duro. Te admiro Amu.

—No todos estamos aquí por una Beca, Kukai.

Él respondió nerviosamente.

—Es más difícil de mantener de lo que parece. Por cierto, nuestro presidente del consejo estudiantil si va a asistir mañana.

—¿Tadase ira? Creí que estaba muy ocupado. —Eso me tomo por sorpresa.

—Lo está, pero parece que se las ingenio para poder ir mañana.

—Kairi me confirmo ayer que asistiría. —Quise cambiar de tema.

—¿De verdad? Casi no lo he visto. Se ha vuelto más difícil de encontrar que Tadase.

—Pero no hay problema, ¡Estaremos todos otra vez! La verdad estoy muy ansiosa.

—No eres la única.

Llegamos a la facultad de diseño. Kukai me dejo en la puerta y se despidió de mí. Unos minutos mas tarde, las clases comenzaron.

Era verdad, estaba muy ansiosa a la espera del siguiente día. Justo a mitad de camino entre mi Universidad y la Nacional de Arte, se encuentra un enorme y precioso parque. Por su ubicación, muchos estudiantes de ambos colegios suelen pasar su tiempo libre ahí.

Los alrededores están repletos de restaurantes, cafeterías y tiendas especializadas. Rima trabajaba como mesera en un restaurante francés de la zona, a su lado había una tienda de instrumentos musicales, seguido por la cafetería en la que yo solía trabajar. En esos lugares, la mayoría de los trabajadores eran estudiantes, como era de esperarse. Mi cafetería era un claro ejemplo. Mi gerente resulto ser la persona mas comprensible que he conocido en mi vida. Cada semana nos permitía armar un horario entre todos para no estropear nuestros estudios. Podíamos trabajar dos o hasta siete horas por día, y nos pagaban de acuerdo a ello. La verdad, no era tan complicado armarnos los horarios, había mucha solidaridad y mi gerente nos ayudaba a todos por igual.

Rima no tuvo tanta suerte como yo, pero su jefa solía ser accesible, no tanto como mi gerente, pero lo era. Esta semana entera le había permitido faltar al trabajo, con tal de dar una buena actuación en la obra. Mi camino a casa se volvió un poco solitario al no regresar juntas después de una jornada laboral, pero estaba feliz por ella.

Ese día fue uno muy animado. Las clases terminaron de una manera rápida, el tiempo parecía volar. Fui hacia el gimnasio de la escuela, y en el camino de vuelta, me crucé con Nagihiko, quien ya traía el uniforme de gimnasia.

—¡Amu! Creí que las porristas no entrenaban hoy.

—Hoy no, pero quise recordarle a la entrenadora mi falta de mañana.

Nagihiko rio e hizo una mueca de agotamiento.

—Kukai y yo hicimos eso. El entrenador no nos la pondrá fácil hoy, hace que sea más difícil de mantener nuestra beca.

—Si te escucha…—Dije divertida.

Estoy segura que su piel se erizo.

—¡Ni lo menciones!

La escuela entera sabia que aquel entrenador tenia fama de estricto y exigente. Pero nunca me dejo de divertir como sus alumnos se ponían nerviosos al recordarlo.

—Me adelanto entonces. ¿Visitaras a Rima esta noche?

—Era la idea, pero tu sabes, el entrenador… Le he mandado un mensaje explicándole. Por favor, dile que me disculpe en cuanto la veas.

—Cuando regrese a casa, será lo primero que hare.

—Gracias Amu. —Parecía aliviado

—Despídeme de Kukai, por favor.

—No hay problema. ¡Ten un buen día en el trabajo!

—¡Y tu entrenando!

Temía llegar tarde. Corrí por los pasillos de la escuela, hasta llegar a la entrada. Tome mi bicicleta, y en menos de diez minutos estaba en mi amada cafetería. Amaba la ubicación de todo, trabajo, escuela, y mi departamento. Me agradaba mi vida.

—¡Oh, pero si eres tú Amu! —Dijo mi gerente al verme llegar. Creo que estaba de mejor humor que el regular. —Justo a tiempo.

—¡Buenas tardes! Un minuto y estaré lista. —Me sentía aliviada. Nunca he querido aprovecharme de su amabilidad.

—Apresúrate, pero no te presiones. Que bueno que estés aquí.

Cambie mis ropas, sujete mi cabello en una coleta, y coloque mis pertenencias en mi locked. Saludé al resto de los empleados y me fui hacia la maquina cafetera. Un chico de cabello verde y anteojos se encontraba ahí, preparando un cappuccino.

—Kairi, ya estoy aquí.

—Sabía que no llegarías tarde Amu. Me alegra que mi relevo seas tú.

—¿Te marcharas ya?

—Si. Tengo clase en unos minutos, pero antes debo hacer algo. Este café es el último, hay poca gente hoy. ¡Nos veremos mañana!

—¡Hasta mañana Kairi!

Kairi igual que el resto, es amigo mío desde la infancia. Pero su horario de clases dio un giro drástico. A diferencia de todos nosotros, el estudiaba por las tardes, hacía difícil el poder verlo. La excepción éramos Nagihiko y yo. Kairi y Nagihiko rentaban un departamento juntos, al igual que Rima y yo, igual que Kukai y Tadase. La idea principal era rentar una enorme casa para que pudiésemos estar juntos, o de menos los chicos, pero no hubo suerte. Tuvimos que dividirnos en parejas, pero al final, seguíamos juntos.

