Este es mi primer fanfic sobre Los Juegos del Hambre. Finalmente, ayer por la tarde, logré terminar de leer Sinsajo y, a pesar de amar cómo concluyó la historia, no pude conformarme con dejarlo hasta ahí, al menos no sin tener algunas respuestas de lo que había pasado en las vidas de Katniss y Peeta mientras crecían juntos.

Esta historia está basada antes del epílogo, lo que sucedió después de que ellos dejaran la adolescencia a sus espaldas y desearan tener una vida juntos.

Se sabe que los matrimonios en el 12 no son como los que nosotros conocemos actualmente, no es algo tan oficial, sin embargo, algo significativo para sus habitantes donde deciden permanecer juntos luego de dar los votos. Esta historia se basa en el matrimonio de Katniss y Peeta y cómo el embarazo lo afecta un poco debido a los pensamientos e ideas sobre la maternidad que Katniss tuvo desde niña.

Espero que les guste, aún trabajo en la segunda parte. No olviden de publicar sus comentarios en los reviews para así saber qué les parece y qué debería mejorar para la próxima.

I: Aún hay fantasmas

La noticia sobre mi embarazo voló más rápido de lo que pensé. Aún trataba de convencerme de que todo estaría bien mientras la puerta principal de mi casa no podía permanecer cerrada por más de cinco minutos para recibir a los amigos que venían a felicitarnos.

Era como si de repente volviera a tener dieciséis, despertando por la mañana mientras los primeros rayos de luz bañaban el distrito y los nervios por un nuevo año de cosecha me carcomía por dentro. No era mi nombre saliendo entre los miles lo que me preocupaba, mi persona se encontraba una de las últimas en mi lista de prioridades, si no el de mi hermana, Prim con sus sólo doce años, no podía concebir la idea de verla caminando hacia el escenario y a pesar de que su nombre sólo se encontraba una vez, ese hecho no me dejaba tranquila. Aquella mañana le dije a Gale, es más, le repetí, que nunca tendría hijos, ya que nunca permitiría que pasaran por esa situación, que no deseaba ponerlos en el puesto que ocupé por dos años, que no sería capaz de dejarlos marchar a su suerte en un tren y luego seguirlos por televisión para ver cómo corrían y luchaban por sus vidas.

Ésa era la razón que me impulsó a ser siempre reacia a la idea de agrandar nuestra familia con Peeta a pesar de las muchas insistencias de su parte. Sé que luego de un tiempo me dejaba estar con mis ideas y no continuaba en sus intentos de convencerme porque me ama y sabía que nos heriría si en algún momento yo decidía aceptar sólo para mantener nuestro matrimonio en funcionamiento. Sin embargo me encontré encerrada en el baño en cuclillas con los codos en las rodillas y el rostro en mis manos tratando de mantener la compostura, de mostrarme un poco más optimista sobre la situación y de no sentirme culpable con mi reacción. No es que lamentara el embarazo ni que deseara que ese niño no naciera nunca, pero no dejaba de pensar que el plan que tuve desde mi adolescencia era mucho mejor que el que la vida me tenía preparado en el futuro.

"No es que las cosas sigan como hace quince años atrás, todo cambió, ya no es lo mismo" Me decía a mí misma en susurros cuando sentía que perdería la cabeza "No tendrás que preocuparte nunca más de esos temores, los Juegos del Hambre ya no existen, la gente sigue teniendo familias... no es que los Juegos los haya detenido antes."

Los primeros días después de la confirmación fueron duros de aceptar y de sobrellevar, mi mente había sido retorcida por la brutalidad de los juegos, por las matanzas y ríos de sangre que vi por la televisión y que viví en carne propia, que ya no pude abandonar aquellos recuerdos, sólo aprendí a vivir con ellos, a hacerlos a un lado, pero a pesar de mis intentos por tratar de ignorarlos, ellos siempre volvían para intervenir en mis decisiones y acciones. Era verdad, los Juegos se habían acabado para siempre, pero el sólo hecho de recordar cómo mi corazón palpitaba mientras subía por ese tubo transparente y en los momentos previos al final de la cuenta regresiva, me hacía aferrarme a la promesa que me había hecho y temblaba cuando mi mano acababa inconscientemente en mi vientre. "Lo siento" Susurré.

