No corras Rose. No te servirá de nada.

El anciano, con su inmaculado traje blanco, me sonrió.

En la mano tenía una rosa blanca, de la que caían gotas de sangre.

Me desperté temblando. Solo había sido un sueño. El mismo sueño atormentaba mis noches hacía semanas. Mamá me llamó y traté de olvidar la rosa blanca.

— ¡Rossie ven a comer! Ya es tarde.

Tomé el vestido que tenía más cerca y me cepillé el pelo rápidamente. Corrí hasta la cocina. Mi madre estaba con su delantal verde ayudando a comer a mi hermano Sid. Papá estaba escribiendo, seguramente ideaba una nueva receta. Mamá nos había preparado cereales calientes, como ella los comía en el Capitolio.

—Mamá, ¿Cuándo iremos a visitar a la tía Jo al Distrito 13? Prometiste llevarnos. No visitas ese distrito desde después de los Juegos…

La sonrisa que había en la cara de mi madre desapareció; eso me preocupó, mamá siempre estaba sonriente, nunca dejaba que nada rompiera esa máscara de felicidad. Mi padre me miró con los ojos muy abiertos.

— ¡Rose!

—Deja Peeta, yo hablaré con ella. Rose, no debes hablar de los Juegos, ya se acabaron, ya forman parte de la historia. — Me dijo mientras lágrimas empezaban a caer por su ojos— ¡Por mi culpa murió mucha gente! ¡No quiero recordarlo! Tanto dolor, tanto sufrimiento. No quiero recordar. No quiero recordar lo mala persona que soy…- Katniss se derrumbó, y mi padre se arrodilló a abrazarla.

—No fue tu culpa, Katniss. No es justo que te eches la culpa de todo. Fueron consecuencia de las cosas que hicieron Snow y el Capitolio, tienes que superarlo... —papá hizo una pausa y me miró —Rose, vete al colegio. Hiciste llorar a tu madre.

Caminé hacia el colegio pensando en mis padres, en los Juegos, en el Capitolio. Nuestra profesora de Historia de Panem nos explicaba cómo funcionaban Los Juegos del Hambre, y la cantidad de muertes y batallas que provocó en el último siglo. También hablaba de los Vencedores, y cómo algunos de ellos fueron claves para la rebelión. Muchas veces las clases terminaban centrándose en Katniss Everdeen. Cada vez que la profesora hablaba de mi madre en la escuela, mis compañeros me miraban de forma extraña y susurraban, pero yo ya me había acostumbrado. Muchos consideraban que nunca volvió a ser una persona normal luego de la muerte de su hermana.

Entré a la escuela y me dirigía a mi primer clase, cuando ví que todos estaban reunidos en el comedor escolar. Me uní a la multitud. En la televisión, una señora de nariz respingada y pelo corto verde, que vestía con un vestido pomposo del mismo color, probablemente una periodista del Capitolio, estaba dando un comunicado.

—…En fin, queremos informarles, que nuestra ex-presidenta, la Comandante Paylor, falleció ayer en la madrugada. Se realizará una recopilación de sus actos y logros por Panem hoy a las 4 de la tarde por Capitol Tv. Al no dejar herederos, el poder quedará en manos de los antiguos herederos: Zora Coin, legítima heredera de Alma Coin, asumirá el cargo de Presidenta de Panem acompañada de Kevin Snow, hijo de Coriolanus Snow, como el segundo al mando. — La periodista sonrió forzosamente. Entonces apareció Zora Coin en la pantalla.

—Primer comunicado oficial de la Presidenta Zora Coin. — Zora sonrió— Bienvenidos sean todos al nuevo Panem. A partir de este día las cosas cambiarán. Vengo a reestablecer nuestro antiguo Panem, el Panem que todos amaban, lleno de diversión, con un poder centralizado y lujos. Las cosas se desestabilizaron tras la rebelión, pero aún todo no está perdido. No estoy de acuerdo con las medidas tomadas por mi madre y no comprendo su punto de vista. A partir de hoy comenzará una nueva era, se los aseguro. Como primer medida, el poder volverá a centrarse en el Capitolio. Como segunda medida, se reanudarán los Juegos del Hambre. Como castigo por participar e incentivar a los distritos a la rebelión, los tributos serán elegidos entre los mismísimos hijos de los antiguos Vencedores. Como tecera medida…

No escuché nada mas. No resistí y me desmayé.. No recuerdo que pasó después. Cuando desperté mi madre y mi padre lloraban y me hablaban, pero yo no los escuchaba.

Los Juegos del Hambre. No podía pensar en otra cosa. Yo iría a los Juegos, y ni mis padres podrían evitarlo.