Los personajes no me pertenecen, solo los tomé prestaditos XP
Finalizaba el siglo XVIII época de grandes cambios, inventos y descubrimientos que revolucionaron el mundo. El Siglo de las Luces vio nacer a múltiples personajes que dieron nacimiento a lo que hoy conocemos como la Edad Moderna. En tierras de la corona británica se vivía una gran inestabilidad política, múltiples personajes buscaban gobernar sobre estas tierras. Las intrigas y traiciones estaban a la orden del día y muchas familias nobles, oportunistas y ricos mercaderes trataban de congraciarse con los posibles candidatos al trono. Al nacer el siglo XIX, la tormenta comenzaba a menguar y la tranquilidad a volver, el rey Jorge III conseguía la unión de Gran Bretaña e Irlanda mediante Acta de la Unión y las cosas parecían ir a buen puerto. Pequeños reveces, algunos problemas y grandes reformas que dieron luz a una era más democrática y fueron el marco que dio la bienvenida, un 6 de enero de 1854 a William Sherlock Scott Holmes.
Era una noche de tormenta, cuando el menor de los tres hermanos Holmes decidió dar sus primeros gritos en este mundo. La mirada curiosa de su hermano Mycroft, de 7 años, contrastaba con el rostro lleno de orgullo de patriarca de la familia, quien limpiaba al recién nacido.
-Madre, es otro niño- la voz madura de Sherrinford, el primogénito de la familia hizo que la única dama del clan Holmes sonriera.
-Creí que esta vez sería una niña, por eso elegí Sherly como su nombre … aunque Sherlock no suena nada mal- La dama, que ya pasaba los 40 sonreía mientras trataba de acomodarse mejor para recibir a su pequeño en brazos.
-Al parecer, seguirás siendo la única reina en este lugar –Diciendo esto, el patriarca de los Holmes le entregaba al bebe- Es … hermoso, por lo menos se parece a ti.
Ante aquel comentario, la habitación de la casa se llenó de risas. Aquella campiña alejada de la ciudad, daba la bienvenida a esa nueva vida que se extinguiría pero que volvería a nacer para no morir jamás.
La familia Holmes vivía una vida tranquila en el campo, las amplias llanuras eran cubiertas con un manto de vivaz tono verde, el cielo claro y limpio decorado por las blancas nubes, una laguna alimentada por un pequeño riachuelo amurallado por grandes árboles dividían las tierras de cultivo de los terrenos de la mansión Holmes. El gran jardín con las más diversas flores traídas de distintos lugares daban la bienvenida a casa en la parte frontal de la mansión. Barbarroja, el perro de la familia, casi siempre descansaba en el cobertizo atento a la llamada de su amo para iniciar alguna aventura pirata. La gran puerta de madera trataba de mantener la intimidad de aquel hogar, pero los enormes ventanales casi siempre abiertos, dejaban que las blancas cortinas jugueteen con el viento que ingresaba a recorrer todos los pasillos de madera del lugar dejando a su paso el aroma de los rosales. La robusta chimenea de piedra, ubicada en la sala, era testigo de los interminables conciertos del menor de la familia o de las discusiones y debates de temas sin ninguna importancia que al final terminaban en risas y pucheros. El lugar era un paraíso para todos, los sirvientes eran parte de la familia y por ello trabajaban codo a codo con el padre de los Holmes para sacar adelante aquel lugar. Unos años después Sherrinford fue adiestrado en la administración de aquellas tierras, él era el primogénito y debía hacerse cargo de las tierras en un futuro. Mycroft era un poco más intelectual y el esfuerzo físico no era su fuerte, sabía que su futuro estaba en la capital inglesa, donde pronto iría para estudiar mientras prestaba servicios a la corona. Su talento en ciertas áreas deductivas era reconocido, desde muy joven, por muchos personajes políticos y habían despertado en él la curiosidad de trabajar en esa área, la política. Pero Sherlock, el pequeño de la casa vivía en su mundo de ensueño, jugueteando entre los arboles del rio mientras creía ser un pirata. Su fiel can había perdido un ojo debido un accidente ocasionado por el menor al tratar de subir a la copa de un árbol y eso controló un poco al inquieto niño pero su mente no podía estar tranquila, así que en sus interminables tardes sin "actividades peligrosas" comenzó a observar todo, despertando en él una curiosidad científica sobre cada acontecimiento que ocurría frente a sus ojos. Diseccionar aves o sapos muertos, experimentar con algún tipo de hongo o gusano eran el pan diario en casa. Más de una vez alguna de las sirvientas había pegado el grito al cielo al encontrar cosas nada comestible en las copas o sobre la mesa de la cocina. Debido a ello su madre decidió regalarle libros de biología, anatomía y todo lo que ese niño con una imparable curiosidad devoraba ávidamente.
Vivian lejos de los conflictos políticos que aun menguaban en esa época, aunque eso no evitaba que de vez en cuando algún miembro de la realeza los visitara en busca de ayuda. La esposa de Sherrinford, era una dama conocida y admirada no solo por su gran belleza y dinamismo, sino también por su extraordinaria habilidad en temas numéricos y de cifrado. El patriarca no se quedaba atrás, Sherrinford era un gran estratega y conocedor de leyes y arte, una pareja que se conoció en diversas tertulias y conversatorios de temas políticos y económicos, que se enamoraron entre discusiones y debates. Y que formaron una familia alejado de todo ese barullo. Debido al tiempo libre que tenían sus hijos fueron educados ricamente en todas las ramas habidas y por haber logrando pulir la "ciencia de la deducción". Un juego que hacían para matar el tiempo y que pasaría de ser divertido a su peor yugo.
Y pasaron 12 apacibles años. Sherlock era el engreído en la casa, no solo por sus padres y su hermano mayor, sino también por los trabajadores de la campiña. Cada vez más se parecía a su madre, esa piel blanca de porcelana, sus enormes ojos color cielo y esos traviesos rizos hacían que el niño sea el punto central de atención donde este, aunque ello solo había conseguido que sea esquivo y tímido, a su corta edad no comprendía por qué todo el mundo le quedaba viendo.
-Eres un tonto y lento que nunca entiende nada – Mycroft, quien estaba en plena adolescencia sentía cierta envidia por su hermano. Tanto él y Sherrinford habían salido a su padre, de rostro y complexión más gruesa y tosca, con la piel más coloreada por el sol y con cabello más grueso y rebelde. No tenían ese "ángel" que adornaba a Sherlock y que encandilaba a cuanto ser vivo estuviera a su lado. Pero las cosas se ponían peor cuando se trataba de arte. Sherlock había desarrollado una exquisita habilidad con el violín y los pinceles, algo que los mayores de la familia no lograban por mucho esfuerzo que pusieran. Eso arrancaba sonrisas de autosuficiencia en el rostro del menor y gesto de admiración en el resto, claro menos en Mycroft. A él solo le arrancaba las ganas de planear otra manera de jugarle una mala pasada a su "hermanito" y decirle que era un tarado. Celos de hermanos, siempre presentes y que le costaba más de un coscorrón por parte del mayor de los tres.
Pero eso pronto cambiaría, una noche de otoño, se celebraba en la casa de los Holmes una cena, el primogénito presentaba a su prometida a la familia. Rosali, era una jovencita del pueblo cercano a la campiña. De familia acomodada pero sin extraordinaria riqueza, atractiva pero no de extraordinaria belleza, se notaba que era muy activa y nada sumisa, educada, sencilla, común. Muy común ante los analíticos ojos de Sherlock y Mycroft, quienes entre susurros la estaban deduciendo. Su padre se había dado cuenta de la travesura de sus pupilos y al finalizar la cena se había levantado, invitando a las damas a pasar a la sala para que charlen más a gusto mientras él se encargaba de acostar a los niños, aunque acostar era lo último que iba a hacer ya que esos dos iban a recibir el castigo por su mala conducta.
La puerta sonó y una de las sirvientas buscó al padre de los Holmes.
-Señor, lo necesitan … es un asunto muy urgente – susurró aquella señorita, mensajera directa de los monarcas.
-Sherlock, Mycroft vayan a sus habitaciones, mañana hablaré con ustedes... aunque…-el mayor sonrió en complicidad- yo tampoco sé por qué su hermano la escogió como esposa-
Una carcajada fue compartida por los tres, antes que los dos menores se marcharan al segundo piso, alistándose para dormir. Dejarían a los adultos con sus cosas... de adultos. Ambos compartían la habitación, se cambiaron en silencio y se acostaron en sus camas.
-Hoy no tocaste el violín, eso es un milagro – Aun era temprano para Mycroft
-Debemos dejar que él se luzca, es su noche y la de su futura esposa – respondió antes de rodar en su cama para poder ver a su hermano- quizás lo deje por un tiempo, tú pronto estarás en edad de casamiento y no eres tan guapo para conseguir una dama solo por tu apariencia y eres un debilucho – aunque lo dijera con voz sería, Mycroft sabía que su hermano le estaba jugando una broma.
-Eres un maldito demonio – y la guerra de almohadas comenzó, ambos reían a voz suelta pero pronto su felicidad se vio apagada por el sonido de disparos y el rojizo color de las llamas que comenzaron a envolver su hogar.
En pijama, Mycroft y Sherlock salieron disparados de la habitación hacia el primer piso, viendo a su madre herida en el pecho sobre el suelo, su hermano y su padre luchaban sin tregua contra aquellas criaturas que se abalanzaban sobre ellos. Rosali los notó y corrió para protegerlos con su cuerpo, ganándose una profunda herida desde la espalda que le traspasó el cuerpo, manchando el blanco camisón de Sherlock con sangre. Mycroft corrió por el arma de su padre, que estaba en el suelo a lado de su madre y disparó contra los atacantes pero al parecer ninguna de las balas los lastimaba.
-Rosali, llévatelos de aquí! salgan de aquí!- fue el grito desesperado de Sherrinford y aún con el arma en su espalda, ella susurró un leve –sí, amor.- Ella empuño con más fuerza el arma que tenía en las manos, uno de los cuchillos de cocina y se lanzó contra aquel individuo cortándole la garganta de un solo tajo. Repitió la acción, lanzándose contra cualquiera que quisiera llegar a lastimar a Sherlock.
Una y otra vez golpe tras golpe, corte tras corte ellos cercenaban las cabezas de los que habían acabado con la paz de la campiña. Muchos criados habían sido asesinados, fieles que defendían la familia del amo. Sherrinford y su padre estaban mal heridos, estos individuos que los atacaron tenían garras o así parecían y sus dientes… siempre buscando carne expuesta para morder y succionar la sangre que podían obtener. Mycroft trataba, en lo que podía de defenderse solo pero la fuerza que tenía no era la suficiente y esto obligaba a que uno a uno, aquellos hombres y mujeres con los que habían arado esas tierras cayeran ante sus pies, siendo devorados por esas sanguijuelas humanas. Sherlock, parado en las escaleras, solo podía ver como su familia y su hogar eran destruidos. No sabía que hacer no podía gritar, ni siquiera mover un solo músculo y aquella mujer "común" lo defendía con la fuerza y ferocidad de una leona, es ahí cuando comprendió porque su hermano la había escogido. Una lagrima de orgullo y una leve sonrisa se dibujaron en su rostro mientras pronunciaba en un susurro "Bienvenida a la familia, hermana".
Sherlock salió de su letargo al escuchar el sonido de los caballos, de un momento a otro la guardia real llegó y exterminó rápidamente a la decena de intrusos que habían atacado su hogar.
-Vampiros .. son vampiros .. –
-Malditos … es la voluntad de Dios que desaparezcan-
-Córtenle la cabeza y quémenlos-
Rosalí lo había abrazado para protegerlo de los disparos que se escuchaban, al poco tiempo, la paz llegó después de la tormenta.
Llanto, gritos y desesperación fue todo lo que su confundida mente podía captar pero no procesar, Rosali lo cargaba y corrían fuera de la casa, hasta que la sintió desvanecerse sobre él justo en medio del jardín. Sherlock la apartó para poder ver lo que pasaba, ante sus ojos su hogar era abrazado por las llamas, los soldados sacaban uno a uno a los sobrevivientes antes de ser atrapados por el fuego que consumía todo a su paso. Vio a Mycroft tratar de volver a su casa, peleando contra los soldados que lo alejaban de ese lugar mientras gritaba que debía volver por su madre.
-DEJENME! ELLA .. MI MADRE ESTA DENTRO .. DEBO REGRESAR!- eran los gritos, no, era la súplica de Mycroft que entre lágrimas e ira se negaba a dejarla dentro.
Sherrinford su hermano, el más fuerte, el que podía hacerle frente a un toro y ganarle era prácticamente arrastrado por los sirvientes de la casa, estaba bañado en sangre y casi inconsciente. Sherlock extendió la mano, tratando de alcanzarlos pero se dio cuenta que no podía ni levantarse, había algo que lo retenía y recién en ese momento se dio cuenta que Rosali, su "hermana" había muerto protegiéndolo. Su rostro mostraba un gesto de tranquilidad, su cuerpo estaba marcado por la feroz lucha y las manos del menor estaban bañadas de sangre, aquella escena parecía una maldita pesadilla. Quería gritar, deseaba hacerlo y de seguro su padre vendría y lo despertaría pero no fue así, al contrario vio la imagen de su padre bajo el marco de la puerta principal.
-Padre – el débil susurro de Sherlock escapó de sus labios llamando a su progenitor, pero este agacho la cabeza como si se disculpara y se adentró a la vivienda. Él amaba tanto a su esposa, que no la dejaría partir de este mundo sola. La casa colapsó entre las llamas, como si fuera un débil castillo de naipes. Los días de risas y ridículas rencillas habían terminado de golpe, su paraíso se había convertido en un ardiente infierno y él no había podido hacer nada para evitarlo. El odio y la impotencia llenaron hasta el último rincón de su ser y grito, grito como nunca antes en su vida lo había hecho, con desesperación sintiendo como su alma se destrozaba por el dolor mientras las lágrimas caían descontroladas de sus claros ojos.
El cielo se había teñido de un tono tan oscuro que la luna y las estrellas parecían haber desaparecido, solo la débil llamarada rojiza se divisaba en el horizonte. Las ruinas de la mansión Holmes estaban dejando de arder, Sherlock y sus hermanos fueron trasladados a una de las casas de los sirvientes y eran revisados por algunos guardias. Mycroft gritaba y pateaba todo lo que estaba a su alcance, maldiciendo a cuanto ser vivo existía en aquella habitación sin importarle que las heridas que tenía en los brazos, las piernas pero sobre todo el vientre se afectaran, estaba pálido casi parecía un muerto en vida, pero de alguna manera sacaba fuerzas de flaquezas para seguir pataleando y haciendo que la acción de revisarlo sea casi imposible. Hasta que un certero golpe en la nuca lo hizo caer en brazos de uno de los comandantes, quien con su rostro impávido entrego al muchacho a uno de los guardias. Sherlock estaba en shock, viendo todo lo que ocurría desde su lugar, una silla a lado de la ventana de la humilde casa de madera, viendo por unos instantes a sus hermanos y por otro lo que fue su hogar, casi sin poder creerlo. Las voces de los guardias, de los sirvientes, los gritos de dolor de Sherrinford llegaban a sus orejas pero él no podía oír nada, estaba absorto de la realidad hasta que escucho a uno de los guardias decir al comandante que no se podía hacer nada para salvar la vida del mayor de los Holmes, que era inevitable que pereciera antes de que llegue el amanecer, que sus heridas eran demasiado profundas, que la pérdida de sangre lo mataría antes que lo haga la fiebre o alguna infección. Sherlock se estremeció ante la idea de perder a otro miembro de su familia, sintiéndose desprotegido y miserable, unas débiles lágrimas rodaron por sus mejillas y trataba de limpiarlas con furia, recordando la frase que su agonizante hermano siempre repetía.
-"los hombres no lloran .. siempre debes mantener la cabeza en alto con dignidad pero nunca con petulancia, entendiste Sherlock-"
Pero no pudo evitar que sus ojos se desbordaran de lágrimas cuando escucho que daban el mismo diagnóstico para Mycroft, la herida en su vientre había dañado varios órganos, de seguro pronto comenzaría a convulsionar, no tenían manera de salvarlo ya que había perdido mucha sangre y pronto cogería una infección por los contenidos viscerales. Sherlock negó varias veces con la cabeza atrapada entre sus manos ensangrentadas, sintió una arcada de asco por el fuerte aroma de aquel líquido vital, sentía que iba desfallecer, pero una leve luz evitó que cayera en la desesperanza. Los guardias hicieron que todos salieran de la habitación, solo dos militares de alto rango se quedaron ahí junto con los hermanos y comenzaron a hablar.
-Señor Johson, si ambos mueren nadie podrá descifrar … -el volumen de voz de aquel guardia se había desvanecido como un susurro. Sherlock estaba por saltar de su silla, gritar y decir que el descifraría lo que fuera con tal de que salvaran a sus hermanos pero, un repentino escalofrió hizo que mantuviera la boca callada.
-Sería una lamentable perdida para la corona y más en esta época de conflicto, sabemos que están tramando un golpe y que ellos son los únicos con la mente capaz de desenredar esta conspiración. No podemos confiar en nadie más, ni siquiera en nuestros superiores … llegar al extremo de exterminar a la familia completa para salvaguardar su secreto, James Moriarty es un monstro, no tiene corazón ni perdón de Dios. –Aquel ilustre militar de alto rango había dejado escapar el nombre del culpable de la muerte de los Holmes y el menor sintió como la sed de venganza se apoderaba de su cuerpo, sus ojos gravaron cada movimiento, cada segundo de esa maldita noche. Haría que ese tal Moriarty pagara con crecer lo que había hecho, su pecho comenzó a elevarse y contraerse por la agitación.
-Cálmate niño, aun eres muy joven para poder hacer algo, pero ellos no. Tus hermanos hoy tendrán en sus manos la elección de morir o vivir por el bien de nuestros reyes.-
Ante los ojos del menor, aquel hombre cambiaba el tono de su mirada a una más oscura y siniestra que le hizo estremecer.
-Escúchenme hermanos Holmes, lo que hoy los atacó son vampiros, seres sedientos de sangre y sin control, lacayos de Moriarty –Sherlock abrió los ojos con sorpresa ¿vampiros? Había leído sobre ellos pero se suponían que eran una leyenda, criaturas de cuentos de terror y nada más.
-Moriarty es el más fuerte de todos, pero nosotros no estamos desprotegidos, yo soy uno de ellos .. un vampiro que está bajo las ordenes de la corona y hoy ustedes podrán elegir si morir o renunciar a todo lo que tienen para convertirse en uno como yo- Sherlock sonrió, le estaban dando la posibilidad de cobrar venganza, le estaban dando el arma con la cual actuaría.
-Renunciaran a la vida como la conocen, a ver el sol, rechazar su humanidad y adoptaran una vil naturaleza, pero a cambio de ese sacrificio, vivirán eternamente adquiriendo gracias y habilidades que con el paso de los años los volverán las criaturas más poderosas de la creación, pero siempre bajo la autoridad de la corona. –
Si en ese momento tenía que vender su alma al diablo, gustoso lo habría hecho. Sherlock se acercó al vampiro y lo miró con curiosidad, dibujando una leve sonrisa antes de que este se acercara a Sherrinford.
-Por mi madre, por mi padre y por Rosali, acepto el castigo que Dios tenga que imponerme con tal de poder vengarme de los que trataron de hacer que la casa Holmes caiga en ruina-Con la poca fuerza que le quedaba, el mayor susurro aquellas palabras que aunque fueron débiles sonaron con determinación. Mycroft solo pudo alcanzar a tomar la manga de la chaqueta de aquel misterioso ser y asentir con la cabeza, el aire ya no llegaba plenamente a sus pulmones.
Es así, como aquella noche ante los ojos de Sherlock un vampiro se había arrodillado entre las camas de ambos agonizantes hermanos. Beban, fue la única orden de aquel caballero mientras se cortaba ambas muñecas y las posaba sobre los labios de los Holmes, ambos hermanos bebieron al principio con temor, lentamente. Pero a los segundos comenzaron a ser más frenéticos, casi salvajes como si fueran criaturas de puro instinto. Se necesitó la ayuda de los otros guardias que irrumpieron la habitación al escuchar el grito de ayuda del vampiro, era casi imposible contenerlos. Habían enloquecido y buscaba más, necesitaban más sangre y la obtuvieron de desafortunadas victimas que solo pudieron sentir como la vida se les iba drenando. Después del festín, su "padre" les ordenó que se detuvieran con la voz más firme que su debilidad pudo permitirle y los Holmes obedecieron, casi como hipnotizados por aquella voz. Sometidos a aquella voluntad.