"Katniss" Dijo Peeta con el auricular del teléfono apoyado contra el pecho. Yo no había escuchado el aparato sonar. Dejé el sofá y avancé lentamente hacia mi esposo y tomé el teléfono sin verlo a los ojos.

"¿Hola?" Pregunté en una voz seca y sin ánimos mientras escuché los pasos de Peeta alejarse hacia la cocina.

"Me alegra escucharte después de tanto tiempo" Dijo la voz al otro lado de la línea y sentí como si algo tirara de las comisuras de mis labios para formar una sonrisa "aunque suenas diferente, ¿aún en shock?"

"La verdad es que sí, ¿cómo llegaste a enterarte?" Le pregunté a Beete sin borrar mi sonrisa

Él bufó "Deberías estar preguntándote quién ha sido el desinformado que no ha llegado a saberlo" Rió

Y no me había equivocado en decir que la noticia había volado. Beete nunca dejó el Distrito 2 excepto por sus visitas a nuestra casa y trabajos oficiales. Supuse que me llamaba desde allá, su hogar y que no era el único en saber de mi embarazo, pues no era el único que me conocía. Guardé silencio por un minuto con la pregunta en la punta de mi lengua pero que no sería capaz de soltar, al menos no en mi casa, no por teléfono.

"Llamaba para felicitarte" Dijo luego de ese incómodo silencio "estamos todos muy contentos por ustedes" Todos. Beete había contestado a la pregunta que nunca llegué a formular usando sólo una palabra.

"Gracias, espero que todo esté bien por allá, envíales mis saludos, ¿quieres?" Y envié el mensaje sin nombrar a nadie pero sólo a una persona en específico.

"Por supuesto, se lo haré llegar, adiós, Katniss"

"Adiós" Pero lo dije muy tarde, Beete ya había colgado. Me quedé de pie por unos segundos antes de volver a dejar el auricular donde correspondía. Yo había entendido las palabras de Beete y él las mías y sus últimas palabras me dejaron intranquila.

Mi contacto con Gale había terminado hace muchos años, no habíamos vuelto a hablar desde que decidió quedarse en el Distrito 2; supuse que creía, igual que todos fuera del 12, que aún seguía mentalmente inestable luego de regresar de la batalla en el Capitolio lo que produjo que no intentara comunicarse conmigo, además quise mantenerlo fuera de mi vida por un tiempo mientras mi perspectiva de sus actos cambiaba o al menos aprendía a vivir con ellas. Sin embargo el tiempo pasó y nunca supe de él hasta semanas después de mi compromiso con Peeta; al igual que ahora, se corrió la voz y la noticia llegó a oídos de Gale y mi madre.

"Katniss" Arrastró letra por letra, casi obligándose a sí mismo a decir mi nombre en voz alta, cosa que, creo yo, no había hecho en años desde que éramos jóvenes.

Me quedé en silencio esperando sus palabras, no podía hablar, tenía los dedos agarrotados contra el auricular del teléfono y mis ojos escocían tras escuchar aquella familiar voz decir mi nombre de nuevo a pesar de estar un poco distorsionada debido al paso de los años.

