NOTA: Voy a subir esto aquí porque... pues porque sí xD. No lo voy a actualizar porque tengo la mente ocupada en el NaNoWriMo así que por ahora no escribiré otra cosa que no sea eso. Igual, a nadie le gusta esta mierda así que no sé ni para qué me molesto.
En ese momento, Keiichi se estaba arrepintiendo de haberse metido en eso. Últimamente no llegaba mucha gente así que estaba muy aburrido. Además, el calor era insoportable. Antes había pensado que durante las vacaciones sería bueno trabajar en algo sencillo y de esa forma distraerse y tener dinero extra, pero ahora comprobaba que era de lo peor. Se encontraba en Yoriko, un local ubicado en medio de la ciudad y aún así hace un rato que no entraba nadie. Había aprovechado que estaba solo en la caja en ese momento, por lo que no le importó poner las piernas sobre otra silla sin temor a que lo regañaran. Sin embargo, algo lo sorprendió por detrás y se volteó sobresaltado, para darse cuenta de que era su compañera que lo había golpeado con una bandeja.
—¡¿Qué te pasa?!
—¡No te quejes de nosotros si nunca bajas las patas!
Fue en ese momento en el que la puerta se abrió por primera vez en mucho tiempo. Al principio Keiichi solo miró a la persona que estaba entrando, y luego no tardó en acomodarse nuevamente en su silla y enderezarse como si nada.
—Nunca cambias... —murmuró Asuka detrás.
En realidad no se había percatado, pero se trataba de un gaijin, como todavía los llamaban algunos. Tenía el cabello largo y por su color de piel y sus rasgos quizás podía ser... ¿Árabe? O algo así. Pero lo curioso, era que él lucía muy familiar.
No podía equivocarse; se trataba de la persona que veía todos los días en sus sueños.
—Eh... disculpe —carraspeó Asuka —, es nuevo y es un poco estúpido. ¿Qué va a ordenar?
Aparentemente, Keiichi se había quedado absorto simplemente observándolo, tanto que ni siquiera se había dado cuenta de que el extranjero también lo estaba viendo a los ojos. Era por eso que Asuka lo fastidiaba, pero Keiichi no tenía tiempo para eso...
Él gaijin (cuya voz era bastante grave) no tardó en largarse, no sin antes mirar por última vez a Keiichi, incluso a través de la ventana. Parecía que tenía prisa.
—¿Qué te pasa, zopenco? —insistió ella en molestarlo pero no obtuvo más respuesta que la mirada absorta de su compañero hacia la ventana —. ¿Acaso no decías que venías con muchas ganas hoy? ¡Escúchame, idiota!
Como él no le respondía, finalmente desistió.
—Ese hombre viene aquí a menudo, solo que últimamente no lo había visto. ¿Te gusta?
—¿Mm? ¿Qué...? ¡No!
—Vamos, no debe ser muy difícil para ti. ¡Tienes un encanto!
Keiichi lo ignoró una vez más, porque eso en verdad funcionaba. En ese momento entró alguien más al local.
§
Zoisite estaba metido de cara en el arbusto. Realmente le gustaban mucho las flores y este daba unas muy bonitas, aunque no conocía su nombre. En ese momento, alguien colocó una mano en su hombro haciendo que se sobresaltara, pero resultó ser... Kunzite.
Él era el general más poderoso y cualquiera en el lugar de Zoisite habría estado aterrorizado debido que estaba perdiendo el tiempo por ahí, y más porque era su alumno. Pero eso no sucedía en este caso.
—Kunzite... —lo llamó por su nombre, ¿no crees que son hermosas? —dijo levantando un pequeño ramo de flores frente a él.
—No tanto como tú —respondió él sin titubear. Era por eso que lo quería tanto... —. Aunque creo que se verían mejor...
¿Nunca les ha pasado que, los despiertan muy rápido, y de alguna forma lo último que pasó en su sueño pasa a la historia? Gracias al despertador, Keiichi no supo de qué forma las flores se veían mejor. Ah, otro sueño estúpido. Pero, sin duda el tal Kunzite lucía exactamente como ese sujeto. Y también sonaba como él. Eso era extraño.
Quizás fueron amantes en sus vidas anteriores, en alguna época pasada. Eso sonaba gracioso. Como si fuera posible... Él no era como Serenity. Un momento. ¡Hace poco había pospuesto la alarma! Iba a llegar tarde una vez más; ya mejor ni lo intentaba...
§
Keiichi entró a Yoriko como si fuera un zombie. Tenía cara de que no le había pasado nada bueno ese día.
—¿Qué te pasa? —le preguntó Asuka, a pesar de que ya conocía muy bien lo que le iba a responder.
Keiichi, por supuesto, se enderezó, cambió su expresión e hizo como si nada.
—¡Nada! Estoy bien. ¿Y qué te importa?
—Ustedes ya parecen novios —murmuró alguien que pasó por su lado.
—¡Ca...! —Asuka estuvo a punto de decir una grosería creyendo que se trataba de uno de sus compañeros, pero en realidad se trataba de su jefe. Intentó ignorarlo insistiéndole a Keiichi —Déjame adivinar: ¿llegaste tarde? ¿Reprobaste? ¿Te... volvió a tocar la limpieza?
Keiichi arrugó la cara y se tiró dramáticamente sobre el mostrador, haciendo que Asuka rodara los ojos.
—¡Todas tres! —exclamó él, fingiendo que sollozaba.
—Ya, ya cálmate, rey del drama.
—¡¿A quién le llamas...?!
Las palabras de Keiichi fueron interrumpidas por el sonido de la puerta abriéndose. El sueño seguía tan fresco en su memoria que se sobresaltó (y quizás se sonrojó un poco) al ver al mismo sujeto extranjero que hace una semana había visto.
—¡Ah! Buenas tardes. ¿Qué va a pedir? —decía amablemente Asuka, mientras que el extranjero miraba a Keiichi y este lo veía de vuelta.
§
En ese lugar frío y húmedo, y donde la oscuridad impedía que cualquier rayo de luz pudiera atravesarlo y ser percibido, algo estaba sucediendo.
De repente, las paredes de la cámara comenzaron a centellear, por lo que daba la impresión de que había algún tipo de energía eléctrica impregnada en el lugar y fue ahí cuando ocurrió un estallido espectacular, con un enorme estruendo que nadie podía oír.
Hubo un momento en el que hubo suficiente luz como para iluminar a la figura de un individuo rubio, de cabello corto y aspecto adolescente, del cual provenía toda la energía que anteriormente se había manifestado, y quien ahora avanzaba hacia ningún lugar.
El alma real que solía habitar ese cuerpo aún seguía allí, pero estaba dormida. Todo lo que el individuo quería ahora era una sola cosa...
