Globo

Sus ojos de color olivo se posaban curiosamente en una zona del árbol. Se apreciaba un punto rojo entre las ramas de éste, un corto hilo pendía del globo que se encontraba atrapado.

Saltaba y saltaba, pero su diminuta mano no alcanzaba la delgada hebra. Decidido, se subió a la mata, esperando poder llegar a una altura en donde pudiera jalarlo.

Se equilibraba perfectamente sobre la irregular superficie, y aunque estuvo a punto de caerse, eso no sucedió.

Jaló cuidadosamente el hilo entre sus dedos y cuando lo aseguró entre su puño, bajó de manera cuidadosa.

Bajó su gorra a la altura de su mirada, sonrió y aprisionó contra su pecho el pequeño plástico inflado. Recorrió el trayecto del parque a su casa con mucha alegría pero, al llegar…

—¡Ey, Chibisuke! ¿Qué traes? —Le gritó Ryoga.

—Un globo, mira, lo encontré en un árbol del parque —decía feliz el niño.

—¿El árbol estaba enfrente del lago? —Cuestionó.

—Sí —contestó con una sonrisa —. Yo lo bajé —dijo con satisfacción.

—¡Gracias! Y yo que vine por algo para poder bajarlo —concluyó mientras le arrebataba el globo.

El pequeño Ryoma estaba seguro de algo: jamás volvería a enseñarle algo a su hermano mayor.

2 de octubre del 2010