La gente llegaba y se iba del café. Pasaron unas horas, pero en lo mínimo me sentía cansada. El ambiente se sentía tan ameno y eso ayudaba en las jornadas.

En un momento de calma, la chica del mostrador se acerco a mí, no recordaba su nombre, nunca compartí muchos turnos con ella.

—Disculpa, ¿Puedes cubrirme un minuto? Quisiera ir al tocador.

No estaba ocupada. Acababa de limpiar la cafetera. Comenzaba a oscurecer y pronto terminaría mi turno. Así que le sonreí.

—Claro. No hay problema.

—¡Muchas gracias! No demorare.

Lave y seque mis manos. Cuando me situé en el mostrador, un chico de cabello azul entro a la cafetería. Llevaba una chaqueta negra y el estuche de un violín en su brazo izquierdo. Sus ojos eran de un azul oscuro, no recuerdo haber visto ese tono de azul en los ojos de alguien más.

Me miro un poco desconcertado.

—Bienvenido. —Le dije un poco nerviosa. No se porque me puse así.

—Una cara nueva. —Menciono.

—¿Disculpa?

—¿Eres nueva aquí…? —Miro el botón bordado en mi uniforme— ¿Amu? ¿Ese es tu nombre?

—Hinamori Amu para servirte. Pero no, no soy nueva.

Arqueo una ceja.

—¿De verdad? Estoy seguro que recordaría a una chica con cabello rosa por aquí.

—No suelo trabajar en este día y a estas horas. Pero hoy es la excepción.

—Ya veo. Quisiera llevar un cappuccino y dos Taiyaki.

—¿A qué nombre hago tu…?

—Tsukiyomi Ikuto. —Me entrego una tarjeta verde con el logo de la cafetería—Estoy en tu sistema como cliente frecuente.

Entendí su punto. Igualmente me pareció extraño no haberlo visto antes.

Su pedido quedo en el sistema, su tarjeta registrada y el cobro estaba hecho. Gire la cabeza un segundo. La chica aun no regresaba.

—En un momento te entrego tu café.

Camine hacia la cafetera, unos cuantos pasos del mostrador. Pero él me siguió desde el otro lado.

—Me parece haberte visto antes.

—Creí que habías dicho que recordarías a alguien con cabello rosa.

—Nunca te había visto en este lugar, pero si en el aeropuerto cerca de aquí, llevabas el cabello largo.

Me sorprendió. Casi me quemo al preparar su café. No sé si se percató.

—Hace unas semanas lo llevaba largo. Quizá era yo o quizá me confundiste.

Él soltó una leve risa.

—No hay muchas personas en la ciudad con el cabello rosa, ¿Sabes?

—Entonces si era yo.

Le entregue su café, dos pasos y estaba frente a la nevera. Tome dos taiyaki y los coloque en una bolsa de papel.

Sus labios se curvearon, mostrando una sensación de victoria.

—Te dije que recordaría a alguien de cabello rosa.

Le entregue la bolsa de papel.

—Tu pedido está listo.

—Te ves más linda con el cabello corto. Y mucho mas alegre que en aquel día.

No supe que decir. Me quede petrificada.

—Gracias por todo. Nos volveremos a ver Hinamori Amu.

Sin mas que decir, se fue del lugar. Solo me quede ahí, viendo su espalda, viendo como se marchaba. Me pregunte si él estudiaba en la Nacional de Arte, o si solo se paseaba por ahí con un violín por un simple café. Me arrepentí de no haberle preguntado. ¿Sería mayor que yo? Eso parecía. ¿Qué tan bien tocaría? Seguramente era muy bueno. ¿Qué había visto aquel día en el aeropuerto? Deseé que no fuera la parte en la que lloré. O quizá se refería a eso cuando dijo "mucho más alegre" ¿De verdad lo volvería a ver?

Me sorprendí a mi misma. ¿Por qué había despertado mi interés por ese chico? ¿Fueron sus palabras? No había dicho gran cosa. ¿O sí? Quizás el haberlo visto antes y no percatarme. O quizás el me vio y yo no a él. Recordaría a alguien con ese azul en sus ojos, de eso estoy segura.

—Amu, gracias por cubrirme. Tu relevo ya ha llegado.

La chica me había sacado de mis pensamientos bruscamente. Me sentí un poco desconcertada en un instante.

—Claro. —Le respondí. —Gracias por informarme.

La parte laboral del día termino. Me despedí de todos y agradecí a mi gerente una vez mas por cambiar mi día. Me puse los audífonos, subí a mi bicicleta y me fui a casa.

"Black Diamond". Esa canción me la había recomendado Kairi unos días atrás. Al parecer su hermana trabajaba como representante de una cantante y modelo que era la sensación: Hoshina Utau. A mitad de la canción, se escuchaba el solo de un violín y recordé a ese chico.

No sabía lo que pasaría a partir de ese día, la verdad es que nunca podría haberlo imaginado. Ikuto tenía razón, nos volveríamos a ver. Mas pronto que tarde.

Estaba ansiosa, no sabia que esperar del tan esperado día de mañana. Me llevo mas sorpresas de las que creí.

Mi vida iba a sufrir un cambio, y yo no lo sabía…

La introducción es larga, pero quería dejar en claro en que ambiente se desarrollaría la historia.