Sherlock no podía creer lo que ocurría ante sus ojos, sus dos hermanos estaban completamente curados, las heridas ni siquiera habían dejado cicatrices visibles. Tenían un aura de misterioso poderío cubriéndolos, sus ojos, normalmente celestes como los de su padre, tenían una fría tonalidad casi violácea, pero fue la fuerza y dureza de la mirada en ambos lo que hacía que la piel se te escarapelara. Era como si les hubieran despojado de sentido alguno, de alma, como si fueran una carcasa vacía sin nada más que odio reflejándose sutilmente en su esencia. Corrió a lado de Johnson y lo vio tan débil, casi parecía un alma en pena, no quedaba nada de aquella potente figura que vio minutos antes, estaba tan arrugado, pálido y frágil que temió tocarlo, así que solo se dejó caer de rodillas a su lado.
-Señor, por favor yo también quiero ser como mis hermanos-fue la infantil súplica del menor hacia esa decrépita figura.
-No, no puedo condenar eternamente a un alma como la tuya, eso no me lo perdonaría- fue la casi poética respuesta del vampiro. Respuesta que ocasionó la ira del menor, quien estaba a punto de golpearlo con toda la fuerza que tenía pero que fue detenido por su hermano, por Sherrinford.
-Sherlock, alguien debe reconstruir este lugar, sacarlo adelante o ¿permitirás que el apellido Holmes muera por causa de ese maldito? –
-Pero yo también quiero pelear … Sher … quiero ir con ustedes yo también quiero vengarme del que hizo esto a papá y mamá – era la súplica bañada en lágrimas de impotencia del menor que fue ignorada y que a cambio recibió un golpe en la mejilla que le hizo voltear la cara, sintiendo el sabor metalizado de la sangre entre sus labios, volteó para devolverle la mirada a su atacante pero esos ojos llenos de furia pronto dieron paso a un gesto de vivido dolor, dolor causado por ver el sufrimiento reflejado en las pupilas de su hermano. Nunca en todos sus años Sherrinford había levantado su mano contra él, nunca lo había visto tan molesto, decepcionado. El mayor tomo a Sherlock por los hombros, apretándolos con fuerza para que no se pierda esa leve conexión.
-Tu labor esta en este lugar, eres el único que puede hacer que nuestro apellido no quede en el olvido y esa … ESA es una manera de venganza. Ese infeliz quiso borrarnos del mapa y tú quieres darle el gusto de conseguirlo, creí que eras más inteligente Sherlock – El menor comprendió lo que su hermano trataba de decirle, aunque en realidad solo estaba aceptando sumisamente el pretexto que Sherrinford había puesto para que él no se mesclara en la campaña que estaba por iniciar. Porque si alguien conocía a Sherrinford era Sherlock y esa mirada, ese tono de voz no indicaba nada bueno, al parecer su hermano ya estaba planeando algo y de seguro ese algo no tenía nada que ver con los planes de su nuevo "padre".
-Aun es un niño, mandaremos a un tutor y un administrador para que …-
-Sherlock es suficientemente maduro para ver por él mismo y administrar estas tierras, señor – Fueron las palabras de Mycroft las que interrumpieron a uno de los comandantes que acababa de ingresar a la habitación. – Nunca dude de las capacidades de un Holmes – Ahora era Mycroft, quien con una mirada de complicidad, ponía una mano sobre el hombro de Sherlock en señal de apoyo y compromiso, definitivamente no se debía jugar contra los Holmes.
- No necesito ninguna niñera, soy capaz de hacer que este lugar se recupere en poco tiempo y pueden contar conmigo, mi dinero y estas tierras para lo que necesiten – Sherlock comenzaba a trazar sus propios planes, al parecer todos los hermanos jugarían por líneas diferentes pero marcando un mismo objetivo, todos habían cambiado, incluyendo el menor, ya que no fue necesario que le dieran una nueva vida mediante la sangre. Él mismo se estaba dando una nueva vida al renunciar a todos sus dulces recuerdos, su infancia y su lado "humano" para convertirse, a su manera, en un monstro frio y calculador como sus hermanos.
Antes del amanecer, tres nuevas criaturas habían nacido debajo de todo ese remolino de odio, sangre, muerte y sed de venganza, lentamente las llamas que consumieron la casa de los Holmes iba consumiendo, por dentro, la humanidad de cada uno de los hermanos. Pero ninguno imaginaba lo aquello solo era el preludio para que, dentro de algunos años, bajo la luz de la luna naciera una nueva criatura.
Bueno, espero que sea de su agrado .. en especial para mi Lily ... beshitos linda
Les recomiendo leerlo mientras escuchan watch?v=MyvhHsku-fQ ...