Vaciló un instante y luego las palabras salieron de golpe de su boca "Supe de tu compromiso con Peeta ayer por la tarde, no sabía si debía llamarte en seguida o luego… la verdad es que decidí esperar hasta hoy porque debía encontrar las palabras adecuadas para felicitarte"

"No es tan complicado dar las felicitaciones" Pero sí, sí lo era, al menos para él, lo supe por el silencio que guardó tras mis palabras, pero suspiró tratando de que no lo oyera y dijo:

"Me alegro de que hayas podido seguir con tu vida y que te encuentres bien. Felicitaciones por tu compromiso, espero que seas feliz" Y la línea se cortó, dejándome completamente desconcertada. Quise colgar y apretar el botón de remarcado, pues sentía cómo la sangre me hervía en las venas. ¿Qué quería decir con "espero que seas feliz"? Quiero decir… yo estaba feliz con Peeta, siempre había sido feliz con él, sólo que no podía darme cuenta, ya que en ese tiempo mi vida estaba siendo controlada y que cada paso en falso significaba el sufrimiento de un ser querido; pero ¿quiso Gale darme a entender de que mi felicidad estaba con él y no con Peeta? Que si alguna vez fui feliz, ¿fue sólo con Gale por las cosas que pasamos juntos, por los momentos en el bosque? Pero eso sólo había sido durante nuestra infancia y adolescencia donde creímos que moriríamos y tendríamos una corta vida, pero logramos sobrevivir y nuestras vidas avanzaron, tuvimos tiempo de darnos cuenta dónde y al lado de quién pertenecíamos en verdad, pues teníamos tiempo ilimitado no delimitado gracias a las opresiones del Capitolio y sus juegos de control.

Volví a mi posición en el sofá, recostada de lado y con las piernas amarradas por mis brazos, y vi las noticias en la televisión. Escuché cómo Peeta apagaba la luz de la cocina y subía por las escaleras a la habitación.

Le disgustaba el hecho de que la vida perdiera el sentido para mí luego de la noticia de mi embarazo, pero así fue cómo él interpretó las cosas. ¿Cómo mi vida iba a perder el sentido debido a eso? Era absurdo. Por supuesto que estaba feliz pero aún continuaba luchando contra mis propios fantasmas y él parecía no comprenderlo. Él siempre quiso tener hijos, sin importar las atrocidades que les esperaba en ese antiguo mundo que solíamos conocer y logramos derrocar, él había asumido que tarde o temprano los suyos tendrían que enfrentarse al destino que nosotros corrimos, pero yo no, yo nunca estuve dispuesta a hacerlos pasar por eso, al menos no después de la muerte de mi padre.

Vi cómo mi madre se alejaba y cómo finalmente dejamos de existir para ella en su mundo de tristeza y desconsuelo. Quizá se preocupaba por mí cada año en la cosecha pero no lo demostraba, al contrario, Prim se quedaba con ella en casa, pues mi madre no salía si no la alentaban a hacerlo y yo debía caminar sola, temblando hacia la plaza en el centro de la ciudad para ver a Effie subir al escenario y meter la mano en la bola transparente mientras mi corazón deseaba salir de mi pecho, correr lejos y dejar mi cuerpo inerte descansar sobre la arena sin vida.

Para ese entonces ya era independiente y no la necesitaba a mi lado, pero en mis más profundos deseos, quería que ella estuviera allí, consciente, con vida en los ojos, esperando por mí hasta que la atrocidad pasase y luego me abrazara como todos los padres del 12 hacían con sus no seleccionados hijos. Ella nunca lo hizo, tampoco la vi respirar de alivio cuando me veía llegar a casa por la noche luego de desquitar mis emociones en el bosque con Gale.

Apagué el televisor y subí. Peeta estaba sentado al borde de la cama observando la alfombra del piso en silencio. Me acerqué a él y suspiré.

"Las atrocidades que vivimos me persiguen a donde quiera que vaya y son capaces de teñir todo lo bueno que me pasa a mi alrededor. Tú siempre estuviste dispuesto a mandarlos a una arena a pelear, pero lo que viví ahí dentro no se lo deseo a nadie, menos a mis hijos. Aún debo adaptar mi cabeza a este mundo donde los juegos ya no existen y que el hijo que vamos a tener estará a salvo" Dije sin detenerme a tomar aire

Peeta levantó la cabeza, clavó sus azules ojos en los míos y susurró "Y yo estaré aquí para recordártelo siempre"