Kisshu observó al gran amor de su vida caminar rumbo a su casa, tenía una dulce sonrisa en la cara. Esa sonrisa que solo Masaya podía provocar. ¿Alguna vez ella sonreiría así por él? La seguía a una distancia segura, una en que la bola rosa peluda que siempre la acompañaba no pudiera detectarlo. Al fin y al cabo, hoy no quería causarle problemas, solo quería verla e imaginar que la razón de esa sonrisa era él.
Una vez que Ichigo entró a casa, el alíen no tuvo más remedio que refugiarse entre las sombras del árbol junto a la ventana de su habitación. Sabía que iba a tener que esperar un par de horas antes de que ella subiera, pero no era algo que le importara. Ya no importaba nada en realidad.
No era exageración, era la pura verdad. Ya no tenía un lugar a donde ir; Deep Blue- sama, su dios, lo abandonó; había traicionado a su gente pese a ser su única esperanza; Taruto y Pie le habían dado la espalda después de arruinar uno de sus mejores planes por salvar a Ichigo y seguía herido por su resiente batalla con Blue Knight. ¿Todavía le quedaba otra cosa que perder? Oh, cierto, lo que nunca tuvo era lo que más le dolía: el amor de su Gatita. Se lo había dado todo y aun así no era suficiente. No importaba lo mucho tratara, no era suficiente siquiera para que ella se molestara en escucharlo.
Estaba tan dentro de sus pensamientos que no se percató de que la adolescente pelirroja ya había entrado a su habitación y empezaba a prepararse para ir a la cama.
Lleno de furia y con una nueva perspectiva, esperó a que Ichigo durmiera profundamente para entrar en su habitación, con sus Espadas Dragón listas para apropiarse de su vida en caso de que ella siguiera rehusandose a escucharlo.
- ¡Ichigo! ¡Ichigo! ¡Alíen! ¡Alíen! ¡Ichigo, alíen- Masha se puso de inmediato entre su ama y el intruso.
- Masha, es muy tarde… quiero dormir…- Ichigo comenzó a darse la vuelta cuando de repente una voz la despertó por completo.
- Vaya, vaya, vaya, parece que la gatita no siempre quiere estar al servicio de la tierra, ¡nya!
Kisshu aprovechó su momentáneo shock para subirse en su cama y colocar sus espadas justo alrededor de su cuello.
- Así que, ¿cómo has estado, amor mío?
Aunque estaba aterrada, Ichigo hablo con la voz firme
- ¿Qué haces aquí? ¡Déjame ir!
- Créeme si pudiera esto habría acabado hacer mucho tiempo-. Su voz sonó más siniestra de lo que había querido, pero pareció funcionar.
- Kisshu, lo digo en serio, déjame en paz. - Dado que era incapaz de alcanzar su medallón en la posición en la estaba, tuvo que hablar con mucha cautela.
En lugar de responder, el alíen permaneció en silencio contemplándola por lo que parecieron horas.
- ¿Ichigo -, el que usará su nombre normal solo la alarmó más- por qué me odias?
- Quieres extinguir a los de mi especie, siempre estas buscando matarme y le has hecho daño a las personas que más quiero, ¿eso no es suficiente? ¡Ahora vete ya!- se estaba poniendo nerviosa, a estas alturas Masha ya debería haber enviado un mensaje de alerta, la ayuda ya debería estar en camino, ¿o no?
- Jajajajajajajaja ¿Te das cue… jajajajajajaja…cuentas de que… jajajajajajaja… de que to… jajajajajaja.
"Va a despertar a mis padres"- Kisshu, me estas asustando, vete ya.
Las últimas dos palabras hicieron que su expresión cambiara radicalmente, e Ichigo pensaba que antes estaba asustada.
- Lo que sea por complacerte, Koneko-chan.- Hizo desaparecer sus armas- ¡Pero tú vienes conmigo!- Y sin más, se abalanzó sobre ella.
Se teletransportó con un único pensamiento: "Al fin eres solo mía